martes, 28 de febrero de 2006

La visita

Si viene a visitarme el desierto del fin de semana se me convierte en un oasis. Estos días parecieron menos fríos. No he tenido tiempo para nada. Desde Oviedo a Ribadesella, esa calle, ese espacio compartido. Ahora en la marcha la soledad queda en el anhelo, como si pudiera oír los pasos descalzos bien cerca, en la habitación de al lado. Hay muchos caminos de regreso. Me espera un plato hondo de lentejas.

jueves, 23 de febrero de 2006

Gentil

Me dice esta mañana una señora "muchas gracias, eres muy gentil". Ya se marchaba. Yo he sonreído y le he agradecido el cumplido. Casi nadie emplea la palabra gentil, parece de otro tiempo. De vez en cuando alguien la rescata para demostrar que no todo el mundo dice las mismas cosas de igual modo.

No sé si soy gentil, pero sí sé que soy lo que quiero ser. Es bastante.

lunes, 20 de febrero de 2006

El posado

Pues sí, el de la derecha, el posturero bajo el paraguas soy yo. Me he dicho que si Ana Obregón hace posados en bikini a los cuarenta y muchos años (o quizá son cincuenta y pocos), también puedo yo ponerme ante la cámara con pretensiones.

Es lo que me diferencia de Beckham, del que escribía hace bien poco (otro artículo este que será leído, Beckham, Beckham, Beckham ese nombre es imán para los ojos lectores). A él los posados le salen solos, va encadenando posados. No importa la marca de la cámara ni el momento en que salta el click o el flash, él saldrá bien porque sus movimientos son fotogénicos uno tras otro, todos. Y eso que el muchacho no dice nunca patata, a lo más el "cheese" ese que se gastan los anglosajones. Al muchacho le quieren las cámaras casi tanto como las quinceañeras o esas otras más creciditas que no se atreven a reconocer que por Beckham mandaban a quien les roza bien lejos de cualquier roce. Ellas se callan porque prefieren pensar que Beckham es solamente bello como un maniquí o un geyper-man (¿aún los fabrican?). Pero no sería capaz de entenderlas como lo hace su pareja ¿verdad amor? Puesto que si se pararan a pensar que hasta eso es capaz de mejorar el inglés... ¿qué esperanza nos quedará a los demás?


Era un día de lluvia fina, "orbayu" le llaman aquí. La instantánea está tomada cerca de la playa del Toró y me coge en plan valiente y posturas. Valiente porque yo con la lluvia fina me comporto como el mejor de los toreros, el más valiente, el que más se arrima. Ni siquiera le doy importancia a que se me esté mojando algo la chupa pinturera mientras espero a la foto. Lo importante en este caso es estar suficientemente metido en el papel de posturas. O uno se pone o no se pone. Pero si lo haces, si se trata de un buen posado, entonces uno debe ser como el buen actor que se mete tanto en el papel que termina viendo al personaje en su reflejo del espejo. Después de todo este posado es, a su manera discreto. Apenas un rostro concentrado y ese gesto desafiando al cielo, pudiendo escoger entre protegerme o no hacerlo, elijo que no. Es la libertad del que decide que vale la pena mojarse a cambio de obtener esa foto. Ojalá en todas las decisiones que se toman en la vida estuviera tan claro lo que merece la pena. Aunque en estas cosas es el tiempo en que suele dar y quitar razones. Claro que a veces las razones se fuerzan, se agrupan para solo considerar unas pocas, se desprecia las que gustan menos...

Pero no quisiera desviarme del posado, decía que mi posado es muy ponderado, Ana Obregón que yo no vende ni mucho menos como Beckham es mucho más aparatosa. Se deja caer sobre la orilla de la playa y se reboza en la arena como una croqueta de gimnasio. Arena aquí y allá. Deja que las olas la golpeen mientras absorbe las mejillas apuntando pómulos gastados como silla de montar. Tiene la sonrisa mil veces ensayada, se le convirtió en una mueca, y muchas horas de ejercicio invertidas para que ese día todo sea perfecto... las olas son perfectas.

Mi amigo el Xuac que viene por aquí y que me ha pedido que hable de sus progresos futbolísticos pese a que cada vez que juega algo distinto le cruje en la rodilla, es de los postureros vocacionales. Tiene alguna foto muy en plan por ver si logra ligar algo, aunque a la vista está que lo que necesita es un tratamiento completo de Corporación Dermoestética ;P

Probablemente Marquetes es el más posturero de todos los que yo conocí nunca. Era un experto en el gesto insinuante aunque de nulo resultado. Teníamos la extraña teoría de que la conjunción de un número de gestos determinados nos haría absolutamente irresistibles (Castellón nos echa de menos). Claro que la dificultad residía en encontrar la combinación certera. Hasta el soplo del aire en el flequillo, la luz desde aquella ventana, la mano alzada, el pestañeo fugaz, podía ser la pieza del rompecabezas que faltaba (que faltó siempre). Él era un posturero profesional, un auténtico talento en el despropósito de gustar, tan grande y tan "truñesco" a la vez como yo mismo.

domingo, 19 de febrero de 2006

Tendresa (una palabra preciosa)

Escuché ayer en el telediario que Lluis Llach se retira y se me hizo un nudo en la garganta. Nada más le quedan 11 conciertos. Venía la noticia acompañada de la interpretación de "Un núvol blanc", una de las canciones más hermosas. En el escenario Lluis al piano como siempre, y detrás unos violines que sonaban tristes por su propia naturaleza y por la ocasión amarga que es siempre una despedida.

Que tiene este tiempo del fin de semana que llama a la nostalgia, que viene, que se amaga tras las puertas de mi casa, y me zarandea como a un muñeco de trapo cuando paso. Me afectan algunas despedidas como un terremoto. Las siento dentro y quedo descompuesto, apenas sujeto a un hilo pero vacío, sin peso. Lluis Llach lo deja y yo quisiera que siguiera muchos años. Que se hiciera eterno. Que perdurara donde quiera que esté, imaginando o componiendo una nueva canción. Porque sin estar presente estaba. He estado en dos de sus conciertos, y su música me ha ayudado a descubrir que en verdad soy un ser excepcional. Siento a veces una ternura infinita...

sábado, 18 de febrero de 2006

El abrazo

Cuando dos personas se abrazan reducen todas las distancias. Es una obviedad pero eso explica porque nos abrazamos tan poco. En verdad las personas desconfían unas de otras en demasía. Prefieren tener a su alrededor una órbita invisible y despejada. En la misma mirada están creando distancias.

Nati recomendaba hace unos meses que debíamos empezar por abrazarnos más. Es un buen comienzo. Por supuesto no se puede abrazar a todo el mundo, ni todo el mundo lo merece ni se trata de ser considerado alguien amenazante con nuevos e inopinados abrazos. Yo soy partidario de seleccionar bien los destinatarios de los abrazos (con la misma exigencia que nos debemos para dar besos). Porque el abrazo cobra todo su sentido precisamente porque es un suceso extraordinario. Alguien permite que el alterado aura de su espacio salte por los aires cuando alguien franquea lo invisible y se acerca tanto, si no hay un paso atrás, si no existe el temor de la agresión, si los brazos sirven para abrazar entonces entre esas dos personas se unen en un nuevo ser (dos se convierten en uno, indivisible), y la atmosfera que los protegía individualmente se transforma en una nueva que los protege ambos juntos.

