lunes, 9 de febrero de 2004

09/02/04 17:49

Era viernes y le decía a un amigo de clase con mucho bombo y platillo, y con una sonrisa que me desbarataba la cara "Bajose el poeta por la escalera diciendo; se me llena la boca de viernes" y se me llenaba en verdad, porque esa semana como esta semana están marcadas en mi calendario por la fecha de un encuentro, este viernes como aquel viernes regresará a mi lado María José y los días que anteceden el encuentro son más dulces y me mantienen en un estado de euforia contenida, basada en la única expectativa que no admite fallo ni tara.
Y es contentarse como no imaginé precisamente porque nunca pensé que fuera a estar tantos días seguidos sin verla, acostumbrados como estábamos los dos a vernos cada día, ahora deseo el paso de los días hasta completar los quince que me separaban de ella como haría un niño al que le sobra tiempo, o un inconsciente que no repara en que los días vividos se van para no volver.

Escucho horrorizado hasta que punto se han llegado a recortar las libertades en "el país de la libertad", indignados por el pecho casi descubierto en su americana Super-Bowl de una mujer que haría bien en mostrarse entera y me asombro de que estos americanos tan ultraconservadores no se indignen ni ofendan al saber que su gobierno, además de innumerables desatinos, de una gravedad que como dijo el portavoz del Vaticano, "clama venganza ante Dios" prefieren permanecer impasibles cuando en el limbo de Guantánamo se tortura sistemáticamente, se secuestra sin pruebas y se conculcan los derechos humanos en virtud de las sospechas no demostradas. A Janet se le vio el adorno del pecho y desde entonces se acabó el directo en las televisiones americanas, las mismas que omitían por decreto las imagenes más turbulentas de una guerra en pos de las armas de destrucción masiva, solamente porque no conviene que el americano medio vea la extremidad arrasada de la niña en el mercado, o a tantos inocentes que quedaron enterrados bajo el nombre de "daños colaterales", ahora en su cruzada por la moralidad, de la que anda sobrado sin duda su presidente (aunque no repetirá), han decidido que todo evento que merezca una cámara se habrá de dar con un cierto retardo, para evitar actitudes poco apropiadas, ya vengan éstas dadas mediante gestos o palabras no convenientes.
Pero tienen una estatua de la libertad, grandilocuentes nombres para operaciones militares y un edificio en proyecto que no contenta a los familiares de las víctimas del 11S (ellos también son víctimas) que hará también referencia a la palabra PAZ.
Vivo y digo mi mundo y me he convertido, sin quererlo yo, que de niño escogía USA por escuchar el himno americano en aquel juego de olimpiadas "Winter Games" con el fondo verde de la pantalla, en un perfecto antiamericano. Desengañado y sin una gota ya, como muchos otros, de aquel sentimiento estremecido que se evaporó algún tiempo después de un 11 de septiembre que cambió el mundo, y de qué forma.