domingo, 30 de septiembre de 2007

El incondicional

Quizás entenderías, que nos queda la esperanza.

Si se callase el ruido - Ismael Serrano



De veras que no entiendo a esa gente, alguno conocido mío, que dedica una parte, minúscula faltaría más, a pagar cuotas de militante de un partido político. No importa el signo, cada uno tiene el suyo. Pero todos los meses reciben un cargo en forma de recibo. Para que vuele alto la gaviota o no se marchite la flor.

Son gente de fe, de eso no hay duda. Yo estoy englobado entre esa multitud de gente joven descreída de los políticos y como consecuencia de la política. De esos que lo último que harían en esta vida sería dar un céntimo a esos políticos que son quizá una de las peores cosas que nos podían pasar y que llegaron para quedarse. Porque un político es político toda la vida, como un torero lo es siempre. Es raro que un político abandone, simplemente se resguarda de los focos, pero sigue haciendo política en la penumbra y cobrando por ello.

Especial mención merecen los respectivos encargados de las nuevas generaciones y juventudes. Gente joven que no viene para traer aire fresco, todo lo contrario. En sus entrevistas no hacen sino ensalzar a sus respectivos jefes, y lo hacen por una razón principal, es lo que han hecho toda la vida y a la vista está que les ha ido bien. ¿Por qué habrían de cambiar ahora? Así que en realidad el partido político no premia inquietudes que puedan mejorar lo que hay, pese a lo muy necesario que es, premian ascendiendo en el escalafón a aquellos que aplauden más alto y durante más tiempo.

Hoy leía al encargado de las nuevas generaciones del PP que se comparaba con Ángel Acebes sin rubor vergonzoso; según él, un político a descubrir. Pero en realidad hace unos días leí comentarios del mismo tenor al líder, evitemos esta palabra en adelante por inapropiada, de los socialistas. Están hechos a la medida del partido, y son incapaces de la menor autocrítica. Creo que los fabrica el propio partido y los hacen en serie. Solamente se diferencian por fuera.

Por supuesto que si esta crítica se diera no contarían con un euro del que suscribe. No quiero participar en los 8000 euros mensuales que gana Rajoy ni en los 6000 de Pepiño Blanco. Antes prefiero dejarme atracar a mano armada con el trauma que eso supone. Entregarles mensualmente un sustento aún sería mayor. Por no hablar del remordimiento de saber que los mantiene mi voluntad sumada a la de muchos otros, subidos en la televisión procurando convencer a sus propios correligionarios, que ya están convencidos de antemano.

Sin embargo si alguno de estos jóvenes y ambiciosos nuevos políticos tuvieran la decencia de admitir los errores de los que son sus jefes, si lograran distinguirse. Si tuvieran la valentía de admitir por ejemplo que Aznar fue todo lo miserable que un hombre puede llegar a ser, que Acebes fue y es un embustero sin parangón, que Rajoy es la voz de su amo y que nada más le ha añadido sarcasmo a la política, que Pepiño es tonto de remate y que Zapatero es un político sin fuste, nada más un talante encadenado a un gesto. Si alguno de ellos hubiera hablado así en vez de dorar la píldora, en vez de enjabonar de modo tan empalagoso entonces yo pensaría que tal vez haya una oportunidad en el futuro.

Porque uno quiere creer también. Uno quiere dejar atrás esta marabunta de jóvenes que destruyó la idea de que exista tan solo uno bueno. Necesito creer en los políticos en el mismo grado en que creo al menos en un desconocido. En la gente en general.

Pero no lo logro. Los que vienen son más de lo mismo. Uno está deseando un cambio pero nadie llegará para jubilar a nadie. Simplemente serán más a repartirse el pastel. Se juntarán jóvenes y viejos políticos para mirarse el ombligo unos a otros. Comparando a cuantos convencieron, los que estaban cerca, los de lejos. Pero nadie dará un paso al frente. Nadie se atreverá a discrepar. Su carrera sería más corta que la de Hernández Mancha. Aunque éste si desapareció.

Yo creo que debía ser mejor que todos estos. Por borrarse ya demostró más.

Aquí quién se mueve no sale en la foto, y están locos por salir. Tienen el encefalograma plano pero sonríen,

lo importante es el color de la corbata.

El nuevo Cupido

Me dice el corazón,
que no soy de este planeta.

Prefiero amar - Luis Eduardo Aute


Leo a estas horas, con un ojo cerrado y con el otro pidiendo por favor que lo deje en paz, las cabeceras del diario Marca. Sobretodo por ver como acabaron los partidos de liga que no puedo ver, porque la antena de mi edificio, si es que existe, mira en dirección contraria a las ondas de la Sexta, y estas le pasan de largo como si no estuviera, si es que está. Capta algo, una brisa en la nuca, una imagen gris que sería más o menos lo que dicen que ven los perros si no fuera por ese chisporroteo puntillista de obra abstracta, mirarla es ver con los ojos de un perro con cataratas. Así que mi televisor se queda apagado tanto tiempo como esto otro encendido.

Leo que el presidente del Tau afirma rotundamente que si es verdad lo que se publica de Willi McDonald, éste no durará ni un minuto en el equipo. Y lo que se publica es que este norteamericano se casó con una española por amistad. Ella lo reconoce sin tapujos. Dice que ni siquiera recuerda donde se desposaron. Se llama Eva y si hacemos caso a los libros no sería la primera que se junta por conveniencia.

A mí el hecho no me sorprende gran cosa. Me sorprende que lo reconozcan nada más. Y me sorprende sobremanera que el tal Querejeta sea el nuevo Cupido y que las razones para casarse de sus jugadores le incumban de tal modo. Por supuesto que por debajo se está gestionando la posibilidad de que el americano juegue en el equipo ocupando plaza de comunitario, es decir que no cuente como extranjero. Será europeo que es nuestra nueva nacionalidad, extranjero es lo de fuera. Lo de América del norte y Oceanía. Los de América el sur, Asia y sobretodo África son inmigrantes que es una forma de ser extranjero pero carente de prestigio.

Francamente a mí me importa muy poco si su matrimonio es o no de conveniencia. Para mí quisiera amistades de ese grado si es que me fuera a quedar solo. Yo querría una Eva que me dijera sí por amistad que es una forma de amar también. Aunque solamente llegado el caso extremo en que el amor recíproco no es posible.

Pero esta forma limitada, no es de recibo para Josean Querejeta que es una máquina capaz de medir el amor de las esposas de sus jugadores, supongo por el tamaño de las pupilas con que lo miran. A él la boda por amistad no le vale, como supongo que no le vale una boda por dinero. Pero tras una boda hay muchas veces razones innombrables. Aunque a él solamente le valga la versión oficial, la idea romántica de Romeo y Julieta que tendría que inspirar todas las bodas. Cualquier otra razón se le vuelve intolerable. Sería casa de herrero con cuchillo de palo.

Claro que este a este hombre nadie le explicó que si su amante esposa se casó con él fue simplemente porque no halló nada mejor. Y de algún modo, tuvo que conformarse tras conocer sin pruebas que vive en un mundo con cinco mil millones de personas de las que trató no más de dos centenares. De ahí salió Josean. Escogido por el amor desde una baraja con pocas cartas.

En realidad yo soy de los que piensa que hay muchos caminos hacia la felicidad. Y que esa ha de ser la meta inexcusable para todas las vidas. Solamente puedo lamentar por Eva si no conoció el amor. Pues el amor es la euforia de la amistad correspondida multiplicada por un millón, y posee una emoción que no alcanza la amistad jamás. Pero su razón, trivializada por su falta de memoria me parece tan buena como cualquier otra si la hace feliz.

Después de todo una boda se ha convertido en un formalismo nada más. Un recodo del transcurso de este sendero.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Encontrando el centro

Busco un centro de gravedad permanente.
Que no varíe lo que ahora pienso de las cosas de la gente.


Franco Battiato



Qué gusto ver a Franco Battiato en aquel vídeo de los tiempos en que los efectos especiales eran poner un separador de plástico amarillo en el ojo de la cámara. Y como se movía, con aquellos pelacos alborotados, de recién levantado, y haciendo con la pierna como que sube un escalón que no hay, porque no está subiendo escalones, está bailando, y bailar al fin es hacer movimientos que no son naturales, pues si fueran normales uno estaría haciendo cualquier otra cosa cotidiana, no bailar. El baile es pura simulación. Michael Jackson, sobre el que volveré algún día, contaba en una entrevista que él no era consciente de sus movimientos mientras bailaba, ocurría simplemente que era esclavo del ritmo.

Sin embargo los movimientos de Battiato, con la fluidez del que salta charcos, tuvieron que ser inspiración del personaje que fue Chiquito de la calzada, alguien que según va a dar un paso ya se está arrepintiendo. La diferencia es que Franco Battiato lo hace con seriedad. Como camino del crepúsculo. Pero la verdad es que se pone ante la cámara para rodar sin saber que esperan exactamente de él. Así que para matar el tiempo y por ver si se conforman, hace como que está subiendo la torre Pisa, pero no se mueve del sitio, está en el centro de un decorado vacío y doblado por los hombros que quieren tocarse bajo su barbilla. Mira a un lado y al otro mientras suena su canción aunque no pasen coches.

Pero es que Franco Battiato fue siempre fiel a si mismo, y pese a su baile que es tan entrañable que a uno le dan ganas de lanzarse de nuevo a la piscina de los 80, era el baile de alguien al que bailar debería avergonzarle algo, pero a él no le avergonzaba. Porque él era así, capaz de componer esas canciones eternas mientras bailaba torpemente su juventud desmelenada. Y en esa precariedad tecnológica, en esas canciones que han retenido parte de nuestras vidas, uno se sumerge como en algo amable. Por si estuviera ahí ese centro de gravedad permanente y nos pasó inadvertido.


Parece este hombre un hombre muy particular. He estado escuchando alguna de las canciones de su nuevo LP, bajado directamente por obra y gracia de una mula sin antifaz y me he dado cuenta al menos de un par detalles.

He tardado en tener el CD nuevo 22 minutos, me habría costado más tiempo cambiarme para buscar un sitio donde comprarlo, de haber querido hacerlo. Internet es una ventana a ratos, y a ratos una barra libre. Claro que por ahí anda la SGAE recargando de canones todo lo que se pueda y Ramoncín que ya no mea sobre nadie desde un escenario porque no queda nadie que quiera oírle ni cantando ni en su nuevo rol de experto contertulio. Por otro lado no creo que nadie fuera a permitírselo a estas alturas, que sospecho que son muchos los que le tienen ganas. Y una provocación como esa podría costarle a buen seguro que unos cuantos le dejaran la crisma hecha cisco. Y siendo como es no tendría que sentirse a salvo ni siquiera en el hospital, después de todo los médicos son personas antes que médicos, con las mismas legítimas apetencias de darle con el martillo de los reflejos en la nuez. Por ver si así calla.

Pero dejemos eso para centrarnos en el nuevo álbum del que he oído tres canciones, a estas horas. La primera es rompedora, como fue rompedor siempre Franco Battiato. Pues si algo no se le puede negar es que fue de aquellos dispuestos a arriesgar. Y en la primera innova hasta límites insospechados. Supongo que yo empezaré a considerarla música cuando se me acostumbre el oído.

Sin embargo otra suena a antigua, y no sería raro que la haya repescado de un cajón. Para completar las nueve, que no son muchas.

Su propia web es tan sencilla que parece del siglo pasado.


Franco Battiato ha sabido siempre lo que tenía que hacer y cómo quería hacerlo. Es evidente que supo encontrar su centro de gravedad permanente. Está claro que no tuvo que cambiar lo que piensa de las cosas de la gente, ni de sus propias cosas. Y probablemente encontró también su estación de los amores, donde los deseos no envejecen, a pesar de la edad.

En el fondo él no cree que haya malgastado su tiempo, lo gastó en aquello que quiso, ni más ni menos, aunque sea verdad universal e irrebatible que no regresará más. El tiempo pasado ya no.

Yo sí.

viernes, 28 de septiembre de 2007

A la gresca

Juntos buscarán la puerta.

Casandra - Ismael Serrano



Ahí siguen Hamilton y Alonso a la gresca. Hay que ver que dos ricos tan mal avenidos. Vamos que si Alonso echó fuera de la pista a Hamilton en Spa al grito de "...te a tomar por culo" con el micro cerrado para que Ron Dennis no se ponga de parte de su ahijado, el otro está loco por ponerle cuchillos sobresaliendo a las ruedas McClaren para hacer la de Ben Hur, o lograr que los ingenieros propios le permitan acceder al bólido con un látigo disimulado como un accesorio aerodinámico para poder darle con él en plena carrera. En el casco para arañarlo o en las manoplas de cocina con que conducen por si consigue que coja la curva en la dirección contraria, destino neumáticos, o más audazmente para destruirle el alerón que los mantiene pegados al suelo y ver como el bicampeón mundial despega contra un anuncio de ING direct de esos que pueblan los aledaños de la pista.

Y es que el británico de la sonrisa Profidén y nuestro Alonso de cara tan característica que los muñecos se le parecen sin mucho esfuerzo, se llevan a matar. Vamos que yo estoy casi convencido que un día se nos lían a tortazos al salir de los bugas. Y el moreno parece más ágil, claro que un cabezazo a traición de Alonso, aunque algo así se ve venir, con ese cuello toro, tiene que ser bastante como para derribar un dominó, tamaño natural, de empleados hóstiles de Mercedes-McClaren.

A Pedro no, Pedro es amigo. Penélope lo sabe.


También puede ocurrir que dejen la pelea para el cajón de los tres primeros. Pueden intentar ahogarse en Champagne o en sucedáneo de Champagne, que no sé si les permiten probar el alcohol. En este caso el mejor clasificado tendrá ventaja pues podrá enfocar la traquea del rival haciendo uso del beneficio estratégico que significa estar más arriba.

Con lo bonito que sería verlos abrazados festejando el triunfo del otro. Echándose piropos en las ruedas de prensa como dos cantantes con disco juntos. Saliendo de marcha accesibles y juveniles. Para compartir unos zumos y unas risas. Con un único punto de fricción, el deseo íntimo y secreto del propio Louis Hamilton, el mundial para ti querido, pero descuida que le caigo encima a la Raquel del Rosario. ¿Cómo podría preferirte a ti?

Te odio.

jueves, 27 de septiembre de 2007

A medio camino

Y si no fuera por ti,
yo no podría vivir.


Volverte a ver - Juanes



Estoy bastante recuperado. Todavía no del todo bien, pero en camino. El Ilvico está haciendo su labor estupendamente, aunque lo hace imperceptiblemente. Creo que está reforzando mis defensas frente al virus, que es algo así como hacer castillos de arena en la orilla para que llegue la ola. Aclaro que he conocido por una opinión autorizada sobre el tema que lo que yo tomaba tan orgullosamente, el Espidifen, no me provocaba ningún beneficio salvo los asociados a sentirme al amparo de la medicina y no tan dejado de la mano de dios. Después de todo con las comidas que hago es casi seguro que mi organismo no se bastaría por si solo para poner fuera de combate un constipado tan residente. Así que si mentalmente el Espidifen me hizo sentirme fuerte, aunque no hiciera nada más, hemos de considerar que hizo de sobra su trabajo.

Lo peor de todo es que yo las semanas previas a unas vacaciones suelo acostumbrar a darle algo de ejercicio a este cuerpo anquilosado, que tiene forma de silla. Y puedo jurar, aunque a quien sepa que no agoto un bono de baños desde hace años le parezca mentira que estaba absolutamente resuelto a nadar estas semanas para ponerme en forma. Pero claro, llegó la enfermedad y no me he visto capaz. No por falta de ánimo, sino por debilidad del cuerpo. Creo que sería como llamar a gritos a la fiebre, y es lo único que me falta.

Lo malo es que no sé en que momento exacto me podré dar por curado y por tanto cuando sabré si estoy a tiempo de lanzarme a la piscina como un Ian Thorpe con reúma. Supongo que esas cosas te las desvela el Ilvico mágicamente y vienen a coincidir con el momento en que tomas la última pastilla de la caja y no quedan más.


Hoy he jugado a la lotería Primitiva y al Eurobote que reparte una fortunaza. Estaba uno de estos días de enfermedad tumbado en el sillón mirando lo muy delgadas que tengo las piernas, lo muy dobladas, y me dije que sin duda están faltas de algún ejercicio distinto a moverlas sin demasiada fluidez bajo el agua. Las levanté por encima de mi cabeza e hice levemente el ejercicio imaginario de andar en bici, sin bici. Entonces pensé que si me toca una millonada, porque esas cosas tocan, y no es siempre al mismo, me iba a apuntar a un gimnasio e iba a pagar a un fulano de los que levantan 200 kilos con los gemelos para que hiciera bici con el peso muerto, bueno muerto no, liviano de mis piernas al otro lado. Es decir que sus piernas hicieran el ejercicio de mover mis pedales al estilo de un tándem pero sin formar un tándem. Ya sé que suena muy raro, pero estoy seguro que mis billetes morados iban a lograr azuzar el ingenio de alguno de esos aficionados a las hormonas del crecimiento a lo ancho, más aún que intentar sortear un control antidoping.

Digo yo que si mis piernas se movieran de aquel modo, con la fuerza del otro, se desarrollarían aunque no demasiado. Creo que quizá tendría que ser yo mismo el que recurriera a las sustancias estimulantes. Lo malo es que nunca me gustó ejercitar las piernas. Creo que hice la vida sin prestarles demasiada atención, sin pedirles tampoco que hicieran más lo que hacen, llevarme más o menos en hora a donde quiero ir.

Igual venden algún aparato de esos que dan pequeñas descargas en los abdominales pero para las piernas. Un día de estos me tengo que quedar hasta la madrugada viendo la tele para ver si lo hay en la teletienda. Saben anunciarlos muy bien porque te muestran a alguien que no lo necesita pero que lo usa, con más razón tú. Aparece un tipo cachas o una moza que puede contarte sus músculos y a la que los pechos no se le mueven ni saltando, mientras una voz de estudio te detalla lo bien que funciona y lo bien definidos y bronceados que los dejó a ellos. Que intervienen de vez en cuando con la sonrisa perfectamente musculada y solazados de mostrarse en bañador a todas horas. Ocurre sin embargo que uno tiene la impresión de que al acabar de rodar esa gente se va a meter en el gimnasio por lo que se haya podido perder mientras grababan.


O quizá para saber si existen bastará con que sintonice los de una echadora de cartas a cualquier hora. Podría llamar y preguntar si lo hay, y de paso si me tocará la lotería.

Siendo que no quizá me diga donde está el fallo. O a que números tengo que jugar.

martes, 25 de septiembre de 2007

De récord

La casa cansada,
la manta en el sofá.

Eres - Ismael Serrano



Hoy estoy dispuesto a batir mi propio récord. Pero si hoy me voy a acostar tan temprano que mañana voy a tener la espalda como una tabla de planchar es porque estoy un poco enfermo. Nada grave, de las cosas que yo tengo no murió nadie. Simplemente tengo una congestión tan grande que los vecinos ya tocaron al tabique para que rebaje el tono de mi respiración. Eso y la impresión de tener el entrecejo fruncido sin tenerlo en absoluto, con el leve espacio entre mis cejas lo mismo que si fuera la diana donde Guillermo Tell ejecutaba el más difícil todavía, atravesar una saeta con otra. Me posee la poderosa impresión de tener una pinza sujetando los lagrimales uno contra otro en el interior de la cabeza.

Hoy fue pese a los achaques de la enfermedad, que se recrea conmigo especialmente por saber que no tengo apenas a que recurrir, un día bastante bueno. Me tomé un Espidifen esta mañana que creo que es mano de santo para las resacas. Claro que yo lo tomo porque mi estado se asemeja al de una resaca de esas que de puro hóstil deja a uno derrumbado bajo la bandera de la calavera y los fémures. Claro que no hay calavera, es mi propia cara.

Por eso y porque mi botiquín no es precisamente y gracias a mi salud de hierro el de la clínica donde nacen las infantas de las sucesiones, para cuando vengan. Vamos que cuento con el Espidifen y el Ibuprofeno, del que perdí el prospecto pese a conservar la caja casi intacta, aunque sospecho que ambas cosas son la misma pero con distinto nombre. El mismo perro con distintos collares para que la industria farmacéutica siga viento en popa encontrando enfermedades para nuevos y variados remedios que tragar, disolver y demás formas de auto medicarse que no vienen a cuento pese a estar en la mente de todos. Vamos que mi botiquín me sería propicio si llevara la vida ajetreada que no llevo y anduviera de parranda casi todas las noches de todos los días.

Por eso soy más partidario de darle al cuerpo la alegría del Espidifen. No creo que sus variados componentes químicos me vayan a ser adversos. Al contrario, me confío del todo si con ello dejo de llorar por la nariz, que es una forma de llorar que despierta poca ternura y que conviene distraer guardando en la manga una servilleta de papel. Prefiero dejar el Ibuprofeno para cuando acabe estos de los que tengo alguna información, aunque ésta sea tan confusa como suele ser la jerga de los médicos. Que parecen invencibles con sus batas blancas y enferman igual que todos.

A estas horas, tras un día bastante intenso, del que regresé hace un rato apenas, empiezo a sentir que la vaga enfermedad que me habita está rebelándose por el poco caso que le he hecho.

