domingo, 22 de junio de 2008

El fin de Mariano Aznar

Que tú eres un ser mágico, con tu mirada todo es mejor.

Duende del sur - Chambao



Ya sé que no parezco yo. ¿Cuánto tiempo sin meterme hasta la cintura en la arena política? ¡Con lo mucho que la aborrezco!

Pero ahora no me puedo quedar callado. En el congreso del Partido Popular celebrado en Valencia se ha producido un alumbramiento y una muerte, ha nacido Rajoy libre de las ataduras del pasado y ha muerto Mariano Aznar, que era la mezcla de lo malo de cada uno. ¡Así de malo era!

Además escribo tan poco últimamente que seré muy capaz de despeñarme en faltas de ortografía, más graves y vistosas que las que cometo habitualmente.

Así que ahí va un pájaro matado de dos tiros. Mi falta de práctica y mi personal repaso, responsable a la actualidad política, que no paleolítica aunque se trate del PP, que es un partido con el olor rancio de un cocodrilo muerto en la pechera. Aunque quizá no todo esté perdido, el fondo se mueve, algo está cambiando.

A Rajoy le falla la dicción, no la inteligencia. Y ha venido a darse cuenta, con cuatro años de retraso que si quiere ganar las elecciones va a tener que cambiar algo más que el lema de campaña. Hay cosas que no se arreglan desabrochando un par de botones más, ni siquiera si son de la americana de Rajoy. Jugó con las cartas que le habían dado, sin tocar una sola, sin añadirle a la receta nada de nada, y con esas se estrelló contra la realidad de un país que no es exactamente lo que quiere que sea Aznar. Que está cada vez más jovial y hermoso, con el pelo del bigote recién recortado, parece un juvenil de la tuna, lástima que tenga boca para decir lo que dice, que es lo que quiere oír Doña Ana Botella y Esperanza Aguirre.

Que pintan poco por lo que se ve, y van a ir a menos.


Yo he reconocido ya que Rajoy me es simpático porque me parece campechano, con ese ojo a la birulé buscando el reloj mientras se perla la frente entera de sudores, con ese gracejo irónico que yo admiro tanto. Lo malo para Rajoy es que hasta ahora no había podido ser él mismo. Lo era, sí, pero solamente a medias.

Sólo en las distancias cortas, en medio de la foto del partido parecía un poco fuera de lugar. ¡Si el ni siquiera se recortaba la barba! Por mucho que hubiera sido él y no otro el de los hilillos de plastilina, hay que reconocer que de Miguel Angel Rodríguez a Rajoy hay una distancia sideral.

Venía heredando la comandilla diseñada por Jose Mari Aznar para si mismo y a su medida, esos Acebes y Zaplanas, de lámpara de rayos uva y que tenían la fea costumbre de mentir más que hablaban, ¡con lo mucho que hablaban! ¡que hasta sus gestos eran puro embuste! Con un solo problema en su sonrisa de hilo dental, que se hizo patente el día en que volvieron a perder las elecciones. La ciudadanía los tienen calados. Y no los soportarían de nuevo en el gobierno aunque para ello deba exiliarse la mayor parte de esta España que es votante y no indecisa, que dice por las esquinas que otra vez no, por favor. Con ellos no.

Probablemente tampoco le gustaban mucho a Rajoy, es por eso que los ha ido dejando en el camino. Pero entonces le faltaba el valor de arramblar con lo antiguo, tan antiguo como él, pero él al fin debe permanecer sobre todo si se quiere ser protagonista. Además un protagonista desconocido hasta este fin de semana, porque antes nunca fue Rajoy, fue simplemente Marino Aznar, nunca se mostró tal como es, en su propia salsa.

Rajoy siempre fue lo que quisieron que fuera, ahora va a empezar a ser lo que quiere ser. Nunca es tarde si la dicha es buena.


Pero ocurre que esta es la última oportunidad, no habrá más en el futuro incierto y ha decidido que debe haber un basta de ir de prestado, con las ropas de otro encima, y que si ha de morir habrá de ser a su manera, calzando sus propias botas.

Al fin tiene poco que perder cuando en la guerra civil sorda de un partido político con muchos gallos y gallinas todos quieren los galones y los mandos por su falta de liderazgo.

Por eso hace una limpia ejemplar de los fósiles que se esconden bajo las alfombras, encaja con sueldo de super estrella a Zaplana en Telefónica que nos resulta ahora mucho más cercana y simpática, y a Acebes lo ningunea durante una temporada hasta que decide coger las de Villadiego, contento y emocionado de su particular legado, que le hemos reconocido con nuestro voto en las últimas elecciones.

¿No querían liderazgo? Los liderazgos se fundamentan en la toma de decisiones a tiempo, quizá a Rajoy le ha llegado la hora.

Se vislumbra un futuro nuevo, quizá sea cierto que en esta España fraccionada en 46 millones de pedacitos únicos llegará el día en que las gentes no voten al PSOE para que el PP no alcance el poder.

Hoy estamos más cerca de que ocurra. No se trata de ser lo que quiere el adversario político, ni de ser la segunda marca de los que ahora gobiernan, se trata de parecerse más a lo que quieren la mayoría de los españoles con capacidad de voto.

Rajoy se ha dado cuenta y ha movido el aparato hasta donde le alcanza, sin embargo ya se escucha el ruido de sables. La vieja guardia lo llego a ser porque es pétrea de cobertura y de corazón, quieren contentarse con cuidar lo que tienen aunque con esas cuentas no vuelvan a gobernar nunca. Es una moneda al aire de dos caras. Rajoy lo sabe, le quiere un remedio de diálogo. ¿Lo comprenderán?


Tengo el pálpito de que tarde o temprano le prenderán fuego.

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