jueves, 6 de diciembre de 2007

La cuenta vivienda

Yo soy mu listo, aunque engaño. Parezco mucho más tonto pa que la gente lista se encuentre la mar de a gusto a mi lado. Así son conscientes de su listeza todo el tiempo. Sin paréntesis. Y to también la mar de a gusto porque soy muy capaz de terminarlos sorprendiendo. Porque de repente encuentran que les parezco más listo de lo que creían, que será creerme más listo de lo que soy en realidad. Porque dar con la inteligencia exacta es muy difícil. Ni siquiera los dichosos test logran acertar.

Así, yo por ejemplo me reconozco mucho más tonto que un chimpancé de los que usaron para retener combinaciones numéricas en una pantalla. Los números iban desapareciendo y los tenías que pulsar después en el orden en que lo habían hecho. Que es algo así como jugar a aquel juguete de tonos y colores de Simon. Varios universitarios de los de ir de copas por si cae algo habían hecho la prueba contra los monos y los pobres no daban con los números en el orden correcto, o bien lo hacían dudando tanto que aquello se eternizaba. Todo lo contrario que los monitos, que sin ir a la moda, ni falta que les hace, habiendo aprendido los números del 1 al 9, eran capaces de repetir cada combinación con una agilidad bárbara. Yo creo que es que su cabeza no se pregunta nada acerca de dónde venimos, ni hacia dónde vamos, y entonces concentrarse en esas tareas es mucho más sencillo. A ellos solamente les preocupan los plátanos. Y a nosotros un millar de cosas, incluso las que están muy lejos.

En cualquier caso a "petit comité", yo me reconozco inferior. Probablemente allí habría terminado echando la culpa al apuntador, que es tirar balones fuera. Habría dicho que mis números no encienden con la luminosidad apropiada, por ejemplo. Y que en esas condiciones uno no puede asimilar donde coño salieron. Y que si los monos logran verlos por haber hecho la prueba en el turno anterior se debe sin duda a que son seres más bajos y les quedan más a la altura de los ojos, por no hablar de que sus dedos destemplados y extremadamente desgarbados debieron atenuar el foco, en nuestra contra.

Está visto que los monos, o ese pelotón de escogidos, tienen mucha más memoria que el común de los humanos, que no recordamos casi nada apenas. Aunque luego si echamos la vista atrás creamos que somos dueños de un archivador infinito. No es verdad. Somos dueños de nada. El pasado apenas existe.

Pero yo soy muy listo. Por eso, para demostrarlo me voy a abrir una cuenta vivienda. Que es una forma de empezar a pensar en adquirir una, un año de estos.

Podría hacerlo con una cuenta de plazo fijo, que me lo tengo bien leído. Pero creo que no me voy a complicar. Sacrifico un extra de interés por no dar la tabarra. No sería la primera vez que dar muchas vueltas se volvió en mi contra.

Lo mejor de todo va a ser a la hora de hacer la declaración de la renta. Cuando la cosa salga a devolver. Quiero un chalé o un adosado.

Una puerta de garaje incluso sin coche.

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