Ella esperaba a buen seguro que me tumbara en la cama y recibiera todos los mimos que conllevan las enfermedades, ya se sabe. Sopita caliente y un beso en la frente en una habitación con las persianas echadas. Pero la enfermedad ha de conformarse con mi indiferencia, que no es una pose valiente en absoluto, es simplemente lo que hay. Cargar con mi tardanza hasta que llegue a la cama. Me cojo resfriados tan tremendos muy rara vez. Soy bastante resistente a las enfermedades del cuerpo. Será por algo. Si no le gusta que no hubiera venido que yo no la necesitaba para nada. Y aún queda lo mejor, veremos como reacciona a los polvos; para mí que esta noche sale disparada como cuentan que sale el alma de los cuerpos. Flotando hasta el techo para hacerse a la idea.

Luego se baja a la calle y enferma a cualquier otro


(que no tenga Espidifen).

lunes, 24 de septiembre de 2007

Deshojando el calendario

Como si llegara a buen puerto mis ansías
como si hubiera donde hacerse fuerte,

como si hubiera por fin destino para mis pasos,

como si encontrara mi verdad primera.


Como un dolor de muelas - Joaquín Sabina



Se le están cayendo las hojas al calendario y conste que no tiro de ellas. Simplemente veo pasar los días.

Pero ahora lo hace a mi favor. Porque he de entenderlo así si en su transcurso incontenible me acercan a una fecha esperada. De manera que cada día más es un día menos. Lo lejano está cada vez más cerca. Ayer estuve en la playa y me quedé mirando la estela de un avión en el cielo libre y despejado. En unos días yo dejaré una parecida cruzando este país atónito por verme hacer tantísimos kilómetros en una hora.

Y en verdad puedo decir que ya no tengo prisas de ninguna clase.


Lo malo de marcar en rojo un día determinado es que el tiempo se vuelve anhelante. Y uno deja de vivir para sobrevivir a los días. Aunque no hay en esa supervivencia nada heroico. Es una supervivencia de trazo grueso, monótona como una pared recién pintada.

Y conste que las esperanzas puestas en estas vacaciones que llevan esperando una oportunidad durante 6 meses son bien humildes. Que se han de dar conformar con una cenita en una pizzería de estreno a mi llegada, unos cuantos cines y unas pocas compras en la vuelta breve que es a la vida que un día tuve. Sin embargo no espero gran cosa, mis expectativas se basan en encontrar lo que sé cierto que está, que aún existe.

Sé sin embargo que a buen seguro me voy a hartar de pasar ratos aburridos. Y hay en esta seguridad mucho de resignación. Y por tanto aparece con un manto lúgubre porque arranca en una creencia que se hace certeza irremediable. Como es triste aceptar que ya empezamos a acortar los días y no podamos cambiarlo. En mi caso nace porque no se dio el viaje a Estambul que esperaba, ni visitaré las tierras lejanas y extrañas de Egipto. Que habrían sido menos lejanas y definitivamente menos extrañas de haberlas podido pisar. Me quedan en el cajón de las cosas pendientes. Ese que se revisa de tanto en tanto para comprobar que quedan algunas cosas por hacer entre otras que no se harán nunca.

Queda en mi recuerdo el viaje que hice hace ya más de un año a Florencia. Y apenas supusieron tres días pero fue un tiempo tan distinto que ni siquiera hoy me da la impresión de que pudiera haberse medido con un reloj convencional. Entonces me dije que la vida disfruta de momentos trascendentes para cobrar su auténtica dimensión. Y que no es más que un puñado de recuerdos, mal definidos o equivocados pero escogidos libremente por nosotros.


Tengo un puñado de días de vacaciones asomando por entre el común de los días. Cada día que pasa alzan más y más la voz. Me dicen que están llegando. Y yo les digo que no alboroten tanto, que tal como llegan habrán de pasar.

Pero les doy la razón al fin. Queda vivirlos.

domingo, 23 de septiembre de 2007

Poca Criteria

Estoy escuchando de lejos los resultados del fútbol intercalados con los anuncios. Llama la atención ese de nuevos horizontes para "la Caixa". El anuncio de la radio, igual que el de la tele tiene muy poca miga. Dice que están en importantes sectores de la economía, que suena muy bien aunque uno no sepa qué significa exactamente. Porque la gente de la calle está poco puesta en los sectores económicos, sean cuales sean. Les sonarán a algo serio, a algo digno de los mejores profesionales incluso, pero no lograran discernir en que momento uno de los sectores llega a ser importante, y por tanto ocupación habitual de la nueva empresa de "la Caixa". Pero es lógico que no especifiquen que quieren decir con tal cosa, después de todo tampoco el nombre que han escogido informa absolutamente de nada.

"Criteria Caixa Corp."

No significa nada en absoluto. Es un cero. Tres palabras huecas.


Tenía gracia un texto que me llegó hace unos años. Aquel se podía leer sin que importara el orden de los párrafos. Y era así porque era un texto de paja, nada más que para dar vueltas y vueltas sin decir nada, sin insinuar nada. Se trataba nada más de hablar durante 15 minutos sin que hubiera una sola idea, sin un solo mensaje. Y me he reído a veces imaginando la magistral intervención de un alumno que alzara la mano y aún más, se pusiera en pie para trasladar al maestro el discurso anonadado de aquel folio sin dejar una coma. Siempre a punto de decir algo que no llega. Como un batallón de infantería que diera un paso p'alante María, y a continuación otro p'atrás.

Yo mismo he cultivado esta manera a veces, aunque ha sido sin querer. Uno lee algunos textos míos y se encuentra con que hay poco a lo que agarrarse. Claro que en mi descargo diré que es lo malo de improvisar y aunque ocurren muchas cosas, apenas si menciono alguna. Pero siempre hay algo. Al menos una sola cosa.

Este anuncio llama la atención porque no hay nada. Hubieran podido escoger "Criterio" que significa algo, que conlleva una razón detrás. Habría sido un acierto sonoro. Hubieran podido prescindir además del "Corp" que no se sabe bien de donde ha salido y que no añade nada. Si viene de corporación es absolutamente prescindible. No lo vamos a echar de menos. Es simple, si se hubieran quedado con un "Criterio" a secas, y a lo más, como lema, "el criterio de la Caixa" les habría quedado infinitamente mejor.

Obviamente este lema daría por hecho que su criterio ha sido tan bueno en el pasado que ha de servir como base para el futuro. Que si se trata de invertir ellos saben bien dónde meterse y de dónde salirse en el momento más oportuno. Es su criterio y no es poca cosa. Suficiente para dar destino a 1500 euros de un ciudadano corriente.


La Caixa ha preferido ese otro nombre tan poco pragmático, y esa frase de los sectores económicos. Ni uno ni lo otro invitan a participar con ellos, son incoloros e inodoros. Podría ser peor, imaginen por un momento que alguien hiciera correr el bulo de que van a patrocinar las camisetas de la selección catalana de fútbol.


Hay charcos en los que es mejor no entrar.

De reyes y vasallos

Vengo de la playa. Nos ha salido un sol espléndido. Este Septiembre les está enseñando a Julio y a Agosto como debe ser un verano.

Por eso llama la atención que esté rojo de contento y rojo de moreno al tiempo que en Andalucía y en Valencia están reforzando los paraguas para que no se rompan de tanta agua. Yo creo que no tiene nada que ver lo del efecto climático que nos contaban, parece que eso es un cuento como lo fue el efecto 2000, que sirvió para que unos cuantos audaces se hicieran muy ricos con remedios caseros y exclusivos. Decían que volveríamos a la edad de piedra y entramos en el 2000 sin tener que cuestionar un solo paso del camino.

Más que el efecto climático que todo lo desbarata yo creo que, simplemente vivimos, el mundo al revés. Conste aquí que no le tengo ninguna antipatía al rey, que es un hombre campechano con esa forma de hablar tan embriagada y esa forma de leer los discursos tan mal, que uno comprende enseguida, no escribe ninguno. Lee el consenso de un gabinete que no da una puntada sin hilo. Que vienen a decir siempre lo mismo, todo muy institucional y muy sobre seguro. Tan distintos por ejemplo a George W. que ameniza los sábados, por lo que leí, con alguno de sus desvaríos a golpe de transistor. Una charla semanal, oiga. Y es que tanto desatino seguido termina fidelizando hasta al oyente menos entusiasta.

Y quizá el hombre, el nuestro, no tenga más que dos debilidades, que son pocas; las mujeres y abatir osos. O eso cuentan los murmuradores, los que están en el tomate y van de aquí a allá con la lengua fuera.

Y ambas cosas fueron siempre disimuladas por nuestros servicios secretos que son más eficaces que los plasmados por Ibañez, aunque también más antipáticos. Y no conviene olvidar que jugó un papel fundamental en la historia de España, allá cuando los uniformados querían volver a mandar, puesto que para eso llevaban las armas.

Por eso yo no le encuentro mucho sentido al hecho de que un fulano decida entre los vítores de los otros incendiar una foto de la pareja, rey y reina. Pues a ella todavía no le encontramos tacha alguna, y son muchos años. Y él es discreto a su modo motociclista, y tan mediano en todo como podría ser cualquiera. Incluso yo.


Sin embargo también diré que esa figura de sangre azul, tratada a golpe de reverencia y que no demostró apenas cualidad reseñable no me despierta una especial simpatía, y quizá sea así por todo lo que la envuelve, con toda esa familia creciente, a la que ha llegado Letizia, trapecista hasta la cumbre. Que están poblando España de españoles de sangre real para que no baje el índice de natalidad. Puesto que a ellos las hipotecas y demás preocupaciones mundanas no les llegan ni en forma de noticias. Y por si fuera poco todos esos viajes y cumbres alpinas despiertan a mi yo más envidioso. Aunque los yates y las regatas me vayan sobrando. Me precio de ser uno de los pocos capaces de llegar al mareo tan solo viéndolos atracados en puerto. Con ese meneo breve pero incesante.

Sin embargo leo que la Audiencia Nacional ha dejado en libertad con cargos al chaval que prendió fuego a una foto de los reyes. Que la fiscalía pedía una fianza de 10.000 €. Que se enfrentará a dos años de cárcel. Y es entonces cuando me digo que estamos perdiendo el norte, o lo están perdiendo nuestros togados. No es raro, se les acumulan los frentes, siguen adelante en su persecución de los caricaturistas que dibujan al príncipito, se hizo mayor ya, y a Letizia, que esperaba más respeto, por ser quién es, por estar con quien está. Ya dije que a mí estas cosas me recuerdan a los musulmanes exaltados contra Salman Rushdie, a los radicales que vociferaban a muerte por las caricaturas de Mahoma, que es intocable.

Ahora medio centenar de personas queman fotos de los reyes a cara descubierta. Y mañana puede que sean dos centenares. ¿Qué es lo que harán? ¿Los procesarán a todos por quemar papel?

Mientras tanto se libera en otra parte de Cataluña a un violador múltiple. Al que se le levanta el ánimo tan solo con coacción de por medio, esto es casi seguro. Los expertos dicen que no está rehabilitado y que hay muchas posibilidades de que vuelva a delinquir, que en este caso no es quemar fotos, es violar a mujeres. Lo hizo antes, en 16 casos probados.


Ya digo, vivimos el mundo al revés. Llueve donde hacía sol antes, solea por suerte donde cuentan que tenía que llover, aunque desde siempre llueva menos de lo que dicen. A unos los quieren encerrar por proteger una figura que no requiere de esa protección y a otro liberar pese a la sospecha de tener la pistola cargada. Los 311 años se quedaron en unos pocos. Para uno quieren cárcel para que no queme más fotos ¿lograrán rehabilitarlo? Para el otro, la calle con una recomendación, no hagas nada malo, por lo que más quieras no violes más.

Es lo que hay. Alguno dirá que no se puede objetar nada, está escrito en la ley. Ley para unos y para otros en función de quién se es y de qué se quiere proteger. Pero blandir la ley en este caso es lo mismo que resaltar en fluorescente el texto de un trovador medieval. Con una diferencia, al menos una de las dos podemos cambiarla.

Lástima que estos políticos nuestros sean unos incapaces formidables. De patio de colegio, a la hora de escoger jugadores para un partidillo de fútbol no sabrían ponerse de acuerdo ni siquiera en como empezar los turnos. Se irían los veinte minutos discutiendo para nada.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

Y pienso que

Si em dius adéu,
vull que el dia sigui net i clar.

Que tinguem sort - Lluis Llach



es una lástima recorrer unos miles de kilómetros para morir. Ya he dicho recogido aquí alguna vez la evidencia de que la muerte es fenómeno que atañe a uno solo. Que no hay modo de escapar, que no hay forma de afrontarla en compañía de otros, pues aunque los otros te tomaran la mano para hacerse presentes, ellos se quedarán, al menos de momento. A la muerte se llega como a la vida, completamente solo.

Yo hablo sobre ella de vez en cuando quizá para que cuando llegue me trate como a un viejo conocido. Que me sea tan poco hóstil que marchar con ella no parezca tan malo. Aunque la espero para dentro de muchos años, he llegado al firme convencimiento de que no voy a ser eterno.

En realidad los vivos estamos rodeados de muerte. La hay por todas partes, en los informativos, en la prensa y hasta en la calle. ¿A quién no le ha tocado de cerca? ¿Quién no la vio aparecer buscando a alguien? Quién no se dijo entonces que la vida vale tan poco...


Leo hoy que aquel rumano quería regresar a su país a cualquier precio. El precio en realidad eran 400 euros, pero no los tenían. Así que decidió hacerse ver en las televisiones quemándose a lo bonzo, prendiendo sus ropas empapadas en gasolina. Hay imágenes de todo ello. Y no sólo fotos, hay un vídeo en el que se pueden ver las llamas vivas a su alrededor.

Su familia, su esposa y su hija gritaban fuera de sí. Unos policías intentaban quitarle la ropa y que rodara por el suelo. Consiguieron ambas cosas. Aquel hombre quedó prácticamente desnudo a los ojos de la cámara, y se fue caminando hasta un rincón junto a la pared de un edificio como no sabiendo que más hacer. Como abandonando el escenario mediático para dejar sitio a otro. Dejando los focos que alumbran al protagonista para esperar simplemente por ver qué ocurre.

Y se le veía de pie. Allí sin una sola muestra de dolor pese a tener el cuerpo quemado en un 70% de su superficie. Estaba serio pero con la apariencia de quien ya dio todo el espectáculo que estaba dispuesto a dar, como si aquellas quemaduras no fueran con él, no fueran en su propia carne. Y puede ser que el dolor de entonces por vivo le hubiera nublado la conciencia.

Por su aspecto parecía una persona que acabara de salir del arroyo y buscará entre las piedras la ropa seca para volver a casa. Claro que alguien debió llevarlo hasta el hospital cuando se apagó el piloto que advierte la grabación y allí quedó ingresado en estado crítico hasta hoy mismo.

Mientras tanto alguien con una empresa en Cuenca viajó hasta Valencia para ofrecerle trabajo en ella. Un inmigrante que se hacía cargo de sus circunstancias por haber vivido algo parecido hace unos cuantos años. Intentó contactar con la familia pero le fue imposible. No hubo forma pese a sus esfuerzos. Así que se volvió con su oferta y sus buenas intenciones por donde vino.

Su familia quedó cerca hasta hace unos días, hasta que resueltos los problemas que hacían inviable el viaje emprendieron camino de regreso a Rumanía. Hoy el Consulado rumano dice que ellos les hubieran ayudado de haber conocido el caso.

Los médicos les habían advertido que existía la posibilidad de que el hombre falleciera durante su ausencia, pero ellos no debían creerlo como yo no creía que aquel hombre junto al muro fuera el mismo que había devastado su cuerpo unos segundos antes por intentar conseguir, sin garantías, un puñado de euros que costearan el viaje con los suyos.

Ellos ya están donde querían. Han vuelto a un pasado mejor. Él ha muerto hoy. Es apenas un titular de la descarnada prensa del día. Ha logrado reunir los 400 euros y le ha costado la vida nada más.

En el artículo no pone su nombre y yo no lo recuerdo. Desde el día 4 de septiembre en que se quemara ha transcurrido un mundo. Un montón de muertos sin nombre y sin causa.

Quizá uno de los mayores hallazgos de la vida sea el amor. No sé si en su acción había amor para dar lo que no podía dar de otro modo, pero sospecho que en la escapatoria de estos otros no lo había. Había nada más interés en llegar a casa cuanto antes.

martes, 18 de septiembre de 2007

De anuncios

Y por mi parte sobra el arte,
lo que me das, dámelo bien.

Morena mía - Miguel Bosé y Julieta Venegas.



A veces me gusta comentar la publicidad, es bien sabido por este que suscribe estas letras y todas las demás. Menos aquellas que se han demostrado equivocadísimas con el tiempo. Aunque en lo referente a la publicidad no ocurrió aún. Soy muy bueno para detectar engendros televisivos, me entran por el ojo como un rayo y algo en mi cerebro se activa para que imperceptiblemente mi boca pronuncie: Engendro. Y suelo tener un porcentaje de acierto tan elevado que es raro que a estas alturas no me haya fichado a comisión por engendro hallado el defensor del consumidor televisivo, que es una figura de importancia tan capital que si no existe habría que crearla.

Como no podía ser de otra manera entre los nuevos hallazgos se encuentran viejos conocidos. Me refiero, obviamente al erizo de los seguros. Todos los anuncios en que participa son especialmente irritantes por una razón, la personalidad del erizo irrita más que afeitarse con sus puas. Yo nada más que lo veo estoy deseando que se encuentre con su enemigo natural, que en su caso es cualquier otro ser vivo que no cobre por figurar con él en el anuncio.

Ya reconocía yo hace algún tiempo que me hubiera gustado cruzarme con él, una vez en mi vida habría bastado, una vez en la suya, puedo jurarlo. Vamos que si yo fuera la mengana del gimnasio que hace bici mientras él corre en la cinta me iba a faltar tiempo para ponerle unas mancuernas de sombrero. Y si no lo hiz nadie aún es porque seguro que el bicho tiene conchabados a los mazas que te dicen como hinchar las venas levantando el peso, con un jugoso contrato a descontar de los daños a terceros. Y uno puede morirse de ganas por lanzar al erizo por la ventana, pero hay pocas de que unos cuantos amantes de la testosterona te pateen el culo.

Y eso que soy capaz de reconocer que la culpa no es del erizo, al menos no por entero, aunque su personalidad y la mía sean incompatibles. La culpa es de los ingeniosos creativos que han decidido hacerlo protagonista de todos los anuncios. Estos creativos, estoy casi seguro, deben trabajar a jornada partida ideando de tardes los de Telefónica.

Pero no quisiera dejar a Rizo, que así se llama, fíjate que bien pensado, sin comentar el anuncio en que aparece tumbado en un diván con un psicólogo, que sea dicho todo de paso, no sorprende en absoluto. El erizo está necesitado de un psicólogo como primer paso, inmediatamente anterior al internamiento en un sanatorio o en un zoo, a elección del especialista.

La cuestión es que nuestros aplicados guionistas decidieron darnos ese anuncio en parte con el acento de Pucela, es decir sin acento ninguno y otra parte en argentino. Lo que está bien porque nos recuerda lo bien que hablan los argentinos el castellano, pero que hace que el anuncio sea bastante incoherente, sin reparar claro en que lo que se tumba en el diván es un erizo al que según dice, persiguen las mujeres. Por la plata, dice. Será para dejarle caer un medallón como el de nuestros baloncestistas en toda la cabezota, como una mancuerna de gimnasio. Lo peor de todo es que subyace que al erizo le deben pagar bastante bien, seguramente mejor que a un humano. Y aún querrán que corramos a contratar los dichosos seguros.

Pero mi olfato infalible para los abortos televisivos ha detectado un espécimen nuevo y especialmente aterrador, y no lo protagoniza Rizo, aunque estoy seguro de que si así fuera no resultaría peor de lo que ya es. Hablo de ese en que aparece un chaval que grita de cuando en cuando ¡Caramelo! hasta que por no matarlo lo envían al psicólogo ¿dónde si no? Y allí se encuentra a dos tarados como él que dicen galleta y no sé que más. En fin que las tres cosas juntas componen una merienda prefabricada y con fecha de caducidad para mucho más adelante.

Obviamente cuando uno se encuentra con anuncios de este calibre llega a la conclusión de que no se desechó ninguna idea. Que todas se dieron por buenas. Más o menos como yo en este espacio. Pero maldita sea, este espacio lo leo prácticamente yo solo y algún amigo de visita de cuando en cuando. Está abierto al mundo pero oculto en la maraña inmensa de Internet, menos visible que encontrar a Wally en una de sus viñetas atestadas. Así que los creativos de este engendro mayúsculo tienen tardes la mar de fructíferas. Vamos que sacan petróleo del fondo de la basura. Deben estar con cámara nueva y locos por rodar hasta el crecimiento de la hierba.

Ni que decir tiene que para rodar estas cosas uno ha de estar verdaderamente necesitado de aparecer en la pequeña pantalla. Yo creo de hecho que esto podría observarse como una forma de prostitución algo evolucionada. Desde luego si a mí me ofrecieran participar en un despropósito semejante me negaría en redondo. Porque si el creativo que ideó tal majadería tenía la mitad del cerebro (la parte que dedicamos a pensar) fosilizada por un exceso de fármacos o por falta de uso, ¿dónde me colocaría representar personajes tan espeluznantes?

Yo creo que al mismo nivel que él. Y con lo que le gusta a la gente hablar. Me iban a poner verde.

lunes, 17 de septiembre de 2007

El topo

Es senzill si jo puc, si tu vols.

Verges 2007 - Lluis Llach



Esto de hoy tengo que contarlo. Sospecho que hoy me gané un rinconcito del infierno, aunque fue sin querer. Charlaba animadamente con un cliente y estando en esas le observo una mancha gris en la camisa blanca inmaculada. En el pecho como recién llovida. Así que yo que soy todo amabilidad salvo cuando despotrico desde este rinconcillo, se lo advierto al tiempo que le alcanzo el primero de mis kleenex. Le digo textualmente:

- Toma que ahí, ... una paloma.

