miércoles, 27 de diciembre de 2006

La mosca

La cara que habrá puesto la pobre. Digo yo que se debió subir a la vez que yo, digo a la vez que no conmigo. Fue abrir la escotilla y nos aúpamos los dos por la escalerilla, saludando en mi caso a la azafata, apuesto que la mosca entró sin cortesía alguna. Es lo que tiene ser mosca. Que puede colarse sin decir ni pío, eso sí quizá tiene más posibilidades que nosotros, humanos de exquisitos modales, de morir aplastada. Aunque en eso ambos, ella y yo, nos parecemos. Conviene recordar que durante el mes de agosto del 2006 fui atropellado por un coche que circulaba mirando hacia la carnicería "La moderna", la cara del conductor era la misma que dan las monedas, de perfecto perfil, y si uno se conduce así puede muy fácilmente hacer de humanos o moscas la misma cosa.

Digo que su cara habría sido de no perdersela. Subir sin quererlo, quizá porque a la corriente de aire le dio por ahí, o el azar distraído del movimiento de las alas en aquel avión en ruta hacia Santander. Una hora a 8000 metros de altura para dejar Valencia en el recuerdo. Claro que en la vida de una mosca una hora no es el mismo tiempo que en la vida de un humano, aunque ese humano sea yo, tan arrollable como ella.

Voló en una hora más de 650 kilómetros sin ser la mosca supersónica. Sin ser la mosca atómica ni supermosca.

Lo malo para ella es que lo va a tener crudo para volver a ver al novio, o a la novia que igual en vez de mosca era mosco. De que pueda llegar volando por si misma nos olvidamos. No hay alas que resistan tanto. Y con el desbarajuste que hay en los aeropuertos con todo ese jaleo de Air Madrid cualquiera coge vuelo a estas alturas, y luego que sea el bueno. Tengo la impresión de que la pobre se hará un lío en los trasbordos...

lunes, 25 de diciembre de 2006

De vuelta

Regreso en parte tras encontrarme entero.

martes, 12 de diciembre de 2006

lunes, 11 de diciembre de 2006

Hacen conmigo lo que quieren

El miércoles estaré cenando en un sitio que se llama "La mafia se sienta a la mesa". Y lo notorio no es el nombre tan original, sino que está en las inmediaciones de la Plaza Cánovas. Habré abrazado a mis padres, habré dejado el maletón tirado en mi cuarto y estaré planeando una sesión de cine para ver la última de Woody Allen. Siempre es el mismo personaje y siempre es genial.

El próximo sábado mis padres me quieren llevar a comer un arroz a Casa Chiva's. No es casualidad que lo cocinen tan bien. Y yo, tan buen hijo, me dejaré llevar...

domingo, 10 de diciembre de 2006

Soledad

La soledad es una habitación desnuda. Tiene nada más 4 rincones.

Los conozco todos.

sábado, 9 de diciembre de 2006

De grifos

Habito la casa de la peli aquella, aquella de Tom Hanks, sí hombre, "Esta casa es una ruina". Ya sé que nadie lo diría por lo imponente de la fachada. Pero no te fíes, por lo general, de la fachada, muchas veces es nada más apariencia. Por dentro, y ya no hablo de ladrillo o yeso sino de piel y hueso, es todo inseguridad y falta de confianza en uno mismo. Claro que otros somos todo eso a ratos, y nunca deslumbrará nuestra fachada, ni vestidos por Armani.

¿No conté aún que uno de mis grifos pierde agua? Aclaro que me refiero al grifo de mi casa, al de la ducha por ser más preciso. Parece que hay que cambiarle no sé qué goma que lleva internamente, o que debería llevar, ya que el mío inventa riachuelos hasta el desagüe. La verdad es que parece una tarea sencilla, el problema es que sospecho que pierde agua por la zona del teléfono, lo llamaremos así al extremo que te pasas por encima de la cabeza al ducharte, y pierde también aunque en menor medida, por el grifo que está ensamblado contra la pared. De manera que la cuestión ya me va pareciendo digna de llamar a un fontanero.

