viernes, 24 de noviembre de 2006

De cruzada

Está visto que mi sino es emprender cruzadas, perdidas de antemano, contra las empresas de telecomunicaciones de este país. Estaba yo tan contento, dándome con un canto en los dientes porque me iban a enviar un Sony Ericsson Z520i, un móvil de gama media pero con interesantes prestaciones, uno entre los 4 que me ofrecieron para jubilar mi achacoso Siemens S55. La cosa fue, no podía salirme de otra manera, que al abrirlo encuentro un rayote en el centro de la pantalla interior, era la V del visto bueno, como si lo hubieran hecho adrede. A los pocos minutos ya estoy llamando, ningún problema me dicen, en unos días me pasan a recoger el móvil y me dan uno, con menos defectos, o menos visibles al menos, si es que esto es posible. La cosa es que en aquel momento no me podían tramitar la petición porque con mi premura en llamar ni siquiera habían recibido noticias de la empresa de mensajería, no les constaba siquiera que me hubiera sido entregado. Llama mañana me dicen.

Y al día siguiente llamo. Hablo con una chica muy amable sobre la tecnología, la tercera generación de teléfonos, las video conferencias... y me termina ofreciendo un móvil de estos completamente gratis. El Samsung Z230. Yo le digo que así sin verlo no me decido del todo, pero que si me da un rato para buscarlo por Internet, estoy seguro de poderle dar una respuesta en breve. Me dice que "de acuerdo" y que deja anotado que me ofreció ese móvil.

Hoy, un día después de esa conversación, en mi ratito del café llamo y cumplo con los pasos requeridos para que me envíen el móvil deseado. Hasta me graban una conversación en la que mi parte es decir que sí a todo y la de la comercial es decir que el móvil me saldrá gratuito del todo, terminal y mensajero. Luego me dice que vamos a tramitar la recogida del que me enviaron defectuoso y me pide el número IMEI que no tengo, así que todo lo tramitado se nos cae como un castillo de naipes. Yo soy claro, resulta que la caja dichosa la tengo en casa, "si le parece le llamo en cuanto regrese". Sin duda, cualquier persona entenderá que puede resultar muy apetecible hacerse acompañar por aquella caja durante todo el día, como un amigo imaginario con forma de caja. Pero soy de los que prefiero no dar que hablar. Ella se me despide con un enigmático:

"A ver si entonces no está".

A eso yo digo que no la entiendo.

¿Qué no está?

Me repite que a lo mejor no está y le pido que me explique exactamente qué significa eso de que no está. Me dice entonces que el "stock" de Orange es limitado. Ahí nos ha jodido, igual pensaba que yo creía que tenían móviles hasta el infinito. La cosa es que a mí ese comentario me tocó bastante la moral y le comenté que ya habrá tiempo para afrontar los problemas cuando surjan, nada ganamos con ponernos en ese caso antes.

Al llegar a casa, antes de comer, cumplo con lo acordado y les llamo. Todo parece ir sobre ruedas hasta que otra comercial del mismo departamento me dice "igual mis compañeros no se lo han comentado pero este otro móvil cuesta 79 euros". Yo me quedo estupefacto.

¿Cómo es posible que usted me diga que este móvil me costará dinero y dos de sus compañeras me dijeran que me saldría gratis? No es que omitieran ese tema, que se trató naturalmente. NO ERA UN DETALLE SIN ABORDAR, no se entró en profundidades porque la cosa no parecía merecerlo. Nadie parecía por la labor de discutirlo.


Aunque ahora sí. Digamos que si esto fuera un partido de fútbol en este momento iríamos dos a uno.

Le digo que si esto de que cueste o no dinero es cosa que depende del comercial que te atiende. Que pecan de cierta incoherencia y que uno de los tres es un embustero. O bien usted que me dice que esto ahora cuesta, o bien sus compañeras que me engañaron diciendo que podía acceder a este móvil gratuitamente, que me saldría GRATIS (una de las veces en una conversación grabada), o tal vez el mentiroso sea yo. Quizá sea yo. ¿Me está diciendo que no me cree si yo le digo que este móvil me fue ofrecido por su compañera? Que yo ni siquiera lo conocía. ¿Me cree si le digo que esta mañana me han grabado y su compañera dijo claramente que este móvil tendría coste CERO?

Dice que sí. Que a mí me cree. Vamos que al final pretendemos estar en misa y repicando campanas. Así que le digo que voy a volver a llamar a ver que cuenta la siguiente persona que me atienda. Giremos la ruleta para comprobar el color. Probablemente ofrecer determinados móviles o cobrarlos depende del estado de ánimo con que uno se levanta por la mañana. Probemos de nuevo, hagan juego señores, veamos... para doble o nada.

Di con hueso. Dos a dos y sin penaltis. Ahora el móvil lo cobran, y se me vuelven aquellas palabras reveladoras. "A ve si luego no está". Pero no se refería a la cantidad que amontonan, rayados los cristales en algún almacén de mala muerte, probablemente infestado de ratas, se refería al estado de ánimo. Igual más tarde ya no nos apetece mandártelo, o quizá te lo queramos cobrar, que es siempre más productivo que dar un NO a secas.

Y la cosa es que yo dudé en cambiar el que me enviaron por ese otro que es indudablemente mejor. Me hubiera quedado con el que me enviaron (sin arañazos por favor) de buen grado si las cosas se hubieran dado de otra forma. Es posible que hasta hubiera tragado con el recurso de que ya no les quedan (dos horas después de mi primera llamada y se agotaron). Después de todo tampoco debemos que esperar que un compañía de teléfonos, no una franquicia, no una tiendita de barrio, una compañía de anuncio en la tele, la empresa madre, tenga demasiados terminales. Probablemente cualquier otra razón espiritual o material me hubiera convencido, pero ¿cómo hacerlo así? Con esta sensación que dejan...

Ya le dije a la última de ellas. Lástima por ustedes y lástima por mí que estaba tan contento con ustedes. Pero cómo seguir con después de esto. Es como encontrarse de golpe ante la infidelidad en la persona amada. Ya no se trata de este o de otro móvil. No se trata de ti. Se trata de mí. Ya no puedo ser el mismo.

Anote usted el IMEI para recoger el móvil que me enviaron. Sepa asimismo que en próximo mes procederé a llevar mi número de teléfono, haciendo uso de la portabilidad, a la competencia. (A Vodafone por supuesto). Pues ustedes y yo sabemos que allí me concederán un teléfono sin tener que abonar un euro. Sepa que voy a darme de baja también en el servicio que tengo de teléfono fijo. Y por descontado también del ADSL que contraté en su momento con Wanadoo, que son ustedes ahora. Vamos que abandono el barco. Les dejo, pero no cómo quién dice que fue por tabaco y no volvió. Yo me voy poniendo las cosas claras.

Y no lo haré ilusionado, al contrario. Es complicar una vida que no necesita de complicaciones. Pero estoy obligado, uno de nosotros tenía que actuar coherentemente...

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