Hay muchos tipos de abrazo. Yo hablaré solo de dos que son los que me gustan más. Existe un abrazo que consiste en que uno pone la cabeza sobre el pecho del otro. Cuando yo di ese abrazo mi pecho se convirtió en el lugar más seguro del mundo. La otra persona se cobija, queda al resguardo, protegida porque nada podría ofrecer más seguridad. En ese instante aquella puede cerrar los ojos, perder toda referencia espacial o temporal, no quedan amenazas capaces de vencer a dos personas que se abrazan.


Pero hay un abrazo que me gusta aún más. Aquel en el que ambas cabezas quedan por encima del hombro del otro. Una cabeza y otra miran atrás, son vigilantes, están literalmente guardando las espaldas. Y entre ellos surge la comunicación de dos bocas que no pueden mirarse pero que se escuchan, y nada hay más importante que la comunicación. Uno habla y el otro calla pero mira detrás. Juntos son como un guerrero de dos cabezas, como un gigante invencible que guarda tensa calma, dispuesto a la batalla porque no se siente solo, su otra parte le impulsa y le mantiene. Su fe, el calor cercano del otro cuerpo lo ha convertido en un ente superior, indestructible. Eran dos pero ya no; es solamente uno y mucho mejor frente a todo.

viernes, 17 de febrero de 2006

Y sin embargo

Supongo que no es tan raro. Ocurre a veces que el pasado se nos queda atrapado en una canción. Como una carta en una botella en medio del océano que nadie leerá.

En sus acordes, en cada uno de sus párrafos esconde un tiempo determinado de nuestras vidas. La canción apenas dura 5 minutos pero guardó para siempre un período concreto, aquellos días que se habrían difuminado hasta del recuerdo si no fuera porque la canción los trae de nuevo al presente y a uno le parece que los estuviera reviviendo, hoy, ahora, en este instante.

Yo soy del Sabina cantautor, y hace algunos años cuando hacía más teatro que ahora aboné mis ratos libres a su canción "Y sin embargo". La oía con la insistencia con la que me he dedicado siempre a aquello que más me gusta. Eran los tiempos de Teadret, el grupo de teatro de la facultad de Derecho, los tiempos en que conocí a Sestea, cuando no era Sestea sino Rafiki. Y es que siempre he sido de cambiarle el nombre a las personas y a algunas cosas (aunque a algunas cosas es el tiempo quien les cambia el nombre).



Hace un rato tuve una larga conversación con un amigo que en otros tiempos fue quizá el mejor de los que tenía entonces. Me ha alegrado mucho porque imbuidos en la charla volvimos muchos años atrás, cuando la comunicación era más fluida y compartíamos algunos fines de semana en el Perelló haciendo macarrones con tomate para ver la tele, echaran lo que echaran.

Luego el tiempo y los compromisos nos alejaron. Pero hoy hemos regresado a la franqueza de entonces. Como regreso yo ahora mismo, transportado por la letra (y la música) y me digo que 10 años no son nada, están ahí, levitando dormidos en la conciencia, esperando apenas a las primeras notas para aparecer con la fuerza de un tornado, y el que fui se vuelve presente, aquella habitación en la que nos juntábamos formando un corro, en la planta quinta de aquel edificio nuevo con forma de caja de zapatos, de ladrillo naranja, todos alrededor de ese centro vacío mirando en nuestras caras la misma idea, un comienzo que ha de ser forzosamente bueno, dos palabras nada más pero que son un punto de partida para cualquier cosa, dos que por separado no significan nada y juntas son un mensaje para la esperanza, "aquí estamos" y a partir de ahí, notoria repetición, muchos días buenos.

En esta canción de Sabina y en "Say what you want" de Texas hay un año entero de mi vida.


"De sobra sabes que eres la primera,
que no miento si juro que daría
por ti la vida entera,
por ti la vida entera;
y, sin embargo, un rato, cada día,
ya ves, te engañaría
con cualquiera,
te cambiaría por cualquiera.

Ni tan arrepentido ni encantado
de haberme conocido, lo confieso.
Tú que tanto has besado
tú que me has enseñado,
sabes mejor que yo que hasta los huesos
sólo calan los besos
que no has dado,
los labios del pecado.

Porque una casa sin ti es una emboscada,
el pasillo de un tren de madrugada,
un laberinto
sin luz ni vino tinto,
un velo de alquitrán en la mirada.
Y me envenenan los besos que voy dando
y, sin embargo, cuando
duermo sin ti, contigo sueño,
y con todas si duermes a mi lado,
y si te vas me voy por los tejados
como un gato sin dueño
perdido en el pañuelo de amargura
que empaña sin mancharla tu hermosura.

No debería contarlo y, sin embargo,
cuando pido la llave de un hotel
y a media noche encargo
un buen champán francés
y cena con velitas para dos,
siempre es con otra, amor,
nunca contigo,
bien sabes lo que digo.

Porque una casa sin ti es una oficina,
un teléfono ardiendo en la cabina,
una palmera
en el museo de cera,
un éxodo de oscuras golondrinas.

Y cuando vuelves hay fiesta
en la cocina
y bailes sin orquesta
y ramos de rosas con espinas,
pero dos no es igual que uno más uno
y el lunes al café del desayuno
vuelve la guerra fría
y al cielo de tu boca el purgatorio
y al dormitorio
el pan de cada día."



Y sin embargo - J.Sabina / P.Varona, A.G.de Diego, J.Sabina

jueves, 16 de febrero de 2006

Beckham

Digan lo que digan los periodistas deportivos todos ellos quieren a David Beckham. Lo prefieren en España para poder escribir sobre él, y lo quieren donde está en el Real Madrid porque es el equipo más imponente de España. Es el equipo más Beckham.

En realidad este articulito que escribo ya lanzado por los días en que no escribí (y que alguien echó de menos aunque parezca imposible) va a tener más lecturas de las acostumbradas. La cuestión es sencilla, la palabra Beckham atrae las miradas lectoras como David Beckham atrae las miradas curiosas, lujuriosas, envidiosas allí donde va. Cualquiera que entrara ahora en esta web no se resistirá a leer lo que se escriba sobre Beckham porque quiere saber de él, en el fondo está esperando que aquí se desvele en primicia algún chisme, alguna noticia, o quizá quiere solamente hartarse de leer "David Beckham" porque es más guapo que la media, y eso tiene por si solo suficiente poder de seducción.

Los periodistas deportivos tienen un denominador común. Son por norma general muy malos. Alguno dirá que si yo me creo mejor que ellos, por supuesto que no. Claro que yo no me gano la vida escribiendo sobre Beckham y alguno de ellos sí. Beckham es un modelo metido a futbolista, y no digo que no tenga un buen golpeo de balón, pero todos sabemos que eso es lo de menos. Los periodistas lo necesitan en el Madrid, lo quieren aquí porque su imagen ha de ser por fuerza la de la primera página. Es una cuestión de números, si sale Beckham se vende más. Los ejemplares se agotan en el quiosco. Es un hombre anuncio. En su presentación en Madrid parecía recién descendido de una pasarela. Y con su gancho no es difícil imaginar lo bien que funcionará para las diferentes marcas. La de vaqueros gastados que se habrán vendido tras verselos puestos. Cuántas camisas ceñidas. Claro que luego cuando uno se las prueba no se parece a Beckham. Se parece al que era sin esos pantalones, sin esas camisas, pero cree que ahora tendrá más clase (porque en los medios nadie parece tener más clase que Beckham, a su modo pijo y algo hortera). Todos queremos ser Brad Pitt, Tom Cruise o David Beckham.



