sábado, 15 de febrero de 2003

15/02/03 11:54

Vuelvo pues como dice Wanda, cada vez digo menos aunque viva lo mismo (mucho o poco) que he vivido siempre. Todos desde mi propio prisma desde luego. Procurando meter la pata lo justo, equivocándome constantemente y comprobando día a día que no soy tan bueno como me gustaría ser.
Esta tarde emigraré como en un país extranjero (gobernado por extranjeros que no entienden, que no atienden a los deseos de la gente como yo, nacionales de la paz) al centro de Valencia que para nosotros es el centro, esta tarde, del mundo entero, de toda la España, pues aunque yo me cambiaría por la puerta del Sol y por estar codo con codo con Sabina, estaré donde me toca, según mis principios que son lo que soy cuando solo me quedan las palabras.
Porque no comprendo que oscuro pacto, sellado con un beso entre líderes, jurado por encima de las gentes inocentes condenadas por el vil petroleo que inunda todos los nortes y todos los mares, que mancha la maravillosa playa de la Concha con galletas de plastelina, que se unen, adhieren, ensucian todas juntas, los pocos días de sol de una playa rodeada de monte verde.
Que los gobernantes de EE.UU son todos una medianía absoluta, que George Bush es un verdugo que no sabe ni puede ganar unas elecciones limpiamente todos lo conocíamos, que le gusta andar como amo de cortijo, con los tejanos del tejano, con el sombrero que habría envidiado el mismo John Wayne, que se atraganta con galletas, que se le humedecen los ojos justamente cuando las cámaras más se arriman, pero no sabíamos de su ambición sin límites, porque no encuentren los inspectores bomba alguna de destrucción masiva, no al menos en Irak, que no habría que buscar mucho en el país de la policia mundial para toparse con ellas debajo de alguna almohada, o desempolvadas y dispuestas para seguir garantizando la paz a bomba limpia.
Corea del Norte le hace un corte de mangas al tejano, al vaquerito que trabuca palabras en sus discursos, a la eminencia que está más cerca de ser el malo que el feo o el bueno. Al intelectual sin don, que pone a un Powell para decir que la ONU es totalmente inútil simplemente porque no responde a la utilidad que le quiere dar Estados Unidos.
Poder de convicción ha de tener para haber engatusado de tal manera al Sr Aznar, que gobierna con los votos de la mayoría absoluta de los españolitos, aunque no con mi voto, y que se había convertido en un buen presidente a fuerza de sufrir jaleos de menor grado, muy distantes de los disturbios diarios de un PSOE de antaño (en el que aún perduran lamentablemente muchas cabezas) que merecía banquillo de los acusados, literalmente, y condenas de cárcel por actuar, digamos, en dimensiones distintas a la ley (a la ley actual, que no a la del lejano oeste americano).
Bush le ha debido prometer unos cuantos satélites orientados a las batzokis del PNV para ver si lo puede ilegalizar también. O quizá un amor eterno que sobreviva a la muerte, precisamente para que Aznar se acaudille en la Moncloa, personalista frente a la sucesión que desde su posición quiere capar, porque las elecciones se acercan, y no por contra los españoles, según diversas encuestas, conforman el país con un mayor rechazo a los designios americanos, ávidos como están de controlar tanto petroleo, aunque no hayan encontrado todavía nada que justifique un millón de muertos.
Aznar se ha colocado en una posición tremendamente impopular, y se ha quedado solo. La guerra, puede ser cierto, es imparable, pero no tenemos porque secundarla.

Abrazos.