miércoles, 27 de junio de 2007

Ver Asturias

Se anuncia Asturias en la caja tonta. Es un anuncio que contra lo que yo creía se ve más allá de los límites del principado. Hoy me lo dijo un amigo desde Madrid: he visto el anuncio del oso Yoggi.

Y esto es curioso porque al principio pensé que estos anuncios se hacían para consumo propio, para que pudiéramos decir los de aquí, viéndolo complacidos, que nos ven en todas partes, que Asturias vencerá la cruzada, apenas iniciada, por demostrar que no llueve cada día pese al empeño de los expertos en el tiempo de la capital. Aunque en el fondo sospecháramos frente al anuncio que a su alrededor nos pondrían el de la tienda de muebles de Torrelavega o el de la pollería de dos calles más abajo. Es decir, que aquello es nada más una estratagema de los políticos para aparentar que estamos en todas partes. Pero no, nos ven, nos siguen mientras no apaguen la tele.

Quien visita esta página sabe bien que me gusta meterme en camisa de once varas, por decir que esta boca es mía, y que los anuncios televisivos son caldo de cultivo para expresar mis propias opiniones personales.

Este en particular, en el que figura el oso Yoggi hablando con el guarda de Jellingston Park es bastante desacertado y dudo mucho que haya convencido a nadie de mover un dedo por visitar Asturias.

El error se hace evidente y cae por su propio peso, con el agravante de que era del todo innecesario. Las bondades de esta tierra son más o menos conocidas en el resto del país, y es una tierra bastante bien valorada. Sin embargo en el anuncio apenas se ve nada porque se emplea para anunciar un muñeco de dibujo animado que es bastante grande a la par que carismático. De manera que uno no observa el anuncio como un reclamo, lo ve como si estuviera presenciando una de las aventuras del oso, con su gran cabeza, aventura por cierto carente de emoción y bastante anodina. Así que de todo ello no se obtiene otra sensación que la de que uno se hizo mayor, o quizá que pasaron muchos años desde que Yoggi era protagonista de las tardes televisivas que ahora ocupan telenovelas y telerealidades. Pero uno no llega a pensar en Asturias apenas nada.

Es tan poco acertado el anuncio en realidad que hay un fragmento en que el oso marcha en bici por agrestes montañas y las montañas parecen de cartón piedra, y las vistas una foto antigua. Y esa impresión es tan sensible que por un momento el dibujo parece lo real y el paisaje pura invención de decorado.

En otros momentos la cabeza de Yoggi lo ocupa todo de forma que nada más que su cabeza importa. Hay de hecho algunos primeros planos por atrevidos antológicos. Pero esto da igual, uno se pasa el anuncio fijando la vista en el dibujo animado sin prestar atención a nada más. Error tremebundo.

Hay otro fragmento en que aparecen los dos osos, el mayor y el pequeño jugando a las palas en una playa que yo diría que se parece mucho a la de Toró. Vuelve uno a tener la misma impresión, no atrae en absoluto visitar Asturias y el capítulo éste de Yoggi es una patraña. A saber que ha costado contar con ese prota de dibujos animados.


Por eso uno termina preguntándose que fue de aquel otro en que salía una pareja joven paseando por Asturias, ascendiendo una calle estrecha empedrada como de corredor, saliendo al monte verde inmenso, para lanzarle una piedra al perro que es un can feliz en Asturias, con su larga cabellera marrón desenredada y lisa. Y esos jóvenes riendo felices, con el tiempo detenido por obra y gracia de la naturaleza, felices de tenerse y de haberse encontrado en Asturias.

Asturias es paraíso natural. Lo tiene todo y sin embargo escogieron como lema de nuevo cuño: "Saboreando Asturias". Apelan al gusto porque en Asturias se come bien, aunque la fabada no sea plato de sobremesa estival ahora que se debiera atraer a los turistas del verano que es cuando la mayoría se abona a las vacaciones. Considero que hubiera sido mucho más acertado mostrar el verde de los prados, los bosques, las montañas bañadas por un día soleado y decir simplemente "Piensa Asturias". O incluso "Piensa en Asturias", jugando con la realidad etérea que es un pensamiento al que se puede llegar desde cualquier sitio y la realidad de pensar desde aquí mismo, localizado por GPS en Asturias.

