martes, 13 de julio de 2010

¿Un regreso?

El final no empieza hoy.

Tiramisú de limón - Joaquín Sabina



Si alguien me hubiera dicho que iba a pasar todo este tiempo sin escribir el blog, simplemente no le habría creído. ¿Qué podría haber más importante que sentirme escritor? Escritor de blog nada más, pero escritor aún.

Ocurre que somos animales de costumbres y yo fui perdiendo el rato en que venía a escribir aquí y luego se me olvidó que lo solía hacer, hasta que en los últimos días recobré el conocimiento para darme cuenta de que yo habitaba un blog, no hace tanto. Pero es curioso, pues no es recurso literario decir que se me olvidó que esta era mi casa desde hace 10 años (contando el Vivo y digo original), sino que el olvido fue real. Habitualmente el navegador me abre con las últimas pestañas visitadas y fue hace unos días que abrí una ventana nueva para no mezclar contenidos y allí apareció mi página de inicio, el blog que había abandonado primero y olvidado después. Y fue un descubrimiento, como una vuelta de la amnesia para dar con mis ojos de joven, con mis textos huracanados contra la política y el mundo.

Y no es porque no haya habido noticias candentes, que para despotricar de la realidad política e institucional uno no necesita abrir las persianas, por no hablar de que en los últimos tiempos haya sabido que mi añorado Michael Jackson, al que admiré tanto, estaba loco de remate. Más loco que un rebaño de cabras. Eso sí, viviendo según sus propias reglas, en su mundo de Peter Pan donde nadie le dirá qué puede y qué no puede hacer.

Por no hablar de mi Nadal, al que habré de aferrarme cuando me quede sin héroes. Que ha ganado su segundo Wimbledon y ya lo hacían muerto y enterrado. Puede que en la vida se nos marchiten las esperanzas lentamente, puede que vayamos pensando que en esta tragedia que es la vida, cómica de lejos, dramática de cerca, se nos van los buenos y nos quedamos nada más medianos y malos, hasta que los medianos evolucionados en buenos se vayan también. En cualquier caso conviene no perder la esperanza en lo inesperado, pues quién iba a decir a nuestro fútbol que ganaríamos un Mundial, quién me iba a decir a mí que Shakira me gustaría tanto...

Quizá estemos descubriendo un nuevo futuro a estas horas.


Y puede que en este tiempo yo no esté tan por la labor de ser altavoz inútil, pero en mi descargo he de decir que no todo fue malo. En este plazo sin palabras no fui idiotizado por la PlayStation 3 más de lo que ya estaba, de hecho la tengo casi tan abandonada como las maneras mías al teclado. Eso sí, tras representar la historia del oeste más hermosa con un santo John Marston de desenfundar rápido para no morir deprisa. Cierto que he aprendido a hacer con mis fines de semana algo más de lo que eran hace unos años, cuando tenía mi soledad en todos los rincones de mi espacio, entonces era más sencillo hallar el momento de inspiración a la que conduce el aburrimiento, el no saber qué hacer.

Hoy vuelvo y no sé si esta continuación es una continuación en realidad. Desde luego no es una despedida, pues yo habré de seguir escribiendo porque mi parte mejor escribe. No obstante me alegra admitir que he vuelto a la lectura, paso muchos ratos leyendo y quizá esa sea la mejor noticia.

¡Maldita sea, así es como quería ser yo!


Si hay que dar a mis ojos nuevas dioptrías, al menos que tengan algún sentido.

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