lunes, 23 de abril de 2001

23/04/01 16:09

Alguna vez he abundado en ello, y es que me parece que con los años, se nos fijan obsesiones, que sin ser peligrosas, nos hacen volver la cara siempre hacia el mismo sitio. Hacia los mismos recuerdos, que son paradas de metro solitarias, pues el recuerdo compartido, no es idéntica rememoración, porque la percepción de lo externo es siempre individual, y los diferentes caracteres escogen secuencias distintas. La persona que te acompaña, mira la calle cuando tú la ventana. Y yo con el tiempo me asombro de la longitud de la vida, y de que el tiempo me pasa más rápido que a mis mayores. Y menos rápido, aunque me sobrino no lo sepa que a él, que en dos años ha doblado su tamaño. Sin embargo, he tenido la oportunidad de cruzarme por la acera con antiguos profesores. Con aquellos que hace nueve años me tenían confundido entre sus clases. Y ellos son los mismos, podría decirse que vistiendo incluso de la misma manera o idénticas ropas. Tienen el mismo rostro, el mismo cabello que es el mismo, absolutamente el mismo en volumen, aunque haya ahora más canas. Esos profesores que cuentan la misma historia de hace 9 años, porque el Renacimiento en este plazo no varió un ápice. Ni las ciencias naturales que son nada. La física y química que no necesito.

Aunque yo sí, yo soy distinto.

Las matemáticas son las mismas. El BUP era un paso obligado para hacerse mayores. Y aunque se esforzaban, entre negativos y positivos, reprimendas y dramas, entre días de orgullo y recreos, no nos enseñaron nada. Únicamente que el progreso, aunque pequeño se capitula, y que tras un escalón hay otro. Y la vida vista así desde fuera, no se concibe más que como un ejercicio de rutina. Yo quiero boca para contar cosas, aunque no quisiera que fueran siempre las mismas (las mismas son), porque ya me hallo cercado por determinadas obsesiones. Obsesiones de pacífico pacifista, que cuando no piensa en gris, piensa en verde. Aunque solamente se arrime al teclado o a la pluma (que no tengo) cuando hay música. Y termino siempre contando lo mismo con palabras que sin ser armas, son parecidas, son lo único que tengo.