domingo, 31 de agosto de 2008

De nuevo, Annlea

Pasan de largo los terremotos.

Por el bulevar de los sueños rotos - Joaquín Sabina














Ayer descubrí una aplicación de la que había oído hablar, pero nunca la había descargado. Simplemente imaginé que era una versión mejorada del antiguo PHP-Nuke. Y en parte es así, solo que la mejora es infinita.

Por todo ello y porque la gente que conocí lo merece, estoy decidido a lanzar Annlea de nuevo a la red, en un portal nuevo y capaz de casi todo. Ya he admitido que me veo incapaz de nada creativo. Nada más sé ya contar mis chismes y mis fobias en este blog. Pero ahí radica la razón del origen de "Annlea", no es para mí, sino para quien quiera contar.

Poniendo en antecedentes sí contaré que tras dos años pidiendo explicaciones en varios idiomas a los italianos que mantienen la web en su servidor, he recibido noticias hace unas fechas. Claro, se acerca el período de renovación, está ahí, en octubre. Por fin sé por qué tenemos bloqueada la base de datos, porque nuestros datos sobrepasaron el umbral contratado. ¡Tan sencillo y nunca antes contestaron! Pues se paga la ampliación ¡faltaría más! La lógica dice que cuando a uno le ofrecen un servicio así de malo debe ir corriendo a buscar en otro sitio, pero lo cierto es que mientras no renueve y amplíe con ellos no tengo acceso a los datos de la web, y no quiero que se pierda ni una sola coma.

Me llevará algún tiempo construir el nuevo portal, pero no me falta entusiasmo. Ha sido siempre mi mayor valor.

Con decir que esta mañana me desperté a las 5:30 de la mañana ante el ordenador...

sábado, 30 de agosto de 2008

Jacko y el escolta

Leave me alone.

Leave alone - Michael Jackson



Luego dicen que Michael Jackson está loco. ¡Por supuesto que lo está! ¿Pero no está igual de loco este mundo y estas gentes que lo poblamos y lo despoblamos?

Ayer un escolta de un concejal del Partido Popular tuvo a uno de sus escoltas de discusión acalorada en la estación Abando de Bilbao. Que digo yo que este concejal podría ser algo conciliador y haber terciado como Moisés separando las aguan embravecidas para calmar a ambos hombres. A un lado su escolta en su versión más voceras, al otro el jefe de seguridad privada de la estación, demasiado enfrascado en la discusión para vigilar nada más en todo el recinto. Con ellos también otro escolta que si actúo como intermediador con razones de peso:

- Cálmate que no quiero tener que dar explicaciones a la policía.

Frase extraordinaria y que bien podría salir de los labios de un capo de la mafia. Mientras el concejal leyendo el periódico en el Bocatta, mientras le llegan nítidos los gritos de afuera, en la puerta del local.

La gente asustada de ver a aquellos hombres discutir de aquel modo aunque en ese instante la cosa se pone aún más fea y pasan a mayores. No a pegarse a puño descubierto, sino a mucho mayores, desenfundan las pistolas y como en el lejano oeste, no tan lejano, se tirotean tanto como pueden mientras las gentes que esperan el metro se tiran al suelo aterradas por la situación y por la posibilidad de recibir un disparo. Pero no a todos les da tiempo, a un paisano que pasaba por allí le llegó el disparo al brazo antes de caer por los suelos, aunque el otro escolta falto de reacción al principio pero hábil ahora, siguiendo el manual y su propio instinto de supervivencia pudo poner a buen recaudo a su concejal, no sé si abalanzándose encima o introduciéndose ambos por un estrecho pasillo que diera a una salida de incendios como en las películas. Hizo lo fácil y por lo que le pagan, alejar a su protegido de los disparos, aunque los disparos los diera, parece que todos los que se hicieron, su propio colega de profesión, que como los cowboys es rápido desenfundando y disparando, con una precisión milimétrica de borracho al volante.

Tras dejar al guarda jurado malherido en el suelo cuentan que bajó con tranquilidad pasmosa las escaleras mecánicas. ¿Dónde iría? ¿A tirar la pistola en el retrete?

Luego no me extraña que el concejal se quejara. Yo con menos pongo hojas de reclamaciones.

- "Es injustificado e intolerable que gente que se supone que está para velar por la seguridad de los demás se dedique a resolver sus discrepancias a tiros. Es una locura".

A lo que añadió que su escolta era una persona "educadísima y profesional".

Yo diría más de tan educada se le está cayendo la educación a pedazos, como escamas, y más profesional no puede ser. Vamos que si en su trabajo en vez de llevar un revolver llevara una bomba nuclear hacía desaparecer la ciudad entera.

Así las cosas... ¿qué más da si Michael Jackson cumpliendo los 50 camina por la vida vestido como un adefesio y tapándose el rostro con los pelos?

Es obvio que no está bien de la cabeza, pero si todas sus rarezas son ponerse tiritas en los dedos, operarse la nariz hasta reproducir el agujero negro del universo en su cara, dilapidar una fortuna de cien mil millones de las antiguas pesetas y pasar por un bicho raro sin capacidad de adaptación a la vida humana, sobretodo adulta. ¿Qué más da?

Lo único que lo perdonaremos es el abuso de menores. Pero no sabremos nunca qué pasó. El dinero tapó las bocas y las quejas de los que reclamaban. ¿O fueron los jueces? De una forma u otra el dinero lo arregló todo. Todo lo que el éxito había provocado. Nunca se dio un éxito tan grande ni hizo tanto daño. La sombra del artista devoró a la persona.

Y dentro de unos años, no para nosotros quizá, pero si para los que vengan detrás solamente quedará el artista.

Uno de los más grandes de todos los tiempos.

viernes, 29 de agosto de 2008

El messenger

De vez en cuando lejos,
de vez en cuando cerca.

Un poco de amor - Shakira



Anado dice:
Rodríguez Menéndez se ha fugado
Anado dice:
juas
Anado dice:
ha ido a la policía y se ha hecho el pasaporte
Anado dice:
pa salir del país
Anado dice:
jejeje
Susana... dice:
y se ha ido..
Anado dice:
aún lo están esperando en la cárcel
Anado dice:
:D
Susana... dice:
jajajs
Susana... dice:
q fuerte
Anado dice:
si, pero había pedido cita en la policía pal pasaporte
Anado dice:
jejeje
Anado dice:
pa no hacer cola
Anado dice:
jejejee
Susana... dice:
y le dejan...
Susana... dice:
jajaja
Susana... dice:
lo q no pasa aquí, no pasa en ningún lado
Anado dice:
eso digo yo
Anado dice:
bueno xiqueta voy a protestar por lo de Menéndez al blog
Anado dice:
jejeje
Susana... dice:
:D
Anado dice:
que se me pasa el asombro y luego no vale
Susana... dice:
jaja
Anado dice:
un beset
Susana... dice:
besus

Hacer o no hacer

Quiero bailar un slow, with you,
como aquel...


Slowly - Luis Eduardo Aute



Llevan toda la tarde en el Congreso a vueltas con el accidente de Barajas. Hoy se ha sabido que los de Spanair estuvieron sopesando la idea de cambiar el avión, bajar a la gente y trasladarlos a un avión con menos taras, aunque todas estas fueran perfectamente válidas para hacer el viaje conforme al manual. Del mismo modo se sabe que los controladores aéreos de Barajas estuvieron sopesando cambiar la orientación de los despegues, para ponerlos a rodar contra el viento en vez de con viento a favor. Después de todo el manual dice que ese avión no podría elevarse con viento de cola de 10 nudos, y el día de autos el viento nada más rondaba los 9 nudos de cola. Por eso llevaban un rato pensando si hacer o no hacer. Lo malo de tardar en decidir algo es que mientras tanto ocurren cosas. La maldición del paso del tiempo no es el tiempo en si mismo, sino que pasa, está pasando, es transcurso. Mientras la duda persiste hay aviones que despegan. Mientras se duda si procede o no cambiar el avión se hace tarde y al final no se cambia. Demasiado trastorno, agravado con el paso de los minutos.

El reloj no perdona ni un solo segundo. Y estos años que vivimos no volverán nunca. El mismo verano actual ha pasado casi sin sentir. ¡Y mira que hubo vacaciones de por medio! Pero este anticiclón y esta borrasca han convertido los meses en más de lo mismo. Y apenas encontramos diferencias entre abril, mayo o agosto. Si acaso algunas lluvias más, pero aquí vivimos con una nube de visera. Y el año asoma ya su rendición, pasando con prisa ¿a dónde se cree que va?

Ya lo canta Miguel Bosé, hacer por hacer, hacer pa deshacer, y al final ni los unos cambiaron el avión ni los otros lanzaron el vuelo contra la sustentación del aire de frente en el despegue. Es la historia de las omisiones, que es nuestra propia historia, que el que no sea culpable de no hacer, de dejar correr el tiempo sin más, tire la primera piedra. Claro que nuestras omisiones no tuvieron graves consecuencias ¿verdad?


