lunes, 31 de diciembre de 2007

Fin de año

Que los sueños del 2008 se cumplan.

viernes, 21 de diciembre de 2007

A golpes

Contigo sueño.

Y sin embargo - Joaquín Sabina



Tiene Jose Luis Moreno mucha plata, que decía el erizo aquel del anuncio de los seguros. Que le quieren por la plata. A Jose Luis Moreno también. Los cacos le querían por la plata. Por eso le visitaron, para convencerlo de que iban en serio le dieron tremenda paliza. Se cuenta que incluso le dieron con un hacha en la cabeza, quiero pensar que con el mango, que es de madera antes que con el filo, que podría partir un melón nada más rozarlo.

Y todo porque el neuro-cirujano metido a ventrílocuo, que suena como ventrículo pero no se le parece se negó a dar la clave de las cajas fuertes. Temía con razón que tras conocerla se dieran a abrirlas y terminaran llevándose lo que esconden.

Yo tengo que reconocer que no me cae demasiado simpático el empresario. Quizá por esa fama que cuentan de que no había azafato de programa que se le resistiera, y que no contrataba a ninguno que no estuviera dispuesto a pasar por la piedra, que es dejar a los muñecos de lado por convertirse en muñecos. Eso y porque desconfié siempre de ese instinto para los negocios tan acusado. Que se ha hecho multimillonario y aún lo recuerdo cazando chistes fáciles con la boca quieta mientras Rockefeller le gritaba "toma Moreno" a la vez que hacía un movimiento pélvico que Michael Jackson reservaba para los días de mayor inspiración.

Y este suceso actual no ha hecho sino empobrecer más aún la impresión. Que ya se sabe, por la fama que gastan, que estos delincuentes del este, como los Reyes Magos, llegaron casi sin nada que perder. Vienen de tener una vida dura, y puestos a convertirse en delincuentes no se van a andar remilgados a la hora de conseguir lo que pretenden. Y si tienen que patear un cráneo lo patean, y si hay disparar un tiro, dan dos. Porque es la vida que han escogido y distinguen entre los suyos y los que no lo son. Y los distinguen en función del respeto. Unos los tienen y otros no. De forma que el objetivo pierde su identidad personal. Es simplemente la llave.

Pero Jose Luis Moreno que tiene un imperio prefiere guardarse la clave así le maten. Podría perder todo su dinero efectivo, si es que fuera ton torpe como para tenerlo en casa y no habría perdido apenas nada. Es una fabrica de hacer dinero, con sus productoras y sus series.

Ocurre sin embargo que debe ser de los que sueña con el dinero. De los que pasa las noches contando monedas, mientras el servicio se recoge. Y entonces le viene esa sonrisa de triunfador. Y se dice con voz tenebrosa "toma Moreno".

A cada uno lo suyo.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Fin de ciclo

¿Cómo pudo sucederme a mí?

Quien me ha robado el mes de abril - Joaquín Sabina



Son Albelda y Cañizares dos de los futbolistas más inteligentes. Ya se les intuía por las declaraciones comedidas que venían realizando. No eran Jorge Valdano precisamente, aunque siempre se mostraron tal como son, Albelda como alguien que no estaba dispuesto a esconderse, Cañizares como alguien tan reflexivo que parece mentira que se llevara fatal con Miroslav Djukic que fue un central de los más cabales.

Y no abundan los futbolistas medianamente razonables. Que algunos se pirran por montar fiestas locas que acaben en una o dos violaciones y en un sin fin de relaciones consentidas. Con modelos afanosas de notoriedad a las que el tamaño de la cuenta corriente les derrite las medias. Con ganas de llevarse un futbolista joven y famoso para casa, digo para casa, a la cama. Porque en el fondo no no creo que ninguna espere encontrar el amor en los brazos de Rooney, por ejemplo. Se busca nada más una experiencia a la que sacar punta, quizá en el Tomate de las islas británicas. Y que a una le quiten lo bailao. Juventud, divino tesoro.

A los futbolistas por norma los micrófonos y los flashes les hacen parecer más tontos de lo que en realidad son. Pero es que es muy difícil ser ingenioso en los comentarios posteriores al partido. Después de todo es algo que quien escucha ya ha visto. Y en el fútbol está todo inventado, no hay rival pequeño.

Pero Albelda y Cañizares siempre demostraron tener la cabeza más bien amueblada. Como Zidane los días en que no cruzaba los cables de las entradas a destiempo o los cabezazos para que te acuerdes. A Cañete habrá que perdonarle no obstante esas medias casi hasta la cintura, que hacía que la gente cantara alegremente aquello de "sal del armario, Cañete sal del armario". Y Cañete en vez de salir, se las subía más. Porque aquello era una relación amor-odio que cobraba la entrada o el abono. Y Cañete se hacía las mechas porque en el fútbol como en la vida la imagen dicta lo que eres, que es como te ven.

Albelda ha sido un futbolista de garra. De los que no puede arriesgar en el pase porque no lo dará bien. Por eso los da en corto y fáciles. Es de los de juego duro. De los que salían de la caseta ya con una amarilla, la cosa era cuanto iba a tardar en verla. Que si el partido acababa sin que la viera sobraban razones para que el arbitro meditara largamente su arbitraje. Era algo consabido, como que hay que intentar meter el balón entre los tres palos. O que Cañete se crecía ante las canciones adversas, los partidos así le salían mejor. Y sin embargo las gentes cantaban, porque iba con la entrada.

Ahora los dos, casi de la mano, abandonan el Valencia, y han decidido con el mejor criterio que lo harán apelando al corazón de la hinchada, que les agradece el esfuerzo prestado sin reparar en el Porsche que guardan en el garaje. El uno dice que la directiva no tiene categoría para humillarle y que la afición siempre lo recordará como alguien humilde que ayudó a crecer al Valencia. El otro, aún más audaz, dice que no puede fichar por el club de sus sueños porque es el mismo que lo está despidiendo.

Apelan a ese corazón viejo de las gentes que anhelan ver ganar al Valencia otra vez. Y dicen que esperan que el Valencia llegue a lo más alto. Que Koeman puede ser un buen entrenador para el Valencia, aunque sea él quien les está echando.

Pero en realidad sospecho que desde el fondo de su alma desean ver despeñarse al Valencia, como un deseo íntimo. Porque entonces los mártires serán la esperanza que queda.

Y esta afición es de las que no perdona ni olvida. Y hartos quizá incendien Mestalla. Y entronicen a los que ya no están, ni pueden estar.

Últimos testigos del periodo más glorioso del Valencia.

Tengo que jugar

Tengo que jugar aún a la lotería de Navidad. La oficina me ha encargado que en estos ratos de esparcimiento míos consiga encontrar un rato para comprar un número bueno de la lotería de Navidad, esa que tradicionalmente tiene a los niños de San Ildefonso, tan formales, desafinando voces agudas con el invento del euro, con lo bien que lo decían en pesetas. Y los premios parecían más gordos, como tenían más ceros...

Voy a comprar el mismo número para que Sestea y yo compartamos perdidas o ganancias. Yo era partidario de comprar otro para multiplicar las posibilidades de que la suerte me sonría, pero me han asesorado a favor de comprar el mismo, supongo que para chinchar, si toca, a los de la oficina. Y como mi madre no es de las que deja pasar un número cerca sin hacerse copia me ha encargado que le consiga otro más. Así que llevo una carga de responsabilidad que no alcanzan mis anchas espaldas de ex-nadador. Y es que ya quisiera yo plantarme delante de los númeritos en la vitrina para que uno me hiciera destellos, sólo a mí, como cuando una moza le pone a uno las de cruce, tan rara vez que uno se gira preguntándose hacia donde mira esta, o es que acaso se me perdieron por fin las cualidades de hombre invisible. Tengo detectado que esas cosas ocurren con más frecuencia en las bibliotecas, creo que es un lugar óptimo para ligar, o al menos para recibir peticiones de auxilio que giran hacia todo lo que se mueve como luces de sirena de una patrulla policial o de un camión de bomberos. Vamos que en una biblioteca cualquiera que pasa parece desfilar como un modelo. Enseguida se levantan las cabezas menos concentradas, y probablemente menos espabiladas para escrutar cual será el próximo paso. Y es que las horas de enclaustramiento delante del libro son duras si no existe una fe que mueva montañas detrás. Y la vida se mueve tanto al otro lado, en las calles iluminadas que uno no puede abstraerse a la letra pequeña del libro, que habla de casi cualquier cosa que no sea vida. La vida está fuera, aunque pueda esperar.

Así que hoy saldré a este día gris, que llega tras dos días grises y lluviosos y buscaré una administración donde jugar, sin colas por favor.

A día de hoy no hay número malo.

Lastima* mañana.




(* del verbo lastimar)

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Continuando

Creí que era una aventura y en
realidad era la vida.

Joseph-Conrad


No quiero empezar con uno de mis monólogos trascendentes acerca del paso del tiempo y demás cosas que me preocupan tan tontamente como si se dieran en mí sólo.

Pero estas fechas de fin de año son propicias para que uno haga balance acerca de cómo va la vida, esa aventura que se vive sin borrador, sin previo aviso, para que uno pueda irse equivocando una vez tras otra sin que haya equivocación más grave que morir. Que las cotidianas se podrán ir solucionando según llegan. Hay siempre vuelta de hoja. Una oportunidad más.

Me llegan las primeras felicitaciones de Navidad y su consabido deseo de felicidad para año nuevo y reparo en que se marcha el tren que trajo el 2007 para que lo viviéramos lo mejor posible. Cada uno exactamente como quiera. Tu libertad ha construido lo que te rodea.

Yo soy una voz bastante autorizada para hablar de lo imprevisible de la vida. Maldita sea, del presente, de este minuto. Y hoy he desayunado en un sitio regentado por un par de argentinos encantadores, como lo son todos. He pedido unas tostaditas pequeñas, como de canapé, con mantequilla. Ayer pasé ratos del día haciendo unos muñequitos MII en la Wii de mi hermana, y me quedaron muy lindos y realmente parecidos a sus alter ego de carne y hueso. Yo tenía hecho uno ya, por mi hermana Bego que me hizo una narizota con las justas proporciones de un árbol de navidad. Y creo que se quedó corta. Le faltó además hacerme una boca como un buzón de correos. Pero es que ella, la pobre, no me ve reírme muy a menudo. Con lo que yo me río.

Pero es que estoy muy lejos. A veces parece otro planeta.

martes, 18 de diciembre de 2007

De vacaciones

Parece que si uno se pone de vacaciones es para todo. Por eso no vengo por aquí, ni escribo ni nada.

Y conste que tendría que hacerlo, pues hay montones de noticias que darían para un párrafo, la del fulano aquel que mató a su hermana después de pasar la noche matando perros y pavos en un pueblo de Badajoz. El tipo se conjuró para no llegar a fin de año. Decidió tirar la vida o lo que fuera por el retrete.

O como no hablar del juez del Tribunal Constitucional que sacó la pistola para intimidar al otro en una discusión de tráfico. Dice el otro, un ladrón de coches con juicio pendiente que aquel juez era muy poquita cosa, pero con muy mala leche. Y es que algunos quizá por no resultar suficientemente rotundos necesitan aditamentos complementarios. El volumen del coche les acerca a aquello que quieren ser. Se ven en el reflejo de un concesionario y dentro del inmenso todoterreno ni siquiera se reconocen.

Al menos el juez tuvo cerebro para algo más que para dar la razón a Rajoy por elegirlo, decidió que con mostrar la pistola bastaba. Otro más tonto, así en caliente, dispara.

Por ejemplo el apodado "el bueno". Tenía la misma ira dentro de las entrañas y ahora está en el anatómico forense.

lunes, 10 de diciembre de 2007

Tanto, tanto, tanto

Ruido compartido.

Ruido - Joaquín Sabina


Pues mañana cojo vacaciones otra vez. Y que no parezcan muchas veces, que no han sido muchas. Marcho a Madrid y luego a Valencia.

Pero vuelvo con nocturnidad y alevosía. Lo juro. Llevo el portátil para poderlo enseñar en el aeropuerto. Tengo 15 noches como luceros, como lunas llenas.

