sábado, 26 de agosto de 2006

Sábado hueco

¿Usted no ha tenido un día de esos que se podrían arrojar al retrete sin echarlo de menos?

No lo haremos porque el total es lo que cuenta, pero hoy fue uno de esos.

El tiempo

Hablo a veces con la gente de sus cosas y de las mías. Incluso confrontamos opiniones en el breve encuentro diario. Lógicamente no bajamos al terreno de la política, que sería descender demasiado. Yo cuento mis pequeñas cosas, las que me ocurren y que no darían desde luego para una película de acción, aunque probablemente sí para una comedia, y ellos me hablan de las suyas, y del tiempo convencidos todos ya de que el verano acabó. Esparcimos nuestras opiniones de una forma amable como se vuelven de cara las tarjetas de un juego para ejercitar la memoria. Se trata de poner nuestras cartas boca arriba para demostrar que nos acordamos de algunas cosas.

Ocurrió que a veces no estamos de acuerdo en algo, entonces a mi se me pone un tono de padrazo que quiere reconvenir al hijo aún a sabiendas de que no habría forma de convencerlo. En realidad tampoco hace falta. Quizá así nos sonreímos aún más.


Sin embargo todavía no encontré a nadie que discutiera que el tiempo pasa muy rápido. Nadie entre toda la gente que piense que la vida transcurre lentamente. Puede ser que a los niños. Yo de niño no tenía esta sensación constante. A todos se nos va de las manos, como si persiguiéramos la maleta de nuestra vida por la ladera de una montaña, no la podremos alcanzar nunca, nada más logrará que corramos más rápido. Tras ella llevamos muchos años, casi 9 meses de 2006 que se han consumido como si nada.

El ayer existe, pero las semanas anteriores han desaparecido.

viernes, 25 de agosto de 2006

F(r)icción IV

Relato para Annlea a propósito del tema: "Tiempo para recordar".



No olvidemos lo importante

Anado



A Pancracio Vila le ha salido una nueva sombra y no consigue espantarla. Le persigue desde el mismo momento en que le cercó la policia en el baño de un primero C de una pensión barata. Le cogieron con el pantalón por los tobillos y no pudo alzarlos hasta llegar a la acristalada habitación de comisaría donde le quitaron las esposas. Al bajarlo a la calle se le oía decir: "Por amor de Dios, dejen que me suba el pantalón" sin obtener respuesta.


Apenas 4 días antes Rogelio de los Santos no era una sombra. Era un empleado de banca recién llegado. Estaba en su semana de estreno. Un nuevo destino en un pueblo perdido entre dos ciuidades del oeste americano. Una oficina tan pequeña que él debía bastarse para todo.

Cuando le franqueó el paso a Pancracio Vila no sabía que sería la última persona que vería en su vida. No podía saberlo. Pancracio vestía con unos vaqueros algo gastados y un jersey de punto, venía recién afeitado y traía entre las manos un periódico de hace varios días, aunque a él ese detalle le pasara inadvertido. Llegaba como un forastero más que parara a tomar un café en el camino hacia algún lado. Por eso se sorprendió cuando Pancracio le encañonó con una pistola exigiendo todo el dinero.

Rogelio siempre tuvo agallas para todo aunque nunca madera de héroe. No perdió la calma, metió la mano en el cajón y pulsó varias veces un pequeño mando de un solo botón para que en alguna parte alguien viniera a rescatarlo. Al tiempo decía: "Esto ya es tuyo, te lo voy a dar ya mismo, pero tú tranquilo, no hagas ninguna tontería".

La cuestión es que aquel artefacto no estaba sonando en parte alguna simplemente porque no tenía batería que lo alimentase. El anterior empleado, felizmente instalado puede que en Seattle, llevó la pila un mediodía por haber agotado la de su despertador. Y sin despertador era casi seguro que quedaría durmiendo.

De forma que Rogelio quizá impaciente levantó un poco más aquel chisme ineficaz por si fuera un problema de pulsar con más fuerza o tal vez de cobertura, con tan mala suerte que fue a verlo con aquello entre las manos un Pancracio que había entrado a cara descubierta por no advertir el día anterior aquella cámara en lo alto de un rincón. Apreciar ambas cosas al tiempo lo pusieron tan nervioso que sin decir una sola palabra más ya le estaba descerrajando un tiro que le entró al otro por la frente como por un cristal para quedar alojada en algún sitio del interior del cráneo. Es posible que la bala tuviera fuerza solamente para una sola perforación o tal vez Rogelio tenía el hueso en aquella zona tan reforzado que de provenir la bala directamente desde aquella dirección tal vez hubiera simplemente rebotado. La cosa es que visto de espaldas más que muerto violentamente nada más parecía ensimismado en su pantalón o echando un pestañeo de sobremesa.

El hecho cierto es que Rogelio cayó como un muñeco de la silla y hacia delante. Sin duda impulsado por el repentino apoyo de su espalda contra el respaldo al recibir la bala. A Pancracio mientras tanto le habían entrado todos los males. Miraba hacia la cámara como un enano mirando las estrellas, con la frente perlada. Con el ruido del disparo en los oídos, con aquel jersey de punto, con el periódico deslabazado sin armas que ocultar. "Actúa rápido, actúa rápido" se decía.

Saltó torpemente el mostrador con la soltura de un jinete primerizo, pasando una pierna por encima, quedando tumbado un segundo para rodar cayendo al otro lado como un costal de arena.

Al alzarse fue él quien metió mano en aquel cajón.

¡Ná más esto! - dijo al comprobar que en aquel lugar había exactamente 221 dolares. Demasiado poco para tanto desperdicio.

La cuestión primordial era no entretenerse. Agarró aquella minucia y esperando que aparecieran al instante poco menos que el ejército o aquellos otros tan bien entrenados de los cuerpos especiales, puso tierra de por medio saliendo a la carrera. Dejó la puerta del banco abierta pese a que dentro aún funcionaba el aire acondicionado. Y siguió corriendo hasta llegar al final de la calle. Hasta la pensión donde lo arrestarían 4 días más tarde. Sentado en la taza del váter con el jersey arremangado por los codos, observando las venas de sus brazos, sin un solo pensamiento.

No entró nadie más hasta 74 minutos después. Un forastero que se hizo con un fajo de una cajón inferior, un dinero que luego no le fue reclamado por tenerse como probado que fue sustraído por Pancracio en el atraco. Fue él, este visitante inesperado el que alzó el teléfono para decir friamente a las autoridades que había un buen pastel en aquel banco. Con aquel pelele desmadejado, como intentando subir de la silla a la mesa sin tomar impulso. Le dieron las gracias y llegaron hasta allí, apenas 2 minutos les llevó cubrir la distancia. Tenían el coche aparcado un poco más allá, estaban tomando un café y unos dulces a la par que diciendo galanterías a una moza que reía sin parar diciendo: "No digas eso, no puede ser cierto". Y entre los compañeros por lo bajini: "Mira que está buena la jodida". Ganas de tanto para nada.

Pancracio fue arrestado y llevado hasta el vehículo policial con las dificultades de tener cinturón dejando rastro sobre la tierra. Con los calzones de primavera y sorbiendo los mocos del resfríado que venía incubando. Él creía que allí, en aquella fonda, estaría seguro. Estaba seguro de que habrían cerrado las carreteras y no habría tenido tiempo de escapar hasta perderse en la ciudad, pero sin duda era eso lo que las autoridades esperarían, como creer que se quedaría a apenas un puñado de metros de la sucursal bancaria. Por una vez él actuaba más sagazmente que toda aquella gente tan bien preparada.

El problema para él es que aquella cinta grababa de veras. Quedó su rostro retratado como una foto de carné, con los ojos insulsos de un niño al otro lado de un escaparate. Y en la misma oficina se fijó un cartel con aquellos ojos que miran la cámara preguntándose aún como no se fijó antes en aquel artilugio que podía delatarle. Como pasar por delante el día anterior y no haber observado aquel detalle. Ese detalle le habría quitado las ganas. Nunca habría entrado.


