viernes, 24 de junio de 2005

Mejor que yo

Yo soy poco menos que un ermitaño que no sale de su concha. No salgo apenas, de vez en cuando a cenar y al cine. Se acabó para mí las noches de parranda, de alcohol en vena hace muchos años. No me atraen, pienso a veces que acaso soy un octagenario inmaduro encerrado en el cuerpo de un chico. Que distinto a Sestea que se pirra por un baile y me aparca de mucho en mucho, cuando la acompaño, junto a la barra de los que ponen los ojos entre la gente.

Ayer charlaba con uno de los nuevos amigos que me ha proporcionado el curso de formador ocupacional, de nombre Salvador. Charlaba con él sobre el futuro, expectativas y oportunidades para verme de repente abrumado por la impresión que de mí tenía. Me decía que si el fuera jefe no dejaría escapar a alguien como yo. Que nunca se vio con alguien tan educado ni considerado con todos. Que era rara avis entre la juventud actual. Que sabía de lo que hablaba porque trató en su vida muchos jóvenes.

Yo no voy a negarlo recibí esas bienaventuranzas con gran alborozo. Aquel respaldo aún exagerado como fue me alegró el día. Ciertamente se equivoca pues no soy tan bueno como le parecí. Por eso, porque me conoce apenas de dos semanas me tiene en tanta consideración. Es el tiempo y los contratiempos, como se enfrentan, los que desnudan a la persona. Yo que soy mucho peor que esa impresión, inspiración de unos pocos días, aspiro nada más que encontrar por medio de la sensatez, que es mi único equipaje, el camino que recorrieron mis referentes. Intentar ser todo lo bueno que pueda.

No hay comentarios: