martes, 8 de septiembre de 2009

El curso

Yo te espero un segundo en la orilla del tiempo.

Llegaremos a tiempo - Rosana



Hoy es el día de Asturias. Convenientemente puesto a martes para que no quede un fin de semana largo y los muy listos sepan hacerse con él un puente hermosote.

Ayer, aprovechando que hoy no tenía porque madrugar, aunque yo madrugo todos los días sin excepción me quedé hasta más tarde viendo la tele. Enganchado a un documental sobre un tipo de 26 años, muy buena persona sí, como Rafa Nadal de bueno, pero virgen a los 26 y con un mundo de agravios del sexo débil, a las espaldas. Así que como quiera que pese a ser un santico y no ser ningún Cuasimodo, que alguien lo habrá pensado, tomó la decisión de meterle mano al tema. Alguien dirá ¿bajándose allí mismo hasta la mozuca del bolso y el spray anti-violadores para deslumbrarla con su bondad y billetera? Pues no, bondad toda, billetera no mucha, pues trabajando en la distribución de diarios gratuitos por la city no se han hecho grandes fortunas, y menos ahora en tiempos de crisis. ¿Y cuál fue su problema entonces? Que se pasó de bueno y no le tomaban demasiado en serio, y lo apreciaban poco, se apreciaba poco el pobre. Con lo sabido que es que hay que ser un poco maluco, pa que las chatis se pregunten de ti, se detengan a pensarte, pues no se trata de ser guapo, sino simplemente de parecerlo.

Así que sus relaciones sociales estaban bajo cero, como yo en algunas épocas, lo que no ha de ser forzosamente malo, si es que sirve para encontrarse. Pero para su desgracia a él le ocurría todo el tiempo, por lo que decidió lo que habría decidido cualquiera en su lugar:

Irse a Holanda a un curso de desenvolvimiento personal con el fin último de perder la virginidad allí ¡Pero si para eso no hay que irse tan lejos! Pues sí, allá se hizo la maleta y se fue a que lo tratara una empresa, que no sé como se llamaba, Otacon, o Huracán, no sé.

La cosa es que al mando estaba una señora que ya había cumplido todos los años que pueden cumplirse, aunque con el recuerdo de una belleza serena mediado el siglo XX. Ella le hizo la primera entrevista y luego lo pasó a su primera profesora, que aclaró que ella no iba a tener relaciones sexuales con él, simplemente lo iba a calentar un poco.

Lo que es notorio a más no poder, porque los del cursete no le buscaron una mocilla de cuerpo despampanante y pechos turgentes, sino a la hermana mayor de la jefaza, o quizá era su melliza. Vamos que no le quedaba un pelo oscuro en el cabello. Y de ahí, sin entrar en pormenores, en unas cuantas sesiones ya estaba ella desnuda de cintura para arriba mostrando los achaques del tiempo sobre el cuerpo humano, ante la mirada de James, ¿no dije que se llamaba James? que era de cierto escepticismo. ¿Cómo no iba a serlo? Si para lograr con aquello algo parecido a una erección se había de tener la imaginación de Julio Verne.

Pues con esa profe se tiró cuatro meses y a lo más que llegaron fue a hojear unos libros sobre el sexo femenino, con ilustraciones y a tumbarse juntos en la cama como dos soldados muy cansados. Y hubo besos y magreo, pero yo que seguía atentamente el documental, no podía dejar de preguntarme:

Pero si este curso habrá costado una pasta ¿dónde están las tías buenas?

Pobre James, que para explorar las cosas del sexo lo emparejan con la que podría ser su madre o su abuela. ¿Acaso llegó el último y se tuvo que arreglar con los descartes?

Vamos, no nos engañemos a estas alturas. Con sesenta euros en las Ramblas de Barcelona te puedes (quien quiera) traginar a una moza que es como una pantera africana.

Pues 4 meses se tiró pagando sus ahorrillos de mensajero para hacerse muy amigo de la viejuna pero de quitarse el complejo, nada de nada.

Claro que le tenían reservada una sorpresa. Una última profe que es la de tirar los fuegos artificiales, vamos que ésta tenía dentadura, aunque poco más. Los pechos por los suelos y capas de piel flácida como de cartucheras sin pistola, aunque tintada como la que más, y maquillada para que las patas de gallo fueran leve atardecer en su sonrisa.

Y con esta barra libre. Toma lo que quieras.


No diré lo de calzones al suelo porque James se los bajó desde la cuarta sesión con la profe primera. Y entre una y otra unos días de vuelta en casa en el Reino Unido para que aproveche a ponerse unos mails con la segunda profe, a la postre definitiva, para que se conozcan un poco, rompan el hielo y lo de follar no resulte como fuera de lugar.

Esto me trae un recuerdo muy gracioso. De Marcos, compañero en la uni. Recuerdo que me hablaba del grupo de teatro en el que yo estaba apuntado y fabulaba sobre lo que yo tenía que decir en los ensayos.

Según se empieza a ensayar el texto, al principio de la tarde, con interpretación corporal incluida y recitación de texto, de repente uno debía descargarse preguntando:

- ¿Pero aquí cuando se folla?

A lo que ellas respondían resignadamente:

- Luego, luego (primero se ensaya).

Como si fuera algo que desgraciadamente habría de llegar. Como la visita al dentista cuando se está sentado en la salita de espera. Como la parte mala, por ser contigo, de la parte buena que es pasar la tarde haciendo teatro.


En fin, volvamos a James, que lleva 4 meses pagando los vicios de la jefaza pa sacar tan poco gusto. Con la última pocos preliminares. Y entiendo que la primera de las profes tuvieran un nivel tan bajo, así esta otra parecía la Beyoncé.

Y con esta si pudo poner en práctica sus ejercicios de movimiento pélvico que había estado ensayando con otro profe en el pasado. Resultaba cómico, pero mira como esa lección después le vino al dedillo. Vamos que a la hora del examen, buena nota.

Claro que uno se pregunta si todo esto era necesario. Que más de 4 meses de curso en Holanda cuando se vive en el Reino Unidos ha de ser bastante pasta. ¡Dónde están los amigos que tenían que llevarte a que te estrenaras?

Al final James cambió de trabajo y se puso a trabajar en un cine, (que yo supongo X), aunque el documental cuenta que después no volvió a tener relaciones sexuales. Eso sí, se sentía más seguro ante el mundo. Definitivamente hombre.

Hizo el negocio del siglo. La jefaza, la melliza y la hijastra lo saben bien. ¡Que ya estaban esperando nuevos aspirantes!

Hay gente pa tó.

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