lunes, 23 de abril de 2007

Y tiene nombre de mujer

Hay algo en mi carencia de atractivo que me hace atractivo para aquellas carentes de atractivo. Vienen de cuando en cuando un par de hermanas, algo desquiciadas ambas, y cuchichean a voces desde la fila de espera. Echan miradas que son sábanas del top manta.

La cuestión principal en el amor será, supongo, si se escoge aquello que se ama o por el contrario se ama, involuntariamente, sin más. Y siendo de una forma u otra, ¿cuánto dura el amor? Se va apagando acaso tras acumular decepciones en cascada como una presa que no diera abasto, o es la desilusión la que termina dando de bruces con un presente que no era. Quizá es algo que evapora como agua al fuego, o quizá queda latente hasta que las miradas vuelvan a cruzarse.

Nadie puede predecir el futuro. Yo congelaría el amor como a Walt Disney, que ya descongelará por si solo; que nunca me ocurra lo que cuenta Joaquín. Acodado en la barra de un bar, con una capazo de años sin recuerdos, con un cubata cargado y la mirada extraviada entre las botellas:

"... tiene nombre de mujer, como mi corazón, como tu olvido, los fugitivos del beber no tienen más amor que el que han perdido".

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