No di más detalles, que yo me cuido mucho de decir determinadas palabras en publico aunque haya confianza suficiente (más que la que tuvieron los nuestros ayer en el partido).

Este que se mira hacia la camisa y me dice muerto de risa que aquello es una figurita bien menuda de la virgen. Y me lo dice santiguándose congestionado por la risa. Yo no me lo podía creer, había confundido aquella figura plateada bien parecida, con aquella forma de cónica, pero él estaba a metro y tanto, y yo lo miraba algo desde abajo, en fin, no sé.

Luego además estuvo quejándose del kleenex que yo le había alcanzado. Era el primero de todos y vale que tenía las esquinas algo arrugadas, pero qué quería, ¿qué se lo planchara?

Yo obviamente me quise meter bajo las piedras. Fue la gota que colma el vaso y la prueba enésima de que me estoy quedando topo perdido.

Así que en estas vacaciones que están esperando mi llegada, a la vuelta de la esquina, voy a hacerme unas gafas finas de presentador de telediario. Si puedo y tú quieres. Y unas lentillas para salir de noche, que ya se sabe, todos los gatos son pardos.

La victoria

Com t’ho podria dir
perquè em fos senzill, i et fos veritat.


Amor particular - Lluis Llach




Dice el Marca en su edición de hoy algo así como que nuestra selección de baloncesto ha perdido pero ha ganado. Pues no señor mío. No es verdad.

Yo no he podido seguir todo el Eurobasket a mi pesar, porque no logro sintonizar la Sexta y la gente de esta cadena pasa muy deportivamente siquiera de contestarme el mail que envíe pidiendo algún tipo de información. Y eso que la dirección la ponen muy grande y muy en negrita para que les escribamos. Serán mails más que nada para archivo. O por si los pide la FIA de las televisiones si la hay, que va haciendo falta para poner paz en el altercado de Mediapro y Sogecable. Incluso aunque fuera tan chapucera como la Federación Internacional de Automovilismo, que por tener las manos atadas y por no cargarse el espectáculo se conformó nada más con tocar el bolsillo y en anular los puntos de los constructores que debían ser lo más importante y que por lo visto no importan a nadie en absoluto.

Yo solamente pude seguir la semifinal contra Grecia y la final contra los rusos. Y lo hice por Internet que en la práctica supone verlo con la misma claridad con la que se atiende por teléfono a un tartamudo. Pero me sirvió al menos como esbozo para darme cuenta de lo tendenciosa que es la prensa siempre, pues algunos observan el resultado como un triunfo porque según dicen sirvió para que los valientes jugadores de la elástica nacional se ganaran el corazón de este país. Vaya tontería más grande.

La verdad es que los nuestros con todo lo buenos que son, perdieron, no ganaron. Quedaron segundos porque no fueron capaces de ganar a una selección muy inferior. No perdieron pero ganaron, perdieron a secas.

Rusia era inferior simplemente porque los nuestros eran mejor de la A la Z, en todo. Pero ocurre, que les dio una pájara a lo Chava Jimenez. Que era un ciclista que siempre contaba para ganar aunque nunca ganara nada. En su caso el pasado no importaba, estaba en las quinielas del éxito en cada carrera para ir en ellas de pájara en pájara, quizá porque era de los pocos que no se dopaba...

Pero ¿qué le ocurrió a la selección entonces? Que les pesaba el balón a casi todos como si estuvieran lanzando sandías contra el aro. Yo no sé si el cansancio les venía de jugar tan de seguido, o si les dio una parálisis física que les impedía hasta correr con normalidad, de verdad que durante el encuentro hubo varios momentos en que pensé que más de uno estaba simplemente enfermo, aquellas caras extenuadas, Gasol particularmente estaba a punto de desencuaderno. Y con aquella barba tan poco vistosa. Lo cierto es que los hermanos Gasol han puesto esa moda de barba poco cuidada, y era verlos en los tiempos muertos junto a Navarro y al propio Pepu Hernández y se le venía a uno a la mente los hospicios en los que pernoctan los vagabundos de las películas.

Con franqueza creo que a los nuestros les pudo la presión. Y la presión la sintieron a nivel mental más que físico aunque se tradujera en aquellos rostros contraídos y febriles. Se sabían mejores que Rusia, pero de repente hacer una canasta se convirtió en un imposible. Más de uno debió pensar que para qué tirar sin creer que aquello va a entrar. Es llamativo el caso de Navarro, por el que tengo que confesar que no siento la más mínima simpatía, que siempre me pareció un tragón dispuesto a lanzar hasta las manos, y con ese lanzamiento suyo tan falto de estética, sus célebres bombas. Ayer Navarro desapareció por falta de confianza. Les faltó a todos salvo quizá a Garbajosa que tiene más carácter que el resto juntos y a Calderón que ha crecido mucho como jugador.

El equipo se cortocircuitó en ataque y en defensa. Y a pesar de que el baloncesto tiene mucho de partida de ajedrez, la estrategia es fundamental siempre, nosotros tuvimos ayer un seleccionador tan fundido mentalmente como los propios jugadores. Incapaz de encontrar una solución que no fuera dejarse llevar por si apareciera la inspiración. Por si de súbito la cosa cambia a mejor sin ton ni son. Y lo más curioso es que ese "no hacer nada" ya lo había practicado también en las semifinales, pero entonces vinieron bien dadas. Se alcanzó un final feliz al que no había que buscar explicación, pero esas soluciones que son lanzar una moneda al aire por azarosas son insuficientes. No basta confiar en que por ser mejores despegaremos tarde o temprano.

Las manos se convirtieron en mantequilla al sol. Las transiciones un pasatiempo sin convicción. España perdió porque dejó de creer en el triunfo, porque no tuvo al líder que se carga al equipo en la espalda en los momentos de zozobra. Todos esperaban que llegara otro al rescate, quizá lo esperaron de Gasol, pero Gasol no está cómodo con tanta responsabilidad. Después de todo es muy bueno,

pero no Michael Jordan.

domingo, 16 de septiembre de 2007

Irremediablemente solo

Deja que te espere a la puerta de tu casa,
un minuto me hace falta,

luego me voy para siempre.


Adiós - Jarabe de Palo



El problema de Fernando Alonso es que se ha quedado solo. Y su soledad a estas alturas es irremediable.

Ya no tiene marcha atrás, porque los pasos dados han ido, uno a uno, empeorando las cosas, dejándolo más y más solo. Leo que camina por el paddock como un fantasma. No habla con nadie, solamente con su padre, con su representante y quizá con Pedro De la Rosa al que no consideró nunca como un rival porque no tenía volante y por tanto no podía hacerle sombra.

Y este estado de las cosas es cuánto menos sorprendente, al menos para el ciudadano medio de la calle que aspira a poco más que tener un entorno agradable la mayor parte del tiempo. Que está dispuesto a alegrarse por el bien ajeno porque no ha de darse a costa del propio ya que uno puede sentirse recompensado sin agravios por compararse con nadie. Existe lo que podríamos llamar solidaridad suficiente para alegrarse por el bien ajeno tanto como para lamentar las desgracias.


Probablemente en algún momento se haya preguntado acerca del momento en que la espiral le llevó a su situación actual. Y fue la suma de pequeñas cosas aunque hubo una primordial. Fernando Alonso doble campeón del mundo, 25 millones al año, no era tratado como tal, era uno más. O peor aún, el último en llegar, el forastero en busca de un sitio. Ni siquiera se le tenía en cuenta lo mucho y bien que había trabajado para desarrollar el competitivo coche de este año. Los británicos, ansiosos por tener una estrella se habían encontrado sin querer con un joven de color, pionero por tanto en el exclusivo mundo del automovilismo y que daba tan bien ante las cámaras como el propio Tiger Woods o el mismísimo Michael Jordan, como un héroe romántico de sonrisa franca y exquisitos modales.

Y además conocido por su mentor, Ron Dennis desde los 13 años. Un niño prodigio por tanto. Y ganando apenas medio millón al año, pero lo más importante, tan bueno conduciendo, sino mejor que el arrogante Fernando Alonso. Ese español que desafiaba el ridículo de hacer los pajaritos por amor y que creía que era el mejor de largo.

Lastimosas eran sin duda sus explicaciones sobre la telemetría y los reglajes, quejándose públicamente de que sus aciertos fueran estudiados en profundidad por su compañero y sin embargo rival. Ocurría así siempre y en todas partes, no era distinto en Renault. Pero si Hamilton podía copiar su mayor conocimiento del coche no habría distancia entre ellos, que era una forma encubierta y no querida de reconocer que pilotando, con la pista por delante aquel novato, producto del mejor simulador de carreras del mundo, era tan bueno como él.

Ocurre sin embargo que en esta larga odisea las cosas no resultaron del todo como se esperaba. El camino había comenzado imbuido en el disimulo de alegrías compartidas, como una cortina de humo, pero no podía durar. Pronto la sonrisa de hizo mueca, y más tarde se llegó al punto exacto en que disimular no vale la pena, no hay vinagre que no cambie la cara. No hay funeral que no entristezca, no hay rencor que no resienta. Se llegó al tú o yo, a la ruptura total de un matrimonio que nunca fue de conveniencia.

Pero de repente los actores se salieron de sus papeles para representar otra cosa. Matices nuevos que rompían con la impresión establecida. De pronto Hamilton dejó de ser aquel muchacho lanzando besos en el Motorhome, abrazando mecánicos en el éxito de todos. Con la algarabía propia de un premio en una administración de lotería. Porque los éxitos de Hamilton siempre fueron los de todo el equipo como los de Alonso fueron más de Alonso que de ninguno. El chaval se atrevió a desafiar por radio a Ron Dennis y con ello quebró la baraja que le había dado las mejores cartas. El prodigio risueño mostraba un rostro distinto. Y llevaba al equipo ante una sanción de los comisarios de carrera que era como muchas otras un auténtico desatino. Porque en la fórmula 1 está visto que las sanciones se improvisan primero y se les da fundamento después, aunque el fundamento no sea otra cosa que recogerlas en papel por si pudieran repetirse exactamente en las mismas circunstancias y con los mismos actores.

Entonces Alonso pudo sentirse más fuerte. Él también se salía del rol que se esperaba. Porque lejos de victimismos que habría comprendido cualquiera supo quedárselos para él y su entorno. Al contrario aparecía más concentrado que en toda la temporada, conduciendo sin los errores del pasado y que habían sido novedad precisamente por ser un piloto con los nervios de acero.

Pero fue nada más un repunte fugaz. La suerte de Fernando estaba echada. No había vuelta atrás porque la distancia era ya insalvable. Fernando Alonso vivía en una isla a la que le empujaron precisamente cuando más quería ir.