Cuando pierde en lo estrictamente deportivo nos invade el gozo porque queremos ver al guapo perdido, su humillación es la más vieja aspiración que tenemos los feos. Ver morder el polvo al guaperas es un deleite sin parangón. Yo me arriesgaría a afirmar que los hombres más ricos del mundo, de España que no son precisamente guapos, tuvieron que compensar con mucho trabajo la carencia que supuso esa escasez de atractivo. No pudieron destacar más que por trabajar más que la media. Y envidiaron la popularidad del guapo mucho más mediano en el esfuerzo y sin embargo mucho más popular y aceptado. Si no podían llamar la atención por su mera presencia debían actuar, convertir al éxito sus vidas como rebelión a pasar desapercibidos. El común de los mortales nos movemos entre el rencor y la fascinación por los guapos. Les queremos mal porque envidiamos sus facciones. Pero en el fondo los necesitamos, pues su fracaso (cuando fracasan) es un dulce en el que regodearnos. Si David Beckham pierde en la Copa y se arrodilla arrebatado en la derrota nosotros nos sentimos como César con los gladiadores y decidimos perdonarle la vida. Queremos que siga vivo porque sabemos que las victoria es pasajera (siempre pasajera) y nos merece la pena un lapso de espera por verle doblar las rodillas de nuevo. Cuando ocurra (que ocurrirá) estaremos mirando sin duda. Es lo que tenemos, el escrutador dominio del anonimato.


En las victorias rabiamos viendo la bella sonrisa del inglés restregándonos su belleza a la par que su éxito (puntual). Entonces crece un resquemor interno. Un rencor sordo. Odiamos los espejos porque en el fondo todos querríamos ser Beckham. Queremos una vida de película como la suya. Porque de alguna manera nos parece que en esta suerte que vivimos él obtuvo de algún modo un papel más protagonista. Pensamos que consiguió más éxito (literalmente por la cara) del que tendremos nunca, y en parte acertamos. Solamente en el amor este pensamiento es errado por entero. Porque el amor es ciego y habrá quien te prefiera a ti, sí sí a ti :D que a cualquier otro, se llame como se llame y sea como sea.

Hace ya unos años, cuando el apuesto inglés firmaba por el Real Madrid algunos pensaron que solamente se le fichaba por el potencial comercial de su nombre en la camiseta. En Asia están locos por Beckham pero el chico sabe jugar al fútbol. Si se les diera la razón habría que concluir que yo hubiera sido un gran futbolista para el Madrid, aclaro que no sé dar una patada a un bote, pero yo también hubiera vendido unas cuantas camisetas, así me hubiera tenido que poner en los aledaños de Chamartín como un vendedor de alfombras. Pues además he salido bien en alguna foto, y en las que no pido un ratín de Fotochop; haré milagros. De todos modos no me irá mal una pizca de benevolencia en los ojos que me miran...

Más anuncios

No quisiera resultar pesado cuando digo que hay anuncios muy malos, pero lo tengo que repetir porque es cierto y son ellos los que los reponen una y otra vez sin descanso. Y cuando uno los ve comenzar bendice al genio que inventó el mando a distancia pues es la escapatoria perfecta si es que no nos llaman por el pasillo (a mi particulamente me sorprendería sobremanera) o nos encontramos en paz con la vejiga y demás necesidades fisiológicas.

Yo pulso raudo y veloz apenas transucurridas unas décimas de segundo del aborto televisivo, soy acaso el más rápido pulsando el botón de canal arriba, canal abajo de todo mi edificio, aunque, todo sea dicho, no me he medido todavía con ninguno de mis vecinos. Un poco porque no los conozco y otro poco porque hasta yo me doy cuenta de que esta rara habilidad mía no ha de despertar pasiones (a lo más envidias).

Algunos anuncios son escalofríantes. Te recorre un escalofrío cuando te imaginas la sala de creativos con el humo del tabaco flotando bajo los halógenos. Y aquellas mentes despiertas hilvanando creativas soluciones para vender (el anuncio al anunciante y en menor grado para que este venda su producto a los consumidores). Uno se imagina aquella habitación con 10 o 12 personas a los lados de una mesa bien larga. Todos los apuntes desordenados, vaciadas las cabezas en una tormenta de ideas. Uno arrodillado sobre la silla mordiendo el extremo de un boli para gritar inopinadamente, ¡Lo tengo! Entonces se hace el silencio y el lumbrera cuenta su idea, ante el asombro de unos y la incredulidad de otros. "Esto es sin duda lo mejor de lo expuesto hasta ahora".

Imaginen, un tipo con cara de chiste descuelga el teléfono y dice socarrón tras un segundo de espera: Sí, y mi abuelo es pirotécnico. La siguiente escena es mostrar al viejo con pinta de excentrico pirotécnico lanzando unos fuegos artificiales. Esto contado así es un anuncio cojonudo. Vamos que habría que analizar las ideas que descartaron por no parecer suficientemente buenas. Un escalofrío te recorra el espinazo.

El anuncio en cuestión es de esta empresa de seguros de coche del telefonito con ruedas, no es difícil imaginar cómo daban la aprobación a la idea tal vez porque se les había echado el tiempo encima y ya no podían encargar el asunto a otros, muy probablemente se anotaron en rojo en la agenda de mano (quizá con sangre): "Con estos, la última vez".

-De perdidos al río. Hagan un casting y elaboren un poco más la idea.

El casting arrojó claro está a alguien con cara de chiste para atender el teléfono (al que por la pinta se le tendría que crujir con un seguro exorbitado) aunque diga en una interpretación de Oscar lo de: Sí, y mi abuelo es pirotécnico. Tiene una pinta de tonto muy conseguida. Pero es un tonto resabiado que sabe que esas ofertas no pueden ser ciertas. Por eso deja caer ese comentario de niño de 8 años. A no ser, claro está, que su abuelo sea pirotécnico (que lo es). La verdad es que el anuncio tiene miga. El pobre televidente ha de caer en las redes por tanta audacia.

Capítulo aparte merece sin duda el personaje del anciano pirotécnico. Vestido muy fashion, sin temor a quemaduras se encarga en el anuncio de prender las mechas de los petardos en un alarde de agilidad y sentido del ritmo (del que tienen que conocer tanto los mejores para las Mascletás de Valencia). Pero lo mejor de todo es que como parte del espectáculo pirotécnico el abuelo realiza un baile que no tiene desperdicio. Como si aquellos movimientos festivos con las manos llevaran el espectáculo de fuego y sonido hasta cotas espectaculares antes nunca alcanzadas. No es difícil imaginar la negociación previa al lanzamiento de los fuegos.

- Con baile les tendré que cobrar al menos un 30% más.

Y los promotores asintiendo. Es la ley del mercado, y puestos a hacer el gasto que salga del mejor modo posible.

