miércoles, 2 de diciembre de 2009

El juez y el gordete

Peor es no querer saber quien eres.

Agua pasada - Joaquín Sabina



Al tal De la Rúa le han dicho que ya no va a repetir como amiguísimo de Camps desde el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. Y no porque su parcialidad quedara demostrada, no porque sea chanchullero y presunto prevaricador, dicho esto con perdón, que lo último que yo quiero es verme enfrentado con el fulano, juez y parte, en un juicio en donde no haya quien me eche una mano.

Los conservadores, que piensan todos más o menos igual en todas las cosas, lo desprecian ahora porque han encontrado un delfín que les gusta más. Y él se ha quedado con las ganas de llegar a la jubilación mandando, lo mismo lo que es de justicia que lo que la amistad depare. Así que esperará cumplir la edad del retiro, imagino, farfullando su suerte de magistrado raso impoluto.

La justicia de este país tiene esas cosas. Que a veces, como las películas, acaba bien. Mira al chaval de 10 años que pesaba 70 kilos. Les dijeron a sus padres que se lo retiraban por el bien del menor y ellos ni caso. Ni falta que hace que lo hagan.

Hasta que les han amenazado con un par de delitos administrativos, desobediencia y esas cosas de larga toga. Como si fuera lo que más debe preocupar a esos padres. Tenían la mala costumbre de dejar que el niño limpiara los platos sin pasarlos por el fregadero.

Ahora van los abuelos y se lo entregan a la Xunta por orden de los jueces. Igual hasta es mejor.

La verdad es que así, desde lejos y con la cara emborronada por la tele, ni siquiera parece tan gordo.

Yo lo devolvía.

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