domingo, 25 de diciembre de 2005

Se va el año

"Dame veneno para morir o sueños para vivir".

Gunnar Ekelof



Es curioso lo rápido que pasa el tiempo contemplado a años vista y lo lento que se hicieron y se harán algunos días. Este año que termina fue el escogido para volver a contar lo que vivo y digo, este siglo XXI que tanto miedo daba a los ordenadores de todo el mundo, temerosos de que el año 2000 los hiciera volver a 1900 en una involución sin más revoluciones que la de ver correr la sangre.

El 2005 ha sido un año de guerra y de muerte entre otras muchas cosas. Y nos afecta tan poco como a las manadas o rebaños la muerte de los semejantes que sobreviven en la periferia, aquellos que por no estar rodeados y protegidos como un núcleo, ofrecen sus cuerpos para el arañazo asesino de los depredadores.

Se nos va el año y apenas sí viví el espíritu navideño. Me lo arrebataron para reflejarlo en los cuentos y colgarlo de los escaparates. Como si el fin de año no fuera sino una noche más entre tantos días. Tan inconsciente soy pues en realidad mis 31 de diciembre están como todos los días, contados. Puedo saber con certeza cuántos viví hasta hoy pero no cuantos quedan en el horizonte del porvenir.

Brindaré por que sean muchos y felices. Y en mi felicidad tienen tanto que ver mis amigos y familiares que les ruego que se queden contentos y risueños bien cerca. Me va la alegría en ello. Dispuestos a escuchar mis desatinos, alguno colgaré de esta página y otros los contaré a los oídos para que pueda olvidarlos antes, que las palabras arrojadas al aire se las lleva el viento.

Feliz año 2006, que sea mejor que el sueño que esperamos.

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