Por supuesto que la factura por tal reparación ha de correr sin duda a cargo de mi casera. ¿Pero conté alguna vez que me hace llamadas perdidas para que sea yo quien le llame para notificarme alguna factura? Con eso está dicho todo.


Así que he empezado a bajar en pijama hasta el portal (vivo en un primero), para cerrar el agua general cuando no la uso. Lo de bajar en pijama no es capricho mío, simplemente la mayor parte de las veces ha sido para pasar la noche sin que nada me gotee. Vuelvo a referirme, es evidente a lso grifos.


Ayer estuve fregando los platos y vasos que dejé de lavar anteayer y vine a darme cuenta de que por razones inexplicables el agua del grifo de la cocina cae apenas con presión. Diría incluso que el otro grifo da más, más fuerte. Bueno, exagero, es cierto. Pero el otro hace "ssshhhhhhhhhhhh" como un aspersor de jardín y parece que se ahoga.

viernes, 8 de diciembre de 2006

Memoria

Has tenido tanta vida, tantas oportunidades.

Si me fallas otra vez no te necesitaré más.

jueves, 7 de diciembre de 2006

Lágrimas de plástico azul

Acostumbrado a escuchar esta canción y resulta que la que viene en el disco, que es la del video, es algo distinta... La pregunta entonces es ¿de dónde salió la que tengo? ¿Y por qué la traigo aquí si no es la mejor de Sabina?

Porque me gusta, ni más ni menos. Anda, ve quitando ese fondo, qué fúnebre resultas, si la vas a escuchar...

El abuelete está de oscar pegando los ojos. Ahora bien, no sé como hacen con ese lenguaje de cámaras para que parezca que mira la tele. Sería casi milagroso. La tiene a la izquierda, casi a la espalda. Y Joaquín cruzando la calle pa volverse en el último momento, igual era yo que le llamaba pa hacernos una foto con Sestea, o igual se creía ya fuera de plano. Pero lo mejor de todo: ojo a la miradita de ella cuando marcha... :P





Por los jardines de la madrugada
baila con los jazmines su milonga el sol,
con las ojeras que le sobran a tus ojos, corazón,
un día después de lo que el viento se llevó.


Las secretarias de las oficinas
desayunan en la esquina pan de ayer
y cuando vuelven del laburo a la cocina de su piel,
con un sueño del revés y un futuro sin mañana, lloran


lágrimas de plástico azul con sabor a despedida,
cuando pasará el autobús por mi callejón sin salida,
labios de papel de fumar, sabios que no saben nada,
ángeles en el hospital, telarañas acostumbradas
a hacer noche en el cristal.


Los escribanos de las decepciones
cortan por lo sano la alegría,
las venas del amanecer almacenan sangre fría
y cada lunes nace muerto el nuevo día.


El lápiz de los labios de tu boca
retoca los agravios del carmín,
los remiseros se colocan con esmero el peluquín
y los abrazos se demoran y las casadas se desenamoran.


Lágrimas de plástico con sabor a despedida,
cuando pasará el autobús por mi callejón sin salida,
labios de papel de fumar, sabios que no saben nada,
ángeles en el hospital, telarañas acostumbradas...


Lágrimas de plástico azul con sabor a despedida.
¿Cuándo pasará el autobús por mi callejón sin salida?
Labios de papel de fumar, sabios que no saben nada,
ángeles en el hospital, telarañas acostumbradas...

acostumbradas a hacer noche en el cristal.



Lágrimas de plástico azul - Joaquín Sabina

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Ya oigo

A Yoigo le tenemos que agradecer que hable claro. Aparte de que sus anuncios sean originales. Aunque uno no sabe bien de qué estamos hablando. Ves el anuncio y dices: "pues bien". Pero no sabemos. No intuimos qué nos quieren vender. La palabra te lo está diciendo. Menudo lumbreras.

Cierto que uno de ellos en especial es realmente bueno. Aquel en que dicen aquello de que no es que salgas mal en las fotos, es que eres así. ¡Cuántas veces no me he excusado con eso! Pero juro que cuando me veo en el espejo me veo mejor que en foto. Digamos que la cámara no me hace justicia. Verdad verdadera.

