miércoles, 6 de diciembre de 2006

Ya oigo

A Yoigo le tenemos que agradecer que hable claro. Aparte de que sus anuncios sean originales. Aunque uno no sabe bien de qué estamos hablando. Ves el anuncio y dices: "pues bien". Pero no sabemos. No intuimos qué nos quieren vender. La palabra te lo está diciendo. Menudo lumbreras.

Cierto que uno de ellos en especial es realmente bueno. Aquel en que dicen aquello de que no es que salgas mal en las fotos, es que eres así. ¡Cuántas veces no me he excusado con eso! Pero juro que cuando me veo en el espejo me veo mejor que en foto. Digamos que la cámara no me hace justicia. Verdad verdadera.

Yoigo es, hablando claro, una compañía telefónica que habla claro. Exponen sus tarifas claramente, como un post it en la pantalla, aunque sean tarifas que están fuera de mercado. Vamos que uno las mira y se pregunta quién en su sano juicio abandonaría la compañía con la que factura llamadas y mensajes por ingresar en una que te cobra a 12 céntimos por minuto. ¡Señor, si con según que números y durante algunas horas yo estoy pagando 4 veces menos!

Pero por lo que parece, estos no llevan pinta de irte a mentir demasiado. Que si Orange fuera un muñeco de madera sería Pinocho atravesando el pecho de Gepetto por su lealtad, con una nariz afilada como un estoque.

Orange retrata la fugacidad del tiempo. No sé me ocurre un ejemplo mejor. Saben retratar mejor que nadie lo que es presente. Y el presente cambia tan rápido que ya se hizo pasado. Si estás negociando algo con ellos y te satisface en parte, cierra el trato. Pues a la operadora que habita el cuerpo y la mente de sus telefonistas durante la jornada laboral le puede dar una embolia cerebral para romper la baraja. Para desandar lo andado que es volverse atrás. Quebrar los puntos de encuentro, hacer nuevas normas. Es probable que quieran darte la impresión de que lo vivido no es más que un espejismo. Y puede que tengan razón.


Fue mi caso un caso particular, no obstante. Cuando les llamaba no tenía intención ninguna de abandonarles, pero su gestión, tan penosa como su propio logotipo, me empujó a la deserción más rápido que a un iraquí rodeado por tanques "yankees" abriendo fuego desde que aparecen por el horizonte.

La diferencia es que él no saldrá vivo. Yo sí.

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