martes, 2 de marzo de 2010

Horas extra

Quise saber lo que pasaba.

Amor callado - Rocío Jurado y Falete



Por cierto, escribiendo lo de hace un momento me acordé de una broma buenísima que no puedo dejar de poner aquí. La hizo el bueno de Rajoy, que es un dominador de la paradoja y la ironía en la misma medida que esclavo de su forma de abrochar la chaqueta, o de desabrocharla y sobre todo de esa barba que lo inunda todo. ¡Recórtala, por amor de dios!

Lo malo es que en esta ocasión no había ironía ni paradoja que habría sido muy de agradecer, sino una sinceridad aparente aunque temblequeante, como caminando con zancos en Chile de terremoto.


Alguien con mucho tiempo desocupado protestaba porque los excelentísimos diputados, tiene huevos la cosa, pasan demasiado tiempo de vacaciones, esto es que se tiran tres meses con el congreso cerrado, y a alguien hace unas fechas se le hizo raro que estuvieran tanto tiempo sin reunirse en el Congreso habida cuenta de la galopante crisis que nos acechó antes y ahora nos devora.

La cosa es que esa velada critica les llegó a sus señorías y también a los oídos de Don Mariano, que quiso aclarar, os estoy hablando de hace 3 semanas, antes de la vuelta "al trabajo" que los diputados no se dedican a trabajar nada más en el Congreso de los Diputados, cuando les parece bien acudir. Sino que tienen otras tareas, que hubieran como un misterio irresoluble y al amparo de aquel habrían quedado de no ser porque para llenar el discurso se descolgó con un "tratar con los vecinos, los ciudadanos" que resultó muy poco convincente.

Así que nuestros políticos cuando no aprietan el botón que toca en el Congreso se equivocan, y si no hacen ni una cosa ni otra es que están pulsando la opinión de la calle, eso sí, en los mejores restaurantes dando buen gusto al paladar, allá donde se cruzan con los futbolistas, y a tenor de los números de la cuenta de Camps, además por cuenta de la casa.

Por eso son el espíritu de la calle. Que la mayoría los vemos como si fueran extraterrestres incapaces de sangrar aunque sí de mutar en función de inescrutables intereses particulares.


Yo hubiera preferido no tener explicación alguna de la labor de los políticos. Que me quedara en la nebulosa del "algo harán".

Pero ni esa felicidad nos dan.


No fastidies que cuando no los ves leyendo la prensa o jugando al solitario en el Congreso es que están tratando con la gente para saber que se demanda por los barrios y en las calles. Hay que tener cuajo para decir algo así, y las pelotas muy gordas.


Perro apaleao del que se burlan y toman por tonto. Así es y así somos.


¡Que malo es que además tengan razón!

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