lunes, 7 de noviembre de 2005

Estación: Esperanza

La vida es una montaña rusa. Solamente alguien que viva en una burbuja o en un búnker osará contradecirme. Y tan pronto uno se siento con el ánimo de un afluente sin agua como con la ilusión arrebatada de un río frente al mar, a algunos metros de la desembocadura misma, cuando se va a dar de bruces, de besos como el encuentro de los amantes que se perdieron de vista.

Hoy sé y me invade un alborozo que quisiera contagioso, que mi vida continuará, esencialmente igual, seguiré siendo protagonista insustituible ;), en Asturias desde el próximo día 12 de diciembre. Algo antes en verdad, pues tendré que indagar pensiones y hostales que me tengan la maleta mientras acudo a la formación básica imprescindible. Y fuera de ese horario, me van a sobrar las horas...


Que mis amigos conozcan que la noticia recibida hoy me hace muy feliz, que sientan esta alegría desbordante del que da los pasos en la dirección correcta.

Decía el otro día el sacerdote en la boda de mi amigo que ambos acababan una vida para comenzar otra juntos. Yo no estoy de acuerdo, simplemente le dan continuidad, sus vidas siguen siendo las mismas aunque determinados detalles hayan cambiado. Cada paso de los dados te lleva justamente a donde estás. Somos nada más que unos chicos remontando un río de piedra en piedra. De vez en cuando nos detenemos para mirar lo recorrido, el sendero que dejamos atrás, el último escalón que no quedó oculto por el follaje. Pero la remontada no es un ascenso, ni se sube ni se baja en realidad, solamente se avanza. La siguiente estación espera ahí, a un saltito de distancia.

Me escribía hace unos días un amigo mío, muy sabio por lector contumaz, "que sea para bien". Esa es la clave de cada decisión que se toma. La llave que abre una boca para nuevas sonrisas.

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