domingo, 11 de enero de 2009

Soooool

No imagino escribiendo estas cosas sin ti.

Corazones - Miguel Bosé y Ana Torroja



Desde mi posición, sentado en la alfombra, con los pies bajo una mesilla baja, se ve el Cuera nevado entero y sin embargo hoy un sol espléndido.

Acabo de poner una lavadora. Ya empiezo a entenderme con ella,

No sé si hablar de lo de Barajas, lo de la metamorfosis de las 45000 almas bondadosas que con el pasar de las horas tirados por los rincones han terminado convirtiéndose en ogros unas veces iracundos y otras solamente tristes y desesperados.

Conste que si me pasara a mí haría igual. Y me gustaría pensar que yo pasaría más tiempo de rabiosa ira frente a Iberia, sus huelgas de pilotos, sus controladores aéreos que caen todos juntos en baja médica, como buenos compañeros, con los mismos virus y las mismas ganas de que las cosas se hagan justo como quieren, las mismas de que se atiendan todas sus demandas.

Pero me temo que yo sería de esos que tras una explosión cercana a la violencia, de ánimo alborotado terminaría deprimido en un rincón, por saber que no podremos cambiar del mundo siquiera lo que nos queda más cercano, ¿cómo cambiar entonces la mafia que pone la huelga en los días precisos en que se va a volar más?

Luego se junta que hace frío, mucho frío. Que me van a contar si soy el rey del frío, y amanezco en mi cama con terror a salir de ella, porque si salgo soy yo el que sufre la metamorfosis, me convierto en el fulano del anuncio de gas, con escarcha hasta en las pestañas.

Así que esos pobres, abandonados de la compañía aérea y de todo consuelo tienen en contra hasta el tiempo, con esas nevadas en pleno paseo de la Castellana, y esas pistas de aterrizaje cubiertas de niebla, aunque en las pelis nos digan que prácticamente no hay que mirar la pista porque los ordenadores se encargan de medir la distancia exacta hasta el suelo. No es verdad, si hace mucho frío las pistas se cierran y el caos se apodera de todo.


Quiero mencionar al príncipe Enrique, que ha tenido que pedir disculpas porque insultó a un compañero del ejército en aquellos años en que pululaba como miembro del ejército británico, cuadrándose firmes ante sus superiores ¿?. Vete a saber si aún sigue de uniformado, lo ignoro. Porque quizá para llegar a ser comandante en jefe quieren que se curta ascendiendo en el escalafón desde los puestos más bajos, desde limpiador de letrinas, por ejemplo. Porque digo yo que a este no lo envían a combatir a primera línea, para que luego no tenga pesadillas de balas matando enemigos que antes pidieron clemencia, o peor aún con la posibilidad de que una bala tan real como él, o más, le termine atravesando el noble corazón en su bombeo constante de sangre azul.

¿Soy el único al que todo esto le parece un camelo total?


Por otro lado, y bajando a la tierra, nada más contar que he creado un personaje casi idéntico a mí, para que se reúna en el Home de Playtation con otra gente como él. Como yo. El muchacho se me parece, y por tanto le he puesto una nariz de interesantes proporciones, llevando al máximo de lo que da el editor, que no es mucho. Y le he puesto una pequeña papaduca porque tengo la sospecha de que voy a ser un anciano de papada bajo el mentón, como era Camilo José Cela, justo cuando empiece a perder este cuerpo escultural a lo Beckham que dios me dio y que se ha mantenido razonablemente sano sin que tuviera casi que practicar deporte apenas. Aunque mi aparente buena salud es solo de puertas hacia fuera y en el muñeco virtual, pues la verdad sea dicha, este tiempo puñetero, con sus noche-viejas y sus calendarios pasa factura en forma de parecer cada vez más el hombre en vez del chico. Aún me lo dicen, en la calle, dile a este chico. Pero cada vez menos. Por si fueran pocos los desperfectos en la fachada que dan los años, sin aportar apenas nada más, hay que añadir que según los estudios científicos de mi sangre, llevados a cabo con la última tecnología higiénica de Ibermutuamur, concluyen que no soy de sangre azul, y que hay una mínima razón para que, a tenor del resultado, deba preocuparme una pizca:

Tengo colesterol. De los dos tipos, el regular y el malo.

¡Con lo joven que soy! ¡Con lo Beckhaniano! Que ayer me compré de rebajas la americana blanca con que fue presentado aquí para el Madrid. Y me sienta mejor que a él...

Claro que yo no pongo cremas en la cara ni en ningún lado. Y creo que la mayor parte de la gente de mi edad ya se ha puesto manos a la obra para hacer más multimillonario al de Max Factor, que creo que es en la cercanía un tipo de lo más machista, aunque sean ellas primordialmente las que le llenan el bolsillo. No le vaya a ocurrir lo que al alemán multimillonario, que se lanzó a las vías del tren como si fuera un indigente que no pudiera pagarse la propia eutanasia con medicamentos que te garanticen hasta el contenido del sueño en que te cogerá la partida, en un estado hipnótico-placentero. Claro que ve tú a saber de lo intrincado de la mente humana, que igual este señor escogía soñar con una via de tren con 6 grados bajo cero llenándolo todo de mutilación y horror. Bastante crisis hemos tenido ya. A ver cuándo lo arreglan.

Pero esos resultados, los de mi test médico, son incontestables. Échale la culpa a mi dieta. Y es que los congelados simulan ser nuestros amigos, pero nos llevan a la ruina interior. Tanto que estoy pensando en comprar los Danacol esos, que dicen en el anuncio de la publicidad engañosa que reducen el colesterol porque sus nutrientes acompañan al colesterol por las venas como si se lanzaran por un tobogán acuático.

En todo lo demás estoy como un roble.

Vale, es verdad que no veo del todo bien.

Pero eso ya lo sabíamos.

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