miércoles, 21 de noviembre de 2012

Al otro lado

Deshojo el triste racimo de la nada. 

Nube negra - Joaquín Sabina



La tristeza es muy mala cosa. La melancolía es prima hermana de la tristeza. Yo soy de ánimo volátil, a veces siento que me voy a comer el mundo, aunque nunca ocurra, otras veces parezco estar como un velero en medio de la tempestad. Me ocurre incluso dentro del mismo día, puesto que el presente es eso que parece, en el momento eterno, después efímero, como la vida. En los últimos tiempos he tenido razones para la pena honda, y sin embargo he sido capaz de reír, aferrándome al pensamiento último de que esta es divina comedia que no debiera tomarse muy en serio. Ocurre incluso que la música mueve mi ánimo al compás, y si oigo algo evocador me siento a punto de ser campeón mundial o en medio de una fugacidad que me va a devorar. Me da miedo la enfermedad y la muerte. Me da miedo tener un pasado más largo.

¿Pero qué hacer si nadie se rinde y nadie vence?


Este, mi blog, abandonado y nunca recuperado del todo, ha perdido gran parte de su razón de ser, no porque no tenga cosas que contar, sino porque de un modo extraño siento que ya no merece la pena. Puede ser que porque perdí a uno de los pocos lectores que una vez tuve. A mí añorado Bosco, aunque probablemente también él se hartara de esperar un artículo nuevo, o quizá cansó de mis guerras, partidistas y perdidas de antemano. Frustrado además porque no llegué a ser lo que había parecido que iba a ser, hace muchos años.

Pues de qué sirven todas mis letras, de que sirvieron todas las suyas. Nada más de remolino de sentimientos, de punzada de nostalgia, de sopapo de realidad, de evidencia dolorosa de una ausencia. Su legado, valiosísimo, el mío apenas nada. Pues ni siquiera he sido capaz de mostrarme tal como soy. Si falta talento deja al menos la verdad sobre algo. Sobre mí.

¿Para qué serán todas las letras? ¿Para que las noticias que se perdieron en los foros que habitamos? ¿Dónde se irá cada pensamiento, cada idea, cada propósito?

Me duele cada proyecto inacabado, cada propósito en el limbo. Cada intención en el alero, que se volvieron imposibles.

¿Recuerdas Bosquete el periódico Planeta Mundo? ¿Recuerdas como parecía Annlea a punto de despertarse?
 

Hoy vuelvo a escribir sin Sestea a mi lado, recuperando el tiempo para hacerlo y me faltan las ganas. Las ganas de leer las perdí hace mucho, y al perder también éstas, las que una vez me levantaron de la cama para coger papel y boli, siento me vuelvo uno de ellos. Uno de tantos que creí que no era.

Dónde está lo que me hacía diferente. ¿Por qué sentirme distinto si al final se me va la vida haciendo las mismas cosas?

En la naturaleza del hombre reside su seña de identidad. Amar lo que hace y a sus semejantes.

Incapaz de lo primero, la esperanza son ellos.

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