lunes, 15 de octubre de 2012

Presente

Amagat sempre el teu so.

Laura - Lluis Llach



La música siempre fue una motivación para escribir. Para contar cualquier cosa, la que fuera, en el fondo esto es algo sin importancia. Se trataba de escribir, las razones vienen después. Bastaba una canción y pasar los ojos por unos cuántos titulares de prensa, eso tenía que bastar.

Hoy tengo la música, está sonando en este momento en el Ipod, y tengo la prensa, repleta de calamidades nuevas, en una pestaña al lado de ésta. Sin embargo no se me ocurre qué escribir y pienso que quizá ya nunca se me ocurra. Todo lo que tenía que escribir está escrito, qué pena que sea tan poco, y tan malo.

Me acuerdo de Bosco, la precisión de su prosa. Su ingenio, la idea clara, la palabra justa. El relato que sólo dan los mejores escritores, en el que no hay nada que cambiar. Nada que lo pueda hacer mejor. Creo que es una lástima que alguna gente desaparezca, sobretodo la de talento.

Los demás debíamos ofrecernos en su lugar, ir donde sea por ellos. A veces pienso que bueno sería que nos pudiéramos pasar los recuerdos y el conocimiento de unos a otros antes de morir. Como una herencia intelectual, para que los pensamientos futuros de los mejores no se pierdan. Yo me hubiera puesto el primero para guardar el talento de Bosco, su inteligencia que debió ser bastante para cantidad de cosas, pero sobretodo para escribir.

Y habría sido justo. Quizá porque en mi día más gris habría ido en su nombre, nada más por preservarlo.

Lo bueno tendría que ser para siempre.

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