miércoles, 15 de diciembre de 2021

Me preguntaba porqué había de afectarme la muerte de Verónica Forqué, si no es nada mío. La respuesta la obtuve poniendo el primer capítulo de Pepa y Pepe. Hacia el final ella le pide a Tito Valverde, su marido en la ficción, que vuelvan a la casa que tenían, y que vendan esa nueva a la que se han trasladado y que le gusta tan poco. Tan pronto vi esa escena lo entendí, Verónica Forqué es una mujer a la que no se le puede negar nada. Por no contrariarla o entristecerla. Tito no lo hace y prepara maletas e hijos para volver la noche siguiente. No es que gane ella, gana él al combatir su tristeza. Era mujer, pero era también hijo, un cachorrillo al que hay que cuidar, para que no le pase nada.

Luego vi en Youtube unas imágenes de una entrevista de hace ahora un año. En ellas bromean con ella sobre la leyenda que hay de que no solo no recogió ninguno de los 4 Goyas que ganó, sino que tampoco sabe dónde están. Ella lo explica, que dos los regaló, que uno lo conserva y que otro no sabe, no conoce su paradero. A recoger un Goya nunca fue, pero a entregarlo sí. El Goya a toda su trayectoria que se entregó a su padre, y allí sí estuvo ella, para hacer los honores.

Viendo al padre bajar de su mano, no sin dificultades, las escaleras en aquella ceremonia se emociona. Dice Mi papi, mi papi, mi papi. Y entonces uno se ve reflejado en ella, comprende su dolor y se teme que era sensible y frágil, nada preparada para sufrir. Y que no lo merecía tampoco. Es muy posible que yo me haya quedado con la impresión de que ella era, antes de nada, una buena persona. Claro que yo no veo Masterchef...

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