viernes, 21 de diciembre de 2001

21/12/01 10:20

Andaba el otro día pensando en escribir sobre algo. Algo que se me metió en la cabeza y ahora no logro recordar. Ahora que tengo el teclado bajo los dedos, no me acuerdo.

Bueno, vuelvo a trabajar, que estoy echando tripa de tanta buena comida y tan poco disgusto. Será en el antiguo Mark & Spencer (hoy remozado Corte Inglés), en la sección de confección, para medirles la pernera, de cuclillas, a tipos con mucho más dinero que yo (jeje), y menos envidia de cosas materiales (ambiciona cosas de mayor calidad el que tiene que el que no).

Va a ser un lío, a mi que no me cuadran las cuentas casi nunca, el cambio de euros a pesetas, no me extrañaría que en el canje me aparecieran entra las manos billetes nuevos y relucientes de Monopoly.

El caso es que me pasearé hecho un traje, yo que siempre pensé que llevar traje antes de los cuarenta era ir disfrazado. Pero no me falta voluntad de hacer las cosas bien, y haré cuanto esté en mi mano para que se vendan mil trajes más caros que el mío (que es discreto aunque a mi medida). Uno quiere la estabilidad de un sueldo, y no negaré que me hace ilusión esa nueva labor. Podré darme los mismos caprichos que me doy ahora, pero mi cuenta volverá a ser un peaje de dos sentidos, que si bien a veces anda de rebajas, a final de mes tiene buenas noticias.

sábado, 8 de diciembre de 2001

8/12/01 13:47

Yo quería tener un Macintosh, uno de esos ordenadores Apple tan pijos, que tienen los que tienen, de una cosa y otra, de todo. Yo lo quería para parecerme más a ellos, y porqué no admitirlo, después de trabajar con ellos tanto tiempo, encandilado como estaba de su diseño y sistema, también porque pensaba que era lo mejor. ¿Y uno se merece lo mejor no?

Pero uno no puede siempre acceder a lo mejor, se queda en el camino, termina por pensar que no debe, puede, demandarlo, lo mejor queda para otros, y casi siempre lo que uno tiene, por el hecho de tenerlo y por la constante evolución de uno mismo y de las cosas, se ha devaluado al poco tiempo. Hemos de renunciar a mucho, vivimos en la renuncia, pero la renuncia que decidimos es libertad, la renuncia impuesta es morir un poco, es golpearse contra el techo. Es reconocer que la libertad de uno, lo que uno quiere sin lograrlo, es el cuento de niños, con altibajos en el nudo, pero sin final feliz.

No obstante uno se conforma, no puede hacer más. Yo quería un Mac y no lo tengo, pero que quede claro, pude comprármelo, y si no lo hice fue porque no quise. Porque en la balanza que conforma las decisiones más acertadas, decidí que no.

viernes, 7 de diciembre de 2001

7/12/01 10:22

En veinte días poco más o menos, este sitio y los desvaríos que he descargado en él, cumplirán 1 año. 1 año que ha dado para mucho o poco según se mire. Desde luego si algo está claro, es que esto, Internet se me ha hecho imprescindible. Me ha dotado de una sensación de libertad que antes no tenía, y como se sabe, la sensación de libertad es lo más cercano que podemos estar de la libertad verdadera.

Se nos acaba el año, afianzados ya con los dos pies en el nuevo milenio, repleto de guerras y de desconfianzas, la paranoia tiene el control de nuestras vidas, no por otra cosa, que porque a ella no escapa nadie. A mi me pirran los polvorones y los mantecados, espero comerme muchos estas fiestas, y espero que en mi próximo viaje a la nieve de los Pirineos ¡Ya queda menos! sepa recordar como rodar sin lastimarme.



Una recomendación:

"You're The First, The Last, My Everything" de Barry White.

Yo la regalo en Morpheus. :))

martes, 4 de diciembre de 2001

4/12/01 10:35

Ayer mi novia fue a sacar dinerito del banco, y el cajero, un despiste, le dio las veinte mil pesetas (nunca saca tanto ;)) sin registrárselas en la cartilla, de forma que eran 20.000 pesetas digamos que gratuitas. 20.000 que no se descontarían de su cuenta, 20.000 en mano y en caliente, tangibles que no merman, que aparecen de la nada, y que tendrán que salir de otra cuenta que no es la suya. Sin embargo, a la novia, a la mía, la hemos educado en la decencia, en "el no coger lo que no nos corresponde" y le faltó tiempo para volver el camino andado, asomar la cabecita de nuevo a la ventanilla para deshacer el despiste, eso sí, a costa de ser un poquito más pobre, y más buena.