jueves, 23 de julio de 2015

Pasando el tiempo


Sobrevivimos a las sucesivas olas de calor y al aparente declive de Rafa Nadal,  al que parece en condiciones de ganar hasta el más anónimo del ranking. Pero es tiempo de Tour de Francia, aunque a la tercera semana llegan todos justos de fuerzas y con bastantes pocas ganas de coger el sofoco de intentar saltar. Se ponen los buenos todos juntos detrás del maillot amarillo,  que es un tallo, y suben mejor a la sombra. Aunque no soy el mejor para criticar a estos esforzados deportistas, si me miro las piernas y miro mi bici y no sé a quién de los dos echar la culpa de moverme por el carril bici como una tortuga. Lo cierto es que tengo las piernas dobladas desde siempre formando un paréntesis,  aunque también es verdad que Orbea ya no hace las bicis como antaño... Ya he mantenido alguna vez, sin encontrar nadie que me lo discuta,  que hubiera podido ser un gran deportista de haber tenido nada más el dedo meñique de voluntad por ello. No es algo que uno escoja,  va en los genes. Probablemente si tuviera es que escoger un deporte que se me habría dado bien habré de citar el tenis, pues ya mucho antes de que surgiera Nadal yo ya había pensado en la posibilidad de hacerme zurdo, nada más para el tenis,  y ya me había dejado el pelo largo, que recogía en una aseada coleta, como pueden atestiguar cualquiera de mis amigos de la biblioteca, me llamaban "El príncipe de Bequelar" que es un nombre que hubiera podido aceptar para la batalla contra cualquier top 10. Si a Stanislas Wrawrinka le llaman el hombre yo no habría sido menos como príncipe...

Lo cierto es que la historia del país se habría escrito de otra manera. Probablemente tendríamos más ensaladeras de la Davis y sin duda no estaríamos por jugar para evitar la tercera división. Porque yo además de ser un gran deportista soy longevo. Llevo el deporte en las venas como los de la Cañada Real llevan los chutes retornando en vena y en arteria en cuanto juntan 5 euros nuevos. Con una diferencia ellos van en kundas y yo iría con chófer,  con mampara de cristal para no tener que firmar autógrafos. Sería estrella inaccesible no por llevar los consabidos cascos tamaño XXL cubriendo los oídos a lo Benzema sino más bien rodeado de mamparas de cristal blindado,  como el Papa cuando sale de paseo.

El boxeo también se me habría dado bien,  de hecho mi brazo derecho siempre tuvo una gran tendencia al engorde sin mesura, como si estuviera guardando en su apretado bíceps todos los nocáuts de un campeón mundial. Por no hablar de mi figura estilizada, que es lo que se lleva para que te consideren el mejor libra por libra. Épicos habrían sido mis enfrentamientos con Mayweather, aunque yo con una ventaja, él tiene la cara plana como de plato y yo tengo una nariz afilada de sable,  que lo mismo pica como abeja que frena un golpe a los ojos. Es barrera de peaje para mantener a salvo la sesera.

Probablemente yo habría sido aquel al que denominarían "Money",  "Money Principe de Bequelar"  que aún me sirve, y sería yo mismo el que se dejaría retratar en una cama llena de billetes, de euro y no de dólar en mi caso,  pero tantos como no los hay en toda Grecia.

También hubiera podido triunfar en el fútbol, las piernas arqueadas no supusieron ningún problema para Rivaldo o Raúl, y yo soy más guapo que ellos dos juntos (bueno, más que Rivaldo sí), y el hecho de que de chaval mis amigos me volaran las gafas a pelotazos en algún partido obedecía a urgencias de portería,  por no hablar que aquella parada en que el canto de la montura envío la pelota a córner sería hoy un hito en YouTube. Hasta el Rubius hablaría de ella,  o haría en ganso pensando en ella...

Aunque yo no habría prosperado de portero,  ya está Casillas para eso y va a ser eterno.  Yo habría sido un delantero goleador, que es verdad que con los amigos jugaba de defensa y me hacía un lío con el balón yo solo, pero era porque me cortaban las alas en tareas poco vistosas, por no hablar de que siendo vasco el fútbol es solo cuestión de tiempo,  de repente te llega, como una revelación,  y te ficha el Athletic, y luego viene el Madrid y el Barca, aunque yo haya sido y sería en todo caso fiel a mis colores,  y no me dejaría seducir por los muchos ceros de los contratos que me quieran poner delante,  con quitarme las gafas soy capaz de ignorarlos, así como la obsesión que probablemente me tenga Muriño por quedarme la gabardina mucho mejor que a él, o el amor auténtico que descubra Abramovich en su chequera por mí.

Después de todo el fútbol no habría sido mi deporte predilecto, yo soy individualista,  no me termina de convencer la idea de perder partidos por la incapacidad de mis compañeros. Uno lo puedo perdonar,  pero no me veo capaz de encajar muchas más derrotas. Para que la cosa funcione nos habrían tenido que juntar nada más a Messi y a un servidor en el rectángulo de juego, ¿11 contra 2?  Dos sí, pero qué dos.

De todos modos alguien se habrá dado cuenta de que es cosa harto imposible,  Messi no es vasco, nunca jugará en el Athletic.

Siendo que Xavi lo lamenta tanto me cuesta creer que Messi no lo sienta igualmente, ¿No ha estado en San Mamés?... aunque sea en el fondo de su corazón argentino.