En mi humilde opinión Fernando Alonso abandonará McClaren al finalizar la temporada porque la convivencia en el equipo es imposible. Y se irá habiendo ganado su tercer título mundial simplemente porque es mejor piloto que Hamilton todavía. No creo que a estas alturas vayamos a asistir a la sorpresa de verlo claramente perjudicado por el equipo.

Será un gran campeón, pero me temo que no se lo van rifar.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Un punto en el mapa

Podéis destrozar todo aquello que veis,
porque ella de un soplo lo vuelve a crear,

como si nada, como si nada.

Manzanita



Ayer volví a poner un mapa para contar mis visitas.

Hoy leo que los padres de Madeleine parecen más culpables que ayer. Se dice que pudieron lanzar el cadáver de la niña por la borda del yate de un británico amigo. Yo que no soy una portera no quiero acusar a nadie. En verdad soy tan reservado que apenas cruzo palabra por mi casa. Voy de habitación en habitación con el tiempo justo para reflejarme en los espejos como alguien mudo. Sin embargo yo estoy en este caso con las estadísticas que dicen que rara vez se da un secuestro en un edificio habitado, y no es que lo diga yo, es que lo dicen las estadísticas de la policía portuguesa, de la que no dudaremos a estas alturas, habida cuenta del trabajo de alta costura que fue abatir al engendro solitario que se ocultaba tras la peluca y la metralleta. Aquella policía tan ibérica como la nuestra y quizá con mejor reputación tiene todos mis respetos pese a un único borrón, no haber caído con sus 6 robustos mazas sobre los tres magníficos cuando decidieron el destino de las bombas en su, por lo demás, turística visita a las Azores.

En verdad que para hacer hincar la rodilla a José Mari no se necesitaba la fuerza hérculea del gimnasta que entrena haciendo barras como Gervasio Deferr, bastaba una indicación de George W. Y aunque no soy un experto en los políticos del Reino Unido, la intuición me dice que el recién reconvertido al catolicismo, más vale tarde que nunca, el insigne Tony Blair era en política internacional tan plegable a los designios de ultramar como nuestro carismático líder Aznar. Vamos que eran los perfectos compinches que jamás pudiera imaginar la embebida cabeza de analista militar de George Bush. Capaz de perder al ajedrez jugando con una reina por cada peón del contrario.

Digo aunque sea por decir que me va cogiendo pinta la familia McCann de ser culpable. En la humilde opinión de esta portera esta gente tiene además el gravamen de ser especialmente monstruosa, pues al desliz de un accidente si es que lo fue unieron querer salir de rositas, orquestando con tanto ruido como pudieron una campaña que los tuvo viajando aquí y allá logrando adhesiones, que no eran en realidad hacia ellos, sino hacia aquella niña apenas que miraba la vida desde el fondo de unos ojos de dibujo animado.

En esta caso no sirve aquello de que la verdad les hará libres. O quizá sí. Puede que descubiertos en sus miserias, cuando por fin la verdad resplandezca encuentren ellos la paz de no deber nada. Porque entonces quizá estén ansiando el castigo que restituya de algún modo y en el lenguaje de los hombres la justicia de esa pequeña vida arrebatada.

También puede ser que ellos sean inocentes, y que el pálpito de esta cabecita que llegó sin nada que decir sea un error, como tantos otros. Si fuera así anticipo una disculpa, después de todo no soy más que un puntito en el inmenso mapa. Sin más libertad que la de aflojar aquí lo que me viene en gana. En el fondo uno quiere equivocarse, porque equivocarse en este caso es confirmar que la niña sigue viva,

ojalá.

miércoles, 12 de septiembre de 2007

La super araña

La próxima vez le salto encima.

Con lo que eso duele - Joaquín Sabina.



¿He contado lo de la araña?

Creo que fue anteayer cuando me iba a dormir. Suele ser bastante temprano, sobretodo los fines de semana que salgo tan poco. De hecho se comenta y sino merecería comentarse que debo estar entre los primeros del pueblo entre las sábanas. Creo que hago podio tras un niño de pecho y alguno otro aquejado de anginas. No exagero un ápice, que a veces me ha ocurrido el ir a cerrar mis contraventanas para llamar la oscuridad más absoluta y parecerme oír en la calle la risa de un niño que aún pasea. Puede incluso que la risa sea porque sospecha que estoy levando anclas hacia el nuevo día.

El otro día enganchado al teléfono antes de acostarme y reparo en que hay una sombra en la pared junto al armario, me acerco pero no demasiado. Es una araña tan grande como el puño del niño con anginas, como la palma de la mano con las patas al acecho. Realmente tan grande que como dato diré nomas que sus patas eran tubitos huecos, es decir se veía a través que circulaba el aire por ellas, eran como largas cañerías transparentes.

Lo cierto es que el bicho era bastante acojonante con perdón, y ni siquiera movió el bigote cuando removí unas mochilas que tenía cerca para hacer espacio, por si tenía que sacar el tanque para cargarmela, siempre tengo algunas bolsas por ahí en medio para tropezar, pero le debí parecer un enemigo menor, como a mis contrarios en una pista de tenis. No se inmutó en absoluto. Probablemente debía estar esperando que cayera en su red, que si le llevó algún trabajo confeccionar debía ser el paño de un globo aerostático. Pero la red no la vi, cortedad de la vista supongo.

La cuestión es que tuve que zanjar con urgencia la llamada para inventar una estrategia que me permitiera dormir a pierna suelta y sin preocuparme del libre acceso a mi yugular durante el sueño. Sí reconoceré que a punto estuve de hacerle una foto e incluso iniciar una video llamada con el 3G para que fuera público y notorio el enemigo al que me enfrentaba.

Pues si tanta fama cosechó en su día "El hombre araña" que no se diría de una araña del tamaño de un hombre, prácticamente. Después de todo el tal Spiderman era más hombre que araña, con lo bueno o malo que eso supone. Sin embargo este bicho era una araña descomunal y aunque no la trate apenas, sospecho que sin sentimientos. Vamos que de esas que si hace prisioneros es porque no tiene hambre todavía. De la que te deja macerando para que te hagas poco a poco como un remordimiento.

Pero a la postre preferí hacer de la heroicidad algo íntimo, y si lo cuento aquí es en la certeza de que no me lee casi nadie...

Pero si el enemigo era temible, daré las gracias que yo también iba armado, y bien armado me permito apuntar, que cada uno lo coja por donde quiera, pues colgar el artefacto telefónico ya tenía la zapata de andar por casa en la mano. Como si fuera una manopla, pero cogiendo la alpargata justamente por el talón para darle más recorrido a la puntera en el golpeo, los tenistas expertos saben a qué me refiero. Así que me situé más o menos en le hueco dejado por la mochila y lance un golpe certero y en mi opinión poderoso contra el bicho, aunque apenas le hizo mella, pues nada más cayó al suelo para iniciar una escapada aturdida o quizá un contraataque después de que me confiara una pizca; no le di tiempo suficiente, en cualquier caso, ni para una cosa ni para la otra. Pues mi segundo ataque, reforzada mi propia fuerza por la de la gravedad, supongo, fue a estrellarse entre las patas, que todo el mundo sabe que es nuestro punto más débil. Así que el depredador quedó más bien recogidito, con las patas mirando pa dentro. Lo mismo que el puño de un avaro.

Entonces me hice con el cadáver para no dejar pistas, no fuera el más pequeño de una familia de super arañas, para que piensen acaso que fue por tabaco y no volvió, como el perro que fue a comprobar la primitiva, que a quién se le le ocurre enviarlo. A esos menesteres debe ir uno mismo, resulta obvio.



En fin, al irlo a transportar sin ceremonias hasta el excusado reparé en que sus dichosas patas eran huecas y el bicho la araña más grande que yo haya visto.

Una vez en el aseo fue un coser y cantar. El chorro de agua lo debió llevar dondequiera que va todo aquello. La verdad; no quiero saberlo.

martes, 11 de septiembre de 2007

Perdiéndose

Envejecer es irse perdiendo de vista.

Bosco



Yo estoy principiando la vejez. Es un juego que no tengo maldita gana de jugar, pero se juega sin necesidad de invitación. Lo más curioso es que yo sigo viéndome más o menos igual, como si no hubiera pasado el tiempo. Probablemente ocurre que el espejo me engaña, o quizá sea cosa de esta miopía incipiente, en la que me voy adentrando como en terreno conocido, la vida es repetición y yo vuelvo al punto de partida de dos ojos que no alcanzarán para más de un palmo de terreno. Que es más de lo que tengo a día de hoy. Me adentro en la miopía como en la edad inevitablemente y sin querer.

Porque la cuestión principal de la vida sería preguntarse para qué sirve. Como hacen los niños que son tan elementales como para buscar una razón para cada causa. Para qué los años, ese pasado que se esconde bajo la alfombra porque está sin estar. Ya no lo ves y sin embargo incluso sin testigos sigue presente.

Yo que soy ante todo un teórico de mis propias ideas, porque soy inútil para retener las de otros, tan capaz de olvidar mi propia experiencia para no volver a estrellarme, tan iluso tantas veces, tan crédulo, tan pendiente de mi propio pensamiento, he llegado a una conclusión. Aunque no es cierto que haya llegado, llego ahora, en este instante, en este minuto, como un tren que partirá, la vida sirve para acertar unas cuantas veces y fallar otras muchas. Y lo mejor de todo es tanto de las unas y las otras se sobrevive. Y si no se sobrevive no ha de importar demasiado. Entonces ya no.


Particularmente yo, que estoy empezando la vejez porque ya nadie me confunde con un veinteañero ni aunque mi mirada pudiera contener tanta gratitud como no tuvo antes ninguna, he venido a darme cuenta de que ya tengo un buen puñado de cosas de las que arrepentirme. Y no son cosas grandes ni graves. Son cosas pequeñas.

O lo fueron en su momento aunque quien sabe si no hubieran cambiado la vida entera. Sé cierto que los años que quedan van a ser un rato apenas. Y hoy me gustaría tener la máquina del tiempo de H.G. Wells o la de Bosco para acudir a la guardería como un fantasma y buscar al niño que fui, para aprender como era cuando me comportaba de un modo que no puedo recordar. Quiero ver a ese niño otra vez porque las fotos no bastan.

Quizá un día quiera esa máquina para llegar al día de hoy. A este 11 de Septiembre precisado en el tiempo para recuperar mis pensamientos de treinta y dos vividos y es que la vida conlleva irse perdiendo, como si nos fuéramos dejando quienes hemos sido detrás de la niebla.

En realidad estamos yendo hacia delante, siempre hacia delante sin saber qué será de nosotros.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Eres

No habrá tiempo,
no habrá olvido suficiente

para olvidarte del todo.


Anado

domingo, 9 de septiembre de 2007

El llorón

Un día la vida echará abajo tu puerta,
rendida acorralada te pedirá cuentas,

por este fracaso,

por haberme mentido.


