sábado, 25 de noviembre de 2006

De poca importancia

He pasado mala noche. Despertando a cada rato, pensando en todo este trajín del móvil. Las ofertas que se hacen y se deshacen. La vigencia tan fugaz que tiene a veces la palabra dada.

Por la mañana salí a comprar al Día. Antes tuve que pasar por el cajero y al acabar, improvisadamente, me subí hasta el camino de San Pedro. Está precioso. Verde brillante, con un mar sin final y el rumor apagado de unas olas con pocas ganas de bulla.

Allí he tirado de móvil. Es decir he hecho unas cuántas llamadas, que nadie piense que arrojé nada al mar, no soy de esos. Me senté de través en un banco de piedra y estuve sintiendo el calor del sol en la cara.

¡Qué día tan bueno ha hecho!

¡Cuántas veces damos importancia a cosas que no la tienen!



En los últimos tiempos me he acostumbrado a utilizar los tiempos perfectos, de manera que cualquier cosa que me sucede pudiera parecer ocurrida hace mucho. Si alguien llega y marcha, al narrarlo a un tercero le digo de inmediato que Fulano o Mengano vino. No le digo que "ha venido". Aunque ambos casi se hayan cruzado en el umbral.

Hoy he comido (no diré que comí aunque haga un buen rato) espinacas a la crema. Tb estuve picando alguna cosa y confirmé algo que sospechaba. Parece que soy alérgico al maíz seco, es decir al de los Doritos. Es tomarlo y se me hincha al menos uno de los ojos, vengo observando que las más de las veces el derecho. Gracias que tan espontánemente como me deforma disminuye. Lo curioso es que tras esa metamorfosis temporal me deja tal cuál era, sin cambiar en nada. Podía tras la inflamación quedar hecho un Tom Cruise o un George Clooney. Que he leído que es el tipo más atractivo del mundo. Y ni con esas le dejan entrar las chavalas a la fiesta del Martini...

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