miércoles, 19 de octubre de 2005

SERVEF

Al servicio valenciano de empleo le han entrado de repente prisas. Tras tenerme olvidado como un númerito más en la relación de los que son un número sin quererlo, se ha acordado de mí, especialmente en la última semana. Todos los días me envían algún mensajito para que llame a un teléfono y me descuelgue con una referencia. O me llaman directa y amablemente al móvil para decirme si me interesa un trabajo de tal o cuál cosa. Y a mí por descontado que me hubiera interesado cuando miraba desde el balcón sin encontrarle a la calle ninguna perspectiva. Hoy, ahora, a pesar de sus ofrecimientos no hay nada que me puedan dar, nada que pueda cambiar el rumbo escogido. Parece que a la alcaldesa le hubiera entrado un miedo súbito a no poder encontrarse conmigo por la calle, y eso que, con toda seguridad no soy su tipo. Han puesto a todos los organismos a trabajar para darme trabajo. Justo ahora que ya no necesito de sus pesquisas. Algún organismo equivocó mi estado y deben pensar que estoy cobrando del paro...

Mi futuro se escribirá en otro sitio, y se hará así gracias al favor inmenso de un amigo, porque confió lo suficiente para otorgar una oportunidad que no desaprovecharé. Él se ganó un trocito de cielo por su buena acción, y yo la ocasión de orientar mi vida, hacerme un hombre de provecho como fue y es mi padre. Lo haré lo mejor que pueda.

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