Déjate convencer - Ismael Serrano



Leía en el Latino esta mañana, como acostumbro los fines de semana. Y se me viene la camarera diciéndome que cómo tan temprano, a lo que respondo que más temprano los días de diario (entendido por los dos como entre semana). A lo que me dice que ya lo sabe, pero que ayer siendo "La Guía" (fiesta local) estaré de resaca. A lo que respondí que yo ayer no salí. Y entonces no sé porque pero ocurrió que me terminó dando vergüenza no haber salido. Creo que un día me arrepentiré si es que lo que hago es malgastar esta juventud escasa que me queda, sin salir de parranda suficiente, a decir verdad, casi nada.

Soy como un viejito en el cuerpo mozalbete de un atleta, poco más o menos.


Me acabo de dar un baño tan relajante que no sé si no terminaré durmiéndome en la silla, y la cosa tendría mérito porque esta es una silla bastante incómoda. Diseñada supongo para soportar el peso mientras dure una comida bastante frugal, de una manzana por ejemplo. No para sesiones maratonianas de ordenador que perdió la portabilidad por tener que estar tan cerca del módem externo que da Internet como para que llegue al conector y este a la entrada de teléfono. Aunque hoy no hubo sesión larga, apenas un rato removiendo contenidos de la web de Menuts del Món. Porque hoy me fui a la playa, puesto que el sol ha llegado dispuesto a no dar tregua, así sea para que yo deje de quejarme. Como si hacerlo fuera a cambiar algo.

Me he dado un baño relajante, con música de fondo. Y al levantarme he detectado que el agua del grifo no caía más que templada pese a lo girado de la llave a la izquierda. Sospecho que puedan estar fallando de nuevo las resistencias, confío en que la reparación reciente tenga alguna garantía, Por descontado que los costes de aquella reparación estructural de la caldera corrió a cuenta de mi casera. Las resistencias no eran suficientemente resistentes. Yo creo que sí, que estas cosas tienen garantía si quien las hace dice ser electricista...


Leía esta mañana que George Bush quiere hacer mucho dinero cuando se retire y ya no sea el primer mandatario del planeta. Casi seguro que sí, que lo hará. En esas anda Jose Mari de presi de la FAES que es un país en si mismo, a su imagen y semejanza.

Confesaba Bush, tiernamente, a un periodista de su agrado que es muy llorón. Ahí donde lo ves vestido de aviador en el portaviones inmenso para pasar revista. Que llora mucho, dice, y que no soporta las malas noticias. Y en esto yo le tengo que dar la razón, si yo fuera Bush estaría llorando todo el día, que sería poco para lo que debe llorar su señora esposa, claro que igual no, puede ser que uno y otro sean tal para cual. Y quizá lloren por eso, por la suerte de cruzarse por los pasillos y en la alcoba.

Por otro lado si las malas noticias lo hacen llorar debe ir el hombre como un alma en pena por la Casablanca, llenando el despacho oval de lágrimas de papel. Es un comandante en jefe bastante blando. Poco propicio para un ejército de Rambos de última generación que sienten las piernas en vez de el cerebro. Y es que a mí me parece y ya lo he dicho alguna vez, que si en un país de 230 millones de habitantes vas a escoger de presidente a un padre y a su hijo, entonces o algo no funciona o estás contando un chiste. Para eso prefiero, a todas luces, a Vargas Llosa nacionalizado de barras y estrellas. Que igual será una calamidad en el gobierno, pero al menos las noticias te las dará tan bien dadas que hasta las malas tendrán el consuelo de su prosa.

Aunque para cerebros el de George, él llama a los australianos austríacos y da lo mismo. Porque ellos se sienten identificados y saben que habla de ellos en las Convenciones, de la OPEP o de lo que sea. Si al final todo eso no importa. Probablemente el exceso de bebida le dejó algo desconectado, de ahí su dificultad para tragar galletas, supongo.

A Bush no conviene enfadarlo con pequeñeces, que lo mismo invade un país que se parte el pecho en sollozos. Y a su papá ni mentarlo por si las moscas.

Pero lo peor de todo es que el hombre reconoce leer 87 libros al año. A mí me parecen muchos.

Para que luego digan que leer es bueno.

sábado, 8 de septiembre de 2007

El empedrado

Sobre el oscuro abismo en que te meces.

Manolo García.



Leo esta mañana al solecito de este septiembre que no tiene nada que envidiarle al agosto que hemos tenido, leo digo El País en su edición de papel, en Internet han decidido dejar de cobrar por visitarles. Supongo que han tenido Prisa para tratar de enjugar la distancia insalvable en cuanto a visitas y lectores que les llevaba la edición digital de El Mundo. Antes querían tocar el bolsillo por dar noticias, ahora las regalan para ganar importancia. Han reculado. Han corregido porque les salen las cuentas igualmente. La duda que queda es cuántos pagaban efectivamente por leer esos artículos vibrantes de literatura que suelen ser un calco de lo que cuelga la agencia EFE para el mundo entero.

Decía que hoy he leído a Luis Aragonés echar la culpa al empedrado. Y es que al bueno de Aragonés no le gusta que haga viento en Islandia. El control de balón se hace difícil, y nuestra superioridad técnica se ve mermada. Viene siendo tónica habitual para nuestra selección de super-estrellas nacionales que tengan que vérselas no solamente con adversarios mal encarados y con ganas de reivindicarse (precisamente contra nosotros), sino también contra los elementos que siempre nos son adversos. Cuando no hace calor en exceso, llueve, y otras veces es el viento y el frío, como esta noche, aliados incondicionales de los islandeses.

Y es que es nuestra condición de Goliat al que las circunstancias no dejan mostrarse pleno de facultades. Dice el redactor que pedir que no haga viento allí es lo mismo que pedir nieve para Sevilla. Por eso se queja Aragonés, porque en el fondo lo que él quería era jugar en Sevilla, siempre allí y siempre con Manolo el del Bombo animando, al que le fracasó el matrimonio porque su unión con la roja era más importante y eso no hay mujer que lo entienda, al menos ninguna que no haga la vida pegada a un bombo.

Aragonés es sabio de Hortaleza y experto por tanto en tirar balones fuera. Y la prensa está que se sube por las paredes porque a este paso van a tener que empezar a repetir titulares para unos partidos que parecen siempre el mismo. Gracias que Luis improvisa un corte de mangas a sus centrales, reparte butifarras y peinetas, dispuesto a coger por las solapas a quien sea, así sea blanco o negro de mierda. Siempre tiene un as en la manga, una razón de peso que haga eterno el puesto de seleccionador sin examen. Por eso, porque se la están jugando y han perdido más de lo que podían a estas alturas, el hombre mira al cielo para quejarse del viento. Lo tenemos todo en contra y aún querrán que ganemos.

Están locos.

viernes, 7 de septiembre de 2007

El acordeón

Vivo encima de un Cajastur enfrentado a un Banco Santander. Los empleados del primero, me dicen, son un ladrillo. Los segundos están en todas partes, porque el Banco Santander, ahora Santander a secas, es el banco de Botín, como dice un amigo "el que más botines tiene". Anda este amigo haciendo la guerra contra todos, que colecciona billetes de 5 deshechos o casi deshechos para irlos despachando en lugares de en los que la botellita de agua se vierte al vaso por tres euros. Que se pelea con las operadoras telefónicas porque le llegan cargos improcedentes y quiere volverse a usar tarjetas prepago aunque yo le diga que eso no conviene, que las llamadas son mucho más caras. A veces en ese talante furibundo convertido en risas en la trinchera me veo yo mismo. Y pienso que quizá estoy en el camino de ser alguien parecido. O quizá ya lo soy, con treinta años menos.

Pero no vuelvo para hablar de este Manuel, que daría para bastante más. Vuelvo porque quiero contar lo del paisano que toca el acordeón debajo de casa, al lado del Santander de los botines. Hoy me di cuenta de que es un virtuoso, y conste que un sábado hace pocos me puso la cabeza como un bombo, que salía yo con el teléfono en la mano jurando a mis interlocutores que aquella melodía llevaba sonando toda la mañana, convencido además de que aquella era una sola, y que la repetía en bucle sin descanso. Que me decía muy bicho que iba a bajar a darle algo para que se cambiara de sitio. Que amanecer y permanecer la mañana entera sostenido de acordeón es similar tortura a haber sufrido una gota de ácido cayendo entre los ojos abiertos. Y si no hay escapatoria a la migraña este hombre estuvo muy cerca de echarme de mi propia casa.

Pero hoy me despertó de la siesta con el acordeón, y al poco cruzó la calle una banda festejando las fiestas de la Guía, y se oía llegar la música de las gaitas, y la gente cantando al unísono "Por la calle de Alcalá...". Así que el acordeón se vio pronto superado por el ruido del gentío. Y debió dejar el hombre quieto un rato el repertorio para ver pasar la procesión, que hoy sí estuvo fino. Que tocó de todo y muy bien interpretado. Pero según se alejaban de nuevo por la calle, camino de la ermita supongo, volvía el acordeón tímidamente, sin pedir permiso pero alzando de nuevo un rumbo. Y yo que había permanecido ajeno, de cortos pasos por mi casa, abrí las ventanas del balcón y me asomé pensando que era tan bonito como una de esas bandas sonoras de película. Y me di cuenta de que la vida es una película a la que no le falta de nada. Eso sí, con todo lo vivido no sé bien si comedia o drama.

La esposa

Sobre los tejados se duerme la tarde.

Carbón y ramas secas - Manolo García



Se estrecha el lazo para encontrar culpables a lo que pasó con aquella niña. Nadie sabe aún si la mataron o la secuestraron al menos hasta hoy. Con los secuestros ocurre que son siempre por definición algo temporal, aunque algunos duren tanto como los de la cría aquella que pasó con su secuestrador 8 largos años antes de poder escapar en un descuido. O aquel tan desgarrador que mantuvo a Ortega Lara al borde de la muerte bajo una gran máquina industrial. Al salir Ortega Lara volvía de una tumba en la tierra y casi destruido por entero. En realidad lo peor de los secuestros fuera del trato que el sujeto reciba por supuesto, es la incertidumbre acerca de cuánto durará y si acabará en liberación o muerte. Lo peor es que le quita a la persona la libertad de decidir sobre su destino. Se convierte en marioneta para aquellos que la retienen y que dejan de considerarla persona supongo, para poder pegar ojo por las noches.

El caso es que la niña desapareció de su cuarto un día 3 de mayor mientras sus padres pasaban una apacible noche cenando entre amigos. Quien entró o los que lo hicieron, ignoraron a los dos hermanos que dormían a un paso y se la llevaron, se llama Madeleine o se llamaba si aún corrió peor suerte, lo están investigando en este instante. Dice el periódico que la policía va a procesar a la madre porque encuentran indicios sólidos de estar implicada en la probable muerte accidental de la pequeña.

