martes, 10 de octubre de 2006

YampqmaY

Yo he tenido ya algunos nombres en Internet, y tras ellos siempre he estado yo. No he sido de los que entran en un chat y se inventan a alguien distinto, lo cierto es que los chats me quedan muy lejos a no menos de 12 años, que son muchas vidas. Alguien me dijo una vez que un día y medio podía cambiarlo todo. Que no habrá cambiado desde entonces.

Aunque lo cierto es que si uno se pone a pensar en el pasado descubre que apenas parece nada, o quizá me parezca a mi sólo por aquello de que ando desprovisto casi por completo de memoria. Pensaba estos días que al fin todas las vidas no son sino fragmentos de pasado, pero si apenas se conserva del pasado una sopa de letras confundida, la vida entonces parece un paisaje entrevisto tras una cortina fina, el despertar embotado tras una siesta a destiempo. Los primeros minutos tras abrir los ojos, uno no sabe bien la hora que es ni casi donde está.

Yo me llamé Properio en el principio de los tiempos, luego me llamé Anado y por un breve plazo de tiempo YampqmaY que es un nombre muy de mi gusto, aunque no significa nada de nada. Y acoger este otro no supuso renunciar a ninguno de los otros. En realidad los nombres son como los estados de ánimo, nos los van a poner o nos los pondremos por nosotros mismos.

La cuestión es que hace unos días me abrí un correo nuevo: YampqmaY@gnnail.com (el error es muy querido para evitar esos implacables motores de búsqueda pro spam). La verdad es que no necesito ese correo, me bastan de sobra los que ya tengo. Las razones, que las hay vienen al caso pero son cosa mía y no tienen ninguna importancia.

Me gusta YampqmaY porque es una palabrita que se mira en un espejo y se encuentra reflejada, con lo que cuesta reconocerse, también porque visualmente me parece un castillo, con sus dos almenas a los lados, con su puerta en todo el centro. Es el castillo que tengo desde hace unos años. Pero ahora lo pongo de actualidad como si fuera una prenda encontrada en un armario, con lo poco amigo que soy yo de cambiar de chaqueta, más bien soy de los que me empecino, de los que se enroca en según que ideas, de los que refugiados en el castillo asoman la nariz desde la torreta.


Esta tarde estuve en el Día haciendo la comprilla de lo que comeré mañana, yo iba con la idea de adquirir una bolsa de paella valenciana congelada que sabe mejor de lo que suena, pero no tenían. Están cambiando las cosas de frigoríficos, lo que me dio la oportunidad de comprobar que por 6,50 me puedo llevar un buen puñado de langostinos para hacer a la plancha, así que hoy no que andaba corto de efectivo, pero quizá mañana me la compre para pasado. Hoy cogí un arroz tres delicias con marisco ¡juas!, con surimi que debe ser algo bueno y casi exclusivo, que diferencia estos arroces tanto como las tres tortillas. También unos flanes bizcocheros con miel y mis zumos de naranja.

Lo curioso es que según entro me doy de bruces, inopinadamente, sin esperarlo, con una mesa grande, más grande que una de ping pong, llenita hasta los topes de turrones. ¿Ya? Hoy ha sido el primer día, 10 de octubre, que se anuncian las navidades en la vuelta de la esquina.

Mañana compro los billetes a Madrid para el fin de semana. Ya tengo los horarios, respecto al itinerario me vale con que lo sepa el conductor.

Piro a la ducha.

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