viernes, 18 de enero de 2002

18/01/02 12:33

Parece que va a ingresar en el Tribunal Supremo una mujer. Yo la verdad es que llenaría el alto tribunal de mujeres. Están más dotadas de sensatez. Además, es que lo que hay es tan malo,... Son todos malísimos. Yo les daba la cartilla. Solamente saben meter la pata. Cuando no es una cosa es otra. Nada funciona tan mal en este país.

Ayer estuve pensando en Cela, y en la cantidad de homenajes que se le tributaron durante todo el día y que él, por muerto, se perdió. Si yo hubiera escrito "La familia de Pascual Duarte" y me hubieran dado el Nóbel, entonces diría que me he muerto cuando fuera inevitable, dos horas antes de hacerlo realmente, adelantando acontecimientos. Ver el telediario lleno de buenas palabras hacia mí. Y si no las hubiere, poder llamar furibundo para quejarme, que a uno no le dejan por bueno ni después de difunto.

Eso para los que han cosechado fama, y los hay que hicieron más mella en la sociedad que el bueno de Cela. Porque los no famosos, los que habitamos en la intrahistoria que decía el otro. Mejor que avisen de nuestra muerte cuando suceda. Que yo quiero mucho a los míos. Son cercanos, y no quiero estando en el jodido trance de morir, además cargar con la tristeza visible de los que me creen muerto sin estarlo. Decirles así con la manita, desde el otro lado. Desde la orilla que según cuentan, es donde habitan los que se fueron. Estamos separados por un río o por un mar. No muy lejos un extremo del otro. Los que sobrevivieron estando clínicamente muertos dicen que vieron a sus seres queridos saludar. Yo que soy miope, probablemente saludaría a los míos confundiéndolos a unos con los otros. Pero no puede existir mayor paraíso que estar cerca de los que quieres ya sin ningún temor.

Pasamos un pasadizo oscuro hacia la luz.