lunes, 22 de febrero de 2010

Silbidos

No soporto a los perros de la guerra.

Odio - Revolver



Hay a quien le ha molestado mucho que silben a sus majestades los Reyes en la final de la copa del Rey de baloncesto. Pero vamos a ver ¿qué esperaban? No será tan raro que silben al monarca en Bilbao o Barcelona, vamos que no había que ser un lince para saber que allí la bandera y el personaje no son muy queridos. Y esos que se quejan ahora son los mismos que llaman intransigente a los que opinan distinto. ¿Pero acaso se miran el careto en el espejo? Porque digo yo que habrá libertad para poder estar de acuerdo con esta estirpe que vive del cuento del príncipe azul y la progenie que lo sigue ordenadamente en la sucesión para reinar.

Pues luego uno sale fuera, a París por ejemplo y se dice ¿cómo pueden vivir éstos sin reyes que alternen y se reproduzcan al calor de los presupuestos generales? ¡Con las de portadas de revista del corazón que producen! Aún más ¿cómo puede ser que vivan estos franceses sin un Juan Carlos que se precie de campechanía y buena gente?

Pero va que la respuesta es sencilla. Viven sin ellos y no parece que les vaya tan mal.



A otro que le han caído silbidos y de todo ha sido al bueno de Aznar, que viene de desiertos muy remotos a Oviedo a dar charlas a las nuevas generaciones conservadoras, ¡ay como anhelan su bigote y sus maneras siempre dispuestas a sacarnos del rinconcillo de la historia!

¡Pequeño gran hombre de bigote chico! ¿Pero qué te has hecho si ya no tienes bigote ni nada! A este paso va a perder hasta los abdominales...

A los congregados les molesta ¡cómo no! que lo interrumpan en sus disertaciones de pirómanos y bomberos con acusaciones e insultos. Pues normal. Incluso con Aznar hay que tener educación. En mi opinión mucho mejor hacerle unas cuantas preguntas del estilo ¿teme ser llevado ante un tribunal internacional por sus manejos hacia la Guerra? A la que habría contestado probablemente con un dedo en todo lo alto, como Ben Johnson cruzando el final de los cien metros, aunque no de ese modo exactamente sino mandando a tomar por culo la pregunta y al fulano que se atreva a plantearla, que es sacado a rastras por los acólitos de la derecha, mamones no demasiado dispuestos a cuestionar nada. Comen la papilla que regurgitaba Acebes al que las alfombras nos han robado, pues por ahí debe andar escondido debajo de alguna, a salvo de resultar más repugnante con aquel soniquete que aún hoy, solamente de recordarlo, da escalofríos. Y de Aznar y sus maneras no olvidemos que es el mismo que introducía bolígrafos en los escotes de la periodista.

¡Vuelve Aznar, vuelve cuánto antes para que te nombremos capitán de los bomberos!


Lo malo es que en este mundo, que nos ha hecho así, y se ha hecho así a si mismo no hay huevos como para sentar a los tres fantasmas ante un juez para decirles que aquella guerra ilegal mató a mucha gente, y que son ellos en último término los que han de responder por ello. Quizá con la guillotina, no sería un mal final...

Por ahora solamente tendremos ao Obama huyendo de la herencia de Bush como de un apestado. Y a un puñado de nostálgicos en este país recordando a Ansar, cuando estuvo a un tris de sacarnos del confortable rincón donde habitamos para hacernos diana de la locura fundamentalista que llenó un tren de muertos. Por no hablar de los miles que murieron a miles de kilómetros de aquí, justo allí donde nos nos duele, donde no nos importa nada de nada.

Ocurre que el pueblo en soberano. Se manifiesta como se manifiesta, nos guste o no.

Aunque a veces se equivoca. Con Zapatero lo estamos viendo.

Verás tú si vuelve a presentarse.

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