Fue aquello un juicio rápido. Una noche de jueves quedó visto para sentencia. Se puede condenar y condena, dijo con aire grandilocuente el presidente del jurado, a Pancracio Vila a la pena capital. Por homicidio, robo y asesinato dijo esbozando una sonrisa. El juez tuvo que intervenir para corregirle los cargos, aunque dio por bueno el veredicto pues en el fondo era lo justo, y todo juez debe aspirar a impartir justicia. Pancracio Vila se le quedó mirando con la misma mirada que quedara fija en aquella cámara. Parecía que mirara con las manos en los bolsillos pero no, tenía las manos esposadas y cogidas por un grillete a la cintura.

4 años tardó en hacerse efectiva la condena. Estuvo recluido todo aquel tiempo en una prisión de aquel Estado. Fue un tiempo no vivido, como el tiempo de un ratón que corriera cada día en la rueda metálica de su jaula. La noche anterior a que lo llevaran a la camilla donde administrarle narcóticos y veneno la pasó llorando. Empapó las sábanas y la almohada. Hasta el punto que un carcelero le preguntó acerca de qué ocurría. No podía su vida haber sido tan buena como para que perderla doliera tanto. Y era verdad que no había sido buena en absoluto, en realidad Pancracio Vila murió en el preciso instante en que la bala se alojó dentro de Rogelio de los Santos. Ambos murieron al tiempo. Rogelio porque nunca más volvió a abrazar a sus hijos, lo tuvieron que bajar de la silla, se quedó nada más como una lápida sin visitas. A Pancracio se le murió la vida que había tenido. Una vida de necesidades insatisfechas, con muchas carencias pero a su modo, y por pequeñas cosas sin importancia, bella. Al menos para él.

Pancracio ya no quería ni un día más de vida en aquella prisión. No quería ese tiempo prestado de la muerte. No quería aquella rutina que no servía para nada. Cuánto había lamentado aquel sol de aquel día. Aquellos pensamientos persistentes del "seré capaz de hacerlo". Aquellos sueños vagos de como sería su vida si fuera rico. Cuánto lamentó haber matado a Rogelio porque aquella muerte se convirtió en una sombra sobre su vida. Una sombra de la que no iba a poder escapar nunca. Ya no quería la vida que tenía, que le había quedado, y sin embargo era incapaz de dejar de llorar. Con desesperación, con desesperanza, estridente rabia de lágrima de uña contra pizarra.

¿Por qué lloras? ¿Tan bueno es lo vivido? - inquiría el carcelero.

- No ha sido bueno en absoluto, pero quiero más tiempo, necesito más tiempo aunque solamente sea para recordar. Para recordar que hubo otro tiempo, que todo fue de otra manera. Que fui otro... - cesan las lágrimas, mira fijo con la mueca de la mandíbula arrasada y continua:

-... que existió un pasado.

lunes, 21 de agosto de 2006

El carro

Vengo de comprar el zumo de naranja que me bebo cada noche y a puntito ha estado de atropellarme un carrito de la compra. En este caso la culpa es toda mía que circulo por los pasillos del supermercado hasta el frigorífico de los zumos y gazpachos con la ligereza de un gamo o un ciervo (sin cornamenta).
He ido a salir a la calle transversal para meterme justo delante de un carro bien surtido empujado con cierta desgana por una señora. Yo he hecho el gesto con la mano que lo mismo sirve para decirle a alguien que baje la música como para hacer descender un helicóptero y la cosa no ha pasado a mayores. En esta ocasión hemos podido evitar el encontronazo que además me suele tener a mí como elemento más débil (y perjudicado).

Esta visto que mi sino esta semana es ser atropellado por todo artefacto con ruedas que circule por las proximidades. Me voy a comprar una gorra y le voy a añadir unos espejos retrovisores para caminar más alerta, está visto que mi testigo luminoso de peligro debe andar averiado, similar al sentido arácnido de Spiderman pero sin redes de trapecista para cuando caiga. O quizá es mejor hacerme con unas gafas de tela de esas que se pone cierta gente para dormir sin luces, o unas de esas que les ponen a los percherones que bailan con la más fea, un toro enrabietado por recibir más daño cuánto más empuja.