Yoigo es, hablando claro, una compañía telefónica que habla claro. Exponen sus tarifas claramente, como un post it en la pantalla, aunque sean tarifas que están fuera de mercado. Vamos que uno las mira y se pregunta quién en su sano juicio abandonaría la compañía con la que factura llamadas y mensajes por ingresar en una que te cobra a 12 céntimos por minuto. ¡Señor, si con según que números y durante algunas horas yo estoy pagando 4 veces menos!

Pero por lo que parece, estos no llevan pinta de irte a mentir demasiado. Que si Orange fuera un muñeco de madera sería Pinocho atravesando el pecho de Gepetto por su lealtad, con una nariz afilada como un estoque.

Orange retrata la fugacidad del tiempo. No sé me ocurre un ejemplo mejor. Saben retratar mejor que nadie lo que es presente. Y el presente cambia tan rápido que ya se hizo pasado. Si estás negociando algo con ellos y te satisface en parte, cierra el trato. Pues a la operadora que habita el cuerpo y la mente de sus telefonistas durante la jornada laboral le puede dar una embolia cerebral para romper la baraja. Para desandar lo andado que es volverse atrás. Quebrar los puntos de encuentro, hacer nuevas normas. Es probable que quieran darte la impresión de que lo vivido no es más que un espejismo. Y puede que tengan razón.


Fue mi caso un caso particular, no obstante. Cuando les llamaba no tenía intención ninguna de abandonarles, pero su gestión, tan penosa como su propio logotipo, me empujó a la deserción más rápido que a un iraquí rodeado por tanques "yankees" abriendo fuego desde que aparecen por el horizonte.

La diferencia es que él no saldrá vivo. Yo sí.

domingo, 3 de diciembre de 2006

Este soy yo

Vuelvo por aquí de nuevo. ¡Qué tío tan pesado!

Lo mío es de premio. Soy la antítesis de Homer Simpson. Llevo toda la tarde en casa, a ratos asomándome al ordenador, a ratos leyendo a Vargas Llosa en un librito inacabable, pero no he prendido para nada la televisión. Vamos como si no la tuviera, pero con mérito por tenerla.

Vuelvo y cómo no me ha ocurrido nada no tengo nada que contar. Tampoco se me ocurre nada. Así que llego nada más con la intención de perder el tiempo (y lograr que tú, que soy la mayoría de las veces yo mismo, lo pierdas). A ratos le doy tragos a un tetra brik de zumo de naranja. Menudo invento lo de este envase. Este además tiene pitorro como de botijo así que se puede beber directamente sin derramar nada.

Bueno. Este soy yo.


y qué si toy haciendo un poco el tonto...

De santos

Hoy es San Javier. Esto es que es mi santo, porque no se puede ir muy lejos llamándose uno Anado Uni. Menudas caras más raras me pondría la gente. Claro que igual soy el primer Anado de la historia, vete tú a saber si estoy a tiempo de ser santo siendo solamente medio bueno, nada más por cubrir el hueco que existe. Para que alguien que venga tras de mí tenga de día de santo San Anado, que fue un poco santo y un poco tonto.

Lo que ocurre es que esto de los santos ya no se lleva nada. Si recogiéramos el criterio de unos críos en una libreta, abordándolos en los columpios o en la escuela probablemente nos encontraríamos con que la mayoría de ellos quieren ser Fernando Alonso en Mclaren, y ellas Raquel del Rosario. Y nos lo dirían mirándose los unos a las otras, las otras a los unos para dejarnos poco menos que de aguanta velas. Ni uno de ellos querría a estas alturas ser santo de nada.

Está muy desprestigiado ser santo. En realidad ya nadie aspira a ser bueno. Se aspira a tener éxito, y se aspira a dar con el éxito en las narices de un puñado de caras asombradas. Porque ni siquiera les bastará con el éxito cotidiano que hace que uno se sienta bien consigo mismo, ocurrencia que no se da todos los días. Quieren el éxito que nos muestra la televisión, así sea convertido en el más hortera del programa más zafio. Nuestros críos entienden por triunfar llegar a las rondas finales de un programa de pretenciosos cantarines.

