lunes, 1 de mayo de 2006

¿Y si?

Mi coartada es que hoy estoy enfermo. Por eso hoy apenas me voy a entretener. Me levanté a las 5:20 de la mañana para coger un avión a las 7 que me dejó en Santander a las 8 AM.

Ayer estuve destemplado todo el día y casi seguro que con fiebre por la noche. Hoy estoy nada más que regular. Con una sopa a las 12 verduras como pone en el sobrecito y un Eferalgan que cura males menores. Y hace años que yo no me ponía malito. Lo que demuestra que no soy el superhéroe que desde niño pretendí ser.


Desde mi modestia y en este espacio he abordado algunos de los mayores dramas de los hombres. Sin pasar por el ¿de dónde venimos? ni el ¿a dónde vamos? Y los he tratado por encima, sin ir más allá pq hasta la letra más imprevista nace de un pensamiento que existe.

Hoy llegué al aeropuerto de Santander, que es como una cajita de zapatos, y pregunté por el horario de buses hasta la ciudad (10 minutos mal contados). Me dijeron que el próximo autocar llegaba a las 8:30. Ahí es nada. Según mi desplegable de horarios a esa misma hora partía de aquella estación el que me podría dejar en casa tras casi dos horas de viaje. ¿Cómo hacer?

Parecía condenado a coger el urbano hasta la estación a y media y resignarme allí a pasar casi 4 horas para coger el que me llevara a casa. Esos dos horarios por ser el mismo se hacían casi imposibles de compaginar. En ese instante llegó un todoterreno con un padre y una hija. Ambos se despidieron y estuve tentado de pedirle al buen señor que me llevara hasta Santander, pero no me atreví. A los pocos minutos llega un autocar que hacía la línea Barcelona - Santander y le pregunto al conductor si es el que lleva hasta la ciudad. Él me dice que tendré que esperar al urbano. Cuando va a regresar de sacar una maleta le pregunto si habrá algún modo de que me pueda llevar. Que si espero mi horario no alcanzaré el otro. Le digo que le abono el billete allí mismo pero me dice que no me puede cobrar al tiempo que abre el compartimento para que meta mi maleta. Subo al autocar a las 8:20. Y nos ponemos en camino. ¿Hay razones para la esperanza?

A las 8:26 (+-) llegamos a la estación. Subí a zancadas la escalera mecánica para comprar el billete y pude coger el autobús a y media. A las 10:30 pasadas llegaba a casa.

¿Y si no hubiera preguntado?

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