martes, 20 de febrero de 2007

El Árbol

Llego con el tiempo justo para sentarme a ver al Madrid. Hoy como casi siempre los del Árbol han jugado una de sus cartas que suele ser la mayoría de las veces el hecho habitual de que los precios de las etiquetas en las estanterías no casan con los que refleja la caja en el ticket que te llevas a casa. Por un lado esto supone que los que nos damos cuenta terminaremos por dándonos por vencido, y por otro lado que una gran mayoría paga y no llega a mirar nunca el listado que pagó.

Conste que yo en estas cosas no soy de los que me suelo rendir, muy al contrario, cuántos días, quitado el traje, he tenido que volver a vestirme cerca de las 4 para bajar a reclamar una diferencia, que tras tenerme un rato esperando y con gran sorpresa por su parte terminan devolviéndome, claro que no se explican la falta de coherencia. Cómo que las personas que ponen las etiquetas y el que programa el lector de código de barras deben andar jugando a ver quién puede más. Tú no entras en mi feudo y yo respeto el tuyo. Lo extraño es que exista alguna correspondencia entre los propios productos...

A mí llegaron a cobrarme en la carnicería un filete de 6 euros que no me llevé ni pedí. Claro, debió quedar en la memoria del la máquina del carnicero, supongo que por la compra de algún cliente anterior. O eso o es que ese día todos los compradores debíamos pagar el filete lo quisiéramos o no. Aunque a mí nadie me ofreció llevarlo a la fuerza... lo habría hecho.

Hoy digo, llego de nadar, cansado de todo el día para constatar según llego a casa que los zumos que tienen en promoción lo están solamente dentro del super. En cuanto cruzas la frontera que es pasar por caja aquel precio excelente se ha disipado. No existe. Yo he cogido dos zumos porque los suelo beber cada día. Pero hoy no me apetece pelear esa minúscula diferencia. Me doy por vencido aunque tenga razón.

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