miércoles, 2 de diciembre de 2009

¡¡¡Ragrf1!!!

Si pudiera exorcizarme de todos.

Ciega sordomuda - Shakira



No se me ha caído un martillo en el dedo del pie.

Así se llama el genoma que nos pone a los hombres la pierna encima. ¿Por qué acaso nadie se ha preguntado porque hay más viudas que viudos? Y no me valen los viudos que quedaron en estado, de viudos quiero decir, por accidente de tráfico, encuentro con ferrocarril o cualquier otra forma de accidente desgraciado que pone fin a la vida de sus parejas. No me valen por tanto tampoco las víctimas de violencia de género que no están con un hombre sino con un orangután con el cerebro de un chimpancé retrasado. ¿Alguno podría ser feliz? Hablo de las ancianas que mueren siempre después que nosotros en la vejez apacible de la vida, cuando todas las tardes son anaranjadas y los meses no tienen pendiente nada más que el día de cobro de la pensión.

A igualdad de condiciones, ellas duran más. ¿Están mejor hechas? ¿Es su estructura más resistente? Son más bonitas, eso es seguro.


Puede que nazcamos al tiempo, pero sea como sea, sin sobresaltos, están predestinadas a sobrevivirnos. Y yo pensaba que esto era porque ellas son más malillas que nosotros, y le van a perdonar peor a la muerte que las quiera llevar con ella.

¿Más malas?

¿O no tienen más esquinas?

¿O no son más desconfiadillas?

Pero también son más listas, digámoslo todo. Nosotros somos, la mayor parte, unos benditos. A los que das un partido de fútbol y una cerveza y no molestarán nunca a nadie (ni prácticamente se molestarán por nada más, tampoco).

Pero no es porque la muerte sea mujer y por tanto, en buena lógica, nos haya de seducir mejor y más fácilmente a algunos de nosotros. Es por un genoma invisible, indetectable incluso en la introspección más concienzuda, que heredamos de nuestros padres, y aclaro que quiero decir del padre de cada uno. Lo lleva en el esperma, que es tan capaz de poner fecundar el óvulo como de condicionar la duración de la existencia del niño por nacer.

¿Y cómo sabemos tal cosa? Pues por los ratones, a los que hacemos mil perrerías en los laboratorios. Mezclando probetas y potingues varios consiguieron crear ratones sin el gen maldito y se encontraron con que vivían un tercio más que sus vecinos normales. Por eso ellas se hacen viejitas lindas y nosotros habitamos camposantos. Que ni siquiera visitan, además, lógicamente se pierden las ganas. Porque al final estar sola no fue tan malo...

Así que quizá no heredemos del padre más que este cabello sin igual y este envejecer galante. Y el gen que nos pone fecha de caducidad, claro. Pero no un piso donde meter el cuerpo.

Para ese hay que hipotecarse.

Claro que bien mirado ¿quién querría llegar a la vida para no vivir hipotecado?

Quien no sienta la alegría de adelantar el vencimiento de un préstamo se está perdiendo una satisfacción absoluta. Mayor que contar un notario por cada hijo.


De todos modos yo le encuentro al estudio algunas lagunas por mucha revista científica que lo publique.

Pero soy un hombre...

No hay comentarios: