lunes, 16 de noviembre de 2009

El inocente

¿Quién te parece que soy?

Tiramisú de limón - Joaquín Sabina



Me refiero a Mainar, claro.

Hoy lo empiezan a juzgar. Ya está bastante claro que harto del otro, que debía ser un bicho, decidió quitarlo del medio a trabucazo limpio. Sin embargo hoy Mainar nos aparece en el juicio como una persona ilustrada, demasiado inteligente para fiscales y jueces. Menuda palabrería tan bien traída y tan bien llevada con esa americana puesta, que dan ganas de hacerlo ministro.

Claro que tampoco nos tiene mucha consideración a todos los demás. Puesto que dice que él se atribuyó la muerte para descargar de la tremenda presión mediática que tenía al pueblo de Fago en un sin vivir. Para liberar al pueblo de los que preguntan por el asesino, él va a ofrecerse voluntario, como si fuera para ir a avisar al tío Braulio. Vamos, que para que vuelva la calma él se atribuye el asesinato y queda todo más o menos arreglado. ¿Pero lo pensaste bien? Y para reforzar la cosa hace un discurrir de ingeniero agrónomo y aprovecha los detalles que sibilinamente le va soplando la Guardia Civil para hacer "collage"de toma y pega, para que, como en las novelas, la paternidad resulte creíble.

Y así entre todos, con su inestimable cooperación le dan carpetazo al asunto. Y para todos un beneficio neto. En el pueblo piar de pájaros y en la opinión pública la sensación de que hay un asesino menos casi al tiempo que un muerto más.

Pero ¿y él que saca a favor?

Ser el Robin Hood de los bosques en pleno siglo XXI. No de puertas para fuera, claro. Pero sí dentro de su corazoncito de guardabosques solitario.


Sin embargo, puede que nosotros leamos menos novelas policíacas que él, pero como mínimo se nos hace raro esa forma de pensar. Esa generosidad tan digna, de esquizofrénico paranoico, por lo menos.

Así que Mainar es culpable, más culpable casi que las balas de postas, de esto no parece que vayan a surgir dudas, pero a la vez es inocente, inocente de inocentón, que cree que por creernos algunas promesas electorales estamos dispuestos a creerlo todo.

Claro que el otro día un jurado dejó libre a un fulano que parecía haber prendido fuego a su pareja. Que llamó a emergencias mucho más tarde y dijo en pleno fragor de la llamada haber cometido un homicidio y un crimen, pero luego resultó que era rumano y por cosas del idioma donde dijo homicidio quería decir suicidio. Vale que lo encontraron vagando por ahí y que todo apuntaba a un caso nítido de violencia de género. Pero resultó que no.

Fue un suicidio con un bidón de gasolina que había comprado él. Puesto que es muy razonable que alguien quiera echarse 5 litros de gasolina por la cabeza para prenderse fuego después. Después de todo es una forma dulce de morir.


Visto uno vistos todos. Vistos para sentencia.

Vete a saber si al final Mainar no es tan inocente...

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