Yo gestioné, estos días, la migración a Vodafone ahora que aún tengo reciente en la retina el anuncio aquel de las gentes caminando sin ton ni son por la playa mientras cantan la canción de los elefantes que se balancean en la red de la telaraña. Temo que puedan llamarme para ofrecerme alguna oferta irresistible, aunque ya va a hacer dos días de mi primer movimiento, con lo que intuyo que mi gasto mensual no está moviendo grandes huestes a mi rescate de la competencia. Creo que van a hacer como todos estos.

Pensar en hacer, en medio del tiempo.

jueves, 28 de agosto de 2008

El error

Sentiste alguna vez, lo que es
tener el corazón roto.


Crímenes perfectos - Andrés Calamaro



Estamos gobernados por el error. Por una razón principal, todo alrededor tiende al fallo, tan lejos estamos de ser perfectos que casi nada de lo emprendido quedará bien, a lo más razonablemente bien que es un bien a medias, un bien pese a todo, pese a las circunstancias, al destino, al discurrir normal de las cosas. ¡Qué lejos de la la ingenuidad de cuando éramos niños! Entonces pensábamos que todo podía estar bajo control, y que intentar hacer las cosas bien iba a significar que saldrían efectivamente bien. Y que habría justicia porque la justicia era posible. También que dos y dos son cuatro y quizá esta sea, la matemática elemental, una de las pocas razones ciertas de la existencia, precisamente porque para el cálculo no hace falta razón, ni lógica, ni que yo me lo crea. Los demás designios se dan solamente algunos días más y otros menos, para algunos, fruto del azar y la providencia, o de un dios que nos dejó desvalidos hace demasiado. O por mejor decir solos en nuestra condición humana, tan mediana en su medianía y próxima al cataclismo.

Diría que el avión de Spanair fue reparado una hora antes de la catástrofe, pero no lo digo porque en realidad no hubo tal reparación, simplemente se desactivó la alerta en el panel de instrumentos para que no inquietara al piloto por más tiempo. Le quitaron la corriente eléctrica que lo alimentaba y le dieron vía libre para volar. Es lo que ponía en el manual. Con ese defecto se puede volar hasta diez días sin exponerse a sanción. No me digas que si esa alerta que informa de la temperatura exterior no tendrá su importancia ahí arriba, cuando a 900 metros de altitud el avión cruza el cielo a 50 grados bajo cero. Pero dicen que en verano aquello no es tan importante. Que el manual permite volar con eso estropeado.

Ahora también se descubre que tres días antes el sistema de reversa del motor derecho fue desactivado. Es decir, los aviones utilizan en su aterrizaje tres elementos que detendrán el vehículo tras una desaceleración desde 300 km/hora. Uno, la reversa, que significa poner las turbinas del motor a expulsar el aire por delante en vez de por detrás, o sea contra el sentido de la marcha. Dos, los alerones que se levantan para dar mayor resistencia al viento, y tres el freno en las ruedas. Es decir, uno de los tres componentes estaba descompensado porque funcionaba el de un lado y el del otro no. Dicen ahora que eso da igual, que se puede volar con ello estropeado como también se podría haber volado con uno de los dos motores averiado o incendiado, que los aviones están preparados de sobra para todo ello. Aunque me cueste creer que lanzarían a la pista un avión que echara llamas por el motor ya desde antes de despegar. Sin embargo lo pone en sus manuales y lo ejercitan en simuladores cada dos por tres para practicar. Esas cosa pasan y no han de suponer el derribo del avión, por si solas no. Si acaso como una suma de fatalidades. Además añaden que, si acaso ese elemento afectaría al aterrizaje, siempre y cuando la pista de destino no sea suficientemente larga, siéndolo supongo que el fallo se compensa con recorrer más metros para lograr detener el aparato. Sin embargo resulta que el motor del avión lo han encontrado con la reversa que tenía averiada funcionando a pleno rendimiento, lo que no deja de ser llamativo pues es en teoría solamente funciona en tierra y no despegando. Así que hay dos opciones plausibles, o bien aquello saltó porque sí y arruinó el despegue, pues su puesta en marcha explicaría que el avión se fuera hacia su derecha o bien la pulsó el piloto intentando abortar un despegue que en ese instante era forzoso. También pudiera ser que se hubiera activado del golpe contra el suelo, aunque esto sea muy poco probable, no tanto que se hubiera desprendido, pero sí que se hubiera activado. En conclusión, de nuevo el avión se ponía en el aire con otro componente averiado, pero no como para que se vieran en la obligación de repararlo o cambiar el avión. El manual manda.

Hemos conocido también que hace unas semanas el mismo avión "Sunbreeze" tuvo otro problema despegando en el extranjero, que el piloto decidió abortar también en primer término el despegue. Y al final será verdad que volver al aparcamiento desde la pista es lo más normal del mundo.

Pero tras lo vivido uno saca la conclusión de que no se hizo nada, se dio aire al asunto y el avión fue lanzado a la pista siguiendo el manual que dice que un avión se puede enviar con su carga de personas y maletas al aire aunque le fallen unos cuantos dispositivos. Luego el avión se cayó y 154 personas murieron. Algunas personas denuncian que hay aviones volando en muy malas condiciones, con compartimentos cerrados con cinta adhesiva y silicona, mientras los que deben darse cuenta no se enteran o hacen como que no pasa nada. Casi nunca pasa.

Ese es quizá el mayor consuelo y a la vez el mayor temor. Ya se dio antes, cuando aquel asesino mató a aquella niña, que los tribunales aparecían atestados de papeles e incapaces de dar salida a tantos casos, con una justicia retratada como un proceso lento y sin control. Entonces una magistrada miraba a la cámara y decía que lo raro es que estos casos no se den más a menudo. Que para quien conoce en profundidad el estado de las cosas no es de extrañar que estemos siempre al borde del desastre. No será raro que lo que hoy nos hace llevarnos las manos a la cabeza se repita.

Ahora, tras los arduos trabajos para identificar a las victimas se ha dado el caso equivocar los féretros en el momento de la entrega, así que dos familias han incinerado los restos de una persona que nunca conocieron. Cada familia incineró los restos del pasajero de la otra familia.

Una equivocación más en la suma. La de los errores evitables e inevitables que componen nuestras vidas.

lunes, 25 de agosto de 2008

El temor

Ya puede caernos encima un diluvio de estrellas.

Slowly - Luis Eduardo Aute



Aquí estoy a punto de comprar el billete de avión, ida y vuelta a Madrid para el fin de semana del 5 de septiembre, aprovechando que el 8 es el día de Asturias. Y ya sé que no es un buen momento para comprar billetes de avión, por lo que todos sabéis. El precio del carburante se ha disparado y todo eso. Y también porque se cayó a medio despegar el vuelo de Spanair, y después han cancelado 6 vuelos más como si fuera lo más natural del mundo. Se dirigen desde Barcelona hacia Lanzarote y paran en Málaga como si tal cosa, para reparar algunos detalles del avión, que impiden, al parecer, que prosiga camino normalmente hacia su destino. La compañía lo presenta como el pan nuestro de cada día, lo más normal del mundo. Debe ser que antes no nos enterábamos y ahora sí. De forma que a los inquietos pasajeros les da un abanico de soluciones, devolverles el importe del billete, alojarlos en un hotel hasta arreglar de estas niñerías el avión defectuoso o traer de algún hangar otro de la misma marca y sin taras, o en su defecto intentar colocarlos en los aviones de la competencia (que se estropean menos o lo hacen más discretamente), y también para aquellos que se rinden al pavor de intentar volar de nuevo la posibilidad de proseguir trayecto en cómodos autocares al mando de prudentes conductores, que nunca chocarían con nada a exceptuar si acaso, el tubo hueco que conforma el andén en la estación de destino.

Aunque por lo que se lee en la prensa no parece un problema de Spanair en exclusiva. Las cancelaciones por motivos técnicos se están dando a pares, y crece la sospecha de que en realidad estén aterrados ante la posibilidad de que lo que antes daban por bueno no sea suficiente para mantener los aviones en el aire. Y que tras la muerte de tantos hay un aviso para los que quedan, para que la catástrofe nunca más se repita.

Yo siempre he sido contrario a echar culpas hacia todas partes por ver a quien alcanzo, que mis enemigos siempre han estado muy localizados, mis fobias son un mapa con las fronteras bien delimitadas, sin embargo ahora va y resulta que echar la culpa de todo al gobierno no va a ser tan descabellado. Así se colige de la noticia que dan sobre un inspector de vuelo expedientado muchas veces y vuelto a readmitir en su puesto de trabajo forzosamente y debido a las sentencias de los tribunales, muy a su favor, así que alguna razón tendrá. El hombre llegó a denunciar a la ministra de Fomento porque no sancionaba a las poderosas compañías aéreas y ponía trabas a las inspecciones.