Y de regreso en Navidad, como el turrón.

Tendré una cesta que recoger, y tendré un continuar.

domingo, 9 de diciembre de 2007

El chico

De arenas movedizas.

Joaquín Sabina



Vengo de mi café matutino con la prensa. Y no porque haya dado una conferencia de prensa, esto es obvio. Mis cafés matutinos con la prensa son encuentros mudos con el periódico. En el que él dice más que yo. Yo lo leo y él se deja. Ni siquiera me llevo ya las manos a la cabeza.

Sin embargo hoy me he quedado un poco estupefacto. No demasiado, no exageremos, que mi capacidad de sorpresa se ha ido mermando con los años. Y no porque ya lo tenga todo aprendido, sino porque entendí que en determinados asuntos el hombre no encuentra limites, por lo que siempre se puede ir un poco más allá, y por tanto, yo permanezco a la expectativa seguro de poder presenciar ese avance, que suele ser retroceso, nuevo pero esperado.

Hoy leí lo del chaval que tiroteó a un buen puñado de gente durante sus compras en unos grandes almacenes de Estados Unidos. Mató a 8 pero a buen seguro que él hubiera querido que fueran más, sobretodo cuando se tiene la certeza de no volver a traspasar el umbral de salida con vida.

No llama mi atención el suceso en si mismo. Estas cosas ocurren allí con cierta frecuencia. Y ocurren porque cualquiera puede alcanzar un arma. Como yo soy de los que piensan que las personas, todas en general, pasamos por momentos puntuales que son picos puntiagudos para caer a redondeadas lomas de tranquilidad he llegado a la conclusión de que el chaval no estaba loco de atar. Que no era individuo propicio de sanatorio mental. Digan lo que digan psiquiatras y psicólogos de gruesos libros. Simplemente llegó a un punto de desesperación tan grande que prefirió echarlo todo por el aire.

Así se entiende su carta de despedida, en la que se reconoce "un trozo de mierda", y no sólo eso, sino que anticipa que eso no va a cambiar, que su vida seguirá la misma tónica porque así ha sido siempre y no tiene porque cambiar como no tiene que cambiar un color porque su razón de ser es ser así, precisamente. Es decir, arroja la toalla porque no le queda ninguna esperanza, como si la vida que tiene fuera en su naturaleza y ésta fuera invariable. Pero entonces encuentra la solución, "pensarán que soy un monstruo pero me voy a hacer famoso".

Y la fama vista desde ese prisma es algo deseable. En realidad la salida más gloriosa entre opciones menos ruidosas. En un mundo gobernado por la imagen en el que los muebles se colocan orientados hacia el televisor. Fama efímera e instantánea aunque no se vaya a quedar a comprobarla.

Despedido del McDonald's por robar 17 dólares, abandonado por la novia, pero no estaba loco. Simplemente estaba desesperado, sin puertas ni ventanas.

Y con un fusil bajo la cama.

jueves, 6 de diciembre de 2007

La cuenta vivienda

Yo soy mu listo, aunque engaño. Parezco mucho más tonto pa que la gente lista se encuentre la mar de a gusto a mi lado. Así son conscientes de su listeza todo el tiempo. Sin paréntesis. Y to también la mar de a gusto porque soy muy capaz de terminarlos sorprendiendo. Porque de repente encuentran que les parezco más listo de lo que creían, que será creerme más listo de lo que soy en realidad. Porque dar con la inteligencia exacta es muy difícil. Ni siquiera los dichosos test logran acertar.

Así, yo por ejemplo me reconozco mucho más tonto que un chimpancé de los que usaron para retener combinaciones numéricas en una pantalla. Los números iban desapareciendo y los tenías que pulsar después en el orden en que lo habían hecho. Que es algo así como jugar a aquel juguete de tonos y colores de Simon. Varios universitarios de los de ir de copas por si cae algo habían hecho la prueba contra los monos y los pobres no daban con los números en el orden correcto, o bien lo hacían dudando tanto que aquello se eternizaba. Todo lo contrario que los monitos, que sin ir a la moda, ni falta que les hace, habiendo aprendido los números del 1 al 9, eran capaces de repetir cada combinación con una agilidad bárbara. Yo creo que es que su cabeza no se pregunta nada acerca de dónde venimos, ni hacia dónde vamos, y entonces concentrarse en esas tareas es mucho más sencillo. A ellos solamente les preocupan los plátanos. Y a nosotros un millar de cosas, incluso las que están muy lejos.