Es un anuncio de humor finísimo. Y conste que en esa rama publicitaria la competencia está por los suelos. Solo hay que recordar al erizo aquel que presume de vacaciones porque contrató un seguro muy barato. Todos sabemos que los erizos no conducen, y por si fuera pequeña esa certeza es más que evidente que ese en particular no podría llegar a los pedales, es demasiado pequeño. Además es bastante enojoso el trato que dispensa a otros animalillos que salen con él en el anuncio. A mí me altera mucho. Le he cogido una manía... Y lo peor es que pagarán justos por pecadores, porque ahora no soporto a los erizos, todos me recuerdan la arrogancia del que sale en el anuncio (que distinto al Espinete de mi niñez, tan amigo de Don Pimpón, fuera lo que fuera ese tipo tan salau). Dios quiera que no me cruce con un erizo al volante de un vehículo asegurado, no sé si seré capaz de evitar el atropello.

En fin, si esa idea del pirotécnico, del astronauta o de la animadora con pompones se llevó a la pequeña pantalla, no podremos quejarnos de que en la tele tiene cabida ya cualquier cosa. Lo sabemos desde hace años.


Otro anuncio tremendo es el de los seguros esos del Sol. Sé la marca, pero prefiero no mencionarla (de alguna forma comenzaron a ser la competencia). Una voz narra gravemente que "Un día entró en un mundo de soles" de fondo una melodía bastante aceptable que tendrá que cargar con el estigma de haber sido ultrajada en aquel engendro . Para echarse a temblar. Es casi seguro que el discursito fue concebido en una noche de borrachera, cuando todos los gatos son pardos y se entra en los mundos de los soles en cada pub o discoteca. Puede ser incluso que sea una precisa descripción de los efectos de alguna droga de diseño o similar que el creativo experimentó en una noche de desenfreno que no ha podido olvidar. Quizá por los mismos efectos secundarios que desde entonces va arrastrando.

De este anuncio que pretende cierta solemnidad se hicieron dos variantes. Horrorosas ambas casi por igual, pero hay una línea del texto que tengo que resaltar porque no tiene desperdicio:

"Ayer entré en un mundo de soles, sí sí de soles".

Es evidente que en esta frase se resume el anuncio. Te dicen primero la cosa de entrar en los soles como si no dijeran nada, y al instante recobrando la voz alguna cordura y dándose cuenta de la gilipollez enorme que acaba de mencionar aclara, "sí sí de soles", uno echa en falta a continuación "creelo, aunque suene tan estúpido", "lo pone aquí". En el resto del anuncio divaga sobre que las personas tienen soles y demás sin sentidos. Y uno termina deseando que alguien invente un seguro, aunque sea un bunquer donde refugiarse de estos absurdos televisivos. Y piensa que no se está a salvo en ninguna parte. Yo firmaría un seguro que me pagara cada vez que alguien se atreve a rodar anuncios tan mortales para el espirítu alegre del consumidor ordinario. Como aquel del buen mozo que decía lo de "Diners per a beques". Eso era un anuncio bastante escaso de contenido, pero al menos en el casting se vio a las claras que había auténticos profesionales tras las cámaras y sobre todo delante de ellas.

Paciencia con la tele. Hay algunos buenos.

lunes, 13 de febrero de 2006

Mis amigos

Vuelvo de la piscina escuchando música en el discman y pensando que la noche, esta de hoy, por el clima, por lo oscura, por el aire, está preciosa.

Voy ganando adeptos para mis causas, supongo que porque ven en mí a un Quijote a punto de lanzarse contra los molinos de viento. Puesto que en realidad no importa que se sepa a priori que la batalla está perdida. Merece la pena desgañitarse si es por lo que uno cree. Aunque esas voces se pierdan en el desierto sin siquiera un eco que las recuerde. Duran lo que dura la voz antes de enronquecer. Luego uno queda con la mirada perdida recuperando sílaba a sílaba una palabra para mañana.

Ya no sólo Wanda aterriza por aquí de cuando en cuando porque me sigue, sabe que tras tantos años diciendo insensateces aún puedo inventar algunas nuevas. Ahora llega Amparo, experta en impartir cursos del SERVEF, que resultaría amenazante con sus libros de psicología si no me hubiera tratado ya en persona y supiera que con los defectos y todo no soy malo. Llega el Xuac que empieza un trabajo nuevo como yo con la misma ilusión, ambos convencidos de estar ante la gran oportunidad. Con la euforia del que cree en lo que hace y hará lo que esté en su mano porque salga lo mejor posible.

Y miro ese mapa mudo de la derecha y veo que llegan adrede o por error desde muy lejos. Y entonces el azar cobra su importancia porque tal vez alguien de aquellos que entró buscando otro sitio repita. Pero en verdad tampoco nada de eso importa. En este espacio como creo que ya reconocí en el pasado encontré la sensación de libertad que es lo más cerca de la libertad que uno puede estar. Y no debiera, pero hasta pediré perdón por las veces en que me he equivocado; es lo que conlleva tener boca y usarla.

domingo, 12 de febrero de 2006

¿Dónde estás?

Me he convertido en uno de los mejores oyentes de Kiss FM. Por eso sé que no es cierto que llegas a estar media hora sin escuchar publicidad, y que aún te queden 30 minutos sin ella. Cada poco se anuncian ellos mismos, como si tuvieran que convencer a los oyentes como yo de seguir escuchando (invertid en convencer a los de la competencia). Ignoran que ya estamos convencidos, que nos gusta mucho la selección musical aunque no tanto su autobombo, por no hablar de sus desatinos en el lenguaje. Uno los oye y dice: calla un rato y pon un disco más, a ver si es verdad que es mejor que el anterior.

Han proliferado los concursos para teléfono móvil, ahora que todos tenemos uno en el bolsillo, irradiando invisibles ondas para encontrar cobertura, seguro que perjudiciales, como de microondas. Yo estoy seguro de que llevar aquello en el bolsillo no puede ser bueno para mi propósito futuro de darme descendencia. Muy probablemente un porcentaje no despreciable de mis "soldados" cayeron fritos o enajenados por aquella radiación inaudible para el oído humano pero persistente y atroz. Ve tú a saber si los niños del futuro no desarrollarán un oído de ratón o nacerán ellos mismos dotados de cobertura estén donde estén.

El caso es que en uno de estos concursos los de la emisora sin publicidad ofrecen por si te convence para mandar un sms o llamar a un número, la posibilidad de pasar un fin de semana en Paris, la ciudad del amor. Pero no contentos con contarlo así aclaran que será para pasar el mejor fin de semana de ensueño en Paris. Y uno que ha leído poco, que es lento para según que cosas, pero avispado para otras, se dice: Yo no sabía que hubiera grados de ensueño. Yo pensé que un fin de semana de ensueño era suficiente reclamo. Pero no, conviene aclarar que será el mejor de los de ensueño. No un finde de ensueño cualquiera, el mejor de todos ellos.

Ahora hay grados para todo. Ya nada es absoluto ni definitivo. Todo se puede fraccionar. A todo se le puede añadir un muy, todo lo bueno y malo puede exagerarse. Demos un-mucho-mayor énfasis y convenceremos más.



