martes, 3 de mayo de 2005

Pinocho y los muertos británicos

Tony Blair se enfrenta bien pronto a elecciones generales. Camina de la mano de su ministro de economía y por lo que dicen en las encuestas los británicos no va diciendo más que mentiras. Así opinan el 58% de los entrevistados, lo que no es
"peccata minuta". Lo curioso es que el lider de los conservadores y principal alternativa de gobierno miente también, o eso piensan el 51% sobre Michael Howard. El tercero en discordia y con posibilidades remotas de gobernar, el liberal demócrata Charles Kennedy cuenta mentiras solo para el 22%.

Esto es lo que hay. Vaya orgullo debe sentir la clase política. La soberanía popular da por hecho que unos por perpetuarse en el poder y otros por conseguirlo echan mano de la manipulación y de la mentira. Y como si viviéramos en el mundo al revés, cuánta más sospecha de embustero se atesore más favorito se es para el triunfo final.

El caso de Blair es sintomático de que el pueblo llano perdió finalmente cualquier fe en la honestidad de sus políticos. La mayoría cree que miente como un bellaco, apoyan la creencia en filtraciones muy comprometedoras para la sonrisa de Blair. Pero con eso y todo dicen que lo respetan. Supongo que cabe el mismo respeto que procuraba para el Reino Unido el mismo Blair cuando se publicitaron las torturas del ejército británico en Irak.

Aquí en España nos hartamos de escuchar mentiras de Acebes y le dimos un giro al sillón del gobierno. Hoy Acebes dice que la reunión de Ibarretxe y Otegi es ilegal y yo me cuestiono la infalibilidad de Acebes para designar lo legal e ilegal. Supongo que Ibarretxe podrá reunirse a hablar con quien quiera aunque sea apelando a la condición de ciudadano. Y si ese tipo cometió algún delito que actúen los jueces que tendrían que ser los garantes de la legalidad. El Partido Popular se empecina en la confrontación para un largo plazo y hace fuerte a Acebes que es para muchos contructor indeseable de mentiras. Ellos sabrán si acertaron en el camino de regreso.

Volviendo Blair decir que se asomó por las ondas como suele hacer los sábados su amigo Bush en su mensaje semanal a la nación, estuvo departiendo y mostrando consternación por la reciente muerte de un soldado en Irak, Anthony Wakefield, aunque no supo decir el número exacto de muertos. Son a estas horas 88 pero muy posiblemente esta cantidad se vea incrementada con las horas. Él no podía saberlo, las vidas humanas si no tienen nombre valen menos. Dijo que fue un héroe y sin embargo sus familiares amenazan con demandar al gobierno británico por una guerra que algunos ya sabíamos, ellos empiezan a darse cuenta ahora, fue ilegal.

El jueves los indecisos tendrán en su mano la respuesta. Blair se agarra a la economía y a su sonrisa que ya no embelesa a nadie. Mientras tanto le crecen los enanos en la prensa y pide movilizando votantes una última prórroga.

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