De manera que al final el gobierno tiene la culpa de que los aviones ahora no parezcan seguros. Que parezca que uno se pone en riesgo cierto al coger uno. Tiene culpa de que se haya rebajado el nivel de rigor y exigencia en la puesta a punto de los aviones. Y esto no sería malo si no tuviera consecuencias nunca. ¿Tiene la culpa acaso de que 154 personas hayan muerto a estas horas? Entre ellos varios niños.

Los intereses económicos y los chapuzas gobiernan el mundo.

Dream, dream, dream

Parece que el corto verano se acaba.

Slowly - Luis Eduardo Aute


La mezquita azul de Estambul

sábado, 23 de agosto de 2008

Sin pensar

La vida y la ilusión se van.

Rosa gris - Duncan Dhu

jueves, 21 de agosto de 2008

El avión

Mentira comanda.

Mentira - Manu Chao



Llevo dos días repitiendo interiormente una letanía corta e insistente: Vaya putada.

Se me llena la boca y me siento vacío. Hace un mes era yo el que hacía escala en Madrid camino de Valencia para cenar en el McDonalds de la T4. Normalmente cojo los vuelos sin prestar atención al resto del pasaje, sin embargo me acuerdo del chaval que nos tocó al lado en la vuelta desde Estambul, que comió el menú sin dejarse una pizca. Y el horrible accidente de Barajas me ha dejado el poso de lo fugaz de la vida, y del sin sentido de vivir para morir tan caprichosamente.

¿Acaso no pude ser yo? ¿Por qué no ibas a ser tú?

Entonces reparo en esa colombiana que salvó la vida milagrosamente porque salió disparada del asiento 9b hacia el lecho de un río, y pienso que suelo ocupar esas filas yo también, aunque suelo preferir ventana para ver la velocidad hasta el despegue y el paisaje desde arriba. Pero no tengo noticias de supervivientes que escogieran ventana, ha habido tan pocos. Si sé que el despegue siempre lo di por hecho, como si no tuviera ninguna dificultad, siempre pensé que alcanzada determinada velocidad aquello ascendería sin esfuerzo. Todo lo contrario que con los aterrizajes, ¿cómo detener una máquina tan grande sobre unas ruedas tan pequeñas cuando unos minutos antes cruzaba el aire a 900 kilómetros por hora? ¿como hacerlo sin que ruede por la pista destrozando las alas desnivelada?

Ahora sé que la mayor parte de los accidentes se dan en el despegue, y que como presentía el chaleco salvavidas y las instrucciones de seguridad al abordaje no servirán para nada.

Tengo el miedo íntimo de sentir que a aquella gente a la que se les anunció la posibilidad de un cambio de avión no se les concedió por no hacer demasiado tarde cuando se está yendo ya con retraso. Y no digo que nadie presintiera que los ponía en riesgo al lanzarlos al aire en aquel vehículo, solo pensando que ya se había perdido demasiado tiempo valioso. Como lo es siempre cuando hablamos de horarios de vuelo y de carburantes. Y tengo el temor de que la gente encargada de la seguridad haya descuidado la forma de hacer su trabajo. De que miren hacia el avión charlando de otras cosas, sin la atención suficiente. De esa manera despreocupada en lo fundamental y en lo accesorio con lo que caminan tantos por la vida.

Hoy en la oficina comentábamos la posibilidad de vernos en otra igual. Que cuando vamos a salir a pista, esperando turno por la torre de control, nos desvíen al hangar para una reparación de emergencia. Nos imaginábamos dentro mientras reparan y luego cuando dan el visto bueno y nos vuelven a sacar hacia la pista de despegue. ¿Alguien se atreverá a decir que no se fía y que quiere bajarse? ¿Te imaginas quitándote el cinturón de seguridad y remontando el pasillo para decir que traigan la camioneta de la escalera porque tu te bajas? ¿Verás las caras de incredulidad del resto del pasaje? Un hombre ayer puso un mensaje a su familia diciendo que no le habían dejado abandonar el avión. Que le dijeron que se sentara. ¿Era un loco? ¿Cómo actuar la próxima vez? ¿Bajando aún riesgo de saber que tu vuelo llego sin novedad 90 minutos más tarde y que tu te quedaste buscando a cuanto comprar un billete nuevo? O creerás como creemos siempre que no hay problema. Que si había un problema desapareció. Lo resolvieron porque son profesionales perfectamente preparados.

¿O es que nadie está realmente preparado para nada?


Dicen que se tardará un año en saber las causas. Es demasiado difícil para ellos llegar a una conclusión. Las cajas negras, el papeleo, los peritos. Son así, no pudieron ser mejor de lo que son, es todo lo que hay.

Recuerdo mirar hacia atrás en el avión y verlo atestado de gente. Nadie lo piensa. Pero podríamos morir todos.

Estamos vivos y nos miramos. Yo hacia atrás por encima del asiento, tu mis ojos delante a muchas filas de distancia. Dos desconocidos...

... dos muertos iguales.

martes, 19 de agosto de 2008

Soledad

Yo te encuentro solita por la calle.

Djobi Djoba - The Gipsy Kings



Una tarde en el mercadillo callejero de Pobla de Farnals me alejé tres metros de Sestea, que se había quedado mirando hacia un escenario que era apenas un tablón de madera a ras de suelo. La observé como si yo no estuviera. Como si ya no existiera allí. Como si ya hubiera regresado. Cambiando ese día por uno cualquiera de tantísimos por llegar. La vi de espaldas, con un vestidito amarillo y me pareció tan sola y desamparada. Anticipé un viaje cualquiera en que repitiera ese mercadillo ya sin que yo la acompañara y su soledad me rompió el corazón.

Le dije que por un momento la vi como si yo ya no estuviera y nos abrazamos emocionados. Ambos, disimulando entre la gente con la tristeza reptando por el alma.

Y yo no sé si la tristeza nace de saberla sola, si es por ella o por presentir mi propia soledad. Que se ha hecho a mi vida como un guante a una mano.

No sé si esas lágrimas fueron por ella, ternura sin tener donde asirse, por mí, uno tan solo, o por los dos.

Condenados a esperarnos.

lunes, 18 de agosto de 2008

El frigo y el jamón

Como lo pienso voy.

Soy - The Gipsy Kings



El tetra brik de zumo de mandarina natural se ha quedado congelado. Tenía un frigorífico lleno de hielo y ha sido descongelarlo y parece que lo hubiera comprado nuevo. Conste que el congelador estuviera lleno de escarcha era toda una ventaja, pues Sestea me rompió la puerta del congelador una Nochevieja que tuvimos visita y nos quedamos sin hielo pa los cubatas. Así que como es mu mañosa, estuvo golpeando con un cuchillo hacia todas partes y se cargó un alambre de sujeción y la puerta del congelador, se cae por su propio peso. Hasta que se hace hielo y es el propio hielo el que actúa de refuerzo pa la puerta. Aunque eso era antes, desde que lo he descongelado parece un frigo del último modelo, de tanto frío que da, y eso que es del año de mari-castaña. Que pa mirar dentro hay que encender la luz de la cocina, no tiene ninguna bombilla, aunque pa lo que hay que mirar. Ahora la puerta tampoco es problema, porque he logrado encajarla de tal modo que ya no se cae al abrir la del frigorífico. He conseguido anular la fuerza de atracción del movimiento repentino, la de vidas que se podrían salvar si lo trasladamos a los aledaños del metro y el tren, que no son pocos los absorbidos contra su voluntad por la fuerza de paso de la máquina que actúa del mismo modo que una puerta de frigorífico abierta de golpe.

Estoy pensando en comprarme un jamón, no sé si lo he mencionado ya. Le pregunté a mi madre si había algún truco pa elegir la pata, que no sé si los jamones son como los melones, pero sí vislumbro que un melón te puede salir malo y no sé pierde nada, además un melón si está frío puede tener un pase, pero si lo malo es el jamón me dirás que menudo negocio. Aunque, todo sea dicho de paso, el jamón que yo compraría no es ibérico de bellota precisamente.

Mi madre en vez de decirme trucos me ha dicho que no lo compre directamente, le parece que haría mejor si me lo compro ya cortado como vengo haciendo. ¡Si lo que yo quiero es cortarlo! ¡Que siendo así hasta parece que lo hubiera cazado! Dice que se me va a poner duro, que es tirar el dinero, no sabe que ya me han contado trucos para conservarlo, a saber: ponerle el trozo de jamón que se le quita al abrirlo como si fuera un gorrete, o se le puede poner un paño, es lo que se ha hecho en mi casa toda la vida, o como dice un compañero se le puede untar manteca de cerdo y conserva en tan buen estado como si siguiera pegado al cerdo y aún se dedicara a patear los montes el muy afortunado, o a dar pequeños pasos en la porqueriza el menos, como aquellos que hacen vida de reclusión en los distintos guantánamos donde los crían para matanza. ¡Cuánto hay que no conocemos! Mejor no preguntes.

