miércoles, 2 de marzo de 2005

Florentino, la cara que importa

En este mundo hay mucha envidia. Todos le cogemos manía desde nuestra infancia al "requetesabidillo", al empollón de la clase. No podemos tragar con sus cualidades, con su lección aprendida, con sus gafas de miope. Todos sin discusión sabemos el prototipo de persona de la que hablo. Yo mismo, de niño daba las trazas, y me refiero a las trazas en apariencia física, porque tarde o temprano el boletín de notas se hacía más o menos público y podía seguir mi crecimiento al margen de la inquina de una mayoría de la clase. Yo de joven era algo así como Woody Allen pero escaso de talento.

Florentino Pérez no puede negarlo, hoy nos da la misma impresión. Muchos se esfuerzan a diario en desprestigiarle, le buscan las vueltas, pero no encuentran en sus respuestas ni un sólo patinazo. A algunos periodistas eso les da mucha rabia, porque acostumbrados a ser los listos del diálogo, los hace parecer tontos.

Hoy leo a Basurto aquí en Diario Siglo XXI, y me sorprendo de sus valoraciones e insinuaciones atrevidas, como la de que concurrió a las elecciones del Real Madrid porque ya estaba cubierta la presidencia en el Atlético.

Afirma sin asomo de duda que dos periodistas fueron despedidos de un diario, y sin embargo si algo quedó claro en el Larguero el otro día es que Florentino no tiene nada que ver. Le han preguntado acaso al director del periódico, los motivos del despido. No entra en cabeza humana que sea por desavenencias con el presidente del Real Madrid, alguien totalmente ajeno al diario. De hecho son tantos los que lo han criticado que si eso fuera cierto no tendría que quedar casi ni un periodista en su puesto. El mismo Manolo Lama lo intenta poner de vuelta y media cada vez que se lo cruza, pero muerde en hueso.

Vicente Del Bosque dijo el otro día una insensatez mayúscula. Respira por la herida porque prescindieron de él en el Madrid cuando decidió que como las grandes estrellas
las cosas de su renovación las tenía que llevar un agente. Ya dijo Figo una vez para referirse al entrenador, "no molesta demasiado". Hoy Del Bosque tala su futuro en el Madrid con declaraciones fuera de tono. Primero porque nunca su prestigio estuvo a la altura de los méritos conseguidos. A nadie le sirvió de menos ganar la Copa de Europa. ¿Por qué? Porque molestaba poco, no imponía ninguna disciplina (recordemos a Raúl mandándolo a la mierda), y entrenaba lo mínimo posible. Vicente Del Bosque ha retratado el entrenador que es hace bien poco en el Besiktas.

Él tiene una guerra firmada con Florentino y habla de los peligros y de las mordazas. La prensa que necesita titulares, que dedica semanas a hablar de si es o no es Florentino un ser superior, adora sus salidas de tono porque venderán periódicos. Pero el problema de Del Bosque, metido como está en el barro es que no ha obtenido de Florentino Pérez ni una palabra amarga. Éste ha dicho que le tiene aprecio personal aunque parezca claro que no volverá a dirigir al Madrid mientras él sea presidente. Y el problema no es sólo Florentino, sino que si el próximo es Butragueño, tampoco habrá espacio.

Del Bosque cortó un futuro en el Madrid con sus ataques constantes. Porque en el Madrid, al contrario que en el Marca, si tiene mano Florentino. Su presente se truncó, conviene recordarlo, por una mala temporada en Europa, errores tácticos y una insurrección en el vestuario. Y conviene recordar también que no se le echó, simplemente no se le renovó el contrato, que es el pan nuestro de cada día para muchos otros, en peores condiciones.

Dice Egoitz Basurto, que tiene de primeras toda mi simpatía por ser vasco como yo, que se pueden hablar barbaridades de Florentino Pérez porque nadie conoce al auténtico Florentino.

Yo desde la distancia digo nada más tres nociones que tendrían que bastarnos. Es presidente de ACS (lo que pertenece a su esfera personal), es presidente del Real Madrid (por una reciente y aplastante mayoría en las últimas elecciones) y que es un triunfador (al menos en los negocios).

Yo también le tendría manía si no prefiriera gastar mis fobias en gente con un poder mayor aunque parezcan los tontos de la clase; George Bush por ejemplo.

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