Hace muchos años, muchos. Yo suspiraba por una chiquita muy hermosa, y forjé una gran amistad con otro chaval precisamente porque ella era su debilidad (como la mía). De aquella chiquita no volví a saber, creo que se hizo médico, pero antes de eso, en los tiempos en que compartíamos la misma clase, ella me escribió en un relatillo mío, trágico pues yo escribía transportado por la imaginación más triste, apenas una frase que resumía su opinión sobre el texto. Me puso con su cuidada calígrafía (que como médico a estas horas habrá perdido): "Es simplemente sublime". Yo viajé en cada curva de aquella línea escrita a lápiz. Me aferré a aquel texto como si fuera un manuscrito con el destino de la humanidad. Dispuesto a salvarlo contra todo, a mantenerlo frente a todo. Subí a la montaña rusa de la emoción cuando en otra ocasión se me acercó para recomponer el cuello de mi camiseta diciendo con una sonrisa: "Que desaliñado vas siempre". Y era cierto. Pero ese día quedó perfecto el cuello de la camiseta y yo me sentí el muchacho más importante del mundo.

Entonces se llegaba a las personas sin tanto artificio. Sin decir nada parecido a "es simplemente el mejor de los sublimes".



Escuchaba el otro día en aquella emisora a Rick Astley y quedé profundamente agradecido. No sé explicar muy bien porque. Supongo que porque era un cantante desaparecido. No había vuelto a saber de él. Como si fuera una baja en la batalla de la vida, pero con el considerable mérito de ser él quien decidió la renuncia. Un cantante de una sola canción, a lo más dos. Flor de un día. Aquel que saboreó las mieles del éxito fugaz. Que prefirió el anonimato a la luz cegadora de todos los flashes. Me dije, ahora debe estar, quien sabe si ordeñando vacas en un rancho de Cánada, cantando los mismos éxitos con voz grave que embelesaban a las quinceañeras, a su apático ganado vacuno. Demasiado ocupado en comer los piensos y apartar moscas con el rabo.

¿Qué fue de Rick Astley? ¿Dónde estás?

Todas esas personas que se borran tienen un mérito inmenso. Porque los medios siempre tendrán una cámara hacia ellos, porque les va bien o porque les va mal. Todo es noticia, y nada gusta más a algunos que hacer leña del árbol caído. Rick Astley perdido en el tiempo, cuando sus éxitos tienen la mayoría de edad era una referencia. Alguien a quien admirar por haber sabido vivir en su vida varias vidas. Eso creía yo.



Pero Rick Astley vive, y sigue en la música aunque yo lo ignorara. Estuvo sacando recopilatorios de grandes éxitos durante tanto tiempo como se lo permitieron los dueños de su casa discográfica. Intentando reverdecer laureles cambiando las tapas de los álbumes. Y no digo que esté mal, aunque siento haberme enterado. Soy un romántico sin remedio.

Lo mejor de todo es que he perdido un candidato serio a mito pero he ganado un cantante de una sola canción, tiene disco desde Octubre del 2005 y su primer tema, Vincent, parece por las trazas simplemente de ensueño.

sábado, 11 de febrero de 2006

Afirmo

La vida es inevitablemente una tarde con ratos perdidos.

Anado

viernes, 10 de febrero de 2006

Los resultados

Ayer me llegaron los resultados al reconocimiento médico. Estoy fabulosamente sano. Eso reflejan entre tanto número para llegar a una conclusión: El riesgo de que sufra un infarto en los próximos diez años es: ... BAJO (casi se me produce una trombosis con el suspense). Y el riesgo de una trombosis es: ... BAJO (a puntito de infarto de miocardio en la lectura).

Ese es el resultado, que me queda mucha tela por cortar. Se podría decir que mis resultados no han sido solamente buenos, han sido óptimos. Ni adrede habría podido mejorarlos. Ese es mi talento, en los exámenes médicos arrojo resultados dignos de aplauso, y lo mejor de todo es que lo logro sin pretenderlo, al contrario, casi me presto a ello con desgana. Me quito la camisa, dejo que me extraigan la sangre mirando hacia el tendido, como el buen torero, como Laudrup que era un futbolista extraordinario. Pero ni siquiera me concentro, no repito en mi cabeza: "Que todo vaya bien, que el mililitro que sale de mi cuerpo ahora sea el mejor de cuantos me recorren de arriba abajo (envíemos las plaquetas y leucocitos mejor dotados). Que mi oído hoy esté fino como el del murciélago a punto de aletear para salir de caza". Podría desearlo con todas mis fuerzas con el propósito de brillar (impresionar a todos esos médicos en peor forma que yo). Un mérito entre tanto demérito. Que alguien se reverenciara al comprobar mis resultados diciendo: "Ahí hay alguien sano". Intentar que mis pulmones sean la referencia positiva que asustará al fumador al comprobar la podredumbre dentro de su cuerpo. Pero nada de eso, solamente me presenté e hice lo que me mandaron, lo que hubiera servido de excusa si algo hubiera salido mal, pero no. Todo fue a las mil maravillas. Cuando salí Oviedo se sorprendía con una nieve fina, agua nieve me dijeron que era. Pero no mojaba, caían motas blancas y desaparecían.

He obtenido unos resultados de causar estupefacción con una sola pega. El dichoso colesterol malo, y no es que me pasé ni mucho menos que tengo más de dos decenas de margen hasta el límite superior (139 no es para preocuparse). Pero supongo que a la larga será algo que deba revisar. Sobretodo ahora que entiendo que debo modificar en algo mis hábitos alimenticios (gracias que las pruebas me las hicieron hace dos semanas). Esto demuestra dos cosas uno, algo que yo ya conocía, la vida son apenas unas instantáneas en que nada permanece invariable (hoy mis resultados quizá no fueran tan estupendos), y dos me voy haciendo mayor (aunque los años no pasan en balde).



No diré que últimamente he reparado en que vivo solo porque es una obviedad, pero si es cierto que en estos días se me ha hecho patente. Cuando fui a salir de la ducha y no encontré la toalla allí donde debía estar colgada. Simplemente la había echado a lavar y no recordé reponerla. Tengo voz para pedir pero no oídos que escuchen. Debo emprender cada cosa, desde las más menudas por mi mismo.


Pero me he sentido a la vez afortunado, cuando en lo más temprano acudo hacia el trabajo, apenas clareando el día y oigo las gaviotas, y las veo allá cerca. Hoy me llamó mi amigo Fermín y estuvimos riendo un rato. Luego Pablo y José Vicente que quieren comprar un dominio para la empresa que habríamos montado juntos. Yo les he dejado solos, pero son mayorcitos, tienen lo más importante la materia prima, su trabajo y talento; y por si esto fuera poco les di el nombre: Dekeweb?

Lo demás nos vendrá rodado.

miércoles, 8 de febrero de 2006

Ir a la guerra

Leo que otro lumbreras en Francia ha alzado su cuello de cisne para gritar a los cuatro vientos que sabe dibujar satiricamente a Mahoma y a quien haga falta, por defender su derecho a los lapiceros y a las gomas "Milan" para borrarse. Otros franceses cargarán con los problemas, aquellos desplazados a los paises del Islam, que se tendrán que guarnecer en sus casas como en búnqueres o salir corriendo al aeropuerto más cercano para poner tierra de por medio. Y volverán a Francia con lágrimas en los ojos porque allí, en algún rincón de aquel país que abandonaron, habrán dejado parte de sus vidas. No hay nada mejor para avivar un fuego que echar más combustible. Este gallo de corral pinta su libertad de despunta-lapices como el que va a la guerra. Dispuesto a reírse de su propio ingenio azuzando enfrentamientos entre tanto ánimo caldeado. Carga las pistolas que apuntan dianas distantes.