A veces me pregunto acerca del sino de mi vida. Llegué ya a la conclusión de que me ocurren cosas que no me parecen del todo normales, y espero que esto no se entienda como que me doy importancia. Al contrario.

Salí el otro día de casa para ir a tomar un café temprano por la mañana. Este fin de semana largo fue. Vestía camiseta corta, pantalón corto y chanclas, de estas que metes el hilo entre el dedo gordo y su vecino en el pie. Hay que ver, como me molestaban y como me he acostumbrado de bien. Tan solo he necesitado unos cuantos días y ya no son ninguna molestia. Los dedos se han adaptado perfectamente. Según estoy bajando las escaleras, vivo en un primero no soy ningún héroe, reparo en que no he cogido un paquete de kleenex, que suelo llevar. Entonces pienso que no estoy constipado, que cuento con que seré capaz de beberme el café sin arrojármelo encima y termino de bajar sin volver atrás.

En esas que según salgo por el portal piso un charquito minúsculo y la chancla hace de catapulta con el agua y me va directa a la mano que acompaña elegantemente mi paso. Al notar la salpicadura y mirarla veo unos puntos de agua negros como el carbón. Y entonces me vuelvo a acordar del kleenex. Y me digo que soy así. Siempre a punto del arrepentimiento.

Y me vuelvo para arriba.

Total, no hay prisa para nada.

sábado, 16 de agosto de 2008

El repaso

¿Y qué pasa si son ellos?

¿Dónde están los ladrones? - Shakira



Nuestro equipo de baloncesto ha perdido con Estados Unidos por 37 puntos. A nadie le han metido un repaso de semejante importancia. Cualquiera que siguiera el nivel de nuestro basket en las Olimpiadas se lo podía imaginar. Aquel equipo perfectamente engrasado en el Mundial, que siempre tenía claro lo que debía hacer, se ha convertido en un puñado de albañiles, mientras uno trabaja los otros miran. Y sobre ellos el capataz, Aíto García Reneses que a falta de soluciones hace rotaciones, supongo que para que el espectador no odie a uno solo en exclusiva y tenga razones para odiarlos uno a uno por turnos, pues siempre parece que el que sale de nuevas es aún más patán que el que abandona el campo.

Hay dos jugadores sin embargo que son mis preferidos, a saber: Juan Carlos Navarro, que es un paquete al que alguien convenció de ser un fuera de serie con sus "bombas" y que es de los de esforzarse muy poco en defensa por estar fresco para lanzar a canasta todo lo que le llegue a las manos. Que no es hombre de gran fondo físico y debe esforzarse solo para aquello que valga la pena. Su juego es más de estrella que el de todos los NBA juntos. Dámela y resuelvo y tú te ocupas de los pormenores. Conservando además tiene la virtud de aquellos yugoslavos que metían todo lo que tiraban, es decir él sigue tirando, aunque las falle todas. Tiene razón, lo importante no es si subirá o no al marcador, sino su bella estampa elevándose en el aire, no importa si de tres o entrando a canasta. Con cada tiro una nueva ocasión de foto para el albúm de cromos.

El muchacho llega ahora de su aventura americana y tiene la cara de perdedor, como el que se despierta de un sueño para darse cuenta de que no es tan bueno como le decía su madre, aunque ella le vaya a querer igual si entran que si no. Sin embargo contra Estados Unidos se quiere reivindicar, porque no cabe en mente humana que regrese de la liga americana y quede alguien pensando que no era suficientemente bueno para jugar allí, quizá la liga fue lo que falló y no él. O acaso sus compañeros que no le pasaban el balón, se quejaba. Será porque prefieren meterla.

El otro es el hermanísimo Gasol, que juega a cámara lenta porque es un fondón discreto. Sin embargo es otro que nos quieren vender como un estupendo jugador. Será que los técnicos y entendidos de baloncesto no cuentan con que sigamos ningún partido. Como en los países en que los medios de comunicación viven secuestrados, y no es lo que pasa sino lo que se cuenta de lo que pasa. O tal vez tienen razón y es mala suerte de que al hermanísimo no le coja un partido bueno, aunque en todos parezca lento y marrullero.

Aunque puede ser que la culpa no sea de ninguno de estos dos, y el problema sea mío, que no tolero bien ver a los jugadores con calzado de color negro. Quizá porque en mis tiempos de Navarro yo lo llevaba del mismo color y el subconsciente me lanza advertencias en forma de recordatorio, una por cada canasta que fallé en mi vida, que fueron más que las que entraron.


Por otro lado no sé qué moda es esta que ha querido instaurar Pau Gasol de ir por la vida con pinta de mendigo. Con esa pinta enfermo y esa barba descuidada que paradójicamente seguro que cuida mucho. Supongo que es para dar una impresión de poderío y dureza mayor bajo los aros, ya que es abiertamente criticado por blando. En el centro de la zona y de espirítu.

Lo que ocurre es que Pau Gasol en verdad no es un líder, es simplemente el más alto del equipo. Y no le ha seguido en la moda más que su hermano, por razones sentimentales y quizá porque es el ejemplo en el que se mira.

Pero no deja de dar mala impresión verlos jugar juntos, con esa pinta de trogloditas escapados de la caverna. Que no seremos los mejores, pero tampoco parecemos los más limpios, y no me refiero en el juego, sino en la más básica higiene personal.

Dice Romay que nuestro seleccionador se guarda un as en la manga, quizá es que vamos convocar a Superman, porque sin él pensar en el oro es una quimera. Aunque visto lo visto puede que no lleguemos ni siquiera a disputarlo.

Hoy Estados Unidos nos ha pasado por encima, y no digo yo que estos americanos de músculos hinchados no vayan a dar todos positivo en los controles, si es que los pasan, que puede que estén exentos, pero es que nos espera Croacia, que es un país tradicionalmente talentoso y de mano caliente, y jugando al nivel que rayamos en el campeonato ganaremos si acaso por los pelos.

Vivimos un mundo de ciclos me temo, unos más afortunados van hacia arriba y otros van hacia abajo. Decíamos que la selección de fútbol debía aprender de la de baloncesto, y ahora... éstos deben intentar parecerse a lo que fueron.

Con eso nos contentaríamos.

El jamón y el libro

Conocer el delirio y el polvo.

Oleo de una mujer con sombrero - Silvio Rodríguez



Ahí está otra vez el tipo del acordeón. Va a estar mientras duren las fiestas.

Me he tomado el café y he estado leyendo el periódico. Me he asomado a la puerta del supermercado "El Árbol" pues estoy resuelto a comprar un jamón, se acabó comprarlo envasado si lo puedo cortar por mi mismo. Lo malo es que por mis indagaciones de estos días no lo venden con jamonero, ni con cuchillo adecuado por filo y tamaño. Esto último no es problema porque en una ferretería cercana ya tengo confirmado que los tienen, pero necesito el jamonero en defecto de alguien que me lo sujete, pues si ya es bastante difícil cortarlo sin rebanarse un dedo, más aún mantenerlo de pie al tiempo, y lo de colocarlo entre las piernas tiene un mayor riesgo, no vaya a herirme y ocurra que luego nadie me quiera.

Ayer me dormí pasadas las 2:30 de la madrugada, y la culpa fue de Ruíz Zafón y su libro "La sombra del Ángel". Un libro que es, a todas luces, peor que su novela "La sombra del viento". De hecho solamente hacia el final coge un poco de fuelle y engancha. Lo malo es que para mi gusto resulta algo artificioso, que es el defecto que encuentro a no haberlo entendido demasiado. Es decir traslado la carencia de mi intelecto a la falta de claridad del libro, que es remedio habitual entre las personas para los avatares de la vida. Hacer culpable de nuestros fallos a lo otro o a los otros. Se vive así tan bien...

No pretendo desmenuzar el libro ni dar información clave que descubra su trama restando interés a cualquiera con intención de leerlo y que ha llegado aquí por puro azar. De hecho si digo que alguien muere entre sus páginas no estoy diciendo nada grave. En casi todos los libros se da la muerte porque es razón que despierta la zona de las emociones y logra encender las alarmas del lector para que no olvide que esté en el medio de una vida con un punto final, como la de los personajes del libro con los que nos identificamos y que al morir sentimos como una herida.

Quizá por ello el escritor no debiera apelar a trucos tan sencillos. Y si la lectura es uno de los placeres de la vida debiera dejar de lado la muerte, respetando este tabú de los vivos que es no pensar en la muerte más que en los entierros y mientras bajan el cadáver a la tierra.

