lunes, 19 de octubre de 2009

Sospechas

Donde nos llevó la imaginación.

El sitio de mi recreo - Antonio Vega



La verdad es que esto parece uno de esos bares de pueblo en que se colocan las esquelas en la misma puerta para que los paisanos puedan conocer quien faltó desde el mismo umbral, sin necesidad de pasar dentro, de consumir nada.

Pero la culpa no es tanto mía como de la música que me pongo. Porque ¿a ver de qué va a hablar uno que está escuchando a Antonio Vega? Si es que la muerte llama a la muerte.

Yo preferiría dedicarme a hablar de los anuncios de la tele, que son el remanso para mis ratos sin política. Encantado estaría de citar lo de los spots de detergente, con esas mujeres que vienen del futuro y que visten ropajes de uniforme, como si en el futuro todos fuéramos impecablemente iguales, vestidos de una pieza, con el pelo azul y las cejas negras.

Pero en vez de eso se me viene otra vez Andrés Montes, y la fugacidad del tiempo. El viernes vivo y el domingo metido en una caja para ser incinerado después. Por no hablar de haber pasado antes por el trámite de la autopsia, que es abrirte en canal para hacer autopistas con un bisturí, te levantan la cara como si fuera una careta, y luego te recomponen como a un muñeco. Como si fueras tú disfrazado de ti mismo.

Hoy doy con información acerca de que Andrés Montes estaba a punto de desahucio, con lo bien que se paga en la tele. Yo creo que debía gastar a manos llenas. Leo que dejó una nota pero que no la han encontrado las autoridades judiciales, lo que viene a significar que o bien la hizo desaparecer la esposa para que la muerte pasara por un infarto sin más o que no hubo nota de despedida, aunque sí quizá intención de matarse.

Lo malo del suicida es que tiene días buenos y días malos, pero en los malos estaría dispuesto a hacer cualquier clase de locura. Yo vengo cavilando algunas sospechas acerca del bueno de Andresito, que era juerga y desparrame de puertas para fuera, y tristeza honda mirándose dentro. Por ejemplo que no haya trascendido las razones de la autopsia, que es dar la callada por respuesta, el silencio administrativo por si dejan de preguntarse por una razón. Nadie dice que no se matara, ni todo lo contrario.

Vaya frágil que es la vida. Que sencillo resulta morirse.

Yo estoy pensando en meterme una hipoteca de por vida y esto me da que pensar.

Ni siquiera tengo quien la herede.

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