En la acción de ir a la guerra hay un mucho de previsión. Nadie acude a la pelea para perder. Cuando se va, se está convencido de que la victoria es posible. Se cree que la victoria queda más cerca tras derribar los primeros cuerpos. Los soldados equipados con sus chalecos anti-balas no salen a morir por su país sino a matar por su país, porque alguien lo manda.



Los americanos que son los encargados de impartir justicia planetaria apagan los fuegos con bombas, pero no inician ninguna de ellas sin la sensación de que una vez más, con la ayuda de Dios, vencerán los buenos y habrá justicia. La suya que es precisamente la del más fuerte. Por algo de esto no se deciden a actuar contra Corea del Norte, porque pudiera ser que después de todo si tenga alguna bomba nuclear, y si esto fuera cierto no habrá una victoria redonda, las bajas propias escuecen más cuanto más se publican, y vivimos tiempos en que cualquiera graba y fotografía desde un teléfono móvil. Por supuesto puedes borrar un país del mapa, pero te ha de valer la pena, debes estar dispuesto al sacrificio de perder algo más que unos cuantos peones.


Bajando al día a día de los anónimos yo también he ido a la guerra. He ido cada vez que he discutido por algo. Me he hinchado de razones como un globo y las he ido desgranando pacientemente como un globo se va quedando sin aire con un silbido. En la guerra de las discusiones también uno cree que podrá salir vencedor. Sino no discute, o desaparece o aguanta el chaparrón con los ojos buscando vias nuevas entre el adoquinado. Algunos utilizan la táctica de decir la última palabra. Reconforta ser el último en hablar porque da la sensación de que el eco repitiera ese último argumento, concluyente, definitivo, para siempre. El otro ha de quedarse por fuerza con aquellas palabras flotando en algún lugar de su cerebro, y tú sientes el poder de haber quedado por encima, como si las últimas palabras taparan las anteriores (las suyas) en un castillo de recriminaciones. Como si cada uno expusiera en sucesivas alfombras su saldo de reproches, un top manta en que termina mandando el último, el que dejó las miserias del otro a la vista.

Yo actúe por norma de otro modo. Quedé con la sensación del vencedor aunque en realidad nunca venciera. Como debía ocurrir en las guerras donde se mata, aunque en ellas siempre alguien sonríe al final como diciendo: Ya dije que venceríamos, bien está lo que bien acaba. Pero yo no vencía aunque tuviera a veces la sensación de vencer. Era un puro espejismo.

Mi estrategia distinta a decir la última palabra, la desvelo hoy aunque no haya reparado hasta este instante, quizá porque no me detengo en estas cosas. Quizá porque nuevas discusiones esperan sin duda en el horizonte. Yo simplemente me dediqué a hablar por más tiempo. A llenar de razones huecas el aire, a hilar encadenadamente camisas de fuerza para mi oponente que con carácter general era quien más me quería. Que importaba si no decía la última palabra si yo había actuado en la representación teatral que es una discusión por más tiempo. ¿No había recibido más luz de los focos? Además supongo que la razón última de cada una de mis peroratas era que entre tanta palabrería aquella se perdiera, perdiera sus propias cavilaciones enredada en las mías. Que no supiera cómo continuar al llegar el silencio. Que se le hubiera ido al santo al cielo lo que multiplicaba las posibilidades además de que aquellas palabras mías, vacías de contenido apenas sombras chinescas, fueran las últimas de la tarde. Las que quedaran reverberando en el aire hasta la reconciliación.

martes, 7 de febrero de 2006

La belleza

Anda mi autoestima algo cojita. Pero no es un defecto congénito, simplemente camina por la calle con un pie en la acera y otro en el asfalto. Esperando la palabra amable, la mano amiga que rescata para lanzarse hacia delante; para seguir por arriba o cruzar a cualquier otro lado.

Hoy recibimos la visita de dos mocitas que eran y siento decirlo como el común de las muchachas que atraviesan nuestro umbral, esto es que si no existiera más belleza que la interior o la exterior visible a los ojos, y ambas fueran del todo incompatibles, nuestra puerta sería que ni la que guarda San Pedro. Todo bellísimas personas de corazón inmenso.

El caso es que se vienen donde yo y entre risas le oigo decir bajito la una a la otra, girándose:

- Pero qué guapo es.

Yo no di demasiado crédito a mis oídos por la falta de costumbre, porque entiendo cada día un poquito menos y porque me miro en el espejo todos los días. Pero el caso es que aquella transacción acabó con las chiquillas marchándose riendo y girando sus cabecitas hacia mí hasta que alcanzaron la misma puerta, así que terminé pensando que por qué no dirían eso. Después de todo es posible que ellas también perciban en los varones que el nivel está bajito (como mi autoestima), y en esa tesitura el tuerto (nunca mejor dicho) puede ser el rey.

(Banderas) (Muertos)

Jose Luis Perales cita, si no recuerdo mal, el diario "El Mundo" en una de sus canciones para concluir que hay gente maravillosa. Claro que la hay. Él habla en ella de la sección de contactos, yo lo traigo a colación por un titular que me llamó mucho la atención. De hoy mismo, en la página 24, transcribo literalmente:



MANIFESTANTES QUEMAN LA BANDERA DE ESPAÑA EN UNA PROTESTA EN IRAK

Al menos 6 personas mueren en violentas protestas en Afganistán, Somalia y El Líbano




Esa es la noticia. Aunque hay otra subliminal, callada pero concisa. Está ahí aunque haya que fijarse un poco para descubrirla. Está latente pero ahondando aparece como una revelación. Para el redactor de el periódico la quema de la bandera española merece ser el titular porque los titulares se resalta aquello más importante de la noticia. Por eso deja para el subtitular que hayan muerto 6 personas por este caso de las viñetas con Mahoma. Para el redactor es más importante la quema de la bandera que este asunto haya causado ya algunas muertes (a estas horas al menos siete).

Es curioso que comentando la noticia esta mañana me dice una compañera con un punto de indignación en la voz, por si yo no estaba al tanto: ¡Pero si quemaron una bandera española!


Hasta ese punto hemos llegado no se sabe muy bien como. Se da mayor importancia a la quema de una tela que a que alguien haya vivido justo hasta ayer (hasta hoy) porque todo esto del profeta y la libertad de expresión se lo llevó por delante. La vida humana vale tan poco (cuando no es la propia ni la del entorno, por supuesto). Esas muertes nos quedan demasiado lejos, ¿son acaso inevitables? Alguno se solivianta porque unos cuántos exaltados le prenden fuego a un trozo de tejido que no da ni para servir de abrigo. Yo particularmente prefiero que protesten incendiando la bandera que prefieran, las tenemos de todos los colores a que se prendan fuego a lo bonzo, como ya hicieron algunos en el pasado, o peor aún que prendan a alguien que no se presentó voluntario a tanto protagonismo. De hecho voy un poco más allá, creo que sería una medida hasta saludable si arraigara como un acto más llegada una edad. Igual que se lanzan los bonetes en la graduación debían quemarse unas cuantas banderas. Yo aseguro que si este comportamiento se volviera una acción generalizada en todo tipo de festejo habría menos guerras y menos fanatismos.