Si la lectura es entretenimiento y una historia es perpetuidad convertida en libro tendrían que intentar no citar a la muerte ni siquiera de pasada. Con personajes que viven eternos y ajenos a la idea de morir. Como la narrativa de un minuto de acordeón a la puerta de mi casa.

viernes, 15 de agosto de 2008

Mundo loco

Tan lejos y tan cerca.

Otro mundo - Manu Chao



Estamos de semana grande. Lo sé sobretodo porque ha vuelto el músico con el acordeón para volverse a poner justo enfrente de mi casa. El mismo que contaba hace más o menos un año, en este mismo blog. Como entonces parece que tocara siempre la misma melodía, sin descanso durante horas. Lo sé porque llevo escuchándolo desde que remonté la calle al regresar del café donde estuve leyendo el Marca.

Alain Bernard ganó el oro y dijo que se había quitado una espinita por haberse sentido responsable de que en los 4 por 100 Francia perdiera la medalla. Según parece su entrenador hizo una gran labor psicológica para hacerle entender que cuando se pierde una medalla de oro en la que participan cuatro deportistas, éxito y fracaso, corresponden a todos ellos, que no es justo que cargue sobre sus espaldas con un fracaso tan rotundo.

Claro que no sé si sus compañeros estarán muy de acuerdo, si le dan el testigo con más de medio segundo de ventaja sobre el primer perseguidor, y confíados a su relevo por ser el plusmarquista mundial, para darse cuenta de que el chaval es muy capaz de echarlo todo a perder nadando como una tortuga mientras el americano le remonta una ventaja nunca vista entre atletas olímpicos, sin lesión sobrevenida.

Seguro que su oro actual en la especialidad les ha sentado a todos ellos muy bien, y que todos como él sienten que se han sacado una espinita, viéndolo ganar al fin.

Vivimos un mundo de locos. Con el tipo aquel casi matando al otro que le dice que pegar a una mujer está muy feo, y aquel que mata sin remedio porque le arañaron el coche nuevo al pasar. Dos locos menos en un mundo en que por lo que se ve los locos abundan, sin diagnosticar. El problema es que no estaban locos hasta que hicieron la locura.

Estamos en un riesgo cierto de cruzarnos con uno de estos. La mujer del primero dice que el maltratador es una bellísima persona, se le cruzaron los cables nada más. Y en verdad os digo que yo lo creo. El segundo debía tener en gran aprecio su flamante carrocería, así que cogió en las escaleras al dueño del otro coche y le estuvo golpeando la cabeza contra la piedra hasta matarlo. Otro al que se le cruzaron los cables, que seguro que sus amigos no salen de su asombro, porque era todo menos un asesino, con esa familia que le quiere y le comprende, tan bueno como era, hasta que se le cruzaron los cables.

Yo pido para mí que no me ocurra nunca. Que me sepa mantener siempre en esta calma hasta aburrida. Que no tenga días de furia como el protagonista de aquella película, harto de que su hamburguesa se pareciera tan poco a la que viene fotografiada en el póster.


Dos vendedores de kleenex en los semáforos de Sevilla han devuelto una cartera que contenía 2700 euros. Esperaron a que pasara un coche de la policía y la entregaron.


El dueño de la cartera les ha deseado mucha suerte y les ha dado un billete de 50 euros.


¡Cuánto dice lo uno y lo otro sobre ellos!


Solamente lamento que la prensa que se hace eco de la noticia no especifique el semáforo donde esta pareja hace su día a día. Porque estos jornaleros pobres pero honrados bien merecen que Sevilla entera los visite admirada.

Veía hace un tiempo una película de Woody Allen en que un hombre le contaba a su esposa que si el servicio les hurta es porque les toca ¿a quién sino a ellos lo hará? Después de todo se trataba de una persona menos afortunada que ellos.

Cuesta pensar en este mundo loco que alguien lo esté tanto como para viviendo en la necesidad más evidente sea capaz de vencer la tentación de quedarse algo ajeno pero gratis. Su acción casi es contraria a la sensatez. Y los que pensamos mal nos tememos que quizá ni siquiera miraron su interior. Así de mezquinos podemos llegar a ser. O prefirieron devolver el dinero y seguir trabajando por 10 euros diarios.

Nos dieron una lección a todos, el uno por encontrarlo y decidir devolverlo y el otro por no impedirlo.

Son nuestra esperanza de que hacer lo correcto valga más que el dinero.

Dos locos más. Sin diagnóstico y para nuestra suerte, libres.

martes, 12 de agosto de 2008

Las estrellas

Media persona en el mundo.

Completo incompleto - Jarabe de Palo



Acabo de hablar por teléfono con Sestea para decirle que igual me pongo un tatuaje con forma de estrella por cada medalla que gane Michael Phelps en los Juegos. Ella me dice que haría mejor en ganarlas por mí mismo, pero desde aquí lo tengo realmente difícil.

Y conste que si yo fuera ese muchacho ganaría tantas o más de las que gana. Porque yo no soy de los se echa al agua para nada, que raramente me he visto doblado por nadie a mitad de largo, a no ser que me estén haciendo la vida imposible los calambres en los pies, que son como pinzas dando una vuelta de tuerca a cada brazada.

En verdad que a mí no se me puede exigir que corra el atletismo como toda esa gente tan bien dotada, con aquellas piernas como jamones, pues si bien es cierto que nunca me he llevado hasta el máximo de mis posibilidades, que en aquellas carreras contra el crono en la gimnasia de joven no me exprimía al máximo, por razones obvias, no había ningún orgullo en ser el más rápido entre los cuarenta y tantos, y si lo había ya me diréis de que le sirvió a aquel chaval, cómo se llame, que tengo su perfil afilado vivo en el recuerdo, como si fuera hoy, y no lo he visto entre los deportistas desplazados a Beijing. Que seguro que fue perdiendo esa velocidad a la vez que el pelo en el drama que es la vida, de perder cada día un poco, hasta que uno se vuelve incapaz de hacer lo que antes hacía.

Lo bueno de no destacar radica en que la pérdida de aptitudes se da imperceptiblemente. De una forma sorda y sin conocimiento.

Yo no puedo correr muy rápido porque ya confesé que tengo las piernas dobladas como haciendo un paréntesis, no me duele reconocerlo. ¿Acaso Raúl es rápido? Pues no, tiene olfato para el gol, como yo si me hubiera dado por el fútbol. ¿Acaso Rivaldo era raudo en carrera antes de hacerse viejo? Pues tampoco, pero se ponía con las patas dobladas y los brazos en jarra dispuesto a meter el gol por la misma escuadra. Como yo, si hubiera aprendido a golpear el balón.

Yo tengo las piernas dobladas y un poco escuchimizadas, aunque esté feo que yo lo diga. Es un secreto a voces que alguien tenía que sacar a colación. Mejor así que dar rodeos, como queriendo evitar mencionarlo. Ya hay bastantes tabúes y ellas bastante tienen con desplazarme a todas partes a un ritmo razonable. No las calumniemos si no es estrictamente necesario.

Después de todo me han aceptado como soy a cambio de que yo las aceptara a regañadientes.

Sin embargo me queda la lástima de sospechar que si mis piernas no fueran así, tal vez estaría batiéndole los récords a Michael Phelps, pues si bien es seguro que mi entrenamiento no dispone de los medios ni de la convicción del de él, hay que razonar que está todo muy relacionado. Vaya, que no es lo mismo meterse en la piscina con un bañador de playa que con el neopreno Speedo que resbala en contacto con el agua.

Sospecho que con él puesto hasta las piernas se habrían decidido a crecer (rectas). Y yo iría por la vida haciéndome los dichosos tatuajes en vez de contando mis intenciones.

Aunque con mi edad habría que ser valiente...

Que del dicho al hecho...

lunes, 11 de agosto de 2008

Olimpismo

Estas palabras son todo mi verdad, todo mi razón.

Como siento yo - The Gipsy Kings



Tengo la sospecha de que debo estar entre las personas que están siguiendo durante más tiempo la retransmisión deportiva de las Olimpiadas, que en este país es la retransmisión casi exclusiva de nuestros propios seleccionados, pues dando por hecho de que casi nadie tiene el televisor tantas horas encendido, pasan nuestros progresos en repetición a distintas horas, y yo estoy al otro lado al borde del empacho y odiando las Olimpiadas cada día más. Y esto que digo no es ninguna tontería, quizá la única cosa que digo que no lo es, pues estoy seguro de que estos directores de programación deportiva, desplazados a Pekin hacen descansos según pulsan el botón que nos volverá a pasar el partido de balonmano en que perdimos íntegro, sin dejarse un solo primer plano de nuestros jugadores en el banquillo, de manera que el torturado espectador en que me he convertido no tiene consuelo ni descanso, aunque pueda imaginarme a ese director tomando el aire fuera de uno de esos camiones repletos de televisiones pequeñas para hacer montajes. Mientras, nosotros seguimos su programación a pies puntillas. Somos ciudadanos de nuestro propio Guantánamo televisivo.

