lunes, 31 de enero de 2005

Las elecciones:

Ayer se celebraron en Irak unas elecciones de acuerdo al calendario de Bush. Hoy sabemos que murieron al menos 36 personas en diversos atentados suicidas, que hubo más de 100 heridos. Que ayer fue derribado un avión Hércules del ejército británico, que nueve de sus pasajeros también murieron, y que los muertos podrían ser hasta 15 a tenor de la gravedad de los heridos.

De Irak ya no nos sorprende nada. La muerte de personas allí es para la mayoría de nosotros algo de lo más normal. No nos alarma que algunos que hasta ayer estaban vivos hoy no estén para sus quehaceres cotidianos. Nuestro mundo, el de cada uno, no se compone de 5000 millones de personas, se compone a lo más de 100, y de esas de un puñado que juzgamos, con razón intocables. Lo que afecte a esa pequeña porción sí nos afecta directamente. Les deseamos todo bien porque nuestro mundo es contar con ellos. Nuestro mundo lo componen ellos.

Para todo los demás nuestra solidaridad se reduce a un cierto desánimo que como no debe ser de otro modo es capaz de remontar con nuestros pequeños éxitos cotidianos. Nos hemos cubierto de una película protectora que nos aisla de lo que ocurre. Nuestra conciencia de la actualidad es en gran parte mirar en una bola de cristal como las de las brujas de los cuentos. Demasiado distante, como quien mira una mentira, dispuesto a levantarse de la mesa para hacer cualquier otra cosa.

La elección es lo que le queda al hombre en su libertad. Elegir entre opciones lo que más interesa. Yo probablemente vuelva al autobús que une Valencia y Almería. Regrese al pueblo donde habita Sestea y prosiga mi búsqueda entre los días. Me encanta pedir un mosto y que me sirvan una tapa distinta cada vez. A elección del camarero o de la cocina, demostración humilde de que aunque el mundo camina sobre raíles a su destino, aún hay sorpresas. Y de que algunos que somos demasiado conservadores en cuanto a recibir sorpresas, no pido más que las justas, las disfrutamos, eso sí, mientras no nos alteren nuestro mundo que no es más que un puñado de personas.

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