La distancia entre los que escriben en primera página de un periódico de tirada nacional aquello de que nos quemaron la bandera, de aquellos que entienden aquel acto como intolerable y la de los que la queman, con cuidado de no chamuscarse los dedos, para protestar por lo que entienden una falta de respeto a su fe no es tan grande. En ambos casos se otorga más importancia de la que se debe.

En mi opinión existe y debe existir libertad de expresión. Entendámosla generalizada para que no quede nada sobre lo que callar, pero no era necesario hacerla valer para un tema tan peliagudo. Hubiera sido mucho mejor pensar que se podía hacer sin hacerlo. Decirle al dichoso dibujante, al director de aquel periódico que para emprender esa tarea mejor no salir de la cama. Su orgullosa posición en defensa de su boca ha costado y costará vidas, y quizá un cisma difícil de reparar con aquellos que hoy parecen aún más distintos a nosotros.

lunes, 6 de febrero de 2006

La telaraña

Los recuerdos son como una telaraña. Algunos días uno se ve atrapado y todo lo mira a través de ellos. Cada suceso del día está tamizado por el recuerdo, como mirar la realidad cotidiana a través de una botella. La realidad de esta manera no se percibe tal cual es, sino con la distorsión de esos recuerdos. Cuando uno recuerda distrae la atención a una zona invisible, a un patio interior donde no corre el aire. Está despierto pero no es capaz volcarse en nada por entero. Está atento a lo de fuera y a lo de dentro, como un tendero que cobrara en la caja sin perder de vista la mercancía con la que juegan aquellos chicos.

Recordar es en si misma una acción esencialmente triste, porque el recuerdo es algo que fue y no es. Es un trozo de uno mismo de otro tiempo. Es una porción de la vida a la que se regresa salvando los detalles, con la sensación de orfandad del niño que perdió a su madre. A veces con la impresión de que aquello es si acaso el recuerdo de otro, otras veces constatando que no vivimos un presente perpetuo, sino un pasado constante en que los minutos son breves instantes de caducidad inmediata. Todo lo anterior construyó justo lo que somos, pero algo de nosotros se perdió en el camino.


Hay días en que ese pasado pesa como una losa, y uno lo arrastra todo el día seguro de no poder dar un paso más. Hay días en que el pasado vale más que el propio presente, que el día se consume como no vivido. Un día sin destino que no recordarás.

Los recuerdos son una telaraña y caes a ellos como una presa inadvertida. Entonces los movimientos se hacen costosos, quedas atrapado. Quieres correr, ahuyentarlos todos a voces, saltar más lejos y dejarlos a la intemperie, estancarlos donde no molesten, donde no reiteren que algo llevas vivido ya, que las cosas pudieron ser de otra manera.


Los recuerdos son como una sombra, lo persiguen a uno a todas partes. Solamente en sueños el recuerdo no importa, no fluye porque el sueño está liberado de toda condición temporal. Se sueña sin sentir por eso tampoco se recuerda.


Y lo peor es que esa nostalgia irracional que te sacude a veces, demostración de que estás vivo, de la que huirías tantas veces no tiene porque provenir de un recuerdo necesariamente malo; simplemente de uno hoy imposible. Y la amargura de aquellas veces en que volviste la cara al pasado para sentir una punzada es una razón que nos diferencia de los animales. Somos únicos porque a menudo la procesión va por dentro.

domingo, 5 de febrero de 2006

De día

Las siete de la tarde y aún es de día.

Simplemente maravilloso.

Anuncios

Yo me quedo pasmado viendo algunos anuncios de la tele. La verdad es que algunos creativos deben andar en la reserva porque sino no se explica tamaños engendros publicitarios. Entiendo que intentar innovar poniendo de relieve las cualidades de un detergente (cualidades que tiene más acusadamente que la competencia) es difícil, pero simplifiquemos las cosas pues es mejor lo sencillo que lo rebuscado, lo verosímil que lo increíble.

Me detendré un momento en un anuncio en particular. No sé la marca del detergente, ni lo retuve ni probablemente lo expondría aquí en mi espacio (que ha estado siempre al margen de la publicidad pese a las golosas ofertas que he recibido ;)). En el anuncio aparece una moza que viene del futuro con un ajustado mono azul y blanco (viéndola uno querría ese futuro para ya mismo, no será tan malo después de todo), aunque yo desconfío algo pues el mono pese a estarle a medida evoca algún tipo de uniforme, y no sé si es que la muchacha es de algún arriesgado comando de limpieza o es que en el futuro todos iremos con esas pintas uniformes (aunque varíen los colores). Yo desde luego prefiero que cada uno pueda escoger entre su propio armario antes que todos vayamos igualicos que Zipi o Zape. ¿Qué serían de mis lustrosas chaquetas de piel que diferencian al Anado de antes del actual?
Aunque la verdad en el fondo y en la superficie es que soy el mismo.

Otra cosa que me inquieta es que la moza se gasta unos pelos rubios platinos perfectamente peinados pese al viaje "inter-temporal". Lógicamente no desconfío de que no se le moviera el moño sino de que sea rubia platino y uniformada. Pues ve tú a saber si en el futuro no se desarrollará algún tipo de enfrentamiento de morenos(los míos) contra rubios en el que salimos perdedores. Aniquilados de este mundo por la envidia que nos tuvieron siempre los rubios y rubias. Para echarse a temblar, quizá debiéramos empezar por dar primero...(aunque si no recuerdo mal la chavala tiene las cejas más bien oscuras... peor aún, esos gobernantes del futuro nos reprimirán con mano de hierro y potingues de mechas para que seamos angelicalmente artificiales).

Pero lo peor del asunto es que alguien viaje en el tiempo para resolver el problema
doméstico de una mancha en la camisa. Cualquiera con dos dedos de frente podrá comprobar que este mundo está necesitado de ayuda, venga de donde venga, y horripila que en vez de enviarnos una delegación que ponga fin a los males que tanto afligen (enfermedad, guerra, muerte y tristeza) nos envían a una mocita de buen ver, eso está claro, para poner en circulación un jabón que por lo demás viene en un envoltorio demasiado convencional. No gastemos la fabulosa máquina del tiempo para cosas de tan poca importancia, que si hay que ir con una mancha la llevaremos con orgullo, como en el anuncio aquel en que a un tipo se le derrama un vino tan bueno que crea una moda, todo el mundo copiando el manchurrón en el centro del pecho como símbolo de modernidad social. No necesitamos que nadie nos lleve al interior de la mancha en un viaje espacial para que veamos como es el tejido por dentro, no necesitamos saber cómo desapareció la suciedad, simplemente queremos que desaparezca y tal vez para eso nada mejor que un concurso de limpieza con un número indeterminado de doñas alrededor de una lavadora, aparato este si prodigioso. Porque en sus comentarios cuando comparan las diferentes marcas está la verdad de la limpieza, y yo las creeré a pies puntillas porque soy primerizo en mis aproximaciones y me fiaré siempre de quien sabe más que yo.



No quisiera abandonar el mundo de los medios publicitarios sin referirme al último anuncio de Digital +. En él un tipo sale muy ufano de una tienda donde ha adquirido el decodificador (esto si suena futurista y no un detergente), lo va mostrando a los diferentes viandantes aunque estos no muestran ningún interés. Ni les llama la atención ni entran en la dichosa tienda, quizá por tener mejores cosas que hacer. El caso es que por fin se encuentra con alguien interesado, aunque con la mala suerte de que a este le interesa tanto que se lo arrebata y sale corriendo. ¿Esta gente del canal de pago no lee entre líneas? A aquel ladronzuelo le interesa como para mangarlo limpiamente pero no lo suficiente como para adquirirlo legalmente ¡en una tienda que está ahí mismo! ¡Y a un precio que debía ser irresistible!