Alguien dirá que también los locutores se están tragando nuestras proezas sin dejarse una, ¡pero no se dieron cuenta de que los comentaristas son varios! ¡Se turnan para radiar los deportes sin inmiscuirse los unos en los de los otros! Seguro que cuando las cámaras se apagan no dedican un solo pensamiento a nuestros deportistas. Y con razón, pues desde que el hombre es hombre hay envidia, ¡y que mayor envidia podremos sentir que la que brota como manantial hacia aquellos que logran lo que nosotros no podríamos! El comentarista por naturaleza debe odiar al deportista, aunque secretamente. No olvidemos que el deportista es de naturaleza más poderoso. Lo mismo que nuestros deportistas deben odiar a los que son mejores que ellos, que en las Olimpiadas son casi todos, aunque no tengan más que conexiones puntuales de nuestra televisión nacional, que se comporta como una televisión autonómica.

Además, si se diera la remota posibilidad de que los comentaristas vieran tantas horas de Olimpismo como yo ¿no las están cobrando?

En este instante vuelven a dar el partido de Nadal. Lo tengo de fondo y lo estoy oyendo, así que es como si lo viera. Creo que voy a tener pesadillas en que sombras chinescas escalan la pared del cuarto vestidas de gualda y rojo.

Por otro lado, ¿qué es esto de Pekín? Me reconozco tan inculto que no sería raro que estuviera diciendo nada más que barbaridades, pero por que le llamamos Pekín si cuando enfocan a los carteles se lee bien claro "Beijing". ¿Es que no nos gusta este nombre y preferimos llamarlo a nuestra manera? Parece claro que no son dos sitios distintos, sino el mismo que tiene varias acepciones. ¿Pero si ellos le llaman Beijing por qué le llamamos nosotros de otro modo? ¿De dónde viene este empeño nuestro en llamar Florencia a Firenze? Quizá si uno va hasta allá y dice que está encantado de conocer Pekín los chinos lo miren raro. Aunque cuentan que los chinos son tan amables y hospitalarios que probablemente da igual como llamemos a su capital.

Ellos sonríen lo mismo.

domingo, 10 de agosto de 2008

Windos

Si sabes que todo sabe a casi nada.

La canción de las noches perdidas - Joaquín Sabina



Pa el mu profano en la materia contaré que en los últimos Windows hay una opción que sirve para restaurar el sistema a un punto anterior si es que uno, que puedo ser yo, mete la zarpa poniendo y quitando cosas por estar del todo actualizado. Yo soy un hombre de mi tiempo, sobre esto no admito dudas.

Yo mismo cree un punto de restauración, que así le llama el sistema, hace algunos meses. Eran los tiempos felices en que todo parecía funcionar como por ensalmo, tiempos de calma y paz en que no me daba por investigar nuevos programas antivirus de numeración más avanzada al mío ¿qué importará si existe el 3.0 si el mío es 2.70 y funciona?

Aquel punto de restauración fue creado y completado con una frase recordatorio que venía a ser algo parecido a: "todo rueda estupendamente" para unir a la fecha.

Sin embargo en los últimos días me volví de los inquietos, y por tocar lo que no debía terminé por cargarme Internet con todo el equipo. Es decir, la red desapareció sin dejar rastro y ni el "wireless" funcionaba ni había modo de que del módem se obtuvieran noticias en pantalla. Así que tras odiarme mucho y consultar fugazmente con un especialista, al menos de la venta de ordenadores, y por perder su teléfono para podérselo llevar esa tarde,

yo soy así,

terminé ejecutando el temido "recovery" que es un CD de recuperación que devuelve el equipo a su estado original, es decir al estado exacto de sus principios, cuando me fue entregado sin más programas que los que le introduce la marca junto con el sistema operativo, en este caso el Vista.

Uno se preguntara entonces que para que hice en su día el punto de restauración ¿para no usarlo? Pues no, lo intenté usar, solo que aquel punto debió ser una ilusión del programa, o una promesa incumplida, o una buena intención sin más. A la hora de encontrarlo no estaba, se había esfumado, el programa decía claramente que para este equipo no hay ningún punto de restauración. Debí coger a Windos algo perezoso ese día, y dijo que lo iba a hacer pero no lo hizo, como los malos profesionales, demasiado acomodados.

Navegando en mi desesperación, sin embargo, encontré otros puntos que había generado el sistema automáticamente, o eso decía. Todos muy recientes, que el más antiguo apenas era antes de que yo empezara el baile de instalaciones y desinstalaciones que dieron al traste con Internet. Probé la suerte y me di con la realidad restaurada y resplandeciente.

Se ha producido un error y no se ha modificado ni un archivo. Probé un par de veces más, por probar con otros puntos de restauración intermedios, creados en la vorágine de mis actualizaciones, qué pocos antes y cuantos precisamente entonces para encontrar el mismo mensaje conciso y claro.

Con lo que llegué a la conclusión de que los puntos de restauración son un camelo total. Una engañifa para dormir tranquilos por las noches. Que bien van las cosas cuando van bien. Pero pobre de ti si el sistema se hace añicos, si se le funden los plomos y desaparecen cosas del vital importancia. Internet lo es, al menos para mí.

Entonces quedarás desnudo y solo. Vendido por Vista y por Windos, y por Gates, y por la madre que lo hizo.

Al menos te quedara el "Recovery" y un montón de trabajo por delante.

Y todo por tocar. Con estas manitas, con estos ojos.

Las reglas

Causas, azares y luchas.

Vine del norte - Ismael Serrano



A falta de nada mejor que hacer he estado viendo los partidos de baloncesto. Todos los que han puesto hoy. Dos.

El de España y el de Estados Unidos, ambos muy de agradecer, sobre todo el segundo que llega casi por sorpresa, pues en este país seguimos siendo tan provincianos como para enfocar nuestras cámaras hacia nuestro ombligo cuando surcan el cielo fuegos artificiales.

Sólo así se explica que ayer dieran los pormenores de la preparación de nuestros gimnastas, estiramientos incluidos mientras a la vez competían los de otros países, los americanos por ejemplo, que son favoritos para medalla, es decir, absolutamente mejores que nosotros. Pero parece ser que esos ejercicios tan bien ejecutados no nos interesan, preferimos quedarnos con los nuestro, sea bueno o mezquino. Y es que no hay nada peor en unos juegos que permitir que las televisiones lleven sus propias cámaras. Así podemos desconectarnos de la retransmisión oficial verle las encías a nuestro paisano mientras alrededor se baten récords del mundo.

Y luego en los resúmenes nos pondrán sus dientes hasta la saciedad, y de los récords un apunte en el periódico.

Pero yo vengo hoy para hablar de reglas, y no de televisiones. Aunque ahora que recuerdo, el otro día vi a los ingeniosos creadores del anuncio de los elefantes para Orange, aquel de la playa llena de gente cantando que un elefante se balanceaba ¿o eran mil? Pues parece que los creadores de este aborto televisivo en vez de estar tramitándose una identidad nueva en un país latinoamericano con cirugía estética incluida, se hallan complacidos de haber arrojado al mundo un engendro tal, y presumen entre ellos de lo bien que ha funcionado. Como si fuera una idea genial, desarrollada al paroxismo. Si maldita sea, ese anuncio es una de las razones por las que en los próximos días abandonaré la operadora telefónica, a no ser que sean capaces de nublarme la razón con ofertas de telefonía irresistibles, que me hagan olvidar la publicidad a la que estoy sometido.

Pero yo hoy quería hablar de reglas. De si existen o no. Ya dije alguna vez que en el mundo no hay nada seguro, o casi nada. Uno puede pensar que en el deporte sí, y puede ser, aunque no en todos. Parece que los árbitros se vuelven tímidos a la hora de pitar a Estados Unidos, porque como en la NBA no hay pasos de salida pues les cuesta pitárselos. Y resuelven pitando uno de cada cien. Es decir, las reglas se adaptan al grande para no molestarlo demasiado. ¿Y si ellos corrieran por las pista sin botar el balón como hacen los de rugby?

Yo creo que si no saben jugar según las reglas hay dos caminos, o las cambiamos o las utilizamos para todos aunque no les guste, siempre están a tiempo de considerar que no hay más baloncesto que el de casa. Que se queden en USA con nuestra cámara de televisión para mirarse el ombligo. Aunque la culpa no es de ellos, sino de los árbitros.

Son muy cobardes, y muy malos.

viernes, 8 de agosto de 2008

Las Olimpiadas

Sus huesos son sobrinos de mis huesos.

Dieguitos y Mafaldas - Joaquín Sabina



Empiezan las Olimpiadas, toda esa gente preparada para hacer deporte y yo viendo marchar la semana sin siquiera echarme a la piscina. Me espera un fin de semana maratoniano, viendo deporte a todas horas, a ver si se me pega algo y corriendo por la casa me cruzo con las deportivas, aquí playeras, y me bajo a correr por las calles, que hay más espacio para cansar antes.