Así es que andamos algo cortos de santos en estos tiempos. Tampoco es tan raro habida cuenta del papa que nos trajo la fumata blanca. Ya no es que no vayamos a encontrar un santo bajo las piedras, es que de sacerdotes andamos escasillos. Y me da el pálpito de que los que tengamos ahora van a ser muchos para los que vamos a tener.

A mí la verdad no es que me hagan mucha falta. Pero constato que hemos pasado de aquellos tiempos en que a uno eran muy capaces de marcarle la vida con un nombre para no olvidar, Cleofás por poner un ejemplo, solamente por nacer un día determinado del calendario, 25 de Septiembre, a estos otros en que para leer el nombre del santo hay que ponerse una lupa ante los ojos.

Lo cierto es que a mí me trae al pairo. Yo he sido siempre de celebrar sin demasiada celebración mi cumpleaños antes que prestarle atención a esta casualidad de los santos. Claro que por norma general en mi casa se me felicitaba...

Curiosas felicitaciones. Supongo que el único mérito es haber sobrevivido un santo más.

Karlos

No iba a escribir. No tenía la intención hasta que he leído los ingredientes del bote de lentejas. Resulta que a parte de lentejas, obviamente, el bote de vidrio transparente nos trae una buena dosis de algo que han dado en llamar "antisecuestrante". Y la cosa es que visto así a través del cristal no lo parece. He mirado el bote desde un lado y hasta desde abajo, y no encuentro que pueda ser la cosa. Igual se refieren al bote mismo que impide que alguien secuestre un puñado de lentejas, sin llevarlas todas, sin pagarlas todas, en el antisecuestrante.

Luego la cosa ha quedado medio resuelta, al abrir el bote. En la cúspide de las lentejas que casi se salen de repleto que está, me he encontrado con lo que creo que es el famoso antisecuestrante, y si no lo es, hace su función perfectamente. Una gelatina algo diluida y con un color verdoso repugnante. Un medio de defensa similar al que utilizan determinados animales, que acentúan sus colores para parecer peligrosos, porque hay otros que, de los mismos colores, lo son sin necesidad de acentuarse nada. O al estilo de la mofeta o de aquellas ranas que segregan un líquido blanco tan amargo para su depredador que se le quitan, al instante, las ganas de ancas de rana. No saben, desdichados que es solamente el primer regusto. Algo así como el primer cigarro del que será fumador empedernido. Se empieza tosiendo y diciendo que no, y se termina revolviendo los cajones para encontrar el paquete de tabaco.

En fin, decía que allí mismo, pegadito por un lado a la tapa y por el otro a las lentejas, ese fluido tan natural como el propio vidrio. Vamos que ha sido verlo y se me han quitado las ganas de hacer lentejas, o de cambiar el menú por una pizza que me las hace el microondas en un periquete sin necesitar de mis cuidados.

La cuestión es que como no soy de los que se doblegan al primer obstáculo, algo hay en mi carácter que me hace resistente a los tompazos, me decidí a introducir un tenedor por ver lo que ocurría. Pensé que quizá el metal nunca llegara a tocar las lentejas y que se iría desintegrando conforme hundía sus puntas en la viscosidad. Pero no, cualquier deterioro que en su morfología se produjera es invisible al ojo humano, aún experto. Dejé caer un poco de aquello, en realidad todo lo que pude por el desagüe de la pila y esperaba que hiciera un ¡Boom! y echara humo aquel desagüe, pero tampoco ocurrió nada. Sospecho que sus propiedades antisecuestrantes solamente funcionan en contacto directo con las lentejas.

Ahora tengo las lentejas al fuego, acompañadas en perfecta combinación por unas tiras de bacon, unos ajos, cebollas, pimiento verde italiano cortado en rodajitas, pimiento rojo y una pizca de antisecuestrante.