6 EUROS

¡Maldita sea si hasta incluye la instalación!


Y no será porque al fulano le falte dinero pues se gasta una chupa de buen pelaje. Lo que ocurre es que vio al orgullosete algo pasado de peso y se dijo, yo no pago 6 eurillos por ese pasatiempo, ahora bien si es gratis...

Y eso que en la carrera debían ir parejos, pues ¿alguien se fijó lo mal que corre el ladrón? Pero si parece a punto de caerse. Menudo nivel para los "casting". Nada que ver con como corre en sus misiones imposibles el bueno de Tom Cruise. Claro que por eso gana miles de millones por película. Todos quisiéramos correr como Cruise para tener su cuenta corriente. Aunque para rodar una escena de persecución por muy cutre que sea hemos de exigir al menos un par de actores capaces de mantener el equilibrio (no me ofrezco candidato). Para mí que el decorado (aunque no lo parezca debe ser un decorado) se acababa ahí mismo, justo donde recoge la cámara. Por eso el tipo corre tan mal, porque nada más empezó aquel pseudo-esprint ya tenía que ir frenando para no chocar contra algo. Así cualquiera resulta tan poco convincente, apenas le dejaron desarrollar su máxima potencia. Aunque por ahí mejor para él, pues ya lo decía otro anuncio, en este caso de neumáticos y porque no reconocerlo, bastante acertado para conducirse en coche y en la vida, "la potencia sin control no sirve de nada".




Yo recomiendo menos tele y más kiss (fm). Éxitos de hoy y de siempre. Marcho a pasear por los acantilados.

sábado, 4 de febrero de 2006

Ojo

Esta mañana amanecí sintiendo algún desprecio por mi mismo. Ayer tuve delante a una señora mayor acompañada de su hijo, un hombre obeso de unos 50 años. La anciana tenía el ojo morado por debajo de las gafas de ver, todo lo que es la cuenca e incluso un poco por encima de la ceja derecha. Yo los atendí correctamente aunque estaba atento al trato que el hijo le diera delante mío. La sospecha era inevitable. Percibí impaciencia hacia ella y un cierto autoritarismo. La cosa es que yo le reí alguna gracia a aquel tipo que hubiera podido propinar un puñetazo a su madre (no lo podré saber). Y esta mañana me dio cierta repugnancia aquel rol de observador que ni siquiera pregunta qué ocurrió ¿cómo se lastimó el ojo así buena señora?

Uno no sabrá que hacer muchas veces, aunque simular que nada ocurre probablemente sea la opción equivocada. Mirar aquel rostro magullado como si fuera lo más normal del mundo fue un error. Aquel ojo pedía a gritos que alguien se interesara. Yo nada más fui de un sitio a otro sonriendo como un imbecil, como si estuviera acostumbrado a tratar con gente lesionada, como si llevar un ojo entre azul y morado fuera lo más común entre los que alterno. Le di una capa de normalidad a aquella situación extraordinaria. Y hoy me pregunto ¿cómo podría uno solo contusionarse el ojo de esa manera?

viernes, 3 de febrero de 2006

Cucañas

La microcadena, que apenas cuenta un mes desde desembalada, se ha estropeado y por lo que parece salvo que le meta mano un técnico lo va a estar "pa" siempre. Es curioso, hasta que se estropeó en la tarde de anteayer yo no hubiera podido jurar que algo que funciona lo dejara de hacer simplemente porque sí. Siempre se encuentra alguna razón, que si se cayó, que si fue golpeada, que si se vertió algo encima... Pero no, en esta ocasión y que me experiencia sirva para quien cree sus cosas a salvo, el aparato dejó de funcionar sin más. Es curioso. Escuchaba a Ismael Serrano que podrá gustar o no, pero no es culpable de estropear equipos de música y de repente comenzó un ruidillo extraño, como un bombeo por uno de los altavoces, leve aunque molesto. Eran los estertores del aparato, su renuncia a seguir siendo lo que era, a seguir con aquello para lo que había sido fabricado. Tras el zumbido dejó de leer los cd´s. Lo mismo que si los depositaras sobre la lavadora (acaso la lavadora encendida hiciera más ruido). Es curioso, el aparato hacía por leer y en su pantalla azulona en perfecto inglés "READ", intermitente como una advertencia, pero se terminaba dando por vencido al poco, rendido con un "NO DISC" definitivo. A mí ver aquel intento siempre en vano me recordaba el juego aquel de niños que llamábamos, no sé bien porque, "golpear la cucaña". Alguien se tapaba los ojos y con un palo intentaba golpear una bolsa suspendida de un cordel por encima de su cabeza. El caso es que el jugador podía tocar en algún momento la bolsa, pero esta se bamboleaba y pronto desaparecía dos pasos más allá por el impulso del palo. El juego era acertarla de lleno para que cayera todo su contenido. Entonces mirones y jugador se lanzaban a recoger lo que fuera que aquello llevara dentro (muchas veces chucherías y harina para ponerse limpio). Yo sé que algunos niños la golpeaban accidentalmente sin derribarla y tardaban mucho en volverla a encontrar, se desesperaban y terminaban quitándose la venda diciendo rabiosos "No está", hartos porque creyeran estar haciendo el ridículo (que miedo le tuvimos siempre). En verdad el niño sabía que la cucaña estaba en alguna parte, la había tocado pero prefería olvidar la prueba irrefutable, el peso de aquella contra su palo hace unos minutos, y seguir danzando a ciegas con una declaración que era una bandera blanca: - "No está" -

la cucaña no está aunque yo haya sabido que estaba, no está porque no la encuentro.


La microcadena tarda ahora más. Su pantalla se ilumina "READ" durante más tiempo, como si supiera que hay algo depositado sobre el lector, como si tuviera la certeza de que algo hay, aunque no sepa qué. Los cd's se le han vuelto todos de idioma extranjero, ya no los entiende, ni los discos de audio de pocas pistas ni los abarrotados en música formato MP3. Le son extraños. Mira y remira, demasiado costosos de descifrar, prefiere como un niño renunciar negando la evidencia, "NO DISC".

Esa cadena que apenas tiene 30 días me acompañó muchas noches de hostal cuando buscaba donde meter mis bártulos con afán de permanencia. Hizo mis horas mucho más livianas. Me dormí muchas noches mecido por la banda sonora de Amelie que es música alegre y cálida. Ahora a pesar de estar en garantía, su reparación donde toca queda lejos, y uno no sabe si arreglarla donde sea atendiendo lo que cueste o comprar otra para hacer valer la nueva factura si es que, estas cosas pasan, sucede a veces, algo se le estropea sin que nadie o nada lo provocara, sin cansancio; simplemente en pleno rodaje deja de funcionar.

miércoles, 1 de febrero de 2006

Vaya día

Llevo todo el día con un dolor de cabeza horrible. Parece que algo le ocurrió de repente a la microcadena, ahora va a saltos con cd's que antes leía sin problemas. Hasta esto parece que va como el culo. Y hay más, hay más...

Hoy es de esos días en que conviene pillar la cama cuanto antes.