martes, 10 de junio de 2008

El detalle

Pétalos de flor de hospital.

Lágrimas de plástico azul - Joaquín Sabina



Ha ganado la selección nacional así que ahora ya somos los mejores del mundo, que Europa se nos está quedando tan pequeña...

¡Con lo bueno que ha sido el invento éste del euro! ¡Nadie le encontró todavía ninguna ventaja pero nos llevará a todos juntos a la ruina!

La prensa se nos va a volver hiperbólica con nuestro vistoso juego del tiki, taka o tuya-mía, pero natural, meterles cuatro a los rusos y recibir a cambio solamente uno, el de su honor dañado es como para que los titulares no quepan en la primera plana. No quiero pensar como debe estar a estas horas Putin, con el semblante tan severo que tiene siempre, aún más serio, o Abramovich, que cree que lo puede comprar todo con dinero y se equivoca, las nubes ni se compran ni se venden.

He venido detectando con mi sagacidad habitual que dio de largo para encontrar el cubilete perdido del tambor de detergente, que los grandes entendidos de esto, que no son los futbolistas ni los entrenadores, sino los periodistas del corte de Manolo Lama, que yo creo que fue uno de los inventores del fútbol, sino del original, sí del moderno, el que se juega con un balón en vez de una muda rellena de calcetines, tienen un modo de hacernos ver lo mucho que entienden de fútbol y casi por simpatía de todo el deporte en general.

Yo me doy cuenta porque soy de los que camina por la calle con los ojos muy abiertos, aunque eso suponga que dé que hablar a mis vecinos, pero ya saben que es que estoy a ver si me entero de algo de lo que pasa, y de algo me voy enterando cuando pongo a discurrir la cabecica, que es rara vez.

Es comúnmente conocido que decir algo que es obvio no nos lleva a ningún lado, no va a granjearnos la admiración de nadie, así que si uno va invitado a comentar una retransmisión deportiva en calidad de experto no podrá hacer aportaciones del tipo, "Fulano le pasa a Mengano", eso por tanto queda para el que no es experto, con excepción de Lama que también lo es, para el comentarista raso que no tiene más labor que hablar tanto como pueda sin trabarse con las palabras y equivocando los nombres lo menos posible. Carreño hoy en Cuatro se ha pasado el partido llamando "Afinkev" a un tipo al que le escribieron por la espalda "Akinfeev", no me digas porqué ni porqué no. Es un misterio como el nombre de Prosinecki, que nunca supo nadie como se pronunciaba en voz alta, como el símbolo del que antes se llamaba Prince.

Pero decía que he descubierto que estos expertos han de destacar en medio de la medianía que suponen por norma general el resto de comentaristas con comentarios absolutamente sorprendentes para el ciudadano de a pie, que también ha visto el partido pero no muy bien, por lo que parece. Así un comentarista de estos puede alabar la labor del lateral izquierdo, como uno de los más brillantes del partido, y tú que lo estás viendo en casa te preguntas quién jugaba exactamente de lateral izquierdo porque jurarías que no le viste tocar bola. Pero son estas las cosas del fútbol, que quien menos lo parece resulta ser el mejor, al menos a los ojos de los expertos, que saben de fútbol para aburrir. Ellos detectan los detalles más nimios, aquellos que a los mortales nos pasan lamentablemente inadvertidos, es como si le descubrieran los átomos a la materia y los contaran.

- Pues para mí Capdevila ha sido el mejor.
- Sí, ha hecho un partido muy serio, muy trabajado.

Evidentemente estas eminencias no pueden resaltar a aquel que ha visto destacar todo el mundo, eso es demasiado fácil y diría muy poco de ellos. Deben resaltar la labor gris de algún otro, y como es de suponer tampoco cualquiera les vale, el crédito propio juega a la bolsa y unas veces sube y otras baja en función de lo que diga esta boquita, con efectos más perniciosos cuanto más se pronuncie. No pueden alabar el partido de un fulano que se hubiera metido dos goles en propia puerta, ¿dónde los dejaría tal cosa? sino el de aquel otro, que parecía siempre a punto de aparecer y no aparecía, que jugaba tan lindamente sin balón.

Quizá esta sea una de las enseñanzas que nos da el fútbol para la vida. Para poder progresar. No debemos quedarnos en lo superficial, en lo que verá todo el mundo. Vale más indagar un poco y llegar a conclusiones más vistosas y que sean lo suficientemente prometedoras como para que aún siendo discutibles nos consigan el beneficio de la duda, nuestro crédito juega a nuestro favor.

De este modo hacer un post, los he hecho, para hablar de la "Z" roja gigante de Zapatero, que usa para dar sus mitines es tirar mi prestigio, que yo también lo tengo y duerme conmigo todas las noches, por la ventana. Sin embargo si uno va a un mitin del PP y no menciona para nada al líder del partido, si lo hay, y sí deja caer, como quien no quiere la cosa:

- ¿Viste a Pío García Escudero? Que saber estar, que formal en su asiento, y aplaudiendo en el momento justo en que había que aplaudir...

Alguien añadirá:

- No sólo eso, él mismo era el que con sus aplausos iniciaba los aplausos de los demás.
- Ciertamente, era guía en la sombra, lo mismito que un director de orquesta.

Y el resto de contertulios no podrá menos que valorar muy positivamente nuestro gusto por los detalles y nuestro buen juicio de traerlos a colación precisamente ahora para ampliar el abanico vistoso de tantas opiniones juiciosas.

O hablar de Rajoy cuando gobernaba Aznar, que era alguien que sí, estaba rondando la cosa. La cosa es dirigir el foco al que menos pinte. Para que nuestra eficacia de observadores quede retratada. Para que en este nuevo mundo por descubrir seamos como Américo Vespucio que vio tierra y se puso a dar voces.

¡Alma de cántaro si ni siquiera acertabas! ¡Que no eran las Indias, no!


Abrir los ojos de los otros es una misión prodigiosa. Es dar con una aguja en un pajar. Es demostrar que somos capaces de llegar un poco más allá. Que en el gris somos capaces de ver tonalidades.

Nada se nos escapa.

No hay comentarios: