lunes, 8 de enero de 2007

El pescado

Hace poco me contaba un paisano que es amigo mío que había estado pachucho. Algo tomó de pescado que le sentó como un rayo. Hasta el punto de que se fue renqueante hasta Urgencias y de pocas no tienen que salir a recogerlo en la calle. Dice que no veía la hora de llegar, que le flaqueaban las piernas y tuvo que apoyarse en la pared junto a la puerta.

Esto, contado así no dice gran cosa. En verdad a todos podemos intoxicarnos, algunos más que otros, yo particularmente con bastante probabilidad. Pues si nunca fui un Arguiñano aún se comenta en Dooyoo la maestría de mi receta de Spaghetti a la carbonara, claro que yo soy maestro de un solo plato, a lo más de dos, no quiero resultar, a estas alturas, innecesariamente modesto. Lo que ocurre, es que no me pongo. Estoy lo mismo en la cocina que Goya peleado con las pinturas, negándose a entrar en un cuarto si hay un lienzo. Por eso he hecho del microondas mi mejor amigo, desde el café de la mañana, si es que no me falta nada para hacerlo, hasta la tarde en que me calienta las partículas de agua de cualquier producto que introduzca. Y lo calienta todo, que conste, sin dejar el centro frío. Aunque ahora, y esto es novedad, también me arriesgo a encender el horno. Es más lento, pero uno se ahorra tener que quitarle el envoltorio de plata a los canelones o a la lasaña :D.

Decía que no me complico demasiado en la cocina, ya sé, ya sé que tendría que hacerlo. Que obrando así estoy desaprovechando un don, pero es que cocinar para mí solo... ;)

Pero no quisiera desviarme un ápice de lo que venía contando (esto es que no quiero desviarme más). Este amigo mío es un paisanón mayor que viene todas las mañanas. El caso es que siempre me cuenta cosas, pero yo solamente le entiendo algunas. Habla demasiado seguido y yo me cansé de pedirle que me repitiera lo que no entendía. Habla muy bajo y muy mezclado. Él parece un entrañable caso perdido y yo no quiero parecer más tonto de lo que ya soy, vengo siendo. Pero lo mejor de todo es que toda aquella historia del pescado, poco menos que envenenado, se la entendí entera, y eso que no paró de reírse en ningún momento.

Supongo que todo depende de la forma de afrontar las cosas. Por poco se muere y se tronchaba.

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