lunes, 2 de junio de 2008

Sabios que no saben nada

Con las ojeras que le sobran a tus ojos, corazón.

Lágrimas de plástico azul - Joaquín Sabina



Por descontado no estuve entre los que se asomaban a la tele para ver la procesión de las fuerzas armadas, ayer por Zaragoza. La verdad sea dicha, no sé siquiera si esto lo dieron por tele por completo o se bastaron con resumirlo en los telediarios, haciendo hincapié como no podía ser de otro modo, en la legión y en su cabra característica que resultó ser un carnero trotando alegremente junto a toda esa gente, dando brincos todos con su peculiar paso millitar, que demuestra la alegría flamenca marcial de ese puñado que son poco más o menos igual que la cabra, pero de uniforme. O al menos eso se contaba, que en la legión estaban todos locos o eran más simples que el mecanismo de un botijo, y que la legión era poco menos que el cajón de los desastres. No es raro que así de un vistazo la cámara nos muestre esos soldados pintorescos con patillas cubriendo el mentón como Curro Jiménez y bigotes inspirados en Dalí cuando estaba vivo.

Luego hay gente que se lleva las manos a la cabeza porque enviamos al Chikilicuatre a la Eurovisión. ¡Abran los ojos señores! Será que no corresponde a este país de cabras trotando junto a soldados, presidentes de gobierno haciendo campaña tras una "Zeta" mayúscula y de un rojo intenso, candidatos empeñados en introducir con calzador contratos de integración que nadie sabe de que tratan ni por qué o candidatos a la generalitat de Catalunya que dicen Aznar cuando quieren decir Rajoy, pero es que ellos son así, en consonancia al caos reinante y quijotes como lo es todo en este país de verbena y pandereta, de desaguisados múltiples que pronto se olvidan al son del próximo partido de la selección, que ilusiona los titulares del periódico en letra pequeña, porque hasta el negocio de vender humo se resiente en estos tiempos de crisis y retroceso.

Ocurre que yo me pregunto donde se mete toda esta gente que conforman los ejércitos en el día a día cotidiano, las jornadas en que no tienen desfile militar, y no hablo solamente de los legionarios, que supongo que conviene tenerlos casi amotinados, sino tantos que ayer vestían galas y caminaban con la cabeza bien alta, como corresponde a un militar del reino de España, con lo que hemos sido.

Hoy nos cuentan que enviamos a 100 de operación humanitaria, que es una muy buena idea, aunque luego no sabremos más de ellos, y terminaremos pensando que lo que hicieron fue cambiar el acuartelamiento nacional por uno en el Chad, de donde no saldrán para nada, comiendo tortillas y escribiendo mails para contar lo mucho que echan de menos la patria chica desde tan lejos.

Quizá nos llegue que a uno se le disparó el arma cuando la limpiaba, o que para un día que salen van y pisan una mina...

Sin embargo vaya porción más importante de nuestros impuestos paga a toda esta gente, que sí, les ves de vez en cuando intentando reclutar a más gente con autocares llenos de caretos sonrientes pese a ir de camuflaje, pero la verdad es que no sabemos nada más de ellos. Nos llegan noticias de una reyerta entre soldados rasos que han creado sus propios clanes latinos dentro del corazón del ejército español, y que están dispuestos a defender a sus propios paisanos así tengan que incendiar el cuartel entero.

Pero luego les perdemos la pista y no sabemos bien a qué se dedican exactamente. Tienen sus uniformes y sus carros blindados, que dicen que son de última generación aunque luego todos ellos tengan la pinta de no estar para muchas guerras y ser de la época en que el 600 campaba a sus anchas por las calles, pero ve tú a saber si contar la milonga no logra que cuadren las cuentas de los diferentes ministerios. Con traspasos de capitales para la compra de nuevo y sofisticado armamento que consiga justificar el derroche, con facturas con membrete que te hacen los amigos por los servicios prestados y para que vuelvas.

Claro que ahora tenemos de ministra de defensa a Carme Chacón, que lo primero que hizo fue viajar al extranjero con su barriga de super embarazada para pasar revista a las tropas, que se pusieron firmes como cuando los desfiles, pero sin moverse del sitio. Luego se cogió la baja por maternidad y ha tenido que dejar sus muchos quehaceres cotidianos, como el desfile de ayer, al que tuvo que acudir Rubalcaba, que lo mismo vale para un roto que para un descosido. Menudo punto se aplicó Zapatero con el alumbramiento de la idea, una ministra de defensa para el libro de los avances progresistas que hacen de este país un sitio mejor para vivir.

Yo la verdad es que deseo conocer la agenda de cualquier ministro, lo que hicieron hoy por ejemplo. Yo fui a la piscina. Lo cierto es que no acierto a adivinar que grandes tratos han cerrado a estas horas. No quiero ni pensar los mil asuntos pendientes de Carme Chacón para cuando vuelva convertida en madre. Seguro que ya debe estar barruntando nueva compra de armamento que nos consiga Perejil más rápido si es que alguien osa tomarlo de nuevo. O quizá esté negociando la no adhesión a ninguna guerra. Todo asuntos de Estado, vigilantes de nuestro confort y felicidad.


Siempre será mejor que lo que hacía Aznar, ese fantoche de ideales trasnochados, que queriendo sacar a España del rincón de la historia donde estamos, donde merecemos estar, donde nos queremos quedar, secundó una guerra ilegal siguiendo los designios de un loco auténtico, de camisa de fuerza y sombrero de cow-boy, presidente del mundo hasta que el enemigo se hizo con bombas muy capaces de surcar los cielos de Norteamérica.

Respecto a este, ahora que ha abandonado el bigote, solamente espero que los muertos de su guerra se le aparezcan uno a uno en todos sus sueños.

Han convertido el mundo en una mierda.

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