Aunque no me puedo quejar, las comidas turcas primero me cerraron en banda, aunque esté mal que lo diga, luego andan diciendo que no me callo nada, es verdad, y fui engordando como un ávaro que todo lo guarda, hasta lo inservible. Y cuando por fin encuentro un hotel suficientemente confortable como para poder abrirle mi corazón y lo que no es corazón se acaban los días en la Capadocia y me devuelven a uno de tres estrellas siendo muy generosos, con la colcha salpicada de manchas blancas que creímos de lejía por no pensar más. Y vuelta a los orígenes de la cerrazón sin motivo, ¿o es que mi cuerpo se estresa por viajar y estoy condenado a no salir de casa?

Sin embargo quizá porque el cuerpo empezaba a hacerse a mi nuevo y fugaz hogar, o tal vez porque aquello ya no daba más de si, que yo parecía Ronaldinho pero en guapo y pobre, volví a confraternizar con el habitáculo lo suficiente como para vaciar la parte de mis sentimientos de menor valor, y lo que no eran sentimientos precisamente.

Pero en esas el viaje se acaba y yo me quedo descompuesto literalmente y sin más días de viaje. Podría escribir ríos de tinta sobre el estado en que regresaba, al igual que muchos otros, tan perjudicados o más, pero los arrojé por el inodoro en sucesivas visitas, que hacía como un enfermo que se acordara de la salud perdida.

Así las cosas me he quedado fino como cuando tenía veinte años. De manera que maldita la falta que me hace demostrar al mundo si puedo o no puedo correr 100 metros en 9 segundos y pico. Seamos serios, si se quiere ir a algún sitio se coge el coche, o la moto quien la tenga, o el avión, si es muy lejos. Que para irse solamente 100 metros más allá no se necesita correr muy rápido, basta con ir paseando mientras se miran escaparates o a la gente.

Ocurre como con las laderas del Annapurna o el K2, ¿qué necesidad hay de subir por esos sitios tan difíciles jugándose la vida? Si la mitad de ellos tienen ya una carretera para subir por otra pendiente llevando la tortilla. Y si esto no debiera ser suficientemente descorazonador para los alpinistas quizá tendrían que meditar acerca del valor de subir tan alto ¡si el avión va más arriba aún!

Yo propongo que hagamos las cosas fáciles. Para hacerlas difíciles ya está la vida.

jueves, 7 de agosto de 2008

La ruta 68

Así que se fue.

19 días y 500 noches - Joaquín Sabina



Apareció el gastrónomo que visitó "El bulli" en su gira por todas las cocinas con consideración 3 estrellas de Michelin.

Tenían noticia desde hace días porque sus cualidades de volverse invisible no se dan más que en España, en Suiza su careto ha quedado registrado sacando dinero fresco de los cajeros de los bancos.

El desaparecido tiene que comer, y nadie vive del aire.

Lo más curioso no es que apareciera donde apareció, en su país rodeado de los que pueden entenderle cuando pide la cuenta para pagar, lo más notorio es que la Interpol había advertido a los Mossos d´Esquadra acerca de que el personaje estaba vivito y coleando en su patria, pero el funcionario informado faltó al trabajo el día 6 y para cuando se han querido dar cuenta los que mandan ya tenían montado tremendo dispositivo de búsqueda con policias, perros y hasta helicópteros.

Es decir, el mensaje se ha entregado torpemente o a una persona bastante torpe. ¿Qué pensarán nuestros vecinos suizos cuando vean las imágenes de hoy con toda esa gente buscando por el monte al gastrónomo perdido? Se dirán que resultamos ridículos tomándonos tantas molestias ¿qué parte de "está en Suiza" no habéis entendido?

Tantas vueltas del mensajero y tanto fax del gran maestro para que al final se tratara de un "sinpa" corriente y moliente. Que salió a por una tarjeta para repetir visita y se esfumó sin abonar un céntimo.

Y eso que había comido de nuestra alta cocina por valor de 240 euros, por no hablar de los gastos de movilizar todos los medios para dar con su paradero. Pero mejor así.

Tá vivo, lejos, y le salió barato.

La decisión

El viento me despeina.

Hotel California - The Gipsy Kings



Lo bueno de viajar conmigo a cualquier país es que es como no salir de casa. Que yo me muevo en perfecto castellano así piso el territorio de nuestros primos italianos como si cruzo medio mundo para conocer unos cuántos edificios emblemáticos y únicos.

Y no soy de los que llega para hablar más despacio el castellano, que sigo a marcha de crucero, dando por hecho que lo que no deje claro mis palabras se verá completado por mis gestos con las manos o por la impaciencia del mirar. Yo digo y ellos sabrán.

Por Estambul camino con el mismo desparpajo que si fuera por Vallecas.

De un viaje tan largo uno puede extraer tantas cosas como para escribir un libro entero. Y tal vez debiera hacerse, porque no es mi fuerte la memoria, que hoy me recordaban personajes y tramas de "La sombra del viento", con lo mucho que me gustó, y no sabía de qué demonios me estaban hablando.

Otro día tengo que contar nuestro encuentro nocturno con el taxista, que es una ocurrencia con mucha miga. Pero hoy me referiré a nuestro último día en Estambul, el día después de que en el barrio de Gurunguren explotara una bomba matando a 16 personas e hiriendo a otras 150.

Ya dejé claro que no estoy ni entre los unos ni entre los otros. Que yo salgo bien parado de los viajes que hago, ¡faltaría más haciendo tan pocos!

Nosotros nos enteramos de la noticia por una llamada telefónica a primera hora de la mañana. Alrededor de las ocho que era la hora habitual para bajar a desayunar y ponerse en marcha. A Anna la llamaba su padre preocupado por su seguridad. Y conste que el día anterior habíamos estado cenando en otro barrio, pesquero por más señas, Kumkapi, que vio lo que nunca antes yo había visto, una subasta de precios y platos y vinos para convencernos a los diez forasteros de tomar parte por una de las mesas de la terraza. Hasta tres camareros conté, susurrando las bondades de la carta y lo mucho que nos podían dar a cambio de tan poco. A mí me cogían del brazo y me contaban en bajo como para que no se enterara de la oferta la competencia, pero se enteraba por tener el oído fino y estar a lo que está, y subía la propia para hacer de aquello una competición que acaso me terminara dando cargo de conciencia. Y eso que aquel sitio había aparecido como un oasis en el desierto, rodeado de calles desiertas y de mal color, de esas que uno cruzaría corriendo si no fuera porque lo rodean nueve personas más.

Optamos por fin por uno que venía reflejado en la guía que nos agenciamos temporalmente de una pareja de españoles con los que coincidimos de camino a los restaurantes. Y no era el más barato. Todos los pescados de la carta a 12 liras (6€) y nos ponían dos botellas de vino de 40 liras/unidad (20€ ¿era necesario?), los postres y los cafés. Por una vez en la vida yo me sentí importante, tomando decisiones como un ministro y un poco como Eva del pecado original, tentado por la tentación, con el regusto amargo de saber que una elegir una opción descarta otras y hiere a esa suerte de "maitres", aunque poco.

Pero vivimos una vida de ganadores y perdedores en la que se dan ambos de forma conjunta, con la virtud de que una perdida no exime la posibilidad de un éxito futuro.


Tras la llamada buscamos un ordenador para conectarnos a Internet. Había que informarse con más detalle. Era cierto, una bomba había estallado en un barrio poco turístico haciendo una escabechina. Nos recorrió la médula un relámpago y la sensación de inseguridad de pensar que la vida pueda estar en riesgo. ¿Y si hoy fuera mi último día?

Así que dedicamos al asunto apenas 5 minutos. Transcurridos ya salíamos por la puerta del hotel camino del Gran Bazar siguiendo el plan diseñado desde hace días. Obviamente uno no renuncia la posibilidad de comprar una colcha bordada a mano a precio de ganga por un puñado de heridos y muertos.

Yo iba caminando junto a Jordi muy dispuesto a dejar de su lado cualquier bulto sospechoso que encontráramos de camino, para que él me actuara de parapeto en caso de explosión, que vistos de perfil pareciera que caminaba uno solo, tan perfecta sincronización a su paso. Pues de no ser suficiente protección su cuerpo me quedaba el consuelo de no ser cogido por la onda expansiva directamente, sino por intermediación, que siempre parece más suave al venir mermada por los destrozos ya causados. Detrás Sestea y Anna que en realidad eran el motor de las compras, como no podía ser de otro modo.

Es verdad que había en el aire soleado y tempranero un poso de intranquilidad. De repente todo era sospechoso, y esa ciudad tan segura hasta conocer la noticia se había vuelto una habitación de cristal cortado.


