lunes, 26 de abril de 2010

Con lo puesto

No intentes amarrarme.

Gitana - Shakira



Ya comenté los peligros de Anado el día en que me da por endeudarme. Que soy capaz de coger tantos compromisos económicos que en una de aquellas termino chanchullando como un político cualquiera. Vamos, que me hago un Jaume Matas en menos que canta un gallo.

Ay que bueno, ¿no le regalaban el otro día una ensaimada de chorizo?


El coche es cosa hecha, y no es por presumir, puesto que ya estoy talludito, y si bien mi apariencia sigue siendo la de un apuesto chaval ,) digamos que ya no voy a cumplir los 25 ni los 26. Y bien contento que estoy con el carro, aunque no he contado que la semana pasada un conocido me ofreció un Alfa Romeo GT, que es un deportivo de los que me haría ligar en puerta de Instituto como no ligué nunca. 170 caballos y tan sólo 37000 kilómetros.



Pero aquel coche era demasiado para mí. No daba la imagen de lo que yo supongo. Yo soy un Opel Corsa, nada más ni nada menos.

Lo malo de estos días es que a ratos estoy a punto de meterme a comprar un piso. Y hago mis cábalas y mil veces números. Y estos van saliendo. Me veo con una hipoteca asequible, viviendo en la ciudad y me gusta como me veo. Oviedo es una ciudad con mucho encanto. Y sé a ciencia cierta que podría ser feliz allí. Y si la salud no les falta a los míos ni a mí mismo no se me ocurren razones para preocuparme. Además la compra parece un negocio redondo. Dejar de devolver a Hacienda un pastón en concepto de cuenta vivienda por no hablar de las ayudas por la compra del piso, que las hay hoy por hoy. Y el piso no es poca cosa, que hablo de 3 habitaciones y dos baños. De casi 83 metros cuadrados junto al nuevo hospital y a dos pasos de los mejores centros comerciales de Asturias.

Pero comprar el piso también supone ponerme una cadena. Atar el futuro demasiado corto.

Y hoy me siento como canta Shakira;

si llegué ayer, me puedo ir mañana.

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