Soy como un torito bravo en medio de la plaza, no sé lo que me espera.

domingo, 20 de agosto de 2006

Atropellado

Alrededor de las 3 de la tarde me han atropellado. Yo cruzaba el paso de peatones bajo mi casa y un Peugeot grande me ha levantado del suelo, me ha llevado en el capó 2 o tres metros y al frenar me ha dejado caer al suelo.

Mis padres, con los que hablé por teléfono al llegar a casa, han insistido en que fuera al Centro de Salud y he ido. Apenas tengo un hematoma y dos erosiones en la pierna. El dolor de cabeza inicial ya pasó. Supongo que surgió fruto de la tensión del momento.

Dicen en Urgencias que igual más tarde me duele el cuerpo. Me han recetado Ibuprofeno por si acaso. Y la de la farmacia dice que debiera denunciar para que la gente que conduce sin mirar deje de hacerlo.

Obtuve el número de matrícula del coche aunque le dije al chaval que se marchara, que yo estaba bien. La verdad es que nunca me vi en nada igual. No sabía qué hacer. Tengo el número de teléfono de tres viandantes como yo que vieron como me sacó en volandas del paso de cebra.

Una de ellas, una señora mayor me decía que hoy he vuelto a nacer. Yo solamente sé que pudo ser mucho más grave pese a mi determinación de viajar a Florencia durante tres días de Septiembre.

sábado, 19 de agosto de 2006

Día, sueños y nubes

Vengo del Día. Me acabo de sacar la tarjeta para tener los productos más en precio. ;)

El caso es que según salgo por la puerta me doy cuenta de que la primera línea: Pizza Campestre está repetida y yo solamente he comprado una. Apenas he mirado más abajo en la nota, me he vuelto y le he dicho a la chiquilla que creía que el lector contó el producto dos veces (más que creer estaba seguro, rayando la certeza). Me lo ha confirmado y me ha abonado el precio de una. A continuación me ha dicho que debía quedarse con mi ticket y yo le he dicho que me parecía muy bien, aunque la verdad es que después no me ha parecido tan buena idea, pues vete tú a saber si más abajo no habría algun producto duplicado o triplicado, que esos lectores electrónicos por incomprensibles (entienden de códigos de barras indescifrables) parece que son más dados a la multiplicación que a dividir. En cualquier caso éste será un interrogante sin solución, pues no volveré a revisar nada y daré por buena mi sagacidad para encontrar el error, aunque sea solamente el primero de ellos.


Hablaba el otro día con Sestea y me contaba un sueño. Se imaginaba en una montaña muy alta y por alguna razón debía descender por un hueco entre las rocas. Una obertura en la piedra por la que debía arrojarse, teniendo el suelo firme a infinitos metros. Ella como es muy lista decía que así, lanzarse por el hueco sin paracaídas no le hacía demasiado, y alguno de sus acompañantes, me aseguró que yo no estaba entre ellos, ofreció para la caída unos arneses. Entonces ella dijo que sí, que así con aquello, sí. La cosa es que parece que fue otro el primero en intentar el descenso y por lo que sea, el viento o lo que fuera, esto no quedó claro, aquel se golpeó la cabeza contra la pared y quedó semi-inconsciente (yo suelo estar semi-consciente la mayor parte del tiempo, pero eso es harina de otro costal). La cosa es que cuando le hablaban desde lo alto aquel había mutado, quizá del mismo golpe. Ya no era el tipo que inició el descenso, ahora era y tenía la cara del portero de "Aquí no hay quien viva" y como estaba atontado del encontronazo hacía ese "ay, ay, ay" que le es tan característico y gracioso.

Conclusión, no soy el único que alguna vez ha soñado tonterías.


Parece que hoy sale el sol por fin tras unos días de nubes. Porque apenas llueve. Solamente se llena el cielo y el sol queda como tras una cortina de algodones. Tengo la certidumbre de que alguien en Madrid, alguien poderoso al mando del medio televisivo tiene un gran afán de desprestigio para todo el norte. Hace bien poco escuchaba el final del noticiario de la emisora de radio Kiss FM. Apenas llegué a las últimas palabras que fueron:

"Y en el Cantábrico, algunas lluvias".

