domingo, 22 de julio de 2007

Vino

El nano del anuncio, pequeño y con la voz de pito tiene gracia porque termina las preguntas a su madre con un ¿verdad?

¿Tú tomas mucha fruta?

Las personas nos pasamos la vida entera preguntándonos por lo que hay de verdad en las cosas, ocurre sin embargo que cuando somos niños aún lo hacemos en voz alta, seguros de que la respuesta será verdad por la confianza que tenemos en las personas a las que preguntamos. Si tú lo dices será entonces y siempre.

Luego dejamos de preguntar, en parte porque terminamos constatando por la experiencia que la verdad es casi siempre algo relativo, que depende de muchos factores, de todo tipo. Y también porque nos hacemos más desconfiados con los años. Porque puede ocurrir que ellos no quieran que yo conozca la verdad. O terminamos pensando que preguntar demuestra a las claras cuanto no sabemos. Y es mejor pasar por alguien reservado que por alguien ignorante.


Ayer estuve viendo el Tour de Francia. Vinokourov arrasó en la contrarreloj como hacía en otros tiempos Miguel Indurain. El mismo corredor que cayó contra el suelo y le llenaron las rodillas de puntos y de grapas cerrando la carne, el mismo que bajaba las escaleras casi de espaldas para sobrellevar el dolor. El mismo que acabó una de las etapas descolgado, tan herido como el primer día y llorando sobre la bicicleta.

Ayer rodó a 48 km por hora y aventajó a todos sus rivales. Dice que tiene una motivación inmensa, que atacará en las tres jornadas pirenaicas. Yo no sé si es verdad, pero dicen que ya está asustando a sus rivales. A mí me parece el Ave Fénix, renacido de sus cenizas porque no se rindió; hubiera sido lo más fácil.

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