En cualquier caso a "petit comité", yo me reconozco inferior. Probablemente allí habría terminado echando la culpa al apuntador, que es tirar balones fuera. Habría dicho que mis números no encienden con la luminosidad apropiada, por ejemplo. Y que en esas condiciones uno no puede asimilar donde coño salieron. Y que si los monos logran verlos por haber hecho la prueba en el turno anterior se debe sin duda a que son seres más bajos y les quedan más a la altura de los ojos, por no hablar de que sus dedos destemplados y extremadamente desgarbados debieron atenuar el foco, en nuestra contra.

Está visto que los monos, o ese pelotón de escogidos, tienen mucha más memoria que el común de los humanos, que no recordamos casi nada apenas. Aunque luego si echamos la vista atrás creamos que somos dueños de un archivador infinito. No es verdad. Somos dueños de nada. El pasado apenas existe.

Pero yo soy muy listo. Por eso, para demostrarlo me voy a abrir una cuenta vivienda. Que es una forma de empezar a pensar en adquirir una, un año de estos.

Podría hacerlo con una cuenta de plazo fijo, que me lo tengo bien leído. Pero creo que no me voy a complicar. Sacrifico un extra de interés por no dar la tabarra. No sería la primera vez que dar muchas vueltas se volvió en mi contra.

Lo mejor de todo va a ser a la hora de hacer la declaración de la renta. Cuando la cosa salga a devolver. Quiero un chalé o un adosado.

Una puerta de garaje incluso sin coche.

martes, 4 de diciembre de 2007

Mr. Perfecto

Ya no me queda sorpresa apenas.

Yo sabía que aquel tipo que tenía los brazos tan anchos como dos troncos, el tal Bristish Bulldog había muerto. Yo creí que sería por tomar tantos anabolizantes como debía tomar para que los músculos le crecieran tanto. Yo tengo también esos mismos, más o menos en el mismo sitio, lo que pasa es que los míos son muy tímidos y no van por ahí llamando la atención, son los mismos pero pinchados. Y deben tener agujero porque no crecen. Aunque, todo sea dicho de paso, tampoco hago yo mucho para que crezcan. Están así un poquito dormidos. Como si los hubieran metido en un microondas y se hubieran ido desinflando. A mí lo único que me crecen son las dioptrías y las ganas de tener vacaciones.

Que muriera el British Bulldog me pareció algo penoso, pero no me afectó demasiado. Sin embargo, no hace muchos días que buscando destino a tantos forzudos de aquel "pressing catch" que entretuvo mi desatada adolescencia fui a encontrarme con que Mr. Perfect que era un tipo pillo y al que había que amar, sin amor obviamente, u odiar, con odio de mentirijillas, que se sabía los trucos más sucios y que iba por la vida perdonando vidas, a los otros, a los que no eran perfectos como él, había muerto cumplidos apenas los 44 años de vida.

No se sabe bien si fue la cocaína o los preparados científicos que incrementan el volumen de los músculos a costa de disminuir el tiempo de vida. Un personaje de un video-juego que se toma las pociones demasiado aprisa. Y quien no guarda, no tiene para la vejez, sea cuando sea.


06 Diciembre 2007

En realidad este post, que por alguna extraña razón yo tengo el editor del weblog doblado al inglés se empezó a escribir. Hasta la línea anterior el día 4. Pero luego me llamaron por teléfono y perdí el hilo, esto es, las ganas de escribir. Así que abandonemos a Mr. Perfect para volver otro día, y vayamos a un nuevo post, que es lo que me pide el cuerpo.

domingo, 2 de diciembre de 2007

La estatua

Lo nuestro fue un no querer aún pudiendo.

Anado