Nos sentimos mucho más seguros al llegar al bazar, alrededor de 4000 puestos comerciales con techumbre. Ya apunté yo sabiamente:

- Lo bueno de esto, es que hay tantas calles que ya será mala suerte que se de la explosión justamente en la que nosotros caminamos. Podría darse en la siguiente, o en la anterior.

A lo que Jordi oponía más erudito:

- Si te toca, te toca.

Verdad verdadera.


Claro que ya en plan analista la sensatez te decía que si hubieran querido acabar con un buen número de extranjeros hubieran puesto la bomba directamente en el Gran Bazar y no en un barrio obrero. Está visto que esos kurdos mal encarados no quieren echarse a la comunidad internacional encima, ni al Fondo Económico Internacional, destruyendo todos esos puestos comerciantes :D. Se centran en guerrear en exclusiva contra los turcos que son los que les bombardean los poblados.

Lo malo de las compras es que detecté a Sestea a punto del colapso y algo empanada para ser tan lista como es. Se volvió un poco autista mirando los bolsos colgados y tantísimas cosas al alcance de la mano, no de ella que es bajita, pero sí de los comerciantes con gancho de metal. Creo que el exceso de oferta la tenía algo embotada. No terminaba de decidirse, y eso que ella iba como una reina con sirviente, que era yo largando el mismo discurso, en perfecto castellano como ya dije, a todo aquel comerciante con algo de su interés. Pero estos turcos son bien listos y han aprendido a largar en todos los idiomas para conseguir vender a buen precio. Así que me escuchaban regatear con atención y procuraban un acuerdo que nos satisficiera a ambos, cosa que se daba pocas veces. Así de exigentes somos todos.

Lo malo es que yo estaba cada vez más cansado, puesto que si mis trucos en la compra son casi infalibles, soy humano y la repetición me estaba consumiendo. Además yo soy de decir verdades como puños, pero poniendo en antecedentes de otros puestos y otros comerciantes, cosa que alarga la cosa considerablemente, y aunque los turcos son amantes de las negociaciones largas y enrevesadas, mi paciencia no es tan grande. Y repetir las mismas cosas aquí y allá me tenía frito.

En cualquier caso Sestea consiguió su colcha a precio irrisorio. Y unas pulseras, y un bolso de Carolina Herrera o qué se yo. Y tan harto acabé que para mis polos de perfecta imitación pagué sin apenas regateo pero aclarando que conocía su precio real por el subterráneo junto al Eminönü.

10 liras cada uno. Y pone Lacoste, Burberry´s y Ralph Laurent.

Lo mejor de lo mejor.

lunes, 4 de agosto de 2008

Dar la mano

Me pintaba las manos y la cara de azul.

Volaré - The Gipsy Kings



Que vale, que estaba condicionado. Es verdad. Me dijo Fermín que no diera la mano a los turcos porque se lavan el trasero con un chorrito de agua y empleando la manita para que el agua llegue a todos los rincones. Y claro yo estaba influenciado, porque al abrir allí los váteres que no eran un agujero en el suelo, allí estaba el chorrito, orientado directamente hacia el trasero cuando se está sentado.

Así que yo me propuse dar la mano lo menos posible, y cambiar el saludo por golpear amistosamente el hombro o la espalda de mis nuevos conocidos preguntando quizá ¿como va eso?

Pero el primero que me ofreció la mano lo hizo tan inopinadamente y tan de improviso que no me dio tiempo a recorrer la distancia entre nosotros ni a colocarme para que aquel, mi saludo resultara natural. De todos modos con aquella persona sentí una gran simpatía de inmediato, así que se trato nada más de dar la mano sin pensar a cambio demasiado. Y es que el vendedor, que son siempre vendedores de algún modo, se había estado riendo de buena gana simplemente porque le dije "buenas tardes" y "¿cuánto cuesta?" en turco, juntando dos frases hechas de las que vienen bajo el apéndice "Vocabulario básico" de mi guía de viaje.

Pero mis esfuerzos en su lengua materna le debieron parecer entrañables, porque no paró de reír y hasta creo que tras darme la mano acabó dándome unas palmadas en la espalda, muy naturalmente. Conste en cualquier caso que el turco se habla como se lee, así que no era mi pronunciación lo gracioso, sino quizá nosotros.

Ese día, más tarde, tras recibir una lección intensiva en una tienda de alfombras por alguien que se decía de origen español, tomando té de manzana tranquilamente mientras se afanaban en mostrarnos alfombras turcas, que con las persas son las mejores del mundo. Pena que no tenga casa en propiedad, sino esto otro de mi casera, que no siento como mío y que malditas ganas tengo de adornar...

Decía que disfrutando del té y la compañía, una vez quedó claro que en el vendedor no esperaba en el fondo de su cerebro que nosotros termináramos sacando la VISA, nos encontramos cogiendo unas tarjetas y aplazando una nueva cita, con más ansías de alfombra, a nuestra vuelta de la Capadocia, donde íbamos a visitar una fabrica de alfombras dirigida por una especie de George Clooney turco, que debía vender por docenas, encantado de haberse conocido.

Y a la salida de esta primera tienda nos encontramos a Alan, que era otro galán turco, entrado en años y jovial, que insistió en invitarnos a un té en su tienda ¿pero cuántos tés son buenos para el organismo humano? Así que le dijimos que no, que ibamos buscando un sitio concreto para comer y que llevábamos prisa, pero dijo que aún así pasáramos a su tienda, sin té, y pasamos.

Allí fue fotografíado en medio de un mundo de alfombras bailando con Sestea, a la que preguntaba si soy celoso, aunque se viera a las claras que no. Y luego se fotografió conmigo diciendo que era físicamente como un jugador de fútbol que desconozco, y que parecía turco por mi fachada, aunque me decía, "todo un gentleman", truco hábil para terminar vendiendo, aunque no cuajó. En cualquier caso terminó dándome la mano y yo hábilmente se la cogí un poco arriba, casi por la articulación de la muñeca, dejando sus dedos descolgados, pero entonces se la quedó mirando como si no terminara de entender que nadie diera la mano tan mal dada, y me la cogió como corresponde, sin dejar un centímetro de mi piel sin cobertura y con fuerza. Como la dan los hombres. Y yo me di por vencido pensando: "Cógela bien cogida y lávate con ella".

Pero no quisiera parecer descortés. Alan era un fenómeno, y al fin y al cabo en los baños había papel higiénico aunque la higiene de sus interiores no fuera para quienes los mantenían una cuestión capital. Eso sí, en muchos de ellos había que pagar 50 kurus por entrar, que es media lira turca, es decir, 25 céntimos de euro.

Y en el fondo qué más da. Si sus manos no estaban limpias, siempre estaba a tiempo de lavar las mías.

Y lo hice muy a menudo, con jabón.

domingo, 3 de agosto de 2008

El retorno

Son las cosas de la vida.

Duele el amor - Ana Torroja y Alex Syntek



Pues ya regreso. Y tengo tantas novedades y tantas cosas que decir que me llevarán algún tiempo de ese, del que está por llegar.

Solamente diré que hoy el avión me dejó en el aeropuerto de Ranon que es un lugar desubicado, como un oasis en mitad del desierto, solo que este desierto es verde y el oasis es niebla. De cualquier manera, tuve suerte con los autobuses hoy, por tantas otras en que yo llegaba a cogerlo según estaba saliendo, y me quedaba esperando otro con la cara desencantada de tener tan poca suerte en las cosas pequeñas, pese a tener tanta en las que de verdad importan. Lo malo es que las pequeñas son mucho más cotidianas y frecuentes, al menos para mí.

Esta vez apenas tuve que esperar 7 minutos la salida del autocar que ya estaba allí, como muerto, cuando llegué. Y al entrar en la estación de Oviedo y comprar billete para mi destino final, tuve que apretar el paso porque parecía que lo estaba perdiendo. Date prisa que está saliendo.

Los autocares se daban el testigo el uno al otro para salir. Así que llegué a casa para ver la Fórmula 1 en uno de sus carreras más insulsas y aburridas, con el cronometro puesto en cada respostaje si se quieren ganar puestos.

He puesto a descongelar el frigorífico aprovechando que tiene aún menos que de costumbre.


Sestea me regaló "El juego del Ángel" de Ruiz Zafon, tenía ganas de leerlo y de tenerlo. He leído mucho los dos últimos días. Llevo cerca de 300 páginas y ya sé que no me está gustando tanto como "La sombra del viento", y lo que es peor, le estoy cogiendo ojeriza al protagonista, y es que sus diálogos con los otros se me hace insoportable. Mal síntoma, sin duda.

Por lo demás, asqueado de los vídeos que cuelgan de nuestros periódicos:

La chica aquella dando una paliza a la otra, con puñetazos y patadas. El policía aquel empujando al ciclista para luego llenar un parte con mil mentiras. Y antes aquella negra abandonada en el sala de espera de un sanatorio, donde murió entre espasmos.

Con lo bonitas que son algunas cosas.