Si esto fuera cierto nos encontramos ante un caso triste, extraordinario. Estamos hartos de leer en la prensa acerca de malos tratos a menores, en estos días se publica el caso de una cuidadora que mató a una niña a base de golpearle la cabeza. Obviamente estos casos difíciles de entender en seres racionales sino no son debidos a una ofuscación temporal no son tan raros. Hace algún tiempo nos comentaron otro de un notable ejecutivo español en Londres, que mató a su hija porque no le dejaba dormir, estresado por justificar todos los días el millón de euros que ganaba al año.

Pero este caso sería extraordinario por una razón. Ella, asesina accidental o no recibe la cobertura del marido. Se alinea con ella para denunciar el secuestro en medio de una lealtad sin fisuras. Conocedor con toda seguridad del destino de la niña si esta hubiera resultado muerta para desgracia de ambos.

Algunos matrimonios recién estrenada la paternidad se andan preguntando, medio de broma medio en serio, acerca de a quién se quiere más, a la propia pareja o a los hijos de ambos. Y se contestan con una respuesta que vale nada más para hoy. Mañana podría haber cambiado.

En este caso la respuesta del marido no admite lugar a dudas. Él la eligió a ella para pasar la vida entera por encima de cualquier otra consideración. Todo lo demás ocupa un lugar secundario. Si en la vida hay que escoger una compañía para el viaje él lo hizo de veras. Lágrimas en privado para salir incólumes. Ya lo dice Manolo García en una canción, y las canciones son pedazos de vida entretenidos con música:

Nadie te querrá tanto como yo.

jueves, 6 de septiembre de 2007

Tarugos

La vita è bella.

Nicola Piovani.



Hoy quiero hablar de tarugos. Y yo he sabido siempre cómo son, por razones obvias, siempre hallé uno al otro lado del espejo, y no hablo con un exceso de humildad, que de haber exceso sería solamente de franqueza, lo que ocurre ahora es que encontré otros cuantos, llamativos por ser quienes son y por estar donde están, y los reconocí por referencias pero con la seguridad de hallarme entre los de mi especie aunque no mezclado con ellos. Como una cría de elefante reconoce la manada al volver de enjugar la trompa alegremente en el barro. Ocurre, sin embargo que estos tienen menos humor que yo, y a mí rara vez se me ha pedido que sea infalible, supongo que porque los que me conocen saben de la falibilidad de mi infalibilidad, o sea de que en mí toda infalibilidad es imposible. Por eso me contenté con ser todo lo bueno que pudiera, y los demás se contentaron con eso; lo dieron por bueno.

En resumidas cuentas, soy tan válido como cualquier tarugo dispuesto a expedir certificados de estupidez, aunque me falten lecciones para expedirlos de incompetencia, pues para determinadas cosas quizá me faltó formación o interés pero no voluntad, que no fui de los que dejó algo malamente adrede, y no discutí las horas por llegar a buen puerto. Y de estos otros, tan distintos, se colige ante todo falta de voluntad o un exceso grave de incompetencia. Quizá las dos cosas armónicamente juntas.

Sin necesidad de imaginar es fácil pensar que un tribunal encargado de confeccionar un examen de tipo test con 100 preguntas para una oposición de tipo A lo hará con solvencia y sin errores. Son después de todo gente preparada, sabihondos de código al dedillo, sobretodo si para la confección de dicho examen se dispone de varios años, es decir que no tenemos el tiempo puñetero pegado a los talones, apremiante.

Por no hablar de la posibilidad de recurrir a exámenes anteriores, de otros años, de otras convocatorias, para coger de aquí y allá al menos un puñado de preguntas si es que la tarde se está haciendo larga y hay ganas ya de volver a casa. ¿Por qué cuánto tiempo puede llevar crear un examen?

Pero ocurre, en este país ocurre, que da lo mismo disponer de tres o cinco años para confeccionar 100 preguntas de tipo test sobre un temario de 150 temas, o bien es que esta gente lo deja para última hora, tan saturados de trabajo andan, o sencillamente el resultado final se la trae al pairo.

Los aspirantes a secretario judicial, que es de esto de lo que hablamos, se presentan, hacen el examen y si tienen algún motivo de queja reclaman que el tribunal revisará lo que haga falta. Así se llega a una determinación que lamentablemente no es novedosa. Los estudiantes tienen razón; una de las preguntas tiene dos respuestas correctas entre las 4 ofertadas. Esto no puede ser. Siendo así llega la reparación, y es fulminante.

ESTA PREGUNTA NO CUENTA
(por consiguiente tampoco ninguna de sus respuestas)

Es una solución muy madura. Olvidémosla, hagámonos la ilusión de que no ha existido. Obviamente esta medida lleva consigo consecuencias, algunos pasarán a estar aprobados gracias a ella, pues el error los eliminaba, conviene recordar que en estos exámenes errar en la respuesta conlleva restar puntos a la nota final, ante la duda les conviene dejar la respuesta en blanco; y otros, los acertantes, alguno al menos, se verá fuera de la convocatoria porque necesitaba de ese punto para llegar a la nota de corte.

Los estudiantes pagan los errores con el suspenso. Y no es baladí lo que hablamos, son años de sus vidas. Comprenden de enero a diciembre. Poner el contador a cero para volver a contar ¿Y éstos? ¿Sus errores sirven para algo?

Y así es como funciona. Algunos dirán, y no les falta razón, que probablemente estamos ante el caso más grave de incompetencia que se viera nunca. Porque contiene el agravante de no haber sabido preparar correctamente un examen para el que algunos dedican noche y día estudiando. Gente que no hace otra cosa, que gasta dinero en preparadores que ven así la hucha rebosante en B que sirve para comprar lo mismo que el otro. Gente que pierde la salud y la moral tras tantos años repitiendo temas en voz alta, con la mente al borde del colapso y con la voluntad férrea de creer en si mismos. Mucho más que en los otros, desde luego.

Pero es así de cierto, como la luna en la noche o las estrellas. Los miembros de este tribunal son meramente incapaces de diseñar un examen sin errores, incapaces de hacer una selección de preguntas irrebatibles, ayudados por la experiencia, los temarios y tantos como son, ni disponer de años para su confección. El tiempo en este caso es enemigo, porque supongo que los invade de pereza. O quizá creen que el sueldo no da para esforzarse tanto, o quizá sospechan que alguien que los observa vendrá al rescate, quizá parando las máquinas impresoras para corregir preguntas y respuestas.


Luego ocurre que nos llevamos las manos a la cabeza por el funcionamiento de la justicia, y creemos ciegamente que la justicia existe, y que si alguien persigue a un humorista para pagar con cárcel una caricatura es porque ese alguien está loco, por figurar o ser reconocido.

Pero ocurre que no hay nada infalible. Que estos de larga toga son tan malos como nosotros. O quiza peores;


se creen buenos.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

Pocas palabras

Lo que soy me recuerda a ti.

Anado.

martes, 4 de septiembre de 2007

El querer

Suben p´abajo, bajan p´arriba.

Me llaman calle - Manu Chao



El mayor problema del querer es que se comporta como algo autónomo, como algo que no tuviera que ver con uno mismo, como un capricho. Pero maldita sea cuando el capricho por querer es arrojarte al abismo, cuando quedas a los pies de los caballos.

Cuenta Miguel Bosé que no hay un corazón que valga la pena. Lo cierto seguro es que no hay uno que no tenga o haya tenido algún problema. Y para algunos problemas de corazón no hay marcapasos ni by-pass que resuelva.

Los males del corazón se pasan en cuarentena de espaldas al mundo. Sudando la gripe con un torniquete en el cerebro para no ver lo obvio. Es lo malo, y lo es para todos, como dice Manu Chao: "mi corazón no es de alquilar".

Estamos perdidos.

lunes, 3 de septiembre de 2007

Nadando

¿En quién podía confiar?

Vanilla Sky



Llego a nado del último albúm de Manu Chao. Vendría flotando, pero me pesa el cuerpo demasiado.

Tengo dicho que hoy iba a ir a la piscina para comprobar que sigo a flote, pero no ha podido ser, y no por esta voluntad mía caprichosa tan capaz de cercenar la intención de tantas cosas que a veces me quedo como un paralítico de intenciones, con las ganas justas para ver pasar las horas como uno de esos ancianos que retratan las películas, sentados en una silla de jardín al tráfico de una gasolinera de paso entre sitios muy distantes. Y es que hay que reconocer que a veces las horas no son algo que tenga un principio o final, ni siquiera eslabón, a veces los días caben en apenas una, de manera que hacer planes sería perder el tiempo por perder, al fin, perdido.

Pero hoy no dejé de nadar porque me venciera la pereza de recorrer el trecho hasta la piscina, que es razón suficiente para que me quedara a punto de ir muchas veces, si no fui, juramentado como estaba, fue porque esta gente de la piscina tiene también derecho a darse vacaciones de pisar la piscina, por pisar alguna, supongo, que ellos no gestionen.

Así que inválido para reventar candados, forzar cerrojos o abatir puertas decidí acercarme a la oficina nada más por un rato. Luego he pasado la tarde en casa. Sin asomarme al verano que ha llegado en Septiembre sin un buen pretexto que dar, esperando que lo recibiéramos con aplausos por esperado.

Querido amigo, tan tarde ya no nos vale.

domingo, 2 de septiembre de 2007

El verano

Vivir sin ti es vivir muriendo.

El Kitapena - Manu Chao



Oiga usted si me puede contar dónde se fue el verano. Pues donde todos, a esa almohada inmensa repleta de plumas del pasado. Con éste ocurrió, no obstante, que se fue casi sin sentirlo, casi como si no hubiera ocurrido. Como una tarde transcurrida en la inopia de los sueños.

Hemos llegado a septiembre que es la bandera a cuadros que anticipa lo poco que queda de año, de este 2007 que se fue, como el verano, demasiado rápido.

Es evidente que el tiempo es una máquina que necesita de cierto rodaje para llegar a transcurrir enteramente a pleno rendimiento, ese periodo es la infancia que ocurre como una mañana de sol en la orilla de la playa, el minuto detenido en el murmullo de los que se dan confidencias a dos pasos, el calor abrasando la cara en la atmósfera perpetua de un domingo que no se acaba por culpa de la mañana.

Sin embargo el tiempo como un tren a medio camino entre dos estaciones termina por coger una velocidad tal que da vértigo. Y si no la sientes es porque no te arrimas al precipicio de caer en la cuenta. Enfrascado en minucias intrascendentes con su propia condena, la de perder importancia.

Sin embargo tiene este tiempo algo de tiempo perdido, o quizá sea que no habré de acordarme de este fin de semana, isla desierta entre lo que fue y lo que será.

En realidad hoy vine por no ir a la piscina de la que no escaparé mañana. Llegué aquí para acercarme algo a las 2 de la tarde, para que el rato que queda sea insuficiente para llegar hasta allí para nadar. Para que ir ya no merezca la pena.

Ayer tuve un sol descarado y certero, pero no tenía ya ganas de playa. Era mi venganza inútil contra las nubes que han desaparecido ahora. Antes cubrieron de lluvia el paraíso.