martes, 8 de enero de 2013

Pira de fuego

 ¿Qué estoy haciendo yo?

Sin ti, sin mí - Ricardo Arjona



En este, mi espacio, soy muy capaz de volcar las teorías más peregrinas. En verdad casi todo me vale. Demostración: alguien que pone fotos en las que comparte plano una cabra de monte no se arredra fácilmente. Aquí cabría casi cualquier cosa.

Mi mayor temor es que alguien con orla colgada en el despacho de la cordura me diga que estoy más loco que la propia cabra. Aunque mi mirar sea miope pero decente. A fin de cuentas yo embisto más o menos como ella cuando quería conseguir el mendrugo de pan...

Marquetes y yo hicimos antaño un recetario que había de asimilar la UJI como algo propio, algo que pasara desde el mismísimo decanato al común de los estudiantes, para que fuera debatido, eso sí, sin cambiar una coma, por todos ellos frente a la máquina de cafés, donde el capuccino es aún más dulce.

Se trataba de algo así como una forma novedosa de entender la vida, y por ende todo lo demás. 

Con los años aquellas teorías no han perdido vigencia, obvio que no. Pero no creo que él vaya de cabeza mucho mejor que yo, así que tendremos que intentar recordarlas juntos cuando volvamos a encontrarnos.


Sin embargo a aquellas han seguido otras, estas me las dan las canas y son hijas o nietas de aquellas. La última podría cambiar nuestra democracia como un traje nuevo. Y no se trata de dar la patada a majestades y demás chupópteros y vividores, que también, sino fijar un periodo temporal para nuestros políticos.

Alguien dirá que menuda innovación, si ya los votamos por 4 años eternos, y luego como son siempre los mismos los renovamos o los enviamos al banco de enfrente para que haya una justa alternancia en el hartazgo. Ninguno es bueno y eso interiorizado por la sociedad consigue que vivan estupendamente, sin preocuparse por nada. Estar en un sitio o en otro en realidad tanto da, que les da lo mismo.

Mi innovación es mucho más audaz, y no exige ni siquiera que dejen sus mangoneos y corrupciones. Admitamos que eso es pedir un imposible. Desde el político más negado y aplaudido, al concejal de barrio discretamente sobre-pagado, que no pisa el ayuntamiento ni por casualidad, la mayor parte de ellos me parecen un montón de mierda. Y lo seguirán siendo por siempre.

Conozco pocos políticos y solamente pondría la mano en el fuego por Silvia, que creo que se dedicaba a algo de esto y que comparte con nosotros ese pasado ujista. Ella sería mi única salvedad. A la única que rescataré.
 

Pero no quisiera que su recuerdo me ablandase. No se trata de ella, sino de todos los demás. Y he aquí donde surge espontánea la novedad. El punto que nos permitiría continuar jugando a este juego con esta ruina de cartas.

EL POLÍTICO LLEGA AL PODER POR, pongamos QUE CUATRO O CINCO AÑOS. Durante los cuáles éste puede hacer su vida normal actual, múltiples sueldos, dietas, pensiones, coches con chófer, malversaciones varias, en fin, un poco de todo.

Pero transcurrido ese plazo el pueblo tiene derecho a irse derechito a buscarlo al Congreso, sin que haya Geos que lo impidan. Alzarlo en volandas y llevarlo a la plaza del pueblo o de la ciudad para prenderle fuego en una pira milagrosa. De esas que admiten que se haga lo del corro de la patata. Una pira liberadora para un pueblo con ganas de festejo. Con sidra a tutiplén, que a ladrón quitado llegará otro detrás. Y este proceder es asumido con naturalidad por el fulano, que sabe que va a vivir como dios pero solo durante 4 o 5 años, el plazo es discutible.

A quién convenga que se apunte. Como decía Andrés Montes, la vida puede ser maravillosa, aunque a cambio sea corta. Eso si sería alternancia de verdad, con mayúsculas.

Transcurridos, fuego, guillotina, pelotón, en definitiva, revolución francesa.



Por cierto, estaba escuchando a mi añorado Michael Jackson y me acordaba de las horteradas que compraba en aquellas tiendas. Gastaba cantidades ingentes de dinero, el dueño se frotaba las manos. Todos lo bañado en oro falso era su debilidad. Lo más grande y más dorado.

Qué pena. Tanto para qué.

Tanto para nada.

Feliz año y esas cosas

No hay consuelo ni ascensor.

Quién me ha robado el mes de abril - Joaquín Sabina



Con tantos frentes abiertos, que si Feisbuk, que si Tuiter... se me pasó felicitar el año desde este sitio. Y éste es más mío que todo lo demás. Así que felicitaré el año al que tropieza y se encuentra en medio de esto, a mi mismo que soy el visitante más asiduo, cuántos días el único visitante...

El 2012 ha sido un año malo. Por la crisis claro, pero sobretodo por la pérdida de Bosco, que se fue sin despedirse, cosa que le habría de agradecer. Bastante duro fue ya enterarme repentinamente, como para tener que irme preparando...

Su partida me ha dado a pensar de nuevo en la fugacidad del tiempo. En la poca importancia de tantísimas cosas. Y me ha metido de lleno en el miedo de seguir perdiendo. A los míos, a los que di por descontado para siempre, como a Bosco.

La vida es perra, aunque uno quiera hablar sin levantar la voz, por temor a enfadar al destino. Porque vivimos encerrados en este lapso, convencidos de cuantísimas cosas importantes, cuando son meramente pasajeras, creyendo que dominamos nuestros mundos en vez de darnos cuento de que somos hoja que pasa río abajo. Cuánto poder tendremos en lo que acontece si las cosas podrían empeorar irremisiblemente.

Feliz 2013. Vive y disfruta la vida a tope.