Nos ha jodido. Ahí es nada. Como la cornisa Cantábrica es poca cosa se descuelgan con esa frase que es como oírle decir a dos extranjeros que en España hace sol. Lo hace unos días en unos sitios y no lo hace en los mismos sitios otros días. Lógicamente en algún sitio del Cantábrico lloverá. Dicen esa obviedad y nos quedamos la mar de frescos. Para eso no necesitamos conocer para nada el Meteosat ni saber, a ciencia cierta, qué es una borrasca. Bastaría con asomarse al micrófono sin salir de la cama, sin mirar por la ventana...

Tengo comprobado que alguien al frente de los servicios metereológicos de la capital quiere mal a las tierras del norte. Quizá por lo bonitas que son con tanto verde. Si uno atiende a los fulanos que nos dan el tiempo podría parecer que aquí en el norte estamos siempre con el paraguas sobre la cabeza. Y aunque es cierto que el tiempo resulta de lo más imprevisible, ocurre y ha ocurrido que el sol y la lluvia se den simultáneamente, también es cierto que transcurren semanas sin una gota de lluvia. Y entonces el camino de San Pedro cambia el verde del césped por un tono pajizo. Hasta yo en esos casos miro al cielo deseando lluvia.

La cuestión es que cargar con esa bien tramada campaña de desprestigio metereológico, orquestada por todas las instituciones metereológicas o por todas las cadenas de televisión para sus espacios del tiempo es algo que por aquí se lleva divinamente. Será que los nórdicos de la península no quieren que sus pueblos y ciudades se llenen más aún de gente de fuera. Dan por buena ese tópico de la lluvia constante si a cambio pueden seguir encontrando al menos un hueco para tender la toalla bajo un sol abrasador.

Vuelve el sol hoy tras unos días de nubes sin lluvia. El sol está siempre, todo el tiempo, pero aquí echamos la cortina antes que nadie.

miércoles, 16 de agosto de 2006

Subvención Inminente

No es el título de la peli más comercial del momento, aunque todo sea dicho de paso la palabra "inminente" da mucho juego en cualquier cartelera. No he dicho nada aún, pero el otro día recogí en correos una carta certificada convencido de que sería un nuevo requerimiento de papeleo o la negativa a la subvención que pedí. Pero no, han decidido ayudarme en el pago del alquiler lo que es una estupenda noticia. Y la ayuda será por dos años a contar desde el pasado 5 de enero. Yo siempre pensé que estas cosas le ocurrían a otra gente. Como que te toque la lotería. Pero no, esta vez el agraciado soy yo.

Me marcho a comprarme unos pimientos rellenos de bonito, tienen que estar riquísimos.

Luego regreso.

martes, 15 de agosto de 2006

La calle suena

Pasan por debajo de mi balcón los de la banda del Llacin. Tocan tambores y gaitas vestidos con trajes típicos.

¡Qué tierra tan hermosa!

domingo, 13 de agosto de 2006

La Pili

Por cierto no quiero que se me olvide. El día que recogí a Sestea en Santander nos quedamos sin autobús para volver. Así que tuvimos que ingeniarnoslas. Tras encontrar que las 4 o 5 pensiones más próximas a la estación estaban completas terminamos durmiendo en la casa de la Pili que es una particular que compra teles de pantalla plana con sus ingresos por alquilar habitaciones de su propia casa. Nos cobró 40 euros y yo habría pagado el doble por evitar ese perro pequeño y feo que no paraba de ladrar.

No era pa fiarse la mujer. Casi mejor echar el pestillo. Que a veces los locos no vienen de fuera, están en la propia casa, pulsando los botones de la televisión terrestre.

No me entretengo

Vengo como un rayo.

Comentar nada más que me visitó Brullis y que en San Vicente de la Barquera no dejamos títere sin cabeza si consideramos títeres a gambas y langostinos, desmembramos un centollo con esos alicates tan extraños y probamos las almejas del Cantábrico que si no son las mejores del mundo les debe faltar poco. Lo pasamos bien todos los días, visitamos las playas que tuvimos más a mano y saltamos las olas en la tarde en que me subí a la cresta de una altura de dos metros. Era yo asomándome a un balcón para decirle a Brullis que nadando llegaremos más lejos que todos los surfistas. Se ofendía la mar de Puerto Chicu al oírme decir que ya no había olas como las de antes, ni programas en la tele como los de antes, y él decía que no me girara porque la que se avecinaba, brava y blanca, era tremenda. Te cogía y te lanzaba a las profundidades como a un muñeco. Pero te levantabas riendo, con la cara empapada y lejos.


Me visitó Sestea que vino a llenar mis ratos de soledad, que me llevó con su entusiasmo a escuchar a Sabina en un concierto único en Santander. Y sacrifiqué las horas de sueño que nunca sacrifico para volver de nuevo a casa. Y puedo decir que mereció la pena. Tengo fotos y la voz de Sabina mezclada con las nuestras a voz en grito cantando Pájaros de Portugal. Estaba contento Sabina, le pegaba al suelo con su bastón, hacía como que corría, con lo mayor que está, y sonreía para que le cambiara la cara del todo.


Renové mi vestuario en estas rebajas de Agosto, nunca tanta ropa costó tan poco para sentar tan bien. Lástima no obstante por mi tarjeta que ha quedado con la banda magnética quemada. A la niña se le ponía envidia consumista y me obligaba a acompañarla al Zara, al Blanco... Yo hacía cola sin nada en las manos mientras ella miraba buscando entre las tallas de muñeca una prenda que no se pareciera a alguna de las de su armario inmenso.

Hoy marchó Sestea y me quedé con lo puesto. Con mis fotos del concierto, con las fotos de Santander, con las de la playa de Gijón que es una playa que desaparece tragada por el mar cualquier tarde. Con las del camino de San Pedro...

Ayer volví a probar los polos de horchata en Helados Alacant que debiera ser si acaso Gelats Alacant aquí y en todas partes.

Parece que el Xuac mientras tanto ha logrado ganar un torneo de Golf. Yo pienso que es que el nivel está muy bajo, pero él dice que se ha reencontrado en el camino de la victoria, será que es un ganador y ni él ni yo lo sabíamos.

Marcho, que dije que venía como un rayo y me voy pareciendo a un trueno de eco infinito.

jueves, 3 de agosto de 2006

Yo en 100

Visité a Gaddira y leí que logró resumirse en 100 frases. A mi me bastarían muchas menos, pero haré un esfuerzo.

1. Me llamo Anado Uni un sobrenombre como pudo ser otro, antes fue Properio y durante un tiempo YampqmaY. Proviene de la frase "a anado uní ambas orillas".

2. Me encanta escuchar música. Especialmente de cantautor, Ismael Serrano, Silvio Rodriguez, Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina... con lo que eso duele.

3. Michael Joseph Jackson fue el espejo en que me miré durante muchos años hasta que se me acabaron las ganas de parecerme a él, que fue cuando él dejó de parecerse a quién había sido.

4. Aún así lo admiro.

5. Enya me relaja.

6. La banda sonora de Amélie me anima.

7. No podría vivir sin música.

8. Mi mejor compra reciente, un MP3 del tamaño de un mechero.

9. Nado de cuando en cuando y esquiaría todos los días si pudiera.

10. Vivo solo y me siento solo algunas veces.

11. En la amistad no entiendo de escepticismos.

12. Me han demostrado el valor de la palabra dada.

13. Soy vasco y tengo la suerte de vivir en un país estupendo.

14. Las fronteras son líneas sin sentido, solamente separan.

15. Las banderas me parecen peligrosas, pueden generar fanatismos, ¿una buena? La blanca que cierra la confrontación.

16. Intento cambiar lo que no me gusta.

17. He actuado con dos grupos de teatro, el peor momento era el momento de entrar, esperar la frase que te da paso ¡qué nervios entonces! Luego, coser y cantar.

18. Mi pasado cabe en un puñado de canciones.

19. La tristeza es una de las peores enfermedades.

20. Una buena acompañante para una sola tarde.

21. Se trasluce en los ojos, por la forma de mirar.

22. La nostalgia, una parálisis del alma.

23. Creo que el amor correspondido es la cosa más hermosa del mundo.

24. Creo en las personas que creen que el amor lo puede todo.

25. Me han querido por encima de todas las cosas.

26. Mi pareja ha sido lo más seguro del mundo. Mi única garantía. Algo irrefutable en un mundo en que todo cambia a cada instante.

27. Soy del Athletic de Bilbao y jugando a baloncesto era sobre todo un tirador.

28. Antes nadaba tres veces a la semana. 50 largos en dos tandas. Ir a crol, vuelta a braza.

29. Nada valoro más que la sinceridad. He pasado muchos años sin decir ni una sola mentira.

30. Ahora las digo.

31. La lealtad no entiende de días en el calendario.

32. Podría perdonarlo casi todo a casi todos.

33. No entiendo el amor si no es para darlo todo.

34. Puedo ser muy exigente.

35. Y caprichoso.

36. Tengo a ratos muy mal carácter.

37. Pero algunos me cogieron cariño.

38. Y eso si que no lo entiendo.

39. Otros se olvidaron de mí.

40. Mi madre me regaló siendo un niño un Pitufo gruñón, de los gordos, no una imitación, porque me pasaba el día protestando.

41. Todavía protesto.

42. Leer un buen libro es el mejor pasatiempo.

43. Hay muy malos libros y muy malas películas, pero el peor libro es mejor que la peor película.

44. “La conjura de los necios” es mi libro favorito. A veces lo cojo y lo abro por cualquier página, tardo apenas unos minutos en comenzar a reírme.

45. La muerte de su autor podría ser síntesis de cómo funcionan las cosas.

46. “El amor en los tiempos del Cólera”, “La fiesta del Chivo” también me gustaron.

47. Me encantan los cines de re-estreno. Dos películas seguidas para una tarde entera.

48. Me gusta Woody Allen. Decía que con su complexión física en caso de guerra solamente podría ser prisionero y no soldado. Para mondarse.

49. Me regalaron "Atrapado en el tiempo" porque me reí mucho con el protagonista.

50. Me gustan los bocadillos del Subway. En pan blanco, por favor.

51. Hubo un tiempo en que los recogía al volver de la facultad para pasar las noches de Champions viendo fútbol.

52. Los Kebab.

53. Me encantan las tapas andaluzas y el mosto.

54. Me pirra la horchata. Es lo que más echo de menos de Valencia.

55. En Florencia me sentí como si estuviera en casa.

56. Últimamente tomo un litro de zumo de naranja al día.

57. Pero no bebo nada de agua.

58. Quiero un portátil.

59. Los “manager” de fútbol siempre me han entretenido mucho. El mejor, la serie Football Manager.

60. Adoro a mis padres.

61. A mis hermanos.

62. Me di cuenta de la falta de mis abuelos y de otras personas mucho después de que ocurriera. Como una revelación.

63. A veces me imagino que están, que solamente tendría que buscarlos con aínco, pero en el fondo sé que ya nos los encontraré.

64. La muerte me desconcierta pero puedo hablar sobre ella.

65. Tenerla presente ayuda a no desquiciarme por lo que no lo merece.

66. Hubo un tiempo en que pensé que no podría echar más de menos.

67. La maldición del hombre es que lo daría todo por volver a un punto determinado de su vida para vivirlo de nuevo.

68. Que no hay dios que cambie el pasado.

69. Acebes me da mucha tirria.

70. Me fío muy poco de los políticos.

71. Por mí los embarcamos a todos y los enviamos bien lejos.

72. Internet es uno de los mejores inventos que existen.

73. Aquí he encontrado algunos amigos de verdad.

74. Durante un tiempo soñé con escribir un libro.

75. Estoy a tiempo.

76. Necesito que me den mucho cariño.

77. No soporto los imposibles.

78. Si algo no se puede, me revelo.

79. Salgo poco de marcha.

80. No bebo.

81. No fumo.

82. Soy Piscis, como Sestea.

83. Mis primeros días los pasé en una incubadora. Era muy pequeñito en el útero de mi madre compartía espacio con mi melliza. Salimos dos pesando como uno.

84. Soy poco mitómano. Es difícil que admire profundamente a nadie.

85. He andado siempre despistándolo todo.

86. En una ocasión volví a casa con los zapatos de la bolera y me tocó regresar. A saber que andaba mirando mientras el resto se descalzaba.

87. Soy un caso, la verdad.

88. Demasiadas cosas para tan poco espacio.

89. Cuando pierdo elijo perder :P

90. He temido la vejez y los achaques.

91. el paso del tiempo, es todo demasiado rápido.

92. Hay dolores peores que los que afectan a la salud física.

93. En verdad soy una medianía absoluta.

94. Mi mejor versión escribe.

95. No soy más tonto de lo que parezco.

96. No es lo que parece, es lo que es.

97. Que lo imposible no te quite el sueño.

98. Lo importante es soñar.

99. Lo malo pasa.

100. Casi todo es casi nada.


(Escrito los días 03/08/2006 y 11/11/2006)

Lo haré por mí

Regreso hoy y reconozco que me odio por hacerlo tan poco. Regresar digo. Es curioso como varía la importancia de algunas cosas. Un día parecen lo más importante del mundo y con el tiempo se hacen algo accesorio, algo que puede ser aparcado, digo apartado tranquilamente.

Lee Anado, lee. Escribe que ya no escribes nada.


El sábado a las 7:50 de la mañana iré a Santander que vienen a verme, a recordarme que detrás del hilo telefónico hay personas y no sólo voces.

Por lo demás en los últimos días he comprado los billetes para los próximos tres viajes en avión a Valencia, y lo he hecho como solamente yo sé hacerlo. Por usuario frecuente me hacían un descuento en todos los viajes que comprara durante tres días. Los primeros dos viajes por ser muy seguidos en el tiempo los compré de una tacada y con el segundo aproveché ese descuento que tampoco es ninguna bicoca, dos euros que no dan ya casi ni para un café.

El caso es que el tercer viaje tendrá que esperar a Diciembre así que decidí no comprarlo entonces y he terminado haciéndolo no sé si al cuarto día o quinto. Un lince soy. Claro que para qué esperar, ¿para que me salga más caro? ¿Dije ya que dos euros no dan para casi nada?

Así que en este último no me premiaron la fidelidad con dos eurazos, y eso que ahora hay que ser muy valiente para embarcarse en un avión. Primero porque uno sabe que va a pagar (nos pasamos la vida pagando), pero no está seguro ni lo estará que vaya a haber un avión al que subir. Y no te cuento si se tiene la suerte de despegar, ¿qué ocurrirá después? Puede ser que un grupetto (¿qué coño es un grupetto? y ¿por qué cacarean eso los Manolos Lamas y compañía, artistas del medio radiofónico al asalto de las cámaras para ser reconocidos por la calle?) decía que puede que un grupo de mozos exaltados decidan invadir las pistas de aterrizaje que por lo que sé son las mismas o muy similares a las de despegue. Claro, temen por sus puestos de trabajo y dejan paradójicamente colgados a los aviones sobrevolando las pistas sin saber bien si tomar tierra arrasando lo que encuentren a su paso como Farruquito o permanecer allí moviéndose torpemente de un lado a otro al tran tran, lo justo para no caer en picado como una jabalina vencida por la gravedad.

Por eso la apuesta tiene un riesgo, aunque calculado. Estaré allí para viajar en avión que es el medio más rápido de llegar a cenar con los míos. Si luego quedo en tierra encontraré a buen seguro algo que llevarme a la boca.

Últimamente hago las cosas por mí. Sin mirar mucho más allá. Decía Sabina que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver, lo bueno es que uno puede ser feliz en muchos sitios. La felicidad es como una caja de música. Basta con saber tocar el mecanismo que da cuerda para que suene. Y la música está en todas partes. Se crea en el día a día, co-ti-dia-na-men-te, en el proyecto (estoy vivo) y sobretodo en la ilusión.