lunes, 28 de enero de 2002

28/01/02 12:03

Aquellos que saben, han llegado a la conclusión de que la asesina de los niños, de sus hijos, está absolutamente loca. Yo no puedo estar de acuerdo, que conste que no soy psicólogo, ni lo tengo que ser. Admito que esté desquiciada, eso sí, que haya estada desquiciada la noche de autos, que haya estado desesperada por su matrimonio, sus celos o su marido. Pero por favor, que no se inventen una enfermedad esquizofrénico-paranoica,

visible ahora

y que incubaba como se hace con un constipado o de igual modo que la gallina con sus huevos.

Hay una tendencia a descargar de maldad a las personas, porque así tenemos menos de preocuparnos (y no es decir poco), en cuanto alguien se sale de madre (es decir, una madre no se comporta como debiera) nos inventamos el susodicho:

- Está chalada, pobrecita.

Y nos quedamos tan panchos. Contentos y esperanzados en la raza humana. Esos loquitos, ... solo le pido a Dios que ninguno me pase cerca.

Pues yo digo, si antes, en los cafés que la Paqui (así se llama) se hacía con las amigas, si comprando de rebajas o pescado, nadie se dio cuenta. Simplemente expongo:

- Esa persona es como tú o como yo, pero su resistencia a estados de desespero es menor, y/o nosotros nunca hemos vivido de tal magnitud. Lo que significa que estando en la misma situación, tan irreversiblemente superados por los acontecimientos, tan arrinconados como concepción subjetiva, podríamos actuar igualmente desquiciados -.

Esas enfermedades mentales, en este caso como en muchos otros, no son más que unos inventos.

Locos eran los que se metían la mano en la cartuchera bajo el hombro y decían que eran Napoleón, minutos antes de matar a cuatro en los tiempos de Capone. O el que se cree realmente la gallina de los huevos de oro.



Hace unos años, una gitana con retraso leve de inteligencia, se llevó de paseo a sus churumbeles. Los arrimó tanto, tanto, tanto al acantilado que los acabó tirando. ¡A los cuatro! Fue condenada por nuestra justicia a presidio, como cabía esperar. Resulta que esta mujer se hacía una lío en las declaraciones, y decía que había sido su marido arrojándoles piedras a los niños. Y es que ya se sabe, cuatro niños puestos en el disparadero, a elegir entre unas piedras, y el vacío de unas rocas y la mar,

¡hay la mar!

Y luego cambió de declaración y es que se cayeron jugando.

Estos sucesos acontecieron en Noviembre de 1991, en Octubre del 2001 la mujer ha cumplido con la sociedad y las monjas le han buscado un pisito para entre horas.

¡Qué lástima de mundo! ¿Cómo de cerrados tenemos los ojos!

Que nos damos cuenta de la locura de una persona siempre a posteriori. Nunca antes. Antes era, eran, como la Paqui y el José, una pareja modelo.