viernes, 4 de julio de 2008

El pasaporte del tenista

Mi espera no es eterna si tú eres el final.

Desde que despierto - Juanes



Ya tengo el pasaporte que me permita entrar en Turquía. Y dale con que lo necesito. ¡Si tengo contactado al Ministerio de Exteriores y casi al mismísimo presidente del gobierno! ¡Basta con el NIF si el acceso se hace utilizando los aeropuertos y no alguna de las fronteras que delimitan su territorio!

Pero tanto insisten que yo doy mi brazo a torcer. Me rindo y me saco el pasaporte donde he salido razonablemente bien pese a tener el careto que tengo. Claro que por sacarlo el Ministerio del Interior te cobra 17,20 euros que no es ninguna tontería ¡cómo para salir feo, encima!

Y lo peor de todo es que uno no puede gritar ahí en medio que aquello es un abuso, como abuso es que te cobren 6 euros y pico por el DNI ¡si yo no lo quiero para nada! Pero no puedes protestar braceando y acordándote de la madre de todos los funcionarios, porque tienen razón, si hoy tienes para salir del país, tienes forzosamente también para costear el libreto de las fotos guapas y los visados. Es verdad que los funcionarios que te lo proporcionan son lentos como una cita por llegar, y conste que tendría que ser cosa de un instante pues tienen lo último en costosa tecnología. Pero claro, los aparatos no actúan por si solos, requieren de la colaboración de un humano, aunque sea funcionario.

Y ahí se complica. No importa que la actuación sea escanear una foto y levantarse a recoger el asunto a la impresora de otro cuarto, si todo eso se hace como si quien se atarea fuera uno de esos perezosos blancos que salen en los documentales. Animales por cierto que si no recuerdo mal bajan a defecar al suelo, con lo lentos que son y lo fácilmente que pueden ser atacados por otros animales más rápidos. Pero es que cada uno tiene sus caprichos. También se dejan las uñas muy largas para engancharse mejor, y se mueven a cámara lenta.


Así que uno sabe a que hora entra pero no a que hora va a salir. Eso sí, yo miraba y me decía para mis adentros que vaya conversadores fenomenales que son todos ellos, porque allí sentados nadie de los que antes se acordaban de la familia entera de todos y cada uno de los funcionarios parece tener prisa. Yo creo que es una especie de venganza, como ellos tuvieron que echar casi toda la tarde esperando retendrán en la medida de lo que puedan la atención de uno de esos funcionarios resabiados. Así tengan que alabar su eficacia y buena disposición hacia el trabajo.

Yo mismo me comporté así, no me duele reconocerlo. Claro que antes tuve que pasar por el trago de ver como una madre de familia llevaba a sus dos "fillas" a adjudicarles un DNI de los nuevos, con el chip y todo. ¡Y yo con uno antiguo para los próximos 10 años porque en mi pueblo no saben hacer los nuevos! Y cuando terminó con alguien uno de los funcionarios, tras olvidar el reloj, cuando el resto de los pacientes hacíamos la ola, la señora cogió de la mano a la cría sin funcionario y la llevó hasta él que sonreía amistoso y tranquilo, desde su puesto que es como un trono sin tensiones, ni prisas ni vendavales.

Así que la señora se quedó a caballo entre los dos puestos, con esa especie de gemelas (no diría que eran iguales pero vestían igual) ocupando un afanoso funcionario cada una. Como a los reyes mayos, yo también pediré para mí un funcionario, y lo tendré, supongo.

Y la cosa era de lanzarse por los suelos, lo habría hecho de tener 6 meses menos, pero con mi edad hay cosas que uno ya no puede hacer aunque quiera. Y menos allí, que Jefatura está bien poblado de gente con la pistola al cinto, y por su forma de mirar no parecen muy cuerdos, sea dicho todo de paso.

De hecho el primero que me encontré me dijo que por la tarde a esa hora ya no daban número porque solamente daban a los primeros 60, pero yo le contesté que llego de Llanes y que había llamado por teléfono (ambas cosas son rigurosamente ciertas) y me miró con cara de poker momentos antes de ausentarse no sé bien a donde.

Entonces una señora me dijo que ese mismo paisano le había dicho algo parecido unas semanas atrás, que pasara para adentro, a lo que yo opuse que no tenía demasiadas ganas de enemistarme con alguien mejor armado que yo, pero que iba a defender mi derecho a abonar nuevas tasas al Estado con toda la furia que caracterizó hasta hace bien poco a la selección española.

La verdad es que no hizo falta. Volvió el policía y me entregó un número que estaba con veinte personas de por medio (incluyendo a las dos niñas, que fíjate que sagaces habían sacado un número para cada una).

Así que me fui a sentar a una butaca con la impaciencia de quien está viendo a la fuerza una película de Paco Martinez Soria con el botón "Slowly" del video apretado.

Luego compré tres prendas de ropa muy vistosas. Aprovechando un poco las rebajas, aunque lo mejor esté por llegar. También compré un juego para la PS3, que haga compañía al GTA4 mientras duermo. El Top Spin 3. Un juego de tenis en el que emular a Federer, que dicen que me parezco, aunque no jugando al tenis, lamentablemente.

Yo creo que es porque los dos estamos echando tripilla. Aunque a él lo he visto estos días más fino, como yo.

El caso es que el juego es una castaña total. Claro, dejar a Niko Bellic arrasando en Liberty City para recibir una somanta de palos jugando al tenis virtual no gusta, y menos a mí que soy un ganador en un paréntesis vital (que me lleva durando toda la vida). Menuda forma de lanzar los golpes tan extraña. Con lo purista y exigente que puedo llegar a ser.

Si uno quisiera que lo apalizaran al tenis lo jugaría en pista.

Esos 60 euros parecen más tirados que los del pasaporte dichoso.

Quedé centradico, centradico y entrañable,

hecho un primor.

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