domingo, 23 de octubre de 2022

Que nadie piense que esta mujer ya no me visita, sigue viniendo con su confeti, con la fiesta portátil, con las serpentinas que acabarán bajo la alfombra. Ocurre que soy yo el que ya no lo festeja tanto, haciéndome eco aquí, admito que su visita todavía me alborota, que acojo el premio como si no fuera nada pero todavía con el ansía del adefesio aquel de Star Wars que decía lo de Mi tesoro por todo decir. Yo todavía sonrío con genuina alegría, me la miro con ternura, sigo dando palmas después de tantos años. La veo igual que siempre, aunque yo ya estoy mayor y quizá algo falto ya de esperanza, la quiero llevar a un aparte como para recordarle que mi ambición siempre fueron los millones y no las raspillas. Pero luego creo que quizá decirlo le quite la magia al momento, su entusiasmo que es el de las otras veces, y no me quiero convertir en aguafiestas, menos aún en la sospecha de que este premio como los demás sale de ella, de su bolsillo, de sus ganas de verme, de la expectativa de verme feliz una vez más, así que me callo. Le diría que donde está la chicha, dónde mis caprichos aplazados, que no me va a dar tiempo a este paso, sin embargo callo, y aplaudo.

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