Y si caminara un trecho la camara en el hombro hacia el punto más alto que muestre tan bellas vistas, si el visitante pudiera olvidar la aglomeración del metro, los cines atestados, las colas de rebajas quizá sobrara con "Respira Asturias". Una vida son muchas vidas, pero hay otra forma de respirar.

jueves, 21 de junio de 2007

Correos

Me envía Brullis un correo en el que se cuenta que a una muchacha la estuvieron a punto de secuestrar tras cambiarle amablemente una rueda. Ocurrió en el centro comercial de Bonaire. Tenía aparentemente una rueda pinchada y un tipo muy elegante, nada sospechoso por tanto, informal con maletín de ejecutivo se ofreció a ayudarla. Charlaron cordiales y cuando él acabó le pidió que lo acercara a su coche en el otro extremo del centro comercial, ella reparó en que al guardar la rueda él mismo había ya dejado el maletín en el maletero. Esto le despertó sospechas y salió pretextando un olvido de nuevo hacia el centro comercial, dejando al sujeto esperando dentro del coche. Al regresar acompañada de un guarda de seguridad se encontró con que no había ni rastro del ejecutivo y que quedaba tan solo su maletín en el que encontraron una navaja, vaselina, varios preservativos, un tranquilizante fuerte, una pistola falsa de apariencia real y celo ancho.

El correo finaliza recomendando que no confíemos en los desconocidos. Eso es lo que se extrae finalmente. Quizá hay que ser muy sagaz para diferenciar al bueno de los malos. O es simple ley de probabilidades, de ese puñado habrá más buenos que malos. Podríamos confiar en la mayoría por tanto. O quizá sea verdad que no hay que fiarse de nadie. Que de una forma u otra querrán acabar con nosotros.

En los pueblos se puede confiar más, porque no hay tantos desconocidos. De alguna manera los conoces a fuerza de cruzar los ojos. Lo puedes conocer todo aunque de algunos no haya nada que conocer.

Yo hoy he tenido un día de gran dolor de cabeza. Mucha pantalla de ordenador me temo, o quizá es la comida que como a diario. Me está destruyendo por dentro.

Esta tarde al volver de la siesta recordaba la película aquella de Tim Robbins, "Cadena perpetua". Creo que de algún modo oscuro e inexplicable soy como él. Tuve que arrastrarme por cañerías de agua turbia para aparecer limpio al otro lado.

domingo, 10 de junio de 2007

La calle

Vengo de la calle. Ha salido un mediodía espléndido. Sin embargo debió llover de madrugada. Salí a tomar un café con leche. Luego he buscado un banco seco en el parque enfrente de casa y me he puesto a leer la prensa. Un diario nacional y uno deportivo para olvidar las calamidades del primero. Alguna de estas serán abordadas en el futuro en este espacio. Cuando tenga más ganas que ahora. Hay que ver, el destino cambia en un minuto.

Hasta allí ha llegado un paisano al que las palomas reconocieron según entraba. Y lo rodearon jubilosas. Llevaba dos o tres bolsas de pan hecho miga. Para que no se atraganten las aves. Antes de su llegada ya había estado yo describiendo por teléfono lo que a mí me parecía algo llamativo y triste, y es que un número considerable de entre ellas eran cojitas. Y debe ser ésta la época de celo, porque las más altas, henchido el cuello, perseguían a las palomas pequeñitas, que ponían los pies en polvorosa por ponerlo difícil, supongo. La pena es que una de ellas, coja hasta no poder casi apoyar más que una de las patas, hacía lo imposible por seguir a una en particular, pero esta caminaba rápido huyendo, quizá porque preferiría empollarse con otro, menos tullido. A mí que soy un romántico empedernido se me vino entonces la idea de hacerme con ambos ejemplares para meterlos en una caja hasta que hagan lo que sea que hagan estos bichos para tener prole propia. ¡Qué lástima ver que cuanto más corría él con la pata de garfio más corría ella huyendo! Manteniendo siempre más o menos la misma distancia, como un querer y no poder, aunque no esté tan lejos, tres pasos, es ya inalcanzable.

Decía que llegó aquel paisano con sus bolsas de migas y las palomas se le metían literalmente dentro de las bolsas. Reconociendo con sus pequeños cerebros de nuez que aquel hombre no es de los que las espantan, muy al contrario.

Un rato después era yo el que le preguntaba desde mi banco si acudía allí con frecuencia diaria. El hombre me dijo que sí, que a veces eran ellas las que lo iban a buscar a la residencia. Y me contó que vivió en Valencia 4 años. Que nació en A Coruña, que fue en tiempos camionero y que hizo también algo de mar, pero por poco tiempo. Que volvió de Valencia porque su esposa quiso tener un asturianín, así que volvieron para quedarse. Que vivió en Arriondas. Que su esposa enfermó de Alzheimer y que él tuvo que abandonarlo todo. Que murió algo después y que ahora estaba allí, feliz y contento, camino de cumplir 77 años.

Todo esto me lo contó de extremo a extremo, con un enjambre de palomas picoteando alrededor. Le dije que me alegraba de haberlo conocido y que se le veía muy bien. Él se despedía con la mano. Ni siquiera sé como se llamaba.

jueves, 7 de junio de 2007

Un objetivo

Facilitando condiciones, lo conseguimos.

Tarde de Junio

Supongo que esto de escribir exige que uno esté del todo despierto o al menos, no del todo dormido. Yo tuve un declinar de la tarde que de plácida me dejó torrado. Ya tenía ganas de rendirme en el sillón. Son pasadas las nueve y media y todavía no se hizo de noche. Qué triste será cuando vuelva el invierno.

Hoy contaba en el trabajo que la mayor medida que se encuentra el hombre, al menos uno en la edad en que me adentro es la del cinturón del pantalón. Te dice a las claras cuánto engordaste desprendiendo días del calendario por si fue récord. En mi caso he pasado de gastar el último agujero, que me tuvieron que fabricar ex-profeso en la calle Jai Alai de Valencia para usar habitualmente el penúltimo. Por supuesto que cambiar uno por otro es algo doloroso, pues es la demostración de que la juventud se me está yendo dejando por todo rastro unas cuántas arrugas alrededor de los ojos.

Es evidente que para alguien orgulloso como soy este es un paso que puede ser reversible y que por fuerza no habrá de ir a más, es decir, no habrá un agujero antepenúltimo así la piel me quede como rosca de vaso de mermelada. Uno está dispuesto a sentirse perdedor de pequeñas batallas, pero me habita el pundonor de no dejarme ir del todo.

Esto lo contaba a los compañeros que parecen disfrutar con mi declive físico. Con los clientes trato muchos otros temas. Con algunos lo malo que fue el invento del euro. Llegan hasta mí con ganas de sacar el tema porque saben que es un hueso al que no sé resistirme. Es la zanahoria que enciende mis nostalgias. La peseta de ese pasado que quizá era menos europeo pero que era, sin duda, más personal. 5000 de las de antes valen más que 50 de las de ahora.

Otros clientes, aquellos que detectaron en mí la sensibilidad a flor de piel, me citan con el dichoso paso del tiempo. Yo les digo que hemos consumido medio año del 2007 y me pasó casi sin darme cuenta. Ellos asienten también porque les pasó tan rápido o parecido.

Mi conversación es un rinconcito soleado, un ajedrez en jaque mate.

sábado, 2 de junio de 2007

La presentadora

Sorprendido, de una pieza me quedé este mediodía con el informativo de Antena 3. Sale la rubia que sucedió a Letizia Ortíz, aunque esta no encontrará príncipe que la rescate, descolgándose con un comentario muy fuera de lugar. Dice que si por si no teníamos suficiente con hacernos cargo de las pateras que llegan a las costas de nuestro país, ahora también nos ocupamos de aquellos que se dirigen ilegalmente hacia otros países. Ofendidísima estaba... Joder, que parecía que hubiera sido ella la que hubiera tenido que ir a recogerlos. Vaya insolidaria, la tía. Todo lo que tiene de guapa lo tiene de miserable.

El regreso

No suelo ausentarme por tanto tiempo, no soy, esto es algo que conoce cualquiera de los que me trata, aunque sea tan solo por Internet, cae de puro obvio, alguien que se quede las quejas para si. Soy como un altavoz protestón, sólo que no tengo voz, tengo un teclado QWERTY repleto de letras, a cambio.

Por eso no deja de llamar mi atención que haya estado tan absorbido por tareas intrascendentes como para dejar mi weblog desamaparado y sin párrafo al que agarrarse. Y no es que no me hayan ocurrido algunas cosas dignas de mención, y muchas buenas. Y no es que haya seguido leyendo la prensa, y sigo emprendiendo cruzadas, muchas perdidas de antemano, otras ganadas a la postre, y otras de resultado indefinido o por llegar. Pero me aparté del ordenador como en su día de los libros, quizá porque uno piensa que siempre hay algo mejor que dedicarse el tiempo a conocer o a conocerse.

Pero regreso, vuelvo con las mismas manos que llevarse a la cabeza, con la impresión reciente de ese Madrid que rebulle de entranjeros mezclándose entre si y con los que son del país, puede que más que ningún otro. Es Madrid una ciudad que de sorprendente hizo la sorpresa algo cotidiano. Lo pintoresco y asombroso son el pan nuestro de cada día. Con sus metros atestados, sus jóvenes inclasificables vestidos de sotana y collar de perro, sus mutilados a los que les falta todo lo que le sobresale al codo y que visten camisetas de jugador de baloncesto para mostrar lo que les queda. Es Madrid una ciudad permanentemente disfrazada, repleta de tanto encanto que quien la visita no podrá dejar de repetir.

Comimos en un indio de la Lavapiés, sobre una mesa que recibía el aire expulsado de un garaje o que se yo, pero de cuando en cuando se removía el mantel y los 30 grados o más se refrescaban, porque no era desde luego un aire viciado, sino uno fresco, casi como asomarse a un acantilado, que es algo desconocido, una imagen nada más, hasta que uno se planta ante el mar inmenso. Subimos en barca en el Retiro, cenamos en un vegetariano y me fotografié ante la oficina principal del Banco Cooperativo que no significa nada más que para algunos que se mueven en lo mismo que yo. Era aquella oficina un poco de pueblo como nosotros, convirtiendo esa calle en el Madrid de primeros del siglo acabado.

Me crucé con el hermano de Resines en los Serrano, ese campuzo que protesta tanto por todo. En fin cosas de Madrid, tan sorprendentes como que arrase allí precisamente, el Partido Popular.

Me caricaturicé bailando con Sestea, y la cara era mi cara, y el cuerpo el de cualquiera, sufrí la odisea de EasyJet para volver y regresé a Asturias bastante tarde y bastante cansado. A un punto de haber tenido que hacer noche en Oviedo y regresar con un compañero a la amanecida.

Luego llegaron dos semanas con salida nocturna un viernes. Pero esa parte no la detallo. Casi no me acuerdo.

viernes, 1 de junio de 2007

Una despedida

Hace unos días me llegó un mail. Parece que García Márquez se ha retirado de la vida pública por razones de salud. Tiene un cáncer linfático. Ha escrito una carta a sus amigos que parece de despedida. Yo me cuento entre ellos aunque él no me conozca ni lo vaya a hacer; lo he conocido en sus textos y en algunos de los libros que leí. A mí me llegó gracias a este invento que en sus comienzos tuvo visos de aplicación militar, como las bombas, y que hoy es de un global que fulminó todas las distancias entre nosotros. Internet.

Es un texto conmovedor. Yo quería guardarlo pero no tengo donde. Siempre ando perdiéndolo todo. Lo dejaré aquí...


'Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de
trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo
más que pudiera.
Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva
pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que
valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más,
entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos
sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen,
despertaría cuando los demás duermen. Si Dios me obsequiara un
trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol,
dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma. A los
hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de
enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan
de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que él
solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte
no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he
aprendido de ustedes, los hombres... He aprendido que todo el
mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera
felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que
cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera
vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre. He
aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia
abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las
que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir,
porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me
estaré muriendo. Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas.
Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te
abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el
guardián de tu alma. Si supiera que estos son los últimos minutos
que te veo diría 'te quiero' y no asumiría, tontamente, que ya lo
sabes. Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad
para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo
lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca
te olvidaré. El mañana no le está asegurado a nadie, joven o
viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por
eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega,
seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una
sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para
concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti,
diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos
bien, toma tiempo para decirles 'lo siento', 'perdóname', 'por
favor', 'gracias' y todas las palabras de amor que conoces. Nadie
te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al Señor la
fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos y
seres queridos cuánto te importan.'


Gabriel García Márquez