Seguro que a Karlos Arguiñano le salen más ricas, pero hoy no se me cayó ninguna cebolla en el zapato pa ir rebotada bajo el mueble. Poco a poco, siempre a mejor...

sábado, 2 de diciembre de 2006

De Larra

Una nube sombría lo envolvió todo. Era la noche. El frío de la noche helaba mis venas. Quise salir violentamente del horrible cementerio. Quise refugiarme en mi propio corazón, lleno no ha mucho de vida, de ilusiones, de deseos. ¡Santo cielo! También otro cementerio. Mi corazón no es más que otro sepulcro, ¿Qué dice? Leamos. ¿Quién ha muerto en él? ¡Espantoso letrero! ¡Aquí yace la esperanza!

¡Silencio, silencio!


Mariano José de Larra.



Pensando así no es extraño que se pegara un tiro. Se hace evidente que se llega a ese extremo por razones del amor o por ser más precisos de desamor. Quizá es el impulso del momento, se llama desesperación y es un precipicio, o quizá es que estar muerto, en algunos casos, no puede ser peor que seguir vivo.

Llamo a Sestea y le pongo la grabación sonora de alguna de los artículos del autor según descuelga el teléfono. Repito a menudo esa jugada, a veces con voces y a veces con canciones. De mí no se oye ni un suspiro. La dejo esperando en el aparato mientras suena la voz del lector. Se la oye preguntar mientras de Larra se descuelga con su "vuelva usted mañana". La verdad es que es la monda. Yo me harto de reír sordamente. A veces incluso, le pongo canciones enteras y cuelgo antes de haber dicho una palabra siquiera. Son las mayores maldades de las que soy capaz. Y lo mejor de todo es que ella prefiere que le hable yo. Mejor yo que Mariano José de Larra.

Una vida para una conclusión. La vida no era un pasatiempo que mereciera la pena. Ante esto la solución es evidente. ¿Y quién si no uno mismo podría decidir si una vida merece ser vivida?

En la vida somos juez y somos parte. Somos parte interesada desde luego. En decisiones sobre vivir o sobre morir tenemos la mayoría de los mortales la última palabra. Y los que no la tienen porque ya no dominan su cuerpo para que los aniquile, piden a los jueces que sean ellos la mano que los desconecte de la vida, o que deje sin castigo a quien los envenene cumpliendo su voluntad inequívoca.

En los tiempos que corren, en que algunos hombres se creen con todos los derechos, con el derecho de someter a sus mujeres que de repente ya no son absolutamente dependientes, no nos iría mal que estos hicieran la de Larra. Que rechazado por el amor se va de este mundo sin molestar a nadie. Y a su amada la deja bien entera y con un pensamiento sobre todos, "¿no me habré equivocado?".

Si todos estos asesinos domésticos hicieran igual nos iría mejor sin duda. Diríamos como aquel tras la visita de un ciclón con forma de mujer que lo cambió todo; a modo de despedida la mujer se convierte en un perfume:

lleva tanta paz, como paz dejas.

Recordando

Me ha escrito Darane. Muy breve para preguntarme algo y al responderle de pronto me he visto de nuevo en otros tiempos. He aquella época feliz de Dooyoo, cuando opinar era tan fácil. Cuando nos leíamos unos a otros y dejábamos constancia con unas palabras de aliento al final, con un "como casi siempre estoy de acuerdo". En aquellos primeros tiempos nos pagaban cada opinión a 150 pesetas. Fue rebajar el premio y empezar a escribir más.

He recordado los tiempos en que Annlea bullía, pero no como un desmadre literario, no lo fue nunca, más bien como un primer hervor mantenido en el tiempo.

Todas aquellas palabras siguen ahí. Están expuestas. Con forma de relato y con forma de intervención en el grupo de noticias. A veces me digo que tengo que volver a leer aquellos fragmentos, algunos de ellos al menos. Pero nunca lo hago.

Tengo todo el tiempo del mundo y la impresión de que no me alcanza.

viernes, 1 de diciembre de 2006

